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domingo, 2 de diciembre de 2012

El imperio de la casta inicia su decadencia en España


"Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado" Voltaire

Al contrario de lo que muchos puedan pensar y algunos comienzan a manifestar públicamente, no creo que en España sobre la política, más bien, lo que estamos atravesando en estos momentos, es el desolado desierto de su ausencia. Eso es lo que nos han dicho, precisamente, dos ex-presidentes de Gobierno hoy mismo: José María Aznar, en una prolija entrevista concedida a El Mundo; –se percibe que tenía ganas de hablar-, y Felipe González, en una reunión de su partido, en la que “ha reñido paternalmente” a sus compañeros por el bochornoso espectáculo que han protagonizado en los últimos años en nombre del socialismo –olvidándose que él fue despojado del poder por un asunto tan turbio como el del GAL y unas operaciones de corrupción que nunca se justificaron.

Dos formas diferentes de exponer que se inicia una nueva etapa en la política española, cuando el presidente de honor del PP se permite decir: “vivimos uno de los momentos más desalentadores de toda la historia de la Transición: por primera vez en democracia, los políticos se han convertido en un problema grave para el país”. Algo parecido ha acontecido en la reunión que han mantenido los dirigentes y militantes del PSOE, para celebrar la victoria de su partido hace treinta años, en la que Felipe González ha recriminado que actualmente no haya debate en las ejecutivas del PSOE, y pidiendo que en su partido no haya un debate de ideas, sino alguna idea que se ponga sobre la mesa y se debata sobre ella, denunciando la precaria situación interna que se vive en su formación política. Hasta Rodríguez Zapatero, en una intervención sorpresa, resucitado de la ultratumba del olvido, requirió: “una España de más entendimientos, una democracia que se legitime día a día y un partido que mantenga los afectos, la lealtad y la unidad compañeros” y con esa habilidad que le caracteriza, podemos concluir que sabe que su legado –aunque no lo reconozca públicamente- ha sido una España sin entendimiento, una democracia agotada y un partido desunido, enfrentado y agonizante

Todas estas intervenciones son síntomas de desentendimiento con aquello que está ocurriendo, en el caso de Aznar y González, han expuesto sus discursos institucionalmente, mientras que en el de Zapatero, ha pedido su exculpación, sin pedirla, ante sus compañeros, algo muy propio de sus vaivenes insustanciales No en vano, hoy ha salido una encuesta en en la que un 60 % de los propios votantes del PP rechazan la política desarrollada Mariano Rajoy –al que votaron-, mientras que en el caso de Rubalcaba, hasta un 83 % de sus votantes, rechazan su política de oposición. En la última encuesta del CIS, un 27 % de los ciudadanos consultados consideraban que la política era el tercer problema de este país, sin darse cuenta de que el paro y la crisis económica que consideran primer y segundo problema, sin duda son, en buena parte, consecuencia de los errores de los políticos de todos los partidos.

 Recientemente, Artur Mas se ha visto expuesto a la voluntad del pueblo, cosechando el mayor de los fracasos que pudiera prever, contra todos los resultados que habían sido preconcebidos por las encuestas. Y el señor Rafael Ribó, Sindic de Greuges (Defensor del Pueblo catalán) se ha permitido decir que la mayoría de los políticos son honestos y que deshonestos son unos pocos –no se sabe en que categoría se incluye a sí mismo tras haber realizado 50 viajes por todo el mundo durante los últimos dos años a costa del erario público-. Cataluña, en estas cuestiones también tiene sus hechos diferenciales, y si no los tiene, será necesario inventarlos para justificar los desmadres diferenciales

A pesar de que no sea buena noticia que hayamos alcanzado en este país el mayor grado de desprestigio de la casta política de todos los partidos en los últimos 35 años, he de reconocer que, tras seis años ininterrumpidos de denuncia sobre lo que estaba ocurriendo con el poder político en España, siento una agradable satisfacción, algo así como el deber cumplido. Hace seis años, me propuse mostrar a mis compatriotas la indecencia, degeneración, perversión, codicia y egoísmo de que hacían gala los políticos españoles y ahora me invade la perplejidad, cuando tres ex-presidentes de Gobierno, han decidido reconocerlo públicamente y el mismo día. Han elegido el mismo día para hacer el obituario de la casta política española, de la que ellos, por supuesto, también han formado y forman parte. Sin duda, algo ha comenzado a cambiar en la casta política española, pero ahora es el momento de no hacer ni la más mínima cesión, mis queridos compatriotas, es hora de que rindan cuentas –todas las cuentas- y se dejen de cuentos para siempre.

Lo digo para que nadie se me anticipe, los partidos políticos españoles, tal como los hemos conocido hasta ahora,  están muertos y todavía no se han enterado; lo único que queda es depositarlos en el cenotafio del olvido y pasar página sobre este luctuoso hecho que nos ha traído la mayor crisis institucional, política y económica que jamás hemos vivido los españoles a lo largo de la transición, cuando desde una ingenuidad que raya en la estupidez, hemos consentido, con nuestros votos, que hayan decidido empeorar el;destino de nuestras vidas y las de nuestros hijos, exclusivamente para salvarse a sí mismos de la propia degeneración que ellos habían creado, en plena impunidad ilegítima, frívola e irresponsable


 Enrique Suárez

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