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viernes, 10 de julio de 2009

¡Que paguen las anchoas!

¿A qué teme Rosa Díez?

Buena pregunta, ¿verdad?. Parece que Rosa Díez no teme a nada, ni a nadie, sin embargo nada más lejos de la realidad, porque Rosa Díez tiene más agujeros personales que una alcantarilla.

Tiene agujeros en sus principios,

Porque nadie ha recorrido el espectro político de este país con mayor desparpajo hacia la gloria personal y el protagonismo histriónico, que este personaje de vodevil rural. Desde su coalición personal con el nacionalismo montaraz del PNV, gobernando con los nacionalistas vascos en los tiempos de plomo y prebendas para los presos de ETA, hasta la defensa endiablada de las víctimas del terrorismo. Desde la oficialidad más estridente en el PSE, hasta la crítica más furibunda en el PSOE. Si una frase la retrata, es la que pronunció el genial Groucho Marx: si no le gustan mis principios, no se preocupe, tengo otros.


Tiene agujeros en sus valores

Una prueba de su ambición es que se ha presentado a elecciones municipales, autonómicas, nacionales y europeas, pocos españoles lo han hecho, creo que es el único caso. Ha cambiado de partido porque cuando compitió con Zapatero en el PSOE, obtuvo un 6 % de votos, algo que no perdonó jamás a sus compañeros. Ha pasado por todos los estados de la representación en su partido, siempre buscando el protagonismo que no le brindaron, y al final, decidió escindirse ella sola, porque muy pocos de los críticos fueron los que la acompañaron, ni Gotzone Mora, ni Nicolas Redondo Terreros, ni Leguina. Fundó UPyD, cuando Basta Ya se había quedado sin fondos y sin proyección política. Ni en su pueblo, Sodupe (Güelles), la quieren demasiado, porque UPyD obtuvo en las pasadas elecciones autonómicas vascas 61 votos (1,69 %)

Tiene agujeros en su honestidad

Se podría recordar el caso del Lino, pidiendo la dimisión de Loyola de Palacio, consejera de transportes de la UE, a sabiendas de que su acusación estaba fundamentada en una infamia, como más tarde se demostró jurídicamente con su absolución, aunque Loyola ya había fallecido, según ha denunciado Jaime Ignacio del Burgo, en su obra “La trama del lino”. También condujo a los tribunales, a nuestro académico y humorista Don Antonio Mingote –algo que nunca le perdonará Alfonso Ussía y muchos españoles- por estropearle con una viñeta su campaña del “ven y cuéntalo” y el protagonismo que esperaba obtener con ella. Ha pregonado por todo el territorio nacional que está en política para procurar la regeneración democrática y la mayor degeneración democrática que hoy existe en España está presente en su propio partido, la UPyD, como han denunciado personajes políticos solventes como Mikel Buesa y Gerardo Hernández Les, periodistas como Edurne Uriarte, filósofos como Gabriel Albiac, y numerosos militantes, a título voluntario, hartos de ser estafados. Dice que su partido no es nada sectario, y en el consejo político fundador se han producido más de un 75 % de bajas, se ha expedientado a coordinadores aceptados por sus compañeros por no ser de la cuerda del Consejo de Dirección, impuesto por Rosa Díez, y se ha blindado su futuro personal en el partido negando las listas abiertas que se habían propuesto, que demandaba histéricamente en su anterior partido, el PSOE.

Tiene agujeros históricos, políticos, culturales y legales

Rosa Díez defiende un Estado fuerte, elemento funcional de la política, sin siquiera hablar de la nación, elemento estructural que soporta la Constitución vigente aprobada por los españoles. Por no hablar del idioma español, se abalanzó en una campaña por una lengua común, que fue un fracaso, y eso que estuvo apoyada por medios como El Mundo o Libertad Digital, quería inventar la pólvora, algo muy propio de su protagonismo, cuando no tuvo inconveniente en participar en la inmersión lingüística que se desarrolló en el País Vasco mientras estuvo de consejera. Su dispersión cultural la disfraza con máscaras de innovación, su crítica pertinaz con todos y con todo, nunca ha dejado que llegue hasta ella misma. Los discursos de Rosa Díez no mantienen coherencia, lo mismo defiende la ampliación de la Ley del Aborto, que su mantenimiento como está, lo mismo pide una reforma Constitucional que respeto para la actual Constitución, lo mismo pide la independencia del poder judicial que la independencia del Sáhara, cuando es incapaz de conceder en su partido ni las mínimas condiciones democráticas. Es un fenómeno de la naturaleza, que funciona orientado por los titulares deseables para la mayoría de posibles electores, una vendedora de discursos, una demagoga inefable. Nunca defenderá una causa minoritaria, por su justificación intrínseca, salvo que conceda dividendos a su fama. Su partido, la UPyD, incumple flagrantemente la Constitución Española y la Ley de Partidos, y las conductas que se desarrollan en su interior, son susceptibles de ser atendidas por los tribunales ordinarios, como algún coordinador expedientado ha sugerido.

Tiene agujeros en su relación con los demás

Quien ha conocido a Rosa Díez, fuera de los escenarios, no podrá olvidarse fácilmente de ella, algo que ha denunciado Mikel Buesa y otros muchos, porque es incapaz de establecer un diálogo sincero sobre planteamientos ajenos, solo admite sus argumentos como válidos, en el consejo político en el que se debatían las listas abiertas para el Congreso de noviembre, amenazó con marcharse del partido si no se votaba favorablemente a lo que ella proponía: que no las hubiera, en un alarde democrático inolvidable. Se rodea en el partido únicamente de los que jamás la contrariarán, y la venerarán siempre.Es incapaz de establecer un diálogo, un debate, una simple conversación, con alguien que no esté dispuesto a darle la razón, la tenga o no.

Pobre España y pobres españoles si llegara a ser Presidenta del Gobierno. Entonces descubriríamos la auténtica personalidad de Rosa Díez, alguien que no dudaría en convertirse en una émula de Fidel Castro o Hugo Chávez, personajes a los que es posible que admire en la intimidad. Seríamos entonces, los ciudadanos de este país, los que tendríamos un auténtico agujero negro del que no podríamos salir jamás.

Definitivamente, Rosa Díez, a lo único que teme es a la libertad, porque la libertad es solo para ella misma, nunca para los demás que la rodean, a los que reserva el papel de siervos, admiradores, edecanes y periodistas con micrófono. El concepto de seres humanos o semejantes no entra en sus planes, porque para Rosa Díez todo, absolutamente todo, humano o material, está en función de sus propósitos personales, para resolver su tremendo complejo de inferioridad. Rosa Díez teme a la igualdad de condiciones con sus semejantes, necesita sobreelevarse más que ninguno, por encima de todos, para sentirse segura, como los grandes déspotas de la historia humana. Vive de la admiración de los demás exclusivamente, sin admiración ajena se marchitaría demasiado deprisa y lo sabe. Así son realmente las cosas, ahora que le sigan dando manos de pintura magenta a la cosa, a ver si arreglan el estropicio.

Nota informativa: El foro de Ciudadanos en la Red, que hoy ha sido hackeado, y en cuyo acto de terrorismo cibernético han participado los muchachos de Territorio Magenta, no se sabe sí envíados por sus jefes, o a título personal, ya funciona perfectamente. Muchas Gracias.



Biante de Priena

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