No es la primera tropelía del Psoe en estos casi tres años de gobierno, pero es una de las más representativas de esa mezcla de degradación moral y de mediocridad humana que caracteriza el poder ejercido actualmente desde Moncloa.
Recapitulemos los hechos:
Gabilondo introduce “sin comentarios”, hace unos días en su telediario con audiencia íntima, un reportaje cuya intencionalidad era demostrar que un señor se hacía pasar por víctima del terrorismo cuando desfilaba con silla de ruedas en una manifestación reciente en Sevilla. Con la sincronización a la que nos tienen acostumbrados el gobierno y Prisa, los inefables Pepiño y Garrido irrumpieron acusando a la AVT y al PP de mentir, engañar, manipular y jugar con los sentimientos de la gente.
Quedó demostrado, en los días siguientes, que se trataba de un poliomiélitico que participaba en la manifestación (como hubiéramos podido hacerlo usted o yo) y que, al padecer una minusvalía, iba con su silla de ruedas en primera fila, como se suele hacer en los estadios de fútbol, en los espectáculos y en cualquier acto social. Los “periodistas”, por llamarlos de alguna manera, sabían dónde vive, el bar que frecuenta y conocían sus hábitos cotidianos (¿habrán seguido un cursillo de seguimiento previo, de esos que hace la Eta?).
Seis días tardó Gabilondo en presentar disculpas, muy tardías, quién sabe si a raíz de la denuncia judicial presentada por la Asociación de Víctimas del terrorismo, pero se disculpó. Espero ahora que, en un acto continuado de contrición, pida perdón por el terrorista suicida del 13-M.
Pero Pepiño el iletrado y Garrido el mexicano, nenni. No se han disculpado, ni lo harán. Porque lo suyo es la mentira, la calumnia y el insulto permanentes. Para eso les pagan, y además no saben hacer otra cosa. Son como restos arqueológicos del estalinismo, pero de pacotilla, a lo bestia: dignos sucesores de los komisarios de Largo Caballero y de Negrín, no se han enterado de que España tiene un pacto constitucional todavía vigente, el de 1.978, que garantiza el estado de derecho y obliga al respeto de la ley y de la equidad, particularmente si se tienen responsabilidades políticas desde el partido que ejerce el poder.
Sólo se puede entender desde la ira. La misma ira que escupe, cada miércoles, la vicepresidenta del gobierno contra una “derecha” injusta e ilegítima por esencia. La misma ira que lleva a Zapatero a intentar integrar a los terroristas vascos y a los nacionalismos antidemocráticos en el ámbito de decisión política, lo que supone excluir al PP, a