Algunos políticos, fundamentalmente socialistas y nacionalistas, han elaborado un artero plan que consiste en empujar a los españoles hasta el límite inferior de su identidad porque así será más fácil desposeerlos de la misma, para instaurar nuevos "códigos de barras" para su identificación. Para construir algo nuevo, es necesario derribar lo existente.
Los socialistas quieren, buscan y promueven ciudadanos amorfos, creyentes en que sólo los derechos que les otorga el Estado les harán felices, excluyendo la libertad de pensar por sí mismos, por supuesto. Los nacionalistas, necesitan patriotas convencidos de su causa diferencial, no gente que sea diferente, sino que “se considere” diferente.
Todavía hay muchos catalanes, vascos o gallegos que se consideran españoles sin incompatibilidad con su identidad local, demasiados para los nacionalistas, excesivos para los socialistas, y de ahí se deriva su estrategia política, porque hay que exterminarlos culturalmente o al menos erradicarlos de la existencia política.
Ayer hablaban en Galicia de la doble nacionalidad, en el País Vasco no se sabe si se alegran o se entristecen cada vez que se asesta un golpe a los terroristas de ETA, y en Cataluña se sumerge y somete a la población a una identificación forzada, -no voluntaria- con los valores y principios que denostan y reprueban la condición española de muchos catalanes.
La razón de poco sirve, sea cultural , histórica, antropológica o coyuntural, porque la única verdad que impera es la política, porque dónde la razón se impone es necesario cambiar a otro criterio para “tener razón”, y en este caso se hace con los votos, con la democracia, dicen. La democracia se resume en estar de acuerdo o en contra con lo que se promueve desde el poder, por lo que en vez de democracia a lo que asistimos es a su perversión en forma de demagogia. Cuenta más un voto que una historia de miles de años, y eso es una aberración incomprensible que arremete contra cualquier inteligencia.
Y ante esta penuria de ignorancia, imprudencia e imposición, surgen las alternativas, ridículas e inútiles.
En Cataluña existe Ciutadans, partido con representación parlamentaria que tras dos años lo único que ha hecho es demostrar su incapacidad absoluta, no ya para cambiar las cosas, sino siquiera para proponer como acometer la opresión. Por otro lado, tenemos o más bien no tenemos a UPyD Cataluña, que es lo mismo que Ciutadans pero corregido y aumentado, un error permanente que destruye cualquier propuesta de confrontación contra el nacionalismo o el socialismo en el mismo instante de su nacimiento. Ambos conforman el aborto preventivo de cualquier iniciativa política contra el nacionalismo.
Por otra parte tenemos al PP catalán, de Sireras y Camachos, Nebreras y algún Fernández, con una ambigüedad insoportable, pero predecible desde los tiempos de Piqué, han llevado a la eutanasia de lo español en Cataluña por intereses electorales.
En el País Vasco, se está viendo lo que lleva tiempo ocurriendo con el Foro de Érmua, y no hay que olvidarse de que Rosa Díez fue consejera con un gobierno del PNV, el Partido Popular se ha desprendido de María San Gil, firmando el epílogo de la lucha contra ETA y del apoyo a las víctimas del terrorismo.
En Galicia, el PP ha contribuido desde los tiempos de Fraga Iribarne a la consolidación del nacionalismo y ahora que ya se ha consolidado participa con Núñez Feijóo del modelo de la “doble nacionalidad” de Touriño. En Baleares no ha surgido la expansión del nacionalismo desde la nada, en Valencia se utiliza el nacionalismo con intereses claros desde el Partido Popular, en Andalucía, Arenas se conforma con ser el segundo partido más votado y con matizar la hegemonía de Chaves.
España está al límite, tanto por cuestiones políticas como económicas, y se está mintiendo a los españoles para construir una historia que nada tiene que ver con nuestros rasgos identitarios que provienen de la mezcla y la tolerancia, que a los políticos nacionalistas no les interesa, porque no se consideran iguales a los demás. A los socialistas no les interesa, por la misma razón la libertad individual, no quieren personas que piensen por sí mismas, sino elementos deshumanizados que se sumen y adhieran a sus propuestas sin rechistar.
