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jueves, 13 de enero de 2011

Epílogo de la partitocracia española


Comienza el último capítulo de la partitocracia en España, que durará lo que tarden los españoles menos informados en enterarse del auténtico vodevil que se representa desde la más impune demagogia partidaria. Se avecina un cambio radical en la mentalidad de los españoles, que si hasta hace poco tiempo consideraban que los políticos podía promover soluciones a los problemas de nuestra sociedad, hoy están convencidos, en su inmensa mayoría, de que los partidos políticos, el PSOE, el PP, y todos los demás, son el principal origen de sus problemas.

La representación política existente en España no es democrática actualmente. No lo es porque los partidos políticos no son democráticos en su funcionamiento interno, como se ha comprobado recientemente en casos como el de Francisco Álvarez Cascos en el PP y Antoni Asunción o Angel Gimeno en el PSOE. También en la intentona fallida de José Luis Rodríguez Zapatero de imponer a Trinidad Jiménez frente a Tomás Gómez en las primarias del PSOE de Madrid, resultando elegido este último por los electores socialistas.

Los partidos políticos se han convertido en engendros más ocupados en su triunfo electoral que en los problemas de los ciudadanos. Se han deshumanizado, han perdido su esencia y su única sustancia es promover su existencia y perpetuación. El modelo teocrático del poder absoluto fue abolido en España en 1820, al igual que la Santa Inquisción, sin embargo ambas instituciones siguen estando vivas en los partidos políticos españoles, asentados en los principios del despotismo más delustrado. Resulta inadmisible que auténticos indigentes intelectuales y morales, ocupen cargos de representación pública con el único mérito de poseer un carnet y mostrar su actitud servil con el líder o la dirección de su partido.

Ni Mariano Rajoy, ni Maria Dolores de Cospedal sabe el nombre exacto de su elegida para representar al PP en Asturias, pero han rechazado a Cascos, porque cumple los criterios de una selección negativa, los requisitos para formar parte de la actual kakistocracia (gobierno de los peores) frente a un político con rango de estadista como es Francisco Álvarez Cascos, al que ni siquiera se ha permitido competir en un Congreso para que los afiliados al PP asturiano decidieran sobre su candidato. La dirección nacional del PP no ha dudado en cometer un sonoro pucherazo, con tal de apartar al “general secretario” de sus filas. Este PP, cada día recuerda más al PSOE, puesto que la mencionada candidata que ha desplazado a Cascos ha dicho que “ella sin las siglas del partido no es nada”. ¿Qué era entonces antes de estar en el partido o siempre estuvo en él?. ¿Qué puede aportar a una formación política alguien que no trae nada y solo es algo cuando se encuentra bajo sus siglas?. ¿Qué distancia enorme separa a esta candidata de los ciudadanos con su concepción estamental y feudal de lo que es el poder?.

Mariano Rajoy ha dicho, con acierto por una vez, que Cascos es “historia pasada” en el PP, evidentemente lo es porque recientemente ha abandonado este partido, al que perteneció durante 34 años y al que entregó su inteligencia, trabajo y sabiduría hasta lograr empujarlo hacia sus mayores éxitos. Mariano Rajoy ha dicho que “ya está en el futuro”. ¿Cómo se puede estar en el futuro desconociendo el presente, inhiibiendose de la catástrofe política y económica del país que aspira a gobernar?.

En tan solo una semana, Francisco Álvarez Cascos ha demostrado que tanto el PSOE como el PP si son historia pasada, no están a la altura del nivel político que este país necesita para salir de la crisis, porque ambos suponen un más de lo mismo que cambia de color, el puño ya no atrapa una Rosa (que se ha escapado a la UPyD, de idéntica factura) sino una gaviota asfixiada. Mariano Rajoy se ha equivocado con Francisco Álvarez Cascos, se lo advertimos desde este blog en su día, en varias ocasiones, diciéndole que el lider asturiano era el talón de Aquiles del PP, como así se demostrará en el futuro.

