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jueves, 28 de diciembre de 2006

La grieta

Jules Renard, escribió un Diario Íntimo, en el que iba reseñando las cosas que le sorprendían en el devenir cotidiano. Como buen francés, siempre dispuesto a realizar un análisis riguroso y detallado de las verdades oficiales que le ofrecían, desmenuzaba entre sus neuronas lo que acontecía en la Galia entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX.

De genial inspiración es, la evaluación que hace de la mejor actriz de su tiempo, cuando dice: "abajo la Sarah Bernhardt, la gran apasionada, que apenas acaba de morir, en el quinto acto se levanta y corre a la caja para saber cuanto le ha producido morir por nosotros". (15/XII/1897)


Alguien ha dicho que la protesta social es un acto propio de la juventud y la inexperiencia, y posiblemente sea cierto. Es estúpido rebelarse, cabrearse con lo que ocurre, siempre va a ser así; mejor renunciar a la lucha, y dedicarse a vivir desde la posición que hemos logrado alcanzar, o seguir peleando para mejorarla. "Carpe Diem", "Primum vivere, deinde philosophare".

¿Para qué necesitamos saber?, que más da que los tirios o los troyanos ganen una guerra en la que nosotros somos el pueblo neutro, la masa silenciosa, la opinión pública, un cero a la izquierda.

Para defender nuestros derechos, para implantar nuestros deberes, ya tenemos a los representantes que hemos elegido en las urnas, que lo hacen lo mejor que saben y pueden, con su voluntad liberadora y su capacidad demostrada por la colección de hechos que inundan la realidad.

Realmente, que capacidad podemos tener los ciudadanos, más que la de aceptar o asumir la realidad que nos ofrecen los políticos que guían nuestras vidas. Votar cada cuatro años, o no votar. Criticar entre los amigos alguna cosa que no veamos correcta, agriarse o acidificarse, y poco más. Así están las cosas y así van a seguir estando.

Algunos ilusos piensan que hay otras alternativas, como esos de Ciudadanos, que pretenden cambiar las cosas por completo, desarrollando un sistema riguroso y justo sobre el que se establezca la convivencia amistosa, completando la democracia sin dilación, no permitiendo las agresiones a su libertad y a la de todos, y denunciando sin tregua, ni proceso de paz, ni leches en vinagre, todos los excesos y abusos de los que detentan el poder, en la administración de los bienes y servicios públicos que les gestionan.

Pero ésto, según otros, supone un atentado contra el “letargo feliz” en que vivimos, una nueva fuente de problemas y dificultades; por qué para que éstos aventureros puedan hacer algo, aunque a la larga nos beneficiara, tendríamos que cambiarlo todo o casi todo, y eso ya nos coge muy mayores o muy jóvenes, o muy cansados, o muy ocupados, o muy acomodados, o muy débiles, o muy solos, o muy alienados, o en pleno descalabro existencial.

Mejor seguir como estamos, al menos los que están no nos reclaman ningún esfuerzo más allá del simple consumo de lo que nos ofrecen, y apretándonos un poco más el cinturón podemos pagar esos 80 euros al mes que van a subirnos la hipoteca, dejando de fumar, de tomar vinos y hamburguesas, todavía nos sobra dinero.

En realidad, hay mucha gente que está peor, mira los ciudadanos de Bulgaria o Rumanía que se incorporan este año a la Unión Europea, o los que están en Irak o Somalia. No somos de los que peor se encuentran, estamos bastante bien, entre los más privilegiados.

Sigamos como estamos, cada uno a mejorar lo suyo, hasta que un día descubramos que no podemos seguir poniendo escaleras en nuestro proyecto personal, por qué el suelo sobre el que desarrollábamos nuestra vida (la Constitución, por ejemplo), sin meternos con nadie, sin pedir nada más que lo que podamos hacer por nosotros mismos, se ha hundido en un socavón, por la extraña configuración del terreno que no era tan firme como nos habían hecho pensar.

Estimado ciudadano, el año 2007 que estamos a punto de comenzar, tal vez sea la última oportunidad de nuestras vidas de participar en la construcción de un nuevo modelo de convivencia fundamentada en el respeto por el otro, en la libertad, la democracia, y la justicia. Quizás sea la última ocasión que tengamos, nosotros, los de la inmensa mayoría para cambiar las cosas desde la racionalidad y una tranquilidad relativa.

Sencillamente, cuando tomes la uva final, con la última campanada del 2006, vomita tu última inconsecuencia; mírate detenidamente en un espejo, descubre quién eres realmente , y qué es lo que quieres para tí y los tuyos, y ponte a trabajar por ello; si es posible, en un proyecto común, con otros, el que te dé la gana, el que tu elijas, uno cualquiera.

Comparte tu esperanza con los demás y a ver si entre todos somos capaces de concluir de una puñetera vez la transición democrática, por qué si no vamos a seguir así eternamente, con la conciencia secuestrada por un conglomerado de partidos políticos convencionales que están retrasando inexplicablemente el desarrollo y el progreso en nuestro país, y conculcando el bienestar que todos españoles podríamos tener, que es sin duda, mucho más amplio qué el ofrecido.

Somos ciudadanos, CIUDADANOS, a ver si se enteran los que mandan; no consumidores, no clientes, no electores, no contribuyentes, no somos “el pueblo” que necesitan los que administran nuestras vidas, para continuar exactamente como hasta ahora: ellos hablando de dificultades y nosotros viviéndolas.

Muchos ciudadanos sabemos que tenemos criterio y percepción, no somos masa o nada, tenemos nombre y apellidos, no somos solo un número fiscal, y vamos a pasar a la acción este próximo año, el 2007.

La revolución ciudadana ha comenzado en las últimas elecciones catalanas, como una grieta que se extiende por toda España, que ya nadie podrá cerrar. Esa grieta resquebraja cada día un poco más nuestra confianza en la partitocracia ineficaz. Por mi parte, no pienso perdérmela, ¿y tu?.

Nadie puede sellar la grieta que han hecho los políticos en nuestra confianza; no vamos a permitir que sigan haciendo el cambio-chapuza para que todo siga igual, vamos a cambiarlos a ellos, para que todo cambie realmente, de verdad.

Exigiendo nuestros derechos, cumpliendo con nuestros deberes, pensando, trabajando, sonriendo, vamos a construir el país que nos merecemos. ¡Adelante Ciudadanos!


Biante de Priena

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