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jueves, 30 de septiembre de 2010

El poder somos nosotros


Desde la llegada de las nuevas tecnologías de la comunicación a la cultura occidental se está produciendo una evolución singular en la representación de los seres humanos, tanto en su condición invidual como en la colectiva. La cultura de la imagen va recortando diferencial con la cultura literaria en cuanto a la definición de la realidad. Hoy la realidad no se describe, se fotografía, se retransmite o se filma, si es posible en directo.

Hace tan solo siete años que los habitantes de este mundo nos quedamos asombrados con la retransmisión de la guerra de Irak en directo, que transimitió la CNN en 2003. A comienzo de la década de los noventa del siglo pasado, hace tan solo veinte años, comenzó el boom de la informática personal doméstica. Los móviles en su difusión masiva provienen de finales de esa misma década. Internet, una herramienta de la que hoy podríamos prescindir con extraordinaria dificultad, comenzó a funcionar en España a buen ritmo, también en la década de lo noventa del siglo pasado. En apenas veinte años el mundo ha cambiado de forma vertiginosa. ¿Pero cómo hemos cambiado los ciudadanos en ese tiempo?.

La comunicación nos ha cambiado

También hemos cambiado en nuestros hábitos, hoy prácticamente estamos permanentemente localizados por el móvil, disponemos de correo electrónico con el que nos comunicamos prácticamente gratis con cualquier lugar del mundo. Algunos publicamos nuestra opinión en blogs y foros y estamos interconectados con nuestros amigos por las redes sociales. Pero también tenemos libre acceso a mucha más información de la que podríamos adquirir en toda nuestra vida, repartida por los temas más diversos y variopintos. Y sin duda podemos recorrer millones de mundos virtuales y disfrutar de películas y series imposibles hace dos décadas.

La comunicación se ha imbricado en nuestro cáracter de forma extraordinaria. Incide en la construcción de nuestra personalidad pero también en el establecimiento y mantenimiento de nuestras relaciones humanas. Nos hemos hecho más sociables y sociales en el mundo virtual, al tiempo que nos hemos aislado más en el mundo real. Hoy hay patologías adheridas al uso excesivo de internet, que siguen un perfil similar a las adicciones. Está comenzando a haber mucha gente que tiene más dificultades para comunicarse en una escena real que con un interlocutor a miles de kilómetros por medio de un chat. Sin duda todos estos aspectos han ido modificando desde nuestra estructura mental hasta nuestros hábitos de vida.

Realidad y ficción llegan a confundirse, caminamos a marchas forzadas hacia una realidad onírica, a medio camino entre los hechos reales y los deseos irrealizables. Hay una presión hacia la homogeneidad humana en agrupaciones sociales que a veces llega a resultar insoportable. Hoy la patria propia es el muro de facebook o Twitter, en el que cada uno describe desde su vida hasta los principios de la termodinámica, según corresponda. Los muros de las redes sociales parecen en ocasiones los de las lamentaciones, pero en otras son la epítome de la dicha. Todos nos miramos y observamos en las redes sociales, aprendemos de otros en una suerte de aprendizaje vicario y participamos o no lo hacemos dependiendo de nuestra determinación o estado de ánimo.

No es facil establecer si esta coyuntura será positiva o negativa para la especie, lo que está claro es que puede ser ambas cosas al mismo tiempo, depende del uso que se dé a las herramientas de las que disponemos un arma, y internet es un arma poderosa, puede salvarnos la vida o acabar con ella.

Desbordados por la realidad

Quizás la reflexión más sobria sobre lo que está ocurriendo es que vivimos desbordados por la realidad que nos acontece, sea factual o virtual, o ambas entremezcladas. Parece que estamos condenados a que nuestra propia obra nos atrape en una jaula, con un teclado, un ratón y una pantalla ante nuestros ojos, porque disponemos de una ventana por la que las representaciones virtuales del mundo van pasando.