Llegará el día en que tanta impostura saltará por los aires y las cosas volverán a su cauce natural e histórico, y esta gente que ha secuestrado a la nación de todos los españoles o la que no ha sabido defenderla como corresponde a su representación, será erradicada de la política por sus crímenes y delitos. Al fin y al cabo es lo que ha ocurrido en Serbia con Radovan Karadzic y su genocidio.
Cada día se extermina la cultura española, la lengua, la historia y la realidad en las comunidades gobernadas por nacionalistas y socialistas, se acaba con la vida de los defensores de la libertad y los derechos de los españoles, se establecen leyes anticonstitucionales que pasan desapercibidas y se consienten por el Tribunal Constitucional y el resto de los tribunales, se dilapida un futuro de bienestar con mil parado más cada día, se permiten atentados contra los símbolos que nos identifican con nuestra nación y todo para que los socialistas y los nacionalistas sigan viviendo como señores feudales en sus dominios feudales, y se recibe a dictadores encubiertos con honores de bienhechores de la humanidad.
España está al limite, no ya de la razón, sino del sentido común, pero hay que alegrarse de que la resistencia cada día está más organizada. A partir de ahora hemos llegado a tal punto de involución que cualquier aspecto, por nimio que sea, será contestado por cada vez más gente. Los españoles estamos hartos de que nos tomen el pelo, y somos muchos, el día que explotemos algunos van a tener que exiliarse si no quieren acabar sus días en la cárcel.
España está al límite de lo que podemos soportar los españoles sin entrar en un conflicto más allá de la política, como ocurrió antes de la Guerra Civil, hoy parece que estamos más civilizados, pero creo que la crispación existente es incluso mayor, y lo peor de todo es que no se atisba una solución definitiva para nuestros problemas. La última línea de resistencia está en la Constitución, en los tribunales de justicia no politizados que aún quedan, en las fuerzas de seguridad del Estado no vendidas al poder, y en los españoles que estamos dispuestos a luchar por nuestra libertad y nuestros derechos.
Ningún partido político puede representar en estos momentos a más del 40 % de los españoles por unos motivos o por otros. Más de quince millones de ciudadanos de este país esperan que todo salte por los aires cuanto antes y están dispuestos a empujar para que así ocurra.
España está al límite de la realidad, dónde precisamente comienzan las leyendas.
Biante de Priena
Los socialistas quieren, buscan y promueven ciudadanos amorfos, creyentes en que sólo los derechos que les otorga el Estado les harán felices, excluyendo la libertad de pensar por sí mismos, por supuesto. Los nacionalistas, necesitan patriotas convencidos de su causa diferencial, no gente que sea diferente, sino que “se considere” diferente.
Todavía hay muchos catalanes, vascos o gallegos que se consideran españoles sin incompatibilidad con su identidad local, demasiados para los nacionalistas, excesivos para los socialistas, y de ahí se deriva su estrategia política, porque hay que exterminarlos culturalmente o al menos erradicarlos de la existencia política.
Ayer hablaban en Galicia de la doble nacionalidad, en el País Vasco no se sabe si se alegran o se entristecen cada vez que se asesta un golpe a los terroristas de ETA, y en Cataluña se sumerge y somete a la población a una identificación forzada, -no voluntaria- con los valores y principios que denostan y reprueban la condición española de muchos catalanes.
La razón de poco sirve, sea cultural , histórica, antropológica o coyuntural, porque la única verdad que impera es la política, porque dónde la razón se impone es necesario cambiar a otro criterio para “tener razón”, y en este caso se hace con los votos, con la democracia, dicen. La democracia se resume en estar de acuerdo o en contra con lo que se promueve desde el poder, por lo que en vez de democracia a lo que asistimos es a su perversión en forma de demagogia. Cuenta más un voto que una historia de miles de años, y eso es una aberración incomprensible que arremete contra cualquier inteligencia.
Y ante esta penuria de ignorancia, imprudencia e imposición, surgen las alternativas, ridículas e inútiles.