Rajoy tiene poca idea de lo que es la política, porque al desdeñar al ex general secretario ha mostrado su debilidad, su miedo, su soberbia y su mendacidad. A nadie se le ocurre hacerse el harakiri en el hígado a cinco meses de unas elecciones, con un 18 % de ventaja sobre su rival inmediato, el PSOE. Pagará un elevado precio por haber despreciado a Cascos, que no es enemigo pequeño, sino todo lo contrario.

Rajoy tendrá que explicar a sus electores, porque su partido ha derivado hacia un engendro social-liberal (obra de Lasalle, su ideólogo de cabecera, el que empujó a María San Gil a abandonar el PP), porque ha permitido que el PSOE haya hundido España (por no hacer oposición y vivir de los réditos de los errores del rival, como le ha indicado Arriola) y por qué ha permitido la infamia y el desdén hacia su antiguo compañero de Gobierno, el más leal discípulo de Manuel Fraga, el más fiel bastión de José María Aznar, y el compañero más venerado por su eterna adversaria Esperanza Aguirre (por indicaciones de Maria Dolores de Cospedal). No es costumbre de la casa despedir a los mejores, para aupar a los peores, que no han ganado jamás unas elecciones, como es el caso de Javier Arenas.

Pero Rajoy se ha equivocado sobretodo con Asturias, esa pequeña comunidad que aporta el 2 % del PIB y el caudal histórico más importante de la historia de España (también “historia pasada” supongo), se ha equivocado con los asturianos, que nunca han aceptado dominio ni servidumbre. Si España es hoy una nación, tiene su origen intelectual en Asturias, con Campomanes, Jovellanos, Argüelles, Flórez Estrada, Toreno, San Miguel, Riego y otros muchos.

Rajoy, en su inmensa torpeza, se columpia en un futuro ilusorio guiado por las encuestas de Rubalcaba, mientras los cimientos sobre los que asienta sus deseos se están convirtiendo en arenas movedizas. No ha tenido en cuenta que al considerar a Francisco Álvarez Cascos como representante de la “historia pasada” le ha convertido en la mayor esperanza para los asturianos, que harán lo inimaginable por recobrar el orgullo que les han arrebatado, al alimón, un cártel conformado por el PSOE y el PP asturianos, que ha convertido Asturias en la región que ha perdido más importancia política y económica entre todas las españolas, la más devastada por la política parasitaria que se ha ejercido desde los partidos convencionales y sus intereses económicos particulares.

Pero los errores se pagan, la primera factura llegará en mayo en Asturias, a partir de entonces surgirá una competición política que hará que una formación liberal-conservadora con orientación ecuánime, transversal y pragmática, sustituya al PSOE en La Moncloa en el año 2012, lo que dudo mucho es que sea el PP de Mariano Rajoy y sus dinosaurios autoritarios disfrazados de jóvenes castores.

El PSOE se dirige hacia una refundación, también lo habíamos anunciado en este blog hace tiempo, que cuando José Luis Rodríguez Zapatero abandonara el poder se llevaría consigo hacia el olvido, a ese engendro en el que se ha quedado el partido que pilota, en el que hasta Alfonso Guerra se siente un extraño.

Internet ha concluido con la era de los dinosaurios que son los partidos políticos españoles y comienza la era de los pequeños roedores. Al PP y al PSOE les espera un auténtico purgatorio, porque se han quedado en el limbo, entre el cielo de la veneración ciudadana y el infierno del desprecio público. Purgatorius se llamaba el primer roedor que sobrevivió a los dinosaurios y Francisco Álvarez Cascos se ha renovado y desprendido a tiempo del Titanic partitocrático para ser el primer político de una nueva era.

Antes de que Rajoy se dé cuenta, formará parte del olvido por su portentosa inanidad, ni de la historia pasada siquiera, algo que no le ocurrirá a su rival, José Luis Rodríguez Zapatero, del que los españoles vamos a acordarnos durante las próximas décadas por haber hundido el país por pura inepcia, vanidad y soberbia.

Enrique Suárez

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