De nuevo el señor José Montilla vuelve a ponernos los pies sobre la tierra: que
no nos hagamos ninguna ilusión de que nuestros hijos podrán estudiar en su lengua materna, porque de ninguna manera lo van a consentir,
ni aunque gane el Partido Popular, nos advierte.
Vamos, que según nuestro molt honorable president, conchavado con el resto de los nacionalistas, va a seguir haciendo todo lo que haga falta para seguir incumpliendo la ley, y para que nuestros hijos no tengan acceso, ni siquiera la mitad del tiempo, a una educación en español. Por lo tanto, no tendríamos ningún derecho por ser españoles y residentes en España.
El señor Montilla utiliza el argumento de que una educación en español sería segregacionista y crearía ghettos. Como usted es uno de los poquísimos catalanes que no educan a sus hijas en una escuela donde se enseña catalán, si seguimos su teoría debemos inferir que sus hijas mellizas, señor Montilla, se están educando en un ghetto, concretamente en un ghetto alemán, o en un ghetto de ricos; y también que serán toda su vida unas inadaptadas, al no haberse educado en el integrador catalán, sino en su (qué horror!) lengua materna más el alemán.
Lo suyo, señor Montilla, es pura chulería y pura demagogia. Usted, siendo presidente de Cataluña no tiene ningún interés en que sus hijas estudien en catalán, pero en cambio sí que lo tiene en obligar por la fuerza a que los hijos de todos los demás lo hagan. Pero ya le tenemos calado, señor Montilla, y hace mucho tiempo que hemos caído en la cuenta de que el catalán, tal y como ustedes, los nacionalistas, nos lo plantean, es servidumbre, y es esclavitud.
Ustedes nos dicen que estudiar en español en España implica crear ghettos, cuando lo que realmente están consiguiendo, obligando a que todos los niños estudien sólo en catalán, es crear un ghetto dentro de España: pues esa es la Cataluña que ustedes desean, un jodido ghetto nacionalista, donde todos los niños miren hacia España con recelo, y que cuando lleguen a adultos sean los sirvientes de la mafia política local, y quizás de sus descendientes, educados en colegios de lujo.
Diganos la verdad, señor Montilla, usted lo que hace al poner a sus hijas al estudiar en castellano y alemán es alejarlas de ese ghetto nacionalista que están edificando, y hacer de ellas unas personas libres, sin dependencias a naciones ni tonterías.
Sólo queremos, señor Montilla, disponer del mismo grado de libertad del que dispone usted, pero sin su hipocresía. No se preocupe, señor Montilla, que las personas que deseamos que nuestros niños se eduquen, aunque sea la mitad del tiempo, en nuestro idioma, no le vamos a decir a usted lo que tiene que hacer con sus hijas.
Usted, señor Montilla, sí que tiene la libertad de poder elegir. Pero su grado de libertad, en Cataluña, no le emana a usted del hecho de ser padre, sino del de ser rico. Usted es rico a nuestra costa (y a la de La Caixa), porque entre usted y su señora se embolsan anualmente (sin contabilizar chanchullos) varios cientos de miles de euros. Se lo diré de otra manera, usted nos obliga a pagarle de nuestros bolsillos una educación de lujo para sus hijas, mientras que usted únicamente invierte nuestros impuestos en adoctrinar a nuestros hijos con una educación de mierda. Discúlpeme, pero no existe reciprocidad en esta relación.Se lo repetiré de nuevo, señor Montilla, no nos amenace con nuestros hijos, ni juegue con sus vidas. ¿Qué le parecería que a usted le amenazaran utilizando a sus hijas?
Usted y los suyos están convirtiendo una Cataluña que aspiraba a ser universal en un, ahora sí, auténtico ghetto. Pues sepa usted, señor Montilla, que de ninguna manera lo vamos a consentir, ni aunque pierda el Partido Popular. Queda advertido.
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