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martes, 1 de enero de 2013

O acabamos con la casta o la casta acabará con nostros



"Es urgente que cada ciudadano sepa, con el fin de hacer valer y hacer cumplir lo que les corresponde, los derechos que adquiere por nacimiento. La ignorancia es la base del despotismo y el hombre es verdaderamente libre el día en que pueda decir a los tiranos: "Retírate, soy lo suficientemente mayor para ser capaz de gobernarme a mí mismo!" Maximilien Robespierre

Será bueno advertir a los españoles  en el primer día del año de 2013 sobre lo que se avecina en un futuro inmediato. En este país, ya no es traidor quien no avisa, sino quien no dice nada ante lo que acontece, quien se queda callado. ¿Cómo permanecer en silencio ante tanta degeneración, oprobio y desmesura por parte de la casta política española?

La casta política española, también financiera, empresarial y sindical, cultural y mediática, jurídica y social se ha ido conformando por un proceso de selección invertida. No sólo tenemos a los políticos más infames de la historia de la democracia en el gobierno y en la oposición, sino que en el proceso de degeneración ascendente hemos logrado en nuestra representación política una auténtica kakistocracia, que definió en su día García Venturini como los peores políticos con las peores políticas en el peor de los momentos. 

No hay ideología, creencia, principios o valores que distingan a los miembros de la casta política más, que aquellos que les unen en los privilegios diferenciales sobre los ciudadanos que gobiernan. La casta política en España se ha adueñado del poder en nombre de la democracia para imponer una auténtica dictadura, que se sostiene con la colaboración de una justicia adocenada y unos medios de comunicación vendidos al poder. 

Los españoles estamos hartos de presenciar el partido de tenis eterno que se han inventado entre las izquierdas, conservadores y nacionalistas, queriendo ofrecernos alternativas falsas sobre problemas comunes que padecemos todos los españoles sin distinción. Los parados son parados de derechas, izquierdas y nacionalistas, los que padecen los problemas creados por la casta política en España son exactamente iguales, independientemente de su edad, sexo, origen y destino, al igual que todos los miembros de la casta son exactamente idénticos en sus privilegios y corrupciones.

El conflicto dialéctico está servido, los de abajo contra los de arriba y los de arriba contra los de abajo, como ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad. Lo que aún no sabemos es como se resolverá en esta ocasión, si de una forma pacífica rindiéndose la minoría de la casta al pueblo y deponiendo su actitud déspota y tirana, puesto que son una escasa minoría elitista ante una inmensa mayoría oprimida,  o de una forma violenta,  como ha acontecido en tantas ocasiones en el pasado. Eso es lo único que queda por decidir en estos momentos. 

La casta ha cruzado todos los límites que puede soportar el pueblo español. Prueba de su soberbia y mezquindad  es no reconocerlo y seguir adelante como si nada hubiera ocurrido en este país, como si no fueran los autores de nuestro malestar, como si los españoles fuéramos tan imbéciles para no comprender que lo único que hacen y van a seguir haciendo es defender sus miserables privilegios, aunque sea al precio de despojar a los españoles y hundirlos durante las próximas décadas en la pobreza, la desmoralización y la muerte en vida.

Es hora de que las cosas cambien, a España lo que le sobra para salir adelante es esta impresentable casta que está impidiendo que llegue el futuro porque quedarían exentos de los privilegios y beneficios que hasta ahora han disfrutado, sin merecérselos, a la vista de las circunstancias en que nos han dejado. No podemos permanecer en el pasado del más de lo mismo, porque no sepan resolver sus propios problemas, ni por supuesto, los nuestros

Es hora de que concluya su  impostura, usurpación y detentación del poder que recibieron con los votos de una democracia y han utilizado para convertirse en una élite privilegiada, como si estuviéramos en el Antiguo Régimen de aristócratas y siervos, por la gracia de Dios, del Estado o del Monarca de turno.  

Enrique Suárez

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