desde 2.006 en Internet

lunes, 11 de junio de 2007

Traición


"Esa fidelidad del socialista sincero, enojado con el French Doctor o reacio a caminar sin complejos y con determinación junto a los amigos del desaparecido Goyo, es una mirada insegura y casi llorona hacia el ayer. Es anteponer la autocompasión existencial a la realidad. ¿Qué realidad? El proceso de disolución de la nación res publicana, por ejemplo; o el crepúsculo de la educación liberadora, basada en las huellas de brillantez de quienes nos precedieron."


En Francia, la “apertura” del nuevo Presidente de la República hacia personalidades de la izquierda transformadas en ministros de un gobierno popular (UMP, el partido mayoritario, es exactamente eso, el Partido Popular francés), ha provocado reacciones indignadas por parte de la progresía, tratando de traidores y tránsfugas a políticos como Kouchner o Besson, quienes siempre habían militado en la izquierda y ahora están con Sarkozy sin renunciar, según dicen, a sus convicciones.

Sin embargo, la izquierda también lo intentó, en 1981 por ejemplo, cuando algunos “gaullistes de gauche” apoyaron a Mitterrand, o en 1988, cuando el presidente socialista fichó a Soisson. Al contrario, entonces se oyeron halagos hacia hombres engrandecidos por su “ausencia de sectarismo”, porque se atrevieron a iniciar ese entusiástico viaje hacia la izquierda.
Lo contrario es propio, según esta visión del mundo, de los judas, pues no hay que olvidar que la izquierda es, según los zurdos que se pasan la vida definiéndola, divina, defensora de los humildes contra quienes les humillan, de los crucificados contra quienes les crucifican. Su vocación es enfrentarse con la injusticia, y su mensaje es el de la igualdad universal, por mucho que los egoístas, los ricos y los privilegiados se obstinen en no oir el clamor del pueblo.

Es difícil prever el éxito o el fracaso del ciclo reformista que se abre en Francia, y que debería durar dos mandatos, es decir 10 años, según el proyecto estratégico de Sarkozy.
Pero sí es previsible, sin embargo, que la modernización de la práctica política favorezca otra ruptura... con el melodrama. Y reconcilie así “la inteligencia con la prosa del mundo”, como dice Finkielkraut. La izquierda sin renovar no ha salido todavía de la biblioteca rosa. Aunque el voto de castigo es una norma imprescindible en una democracia madura, también en Francia persisten ataduras con las adhesiones políticas irracionales. El síndrome Savater (“hay que sancionar al PSE, pero no le puedo votar al PP porque es de derechas”), tan español, también sobrevive, aunque de forma marginal y esperemos que provisoria, allende los pirineos. En efecto, las encuestas cualitativas demuestran que una proporción significativa de electores habituales de la izquierda, aún discrepando profundamente con el fondo y la forma de Ségolène Zapatejà, le votaron (consiguió un honroso 47% en la segunda vuelta presidencial) porque se consideran fieles a sí mismos y a su “familia ideológica”.

Insólita esclavitud, cuando pensamos que, para que nacieran la filosofía y, en su estela, la democracia, fue necesaria la puesta en tela de juicio de la identificación del bien y de la tradición ancestral. ¿O no somos acaso los herederos del NO a nosotros mismos, con la pregunta que nos llevó al precipicio de la libertad (¿Qué?) contra la autoridad de la familia y del habitus?

El filósofo Leo Strauss nos recuerda que en las sociedades democráticas existe una tensión entre “lo que es mío” y “lo que es bueno”. Una tensión que puede llevar a... la ruptura, aunque sólo sea la del corazón. Porque pensar es traicionar, juzgar, actuar por sí mismo. Enarbolar la fidelidad como supremo valor moral, ético, político, estético y un largo etcétera de la adjetivación neoprogre, es precisamente lo contrario: negarse a arriesgar, sacrificar las exigencias del ahora y cuidar así su corazoncito. Se puede entender, y hasta contemplar con cierto cariño, ese repliegue familiar de los antaño universalistas, perdidos en el océano de la planetarización. Pero no podrán aguantar mucho más, la vela resulta insuficiente con tan poco viento.

Esa fidelidad del socialista sincero, enojado con el French Doctor o reacio a caminar sin complejos y con determinación junto a los amigos del desaparecido Goyo, es una mirada insegura y casi llorona hacia el ayer. Es anteponer la autocompasión existencial a la realidad. ¿Qué realidad? El proceso de disolución de la nación res publicana, por ejemplo; o el crepúsculo de la educación liberadora, basada en las huellas de brillantez de quienes nos precedieron.

Salvo en contadas excepciones (el nuevo laborismo inglés, por ejemplo), la izquierda, a pesar de las advertencias, sigue impermeable a la percepción de lo trágico, extraviada entre la carcajada de Prometeo, en el mejor de los casos, y la risita postmoderna.

A quienes insultan a supuestos renegados o, peor todavía, viven con el miedo a convertirse en uno de ellos, les quiero decir que denunciar a los “traidores” o negarse a cruzar el Rubicon en circunstancias extraordinarias es darle la espalda a la deliberación colectiva sobre el sentido de la vida, y darse un paseo por el bosque mientras, en la planicie, se fragua la madre de todas las batallas.

Dante Pombo, Reflexiones liberales

(ilustración: La trahison )

1 comentario:

Butzer dijo...

Puede que sea esta una de las razones del porqué de la alta abstención española. Prefieren no votar que darle su voto al "otro" partido. Aunque también hay que darse cuenta que en España últimamente lo que ha predominado ha sido el voto de castigo y no el voto a un programa electoral con el que estemos de acuerdo y a una propuesta política buena para todos. Elegimos de lo malo lo menos malo.

Enlaces Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...