El ocio va cobrando cada día más importancia en nuestras vidas desde que los occidentales estamos condenados a consumir todo lo que producen los chinos y los indios de forma desesperada, el problema de occidente será el trabajo productivo sin materiales, porque la inmensa mayoría de las cosas materiales que habrá en nuestras vidas provendrán de otros continentes.

Quizás sea la oportunidad para la civilización occidental avance, de hecho es extraordinariamente fácil porque contamos con poblaciones cada día más formadas que disfrutan de un tiempo de ocio considerable para pensar y repensarse.

Vivimos una época muy similar a la que en la Grecia Clásica con el estallido de las comunicaciones marítimas y el comercio, permitió una de las épocas más espléndidas de nuestra civilización. También en aquella ocasión hace 2500 años los griegos podían reflexionar y abrir el mundo a su conocimiento, y lo hicieron, en cierta forma lo que conocemos como Occidente es su legado. Pero al igual que por entonces, los griegos tuvieron que batirse con los enemigos de la libertad representados por los persas, mucho más numerosos, que pretendían devolver a la civilización helena a una cultura teocrática y despótica, también entre los griegos surgieron fuerzas regresivas que querían imponer su tiranía. Pero los griegos avanzaron, a pesar de todo, culminando su dominio del mundo con Alejandro Magno, que era en realidad macedonio.

El cambio es posible

Disponemos de todos los elementos para cambiar el mundo de forma cualitativa y provechosa para la inmensa mayoría. Pero las fuerzas regresivas, fundamentalmente religiosas y políticas, tratan de imponer su yugo desde el poder sobre la humanidad, como ha ocurrido a lo largo de la historia. En estos mismos momentos se está produciendo una feroz lucha entre los defensores de la libertad que aspiran a un mundo nuevo y mejor y los defensores del poder, que tratan de detenerlos porque en realidad eso haría que perdieran sus privilegios, en muchas ocasiones inmerecidos. El poder trata de acantonarse, inútilmente, en una representación ficticia de los seres humanos, contra los sueños de libertad de los que quieren representarse a sí mismos en la realidad, sin intermediación alguna.

Vivimos una auténtica crisis de representación del poder en todas sus formas, hace unos meses era económica con la quiebra de numerosas entidades financieras, también política, con un declive paulatino en la credibilidad que nos ofrecen los representantes políticos que nosotros mismos hemos elegido en las urnas, hoy mismo con los sindicatos. Ocurre también en las grandes religiones como el cristianismo o el islamismo. Pero también en los niveles más microcósmicos como las relaciones de pareja o de familia, las relaciones padres-hijos, las relaciones entre amigos o vecinos del barrio. Hay una fuerte reacción humana ante las relaciones de poder fundamentadas en la autoridad jerárquica no soportada más que por mitos y creencias.

La civilización occidental está pidiendo a gritos un cambio en las relaciones humanas con una exclusión del poder de nuestra existencia, fundamentalmente el poder representado por otros. Es algo fácil de entender, si podemos acceder a cualquier lugar del mundo en un instante y comunicarnos con gentes distantes, absolutamente extrañas para nosotros, ¿por qué razón tenemos que seguir siendo representados como si fuéramos analfabetos del siglo XIX?. ¿Acaso los políticos que nos representan han demostrado más capacidad que sus representados?. Seguramente mucha gente que hoy está en el paro tiene mucha más capacidad para ocupar la Presidencia del Gobierno o los ministerios que los actuales representantes detentan.

Auguro un excelente porvenir a todas aquellas plataformas humanas que brinden la oportunidad de que los ciudadanos se puedan representar por sí mismos. De hecho el éxito de las redes sociales es un avance de lo que viene, que serán redes humanas en todos los ámbitos, y fundamentalmente en el ámbito del poder, es decir, en la política. Posiblemente ha llegado la hora de que el ser humano domine el poder y la política y no sea dominado por otros, desde el poder y la política. Autodominio es lo que viene, estamos en plena transición hacia un nuevo sistema de relaciones fundamentado en la equidad y la libertad y no en el desequilibrio insoportable de la tiranía de unos sobre otros desde la interpretación convencional del poder y su representación ficticia de los seres humanos.

Biante de Priena

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