En Cataluña existe Ciutadans, partido con representación parlamentaria que tras dos años lo único que ha hecho es demostrar su incapacidad absoluta, no ya para cambiar las cosas, sino siquiera para proponer como acometer la opresión. Por otro lado, tenemos o más bien no tenemos a UPyD Cataluña, que es lo mismo que Ciutadans pero corregido y aumentado, un error permanente que destruye cualquier propuesta de confrontación contra el nacionalismo o el socialismo en el mismo instante de su nacimiento. Ambos conforman el aborto preventivo de cualquier iniciativa política contra el nacionalismo.
Por otra parte tenemos al PP catalán, de Sireras y Camachos, Nebreras y algún Fernández, con una ambigüedad insoportable, pero predecible desde los tiempos de Piqué, han llevado a la eutanasia de lo español en Cataluña por intereses electorales.
En el País Vasco, se está viendo lo que lleva tiempo ocurriendo con el Foro de Érmua, y no hay que olvidarse de que Rosa Díez fue consejera con un gobierno del PNV, el Partido Popular se ha desprendido de María San Gil, firmando el epílogo de la lucha contra ETA y del apoyo a las víctimas del terrorismo.
En Galicia, el PP ha contribuido desde los tiempos de Fraga Iribarne a la consolidación del nacionalismo y ahora que ya se ha consolidado participa con Núñez Feijóo del modelo de la “doble nacionalidad” de Touriño. En Baleares no ha surgido la expansión del nacionalismo desde la nada, en Valencia se utiliza el nacionalismo con intereses claros desde el Partido Popular, en Andalucía, Arenas se conforma con ser el segundo partido más votado y con matizar la hegemonía de Chaves.
España está al límite, tanto por cuestiones políticas como económicas, y se está mintiendo a los españoles para construir una historia que nada tiene que ver con nuestros rasgos identitarios que provienen de la mezcla y la tolerancia, que a los políticos nacionalistas no les interesa, porque no se consideran iguales a los demás. A los socialistas no les interesa, por la misma razón la libertad individual, no quieren personas que piensen por sí mismas, sino elementos deshumanizados que se sumen y adhieran a sus propuestas sin rechistar.
Llegará el día en que tanta impostura saltará por los aires y las cosas volverán a su cauce natural e histórico, y esta gente que ha secuestrado a la nación de todos los españoles o la que no ha sabido defenderla como corresponde a su representación, será erradicada de la política por sus crímenes y delitos. Al fin y al cabo es lo que ha ocurrido en Serbia con Radovan Karadzic y su genocidio.
Cada día se extermina la cultura española, la lengua, la historia y la realidad en las comunidades gobernadas por nacionalistas y socialistas, se acaba con la vida de los defensores de la libertad y los derechos de los españoles, se establecen leyes anticonstitucionales que pasan desapercibidas y se consienten por el Tribunal Constitucional y el resto de los tribunales, se dilapida un futuro de bienestar con mil parado más cada día, se permiten atentados contra los símbolos que nos identifican con nuestra nación y todo para que los socialistas y los nacionalistas sigan viviendo como señores feudales en sus dominios feudales, y se recibe a dictadores encubiertos con honores de bienhechores de la humanidad.
España está al limite, no ya de la razón, sino del sentido común, pero hay que alegrarse de que la resistencia cada día está más organizada. A partir de ahora hemos llegado a tal punto de involución que cualquier aspecto, por nimio que sea, será contestado por cada vez más gente. Los españoles estamos hartos de que nos tomen el pelo, y somos muchos, el día que explotemos algunos van a tener que exiliarse si no quieren acabar sus días en la cárcel.
España está al límite de lo que podemos soportar los españoles sin entrar en un conflicto más allá de la política, como ocurrió antes de la Guerra Civil, hoy parece que estamos más civilizados, pero creo que la crispación existente es incluso mayor, y lo peor de todo es que no se atisba una solución definitiva para nuestros problemas. La última línea de resistencia está en la Constitución, en los tribunales de justicia no politizados que aún quedan, en las fuerzas de seguridad del Estado no vendidas al poder, y en los españoles que estamos dispuestos a luchar por nuestra libertad y nuestros derechos.
Ningún partido político puede representar en estos momentos a más del 40 % de los españoles por unos motivos o por otros. Más de quince millones de ciudadanos de este país esperan que todo salte por los aires cuanto antes y están dispuestos a empujar para que así ocurra.
España está al límite de la realidad, dónde precisamente comienzan las leyendas.
Biante de Priena