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jueves, 18 de octubre de 2007

La independencia judicial y otras vergüenzas

La gravedad de la situación política española hace que hasta una buena noticia para cualquier demócrata, como es la detención del aparato político de ETA por decisión judicial, se convierta en motivo de seria preocupación.

Preocupación motivada por el oportunismo político que demuestra el juez Garzón al proceder ahora contra los dirigentes de Batasuna, justo cuando el gobierno de Rodríguez Zapatero, ante la inminencia de las elecciones generales, se afana con empeño en crear ante los electores la imagen de estadista resuelto a luchar contra el terrorismo por todos los medios y borrar de esa manera la manifiesta repulsa que han provocado en gran parte de la población sus reiteradas cesiones durante el llamado “proceso de paz” (excarcelación de De Juana, diálogo político con los representantes de ETA, no ilegalización de PCTV y ANV, etc.).

La esencia de un régimen democrático no reside exclusivamente en el sufragio universal como medio de elección de los representantes de la ciudadanía, sino que tiene en la separación de poderes y, especialmente, en la independencia del poder judicial, uno de sus soportes más firmes. Este ha de actuar en cumplimiento de la legalidad vigente en todo momento y no subordinar sus decisiones a la coyuntura política marcada por el gobierno de turno, como ha hecho según sus propias palabras el juez Garzón.

Solo el imperio de la ley garantiza la igualdad y la justicia a los ciudadanos. La acomodación a la estrategia política del gobierno o la aplicación “flexible” en virtud de los intereses y alianzas de este (como ocurre con el consentimiento “de facto” para que la bandera nacional no ondee en muchas instituciones presididas por socialistas y nacionalistas) suponen instaurar la arbitrariedad como principio jurídico y, en consecuencia, provocan la demolición del Estado de Derecho.
Lo que es verdaderamente escandaloso es que sean los propios jueces los que renuncien a su independencia y actúen como correas de transmisión de los intereses partidistas del gobierno . Por eso en la actual situación de España resulta primordial tomar medidas para conseguir una efectiva separación de los poderes del Estado que aseguren la independencia judicial y dificulten el bochornoso espectáculo que las más altas instancias judiciales (véase el caso del Tribunal Constitucional) nos proporcionan con frecuencia.

En este sentido es necesario recordar que fue la llegada de los socialistas al poder en 1982 la que promovió toda una serie de modificaciones en nuestro ordenamiento jurídico que hizo más dependiente de los partidos políticos el nombramiento de determinados puestos clave de la carrera judicial, sin que la victoria de los populares en 1996 supusiera, a pesar de lo prometido en su programa electoral, una vuelta a la independencia perdida. En la actualidad, el gobierno de Zapatero continúa dando pasos en la dirección equivocada con la reciente modificación del sistema de promoción de los fiscales.

Habrá que estar, por tanto, muy alertas ante las propuestas que en este sentido puedan hacer las diferentes fuerzas políticas que se presentan a las próximas elecciones generales, especialmente de aquellas que llegan por primera vez a una contienda de este tipo defendiendo la regeneración de nuestra maltrecha democracia, como es el caso de UPD (lástima de Ciudadanos). En aspectos como este es en los que pueden acreditar una auténtica identidad transformadora (por no llamarla revolucionaria) y no en la utilización de manidas etiquetas ideológicas (centroizquierda, progresismo) de quitaipón.

Diego de Miranda

¿Hay realmente un nacionalismo democrático?

La nación moderna, occidental, se basa en la asunción de un pacto entre pares, pacto que se hereda generación a generación y que tiene bases muy simples: la defensa mutua y comun de los derechos de todos y cada uno. Por eso puede heredarse, porque es evidente, no es discutible salvo desde el totalitarismo.

Es falso que la libertad de uno acabe donde empieza la del otro. La libertad de todos empieza en el mismo sitio, esto es en la constitución de esa nación soberana de personas libres basada en unos principios muy solidos pero tan simples que no varian a lo largo de los tiempos. El derecho a la vida de cada uno, el derecho a la propiedad legitimamente adquirida, el derecho a la libertad de movimiento y el derecho a la opinión. Poca cosa mas.


El nacionalismo, por definición, se basa en la defensa de una tribu, real o imaginaria, que mas da, que es poseedora de derechos superiores a los de los individuos que la componen y no digamos ya de los extrangeros.

Derechos de la tribu, de la manada, de la tierra o de la raza. Esos derechos superiores son los que permiten justificar que se robe al vecino (por presuntos crímenes supuestamente cometidos en un pasado remoto), que se niegue a un niño el derecho a ser educado en su lengua (porque prima el derecho de la lengua de la tierra, que debe de ser aspera que te cagas), que se reparta la riqueza entre los amigos porque son los que aseguran la construcción y continuidad de la nacion, que se castre a los que pueden degenerar la raza y cualquier otra barbaridad que a uno pudiera ocurrirsele.

En este sentido, el nacionalismo es una religión impositiva, al modo del islam (que llama a matar al apostata y a someter al no creyente) contrapuesta al patriotismo de la nación moderna que, al modo cristiano, respeta al otro sin renunciar a integrarlo pero aceptando cambiar en el proceso.

Inmutabilidad frente al libre discurrir de la vida. Una lengua fijada frente a la riqueza de las hablas. Una raza frente al mestizaje. Sumisión frente a la responsabilidad de la libertad.

En el ideario/imaginario nacionalista la democracia es sólo un camino para la conquista del poder por "los buenos" que estan autorizados a usar cualquier arma y mecanismo para imponer los valores superiores de la nacion, raza, tribu. No cabe en la cabeza de un nacionalista el que su uso del poder este limitado por otra cosa que su interpretacion de las necesidades de la nación a la que sirve y representa. Ni que existan derechos de las personas por encima de los superiores derechos de la nación.

En el pensamiento de una nación moderna, la democracia es el mejor sistema para salvaguardar el derecho de los individuos a tomar parte en las decisiones colectivas, publicas. No existe sin los límites que impone el marco de la nación, la constitución, al ejercicio del poder. Por eso, esa nación se dota de separación de poderes, para asegurar la fiscalización de unos por otros y que se respeten los límites.

No así en los estados nacionalistas, que tienden a integrar los poderes de la democracia formal en una unidad de destino en lo tribal.

¿Nacionalismo democrático? ¿Democracia sin libertad? ¿Libertad sometidos a los superiores derechos de la "nasió"? La mate porque era mia. Pero no es nuestra: somos suyos, esclavos de la Terra Lliure. Por eso nos pueden matar y robar cuando sea conveniente y nunca un peneuvista estara al lado de las victimas de ETA: son una desgracia necesaria por el bien de EuskalHerria. Un Reich, una lengua, un Rh. Y una mierda


Minneconjou

En ausencia de resistencia

No es cuestión baladí, Albert Boadella, dice que piensa que España ya ha perdido a Cataluña, sin embargo lo correcto sería decir que Cataluña se ha perdido de España, tras la organización del desencuentro que han establecido los políticos infames que sufrimos en este país, el PP asociándose con CIU para gobernar en España, el PSC haciéndolo con ERC e ICV para gobernar en Cataluña y en España.

El inefable Cesar Molina, ministro de incultura ( que precisamente no ha escrito algo tan sabroso como “La Patria Gutural” del otro Molina, Antonio Muñoz, ni lo hará en su vida), tras su experiencia previa como director del Instituto Cervantes, se permite decir que no hay un niño en España que no sepa leer y hablar perfectamente el castellano. Coincide con que Ibarretxe impone el Euskera como lengua vehicular en el País Vasco, y en Cataluña no hay ni una sola plaza en la enseñanza pública en la que se pueda estudiar en español.

Ibarretxe y Carod-Rovira convocan referendos de secesión, y Zapatero dice que no se harán. La pregunta viene dada por la escenificación, ¿quién ha logrado en tan sólo tres años que un presidente de gobierno español tenga que estar diciendo que no habrá referendos de emancipación porque la Constitución no lo permite?

Ante tanta estupidez que nos invade, ha llegado la hora de que la razón presente batalla contra la ignorancia, antes de que la alianza del nacionalismo-socialismo nos conduzca al desastre:

Es hora de hablar de Hobbes, autor del Leviathán:

Donde no existe contrato, falta la trasmisión de derecho y cada hombre tiene derecho a todo; por consiguiente, ninguna acción puedé ser injusta. Pero cuando se ha pactado un contrato, romperlo es injusto, y la definición de injusticia no es otra sino: la no ejecución del contrato ... Por esto, antes de que puedan usarse los nombres de justo e injusto debe existir algún poder coercitivo que obligue a los hombres al cumplimiento de sus contratos mediante el temor a un castigo superior al bien que pueden esperar si rompen la infracción

Es hora de hablar de Herbert Spencer, precisamente de su obra “El individuo contra el Estado”, que puede leerse en la red y es obra muy recomendable para estos tiempos, en ella se dice:

Con el desarrollo social, llega a ser un deber del Estado no sólo sancionar formalmente los derechos individuales sino también defenderlos contra los agresores.

La defensa de la sociedad en conjunto contra un enemigo externo, tiene por fin remoto mantener a cada ciudadano en posesión de los medios que precisa para satisfacer sus deseos y de garantizar su libertad para aumentarlos. Y la defensa de cada ciudadano contra enemigos internos, desde los asesinos hasta los que causan molestias a sus vecinos, persigue claramente el mismo fin, un fin deseado por todos, excepto por el criminal y el revolucionario.

Ciudadanos en la Red, ha expuesto a la luz pública el Manifiesto 17 de octubre, porque es hora de hacerlo, antes de que no sirva absolutamente para nada.

El actual gobierno de la nación está conculcando nuestros derechos constitucionales al permitir que los agresores continúen en su hostilidad manifiesta contra los fundamentos jurídicos de nuestra vida social.

Es hora de rebelarse contra el estrangulamiento de nuestra libertad, es hora de plantar cara a los reducen nuestros derechos, es hora de decir basta, no solo a los nacionalismos, sino a los que son cómplices de su agresión.

Ante la expansión del nacismo, el pueblo alemán tuvo la oportunidad de oponerse a la barbarie, y todavía hoy lamenta no haberlo hecho. En España el socialnacionalismo adopta el disfraz de progreso, bondad, y pacifismo, pero oculta en realidad la disolución de la nación, la transgresión de la Constitución, la acumulación de poderes en las mismas manos e ideas, y la perpetuación de los mismos en el gobierno, para lograr sus objetivos últimos: reducir la Nación a Estado. Esto les permitirá lograr su propósito final, convertir a España en una comunidad de ciudadanos amorfa, alienada, y sometida.

Estamos ante una perversión intencionada de los usos de la democracia, se trata de fragmentar la decisión de la mayoría, para imponer la dictadura de las minorías, y permitir la perpetuación en el poder de los mismos. La sonrisa bondadosa de Zapatero, recuerda cada día más al magnánimo altruismo de Hitler o Stalin. Aún estamos a tiempo, detengamos la sinrazón.



Biante de Priena

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