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jueves, 26 de mayo de 2011

El cultivo de la indignación


España está indignada, se siente en las plazas, en las urnas, en el PSOE, en las colas del INEM, en Sol, en los empresarios, en los funcionarios, en los pensionistas, en Telefónica. ¿Quién no está indignado en España?, habría que preguntarse. Una vez que sabemos que el país, en general, está indignado sería interesante averiguar con quien está indignado en particular.

Quizás el candidato con más posibilidades para recoger la mayor cuota de indignación nacional, sea el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a la vista de los resultados que ha obtenido su partido, el PSOE, en las elecciones del 22 de mayo. En realidad, menos el 15 % de los españoles que le apoyan a ultranza en las encuestas del CIS, todos los demás estamos indignados con el ente que habita en La Moncloa, hasta ayer mismo todos menos el PSOE, pero tras el batacazo electoral se han unido a la indignación y lo han hecho con vehemencia con un enfrentamiento entre gobierno y partido que no se recuerda en su historia desde lo del GAL y Felipe González.

Hace tres años, en un artículo titulado El Síndrome de China se preveía que algo así iba a ocurrir en España, cuando José Luis Rodríguez Zapatero triunfó en las elecciones generales, porque el día que la realidad alcanzara a los que engañaron a los españoles para triunfar en unas elecciones negando la crisis, ofreciendo lo imposible y creando un poquito de tensión, se iba a armar gorda. El resultado de la política experimental, consentida por el PSOE, mal opositada por el PP, parasitada por los nacionalismos, ha conducido al final a lo que se esperaba, a la debacle nacional, con cinco millones de parados, un endeudamiento galopante, la gente en las calles y el vuelco en las urnas.

Durante siete años hemos vivido en España bajo la hipnosis urdida por las huestes socialistas, empeñadas en demostrar la cuadratura del círculo, cuando trataban de demostrar que el bienestar social dependía de los deseos y no de las posibilidades, de la voluntad y no de la inteligencia, del “tira pal ante” y no del rigor en la gestión, la austeridad en el gasto y el esfuerzo en alcanzar los objetivos. Siempre he pensado que si en vez del PSOE estuviera gobernando el PP y hubiera ocurrido lo mismo, La Moncloa ya hubiera desaparecido, pero como la izquierda de este país tiene patente de iluminación democrática, pues ahí tenemos a los socialistas tratando de convencernos de que la crisis no es para tanto y que los cinco millones de parados es una consecuencia de la presión del capitalismo sobre nuestra sólida economía, es decir, el mismo mantra que llevan repitiendo años.

El PSOE posiblemente desaparezca, gracias a Zapatero (también lo advertimos en su día), porque ha tratado de abrir tanto las fauces para acapararlo todo que se ha quedado con la mandíbula bloqueada en un trismus y la foto le sale con apariencia de tiburón ballena hambriento. En realidad al PSOE de socialismo le queda el recuerdo, y se ha convertido en los últimos años en una agencia de intereses y expoliación pública, un peligro para la convivencia pacífica entre los ciudadanos españoles. Tanta violencia como ha ejercido sobre este país en nombre del progresismo no podía quedar impune, al final la gente se ha dado cuenta de que tanto progresismo sólo incrementaba su poder en provecho del socialismo y que no se podía seguir más allá, dando pasos hacia el abismo de abandonar la condición de españoles para acogerse a la proclama moral de la última república soviética de Europa. En fin, parece que la gente, al final, se ha dado cuenta del engaño.

Pero eliminar a Zapatero y el PSOE de nuestra realidad no va a resolver nuestros problemas, aunque por lo menos vamos a lograr que no sigan creciendo sin fin. El legado que nos va a dejar el PSOE es terrorífico, se han cargado la estructura económica, política, social, cultural e institucional que teníamos en España. El buenismo nos ha resultado pésimo. Hoy tenemos más problemas económicos, políticos, sociales, laborales, institucionales, personales y colectivos, que en los últimos 35 años de democracia. Todo lo acontecido no puede ser casual, sino causal, es decir, promovido con intención y voluntad. No es fruto de la negligencia sino de la imprudencia temeraria y la ambición extrema de una caterva de ineptos que han pretendido demostrar que el mundo se equivoca resolviendo los problemas, mientras ellos tienen razón creándolos, porque las políticas de valor añadido del malestar, la tensión y la crispación, han sobrepasado los límites de la asfixia ciudadana.

Que nadie se equivoque, el PSOE ha cultivado la indignación en España con celo y excelencia, porque en su objetivo estaba sembrar el caos, si no podían resolver los problemas que se presentaban. Soberbia, egoísmo, mezquindad, ignorancia, prepotencia, chulería e indiferencia por el destino al que nos remitían han sido los fertilizantes con los que el PSOE ha cultivado de forma perseverante la indignación en España. Evidentemente ayudados por la inepcia de la oposición y la anuencia de los ciudadanos, que le han dejado hacer las mayores barbaridades pensando que algún día ocurriría un milagro que resolviera el desastre.

A pesar de que el ocupante de La Moncloa no reciba mi simpatía, de nada sirve ahora lamentarse de lo acontecido, ni condenarlo a la hoguera del linchamiento de la opinión pública como chivo expiatorio, a lo que él siempre estaría dispuesto, para redimirnos de nuestros pecados con su espíritu de sacrificio magnánimo. Ya darán buena cuenta de él sus compañeros ahora que van a tener que volver a trabajar a pie de obra y abandonar las prebendas del poder. Apartados Zapatero y el PSOE del poder, seguiremos teniendo los mismos problemas al día siguiente. Así, que en este caso, con acabar con la causa de nuestros problemas no los resolvemos, porque al final tendremos otros con los que vengan.

Sin embargo si tenemos que agradecerle a Zapatero algo antes de que se vaya, y es que nunca tantos españoles se han dado cuenta de que la política no proporciona soluciones a nuestros problemas, sino que los incrementa, sobre todo cuando la representación está fundamentada en los motivos para creer y no en las condiciones de la realidad. Quizás esta experiencia haya servido a los españoles para aprender la lección de que no se puede votar con el corazón, ni creyendo lo que nos dicen los políticos desde la propaganda interesada, porque al final los errores de los ineptos los acabamos pagando todos.

A los indignados que hoy se reúnen en las plazas de España, reclamando pan a los chorizos que les han representado en la política, querría enviarles ánimo y decirles como Punset que no paren, pero eso sería volver a repetir los mismos errores, porque la mayoría ya están parados y lo que deben hacer es parar de estar en el paro, es decir, trabajar. Que despierten del largo sueño hipnótico en el que les han cultivado desde la política es el mejor consejo que puede dárseles. Si el problema es la política, que formen un partido político y triunfen en las elecciones para demostrarnos a todos que sus razones son mejor que las de los demás, los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, decía Lord Acton, están perdiendo el tiempo, las elecciones generales serán pronto, que se olviden de que los demás les resuelvan sus problemas, que creen un partido político con todos los objetivos que se proponen y que se presenten a las elecciones, pero claro, como han sido cultivados en el aborregamiento del Estado Providencia no harán nada para sacarse las castañas del fuego y esperarán a que sean los demás los que les den trabajo, una vivienda, seguridad social gratuita y una pensión vitalicia por haber nacido en el país de los milagros.

Si no les gusta lo existente que se enfrenten a ello, pero claro en un país en que la gente confunde la libertad con los derechos eso es pedir mucho. El nombre del partido ya lo tienen, se pueden llamar INDIGNADOS y elegir entre los suyos a los que mejor les representen, una vez que obtengan la mayoría parlamentaria, pueden promover un cambio Constitucional y convertir España en lo que bien les parezca. Eso de hacer una insurrección cívica para que sean otros los que les resuelvan sus problemas, pudiendo hacerlo ellos mismos, es el colmo de la dependencia y el ancilaje. Mi pregunta es la siguiente, ¿cómo van a conseguir lo que se proponen sin cambiar el sistema? ¿Cómo van a conseguirlo en una democracia sin triunfar en unas elecciones?, ¿cómo van a conseguir cambiar la realidad que no les gusta si permiten que otros sean los que representan sus intereses? ¿Cómo van a dar lecciones a los demás de lo que debe hacerse cuando ellos no están dispuestos a mostrarnos el camino con su ejemplo y esfuerzo?. Yo también les animo, que no paren hasta tomar el Parlamento, pero en las urnas, como los demás, no con la coacción y la coerción de que su verdad es mayor que la de los demás, porque eso hay que demostrarlo en las urnas y no en las calles protestando contra lo que sale de las urnas y no les agrada. Mientras sigan plantados en las plazas, pocos frutos van a lograr, de los que han cultivado su indignación, en esas condiciones, más que indignados podrían denominarse cultivados por los políticos españoles.

Así que menos quejarse de los que les han defraudado y a trabajar y esforzarse por lo que quieren conseguir, a ver si los demás tenemos que renunciar a esta cochambrosa democracia que tenemos, para que ellos puedan dormir a pierna suelta imponiéndonos su versión de la vida y el mundo, como unos dictadores del tres al cuarto. Hace seis meses proponíamos desde este blog una hoja de ruta para la insurrección cívica, sigue vigente, con una buena campaña pueden triunfar en las elecciones, como cualquiera que se presente a ellas, no vamos a cambiar ahora las reglas para que puedan jugar los que no se sienten cómodos con ellas, eso ya lo hicieron los socialistas durante los últimos siete años, desde el poder, y la experiencia ha sido espantosa, como para repetirla ahora desde la calle.

Aunque tengo la sospecha de que no lo harán, de que no formarán un partido político que se llame INDIGNADOS o como les dé la gana, a buena hora se lo iban a permitir desde el PSOE e IU.... y desde el PP y los nacionalistas.

Biante de Priena

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