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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Perlas del Bobo Solemne y su Troupe.003

Zapatero: Cueva primigenia barrida por olas de materia.


Pepiño: Somos Unha Potenzia

Chulos de la puta España


Al comienzo de su obra "las palabras y las cosas", Michel Foucault nos advierte de la arbitrariedad de los criterios utilizados en todas las clasificaciones y fragmentaciones de la realidad. Alegato anticartesiano, al fin, en esa tarea ímproba de descifrar el mundo y presentarlo bien organizado para facilitar su consumo masivo, según se establece con el dogmatismo de la propaganda política. Y todo, por qué a Borges se le había ocurrido presentar en uno de sus libros una categorización de los caballos hecha por un emperador chino, que iba desde los blancos y los que corren, hasta los delimitados con finura sobre un papel de arroz.

A cuantas cosas interesantes -leer a Borges o a Foucault, pintar caballos sobre papel de arroz- podríamos dedicarnos los seres humanos de no ser por los políticos -actuales-, que son la representación culminante de la incultura, la ignorancia, la estupidez, la opresión y la barbarie. Una élite que lastra la evolución y el desarrollo humanos, por qué sabe -como le ocurrió a la nobleza, al clero españoles y a la burocracia soviética- que la voluntad general avanza firme hacia su expulsión del poder y su deposición.

Contrariando las enseñanzas del arqueólogo del conocimiento, trataré de establecer la clasificación de los políticos españoles y afines, por la cuenta que nos tiene conocer sus características.

La más importante es la que distingue a los políticos de todos los demás. Los políticos viven de jodernos la vida a todos los demás, son parásitos legitimizados, que disfrutan de unas condiciones extraordinarias en relación a sus capacidades demostradas. Son vampiros institucionales que nos distorsionan la vida, que se chulean ante el mundo por la posición alcanzada, y que resultan absolutamente prescindibles en una sociedad en la que la tecnología permite el contacto directo entre los ciudadanos y las instituciones.

Los políticos están en vías de extinción, lo saben, pero se aferran a sus puestos por qué conocen por su historia vital anterior la intemperie inhóspita tras las murallas protectoras del poder, la misma que soportamos todos los demás, menos ellos.

Hablar de los actores y las actrices de la política, también nos permite hacerlo de sus familiares más próximos, y también de los más lejanos. Las mujeres, los maridos de los que se dedican a la política también se benefician de la posición sobrealzada de sus cónyuges, recordemos el viaje "oficial" de Sonsoles a Harrod´s y los de su marido para oírla trinar. Y que decir de los hermanos, como aquel de Alfonso Guerra, tan conocido por montar despachitos de coordinación de influencias. Y los hijos, por supuesto, por ejemplo las trillizas germanizadas del President Montilla, que al parecer ni estudian catalán en su colegio privado, mientras su papá lo impone a todos los demás.

Y ahora que lo pienso, me han salido todos los ejemplos del PSOE, ese partido que sirve para promover a la élite a sus dirigentes, diciendo que defiende a la chusma de este país, y hasta once millones de españoles se lo pueden llegar a creer.

Dentro de los políticos también están los nacionalistas, que inventan patrias rentables a golpe de legislaciones irracionales que convierten en excluidos a la inmensa mayoría. ¡Qué negocio!. Restaurantes de lujo, "embajadas", trabajo para los afines, comisiones, corrupción desenfrenada es lo que hay en las autonomías donde los nacionalistas han metido cuchara.

Y por último está esa deposición del PP, que se conforma con sus huertos municipales y autonómicos mientras no haya nada mejor de lo que beneficiarse y que prefiere compartir la riqueza de la política antes de tirar de la manta y acabar con el negocio.

Los siervos del poder son así, viven de silenciar nuestra representación ante el poder que les da de comer, son disciplinados y dóciles mientras sigan cobrando a fin de mes.

Al calor de la política hay una corte de los milagros que para su imaginación quisiera Valle-Inclán. Los liberados sindicales, los agentes sociales contratados sin discreción alguna, las trabajadoras del género -no del textil-, los agoreros del cambio climático, los "conseguidores" -intermediarios entre el poder y la oferta de trabajo-, los enchufados, los amigos y compañeros, los "trileros" -esos que se interponen entre la verdad y su conocimiento-, esa corte de trolls progubernamentales, propolíticos que pulula por internet. En fin, todos los que se benefician de la política, a la que deben toda su carrera, su dinero, y su bienestar, todos los que se pueden definir con esta frase: sin la política, serían como los demás..

Son los chulos y chulas de España, los que consideran que los españoles y las españolas somos carne de cañón inerme presta a concederles más beneficios, la masa amorfa de la que estos mineros de la sinrazón extraen su riqueza inmerecida.

A los chulos de España les queda poco tiempo. Tras la crisis económica vendrá la crisis del Estado, porque de la transparencia del mercado acontecerá la del Estado, por eso se oponen a procurar información de sus decisiones que al final pagamos todos. Y es que estado y mercado son envés y revés de la misma moneda, no podría haber corrupción en el mercado si no la hubiera en el estado, y viceversa.

Por eso los responsables últimos de la crisis son los políticos, agentes que dicen representar nuestros intereses ciudadanos y no han hecho bien su trabajo, ni han cumplido con su contrato, se han saltado la ley, la Constitución, y las normas históricas vigentes en nuestro país; otra cosa es estimar en cuantos años de condena a la cárcel se debe valorar su irresponsabilidad, o de exilio -el italiano Craxi fue un precursor que indica el camino a seguir por el socialismo en los países mediterráneos, o de muerte pública -me refiero al ostracismo, a la muerte pública en sentido sartriano, que nadie me malinterprete-.

No está en peligro la CIVILización Occidental, ni mucho menos, lo que está en peligro es el "modus vivendi" y el "modus operandi" de los políticos al uso, no de los civiles que trabajamos cada día para mantener el sistema, para que ellos lo utilicen en su beneficio. Los ciudadanos debemos contribuir a la extinción social de los políticos, por moral cívica; cuando nos libremos de ellos, estoy seguro de que bajarán los impuestos. Y es que nos cuesta demasiado caro el espectáculo obligatorio que nos ofrecen cada día. Tanto payaso en los medios resulta abusivo y no tiene gracia alguna.


Biante de Priena

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