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miércoles, 29 de junio de 2011

"La Batalla" de Arthur C. Brooks


A todos los damnificados del socialismo

Arthur C. Brooks(*), considera que el nuevo eje de conflicto cultural, social y político en los Estados Unidos no gira sobre el racismo, las armas, el matrimonio gay o el aborto; sino entre una minoría socialista que busca la redistribución de la riqueza (la coalición del 30%) y una mayoría que apoya el libre mercado y la ética del trabajo (la mayoría del 70%).

A pesar de que la mayoría de los norteamericanos creen en la libre empresa y la libertad de mercado, la izquierda establece un dominio sobre una clase social diversa que va desde conocidos actores de Hollywood, hasta profesores de Universidad, pasando por periodistas, intelectuales, activistas y creadores de opinión a sueldo. Esta coalición ha funcionado como un lobby relativamente organizado que trata de implantar el socialismo en los Estados Unidos de América, sin prisa, pero sin pausa. Mientras los movimientos de la derecha republicana como el Tea Party se muestran abiertamente en sus manifestaciones, este grupo actúa de forma sinuosa tratando de controlar la opinión pública desde los medios de comunicación y diversas plataformas organizadas.

Utilizando los recursos de la retórica, la propaganda, la manipulación de la información, la censura y la intoxicación han logrado imponer entre los sectores menos formados y los menos expertos (desinformados, jóvenes, desarraigados, inmigrantes, desempleados habituales y algunos aventureros) la especie de que la redistribución de la riqueza, a la larga, es la mejor forma de evitar conflictos sociales, aunque se creen diversos problemas en los comienzos de su implantación. Expertos en comunicación diseñan las estrategias de proselitismo, considerando que el socialismo es la única opción moral, y que los valores tradicionales de los norteamericanos, los descritos magníficamente por Alexis de Tocqueville en su día, en La Democracia en América, están devaluados, son anticuados y resultan inservibles para los tiempos actuales. Así la competitividad, la superación personal, la cultura de la libertad, el esfuerzo personal y la ambición emprendedora en búsqueda de la felicidad personal, son elementos nocivos para la convivencia.

Desde las posiciones de la izquierda norteamericana se habla de moralidad, del bien y del mal con facilidad, considerando que las opciones colectivas son la únicas válidas para el futuro, el socialismo es imprescindible. Los derechos están antes que los deberes, y el Estado debe convertirse a medio plazo en el sustituto de la Divina Providencia. ¿Y quién paga los gastos?. Eso es lo que menos importa, en este recreo social que pretenden implantar los activistas del progreso: lo pagarán los que trabajan, que tendrán que trabajar cada día más para mantener cada día a más personas sin trabajar con más derechos y prestaciones públicas, y si no llega, siempre se puede incrementar la deuda o enajenar el patrimonio público, lo importante es satisfacer las necesidades y deseos de los ciudadanos, sobretodo de los más desafortunados, los que menos han hecho por sí mismos, los que pudiendo trabajar se acogen a subsidios y los que están dispuestos a votar por aquellos que les ofrezcan la vida más fácil con el mínimo esfuerzo, porque en realidad, es la mejor forma de asegurarse un futuro triunfo electoral permanente.

El argumento clave de Brooks quer recorre las páginas de su libro La Batalla, no es otro que la libre empresa, el mercado y el capitalismo, no son, a pesar de lo que traten de imponer sus detractores, más que una evolución del humanismo, que pretende que los seres humanos, en libertad, se puedan desarrollar en plenitud, sin límites impuestos por doctrinas materialistas falaces, que lo único que pretenden es derribar el sistema norteamericano fundamentado en el derecho inalienable de cada ser humano a buscar su felicidad, siempre que respete las leyes y pague sus impuestos.

La libre empresa no es, por tanto, una alternativa económica, sino una condición de identidad que nos procura significado y soberanía, nos concede poder individual y nos permite mantenernos independientes, en un ámbito de pluralidad, un antídoto contra la servidumbre al mismo mercado y al Estado, máximas representaciones del poder.

Brooks argumenta que es la Izquierda la que es totalmente materialista, porque asume que redistribuyendo el dinero puede redistribuir la felicidad, sin embargo lo que se ha visto a lo largo de la historia es que toda intención de redistribución por parte del Estado siempre ha conducido a la miseria, porque el dinero recibido que no ha sido ganado enferma la cultura del esfuerzo y la actividad creativa emprendedora, que son los verdaderos caminos a la felicidad, tanto individual como colectiva.

El engaño está servido para los espíritus menos críticos y adocenados, porque si se premia no hacer nada igual que trabajar denodadamente, quien trabaja más cada día lo hará menos y quien no trabaja, seguirá sin trabajar. La idea de la redistibución por motivos de moralidad pública, es posiblemente la más perniciosa contra los valores occidentales, y además resulta extraordinariamente injusta: ¿Qué tiene de justo tomar el dinero ganado por una persona y dárselo a alguien que no se ha esforzado lo más mínimo por obtenerlo? ¿Qué tiene de justo que les paguen lo mismo a dos personas, una que trabaja todo lo que puede y otra que no trabaja, aunque pueda? ¿Hasta que punto las prácticas de redistribución indiscriminadas no fomentan el parasitismo social?.

De la propaganda sólo comen los que la hacen, mientras que todos los demás la pagan. Quizás mañana, de seguir así, sea necesario abolir la ópera, cerrar las universidades, enajenar el patrimonio público, homegeneizar todo pensamiento y limitarse a ser lo que el Estado decida, como en la ucronía descrita por Aldous Huxley en Un mundo feliz o la utopía de 1984 o La Rebelión en la Granja de Orwell. Cuba es un espejo para los Estados Unidos que pretende la coalición del 30 %.

La obra de Brooks nos recuerda las de autores que han considerado el socialismo como la doctrina política más perniciosa, desde Alexis de Tocqueville, (que decía que era incompatible con la democracia), hasta Ayn Rand, Hayek, Arendt o Milosz.

(*)Brooks es una figura reputada y de gran prestigio en el panorama económico mundial como presidente del American Enterprise Institute -el think tank conservador más importante de Estados Unidos-. Además, sus tesis han tenido buen calado en el discurso del Partido Popular en nuestro país. El ex presidente del Gobierno José María Aznar, que escribe el prólogo, se inspiró en él para crear FAES.

Enrique Suárez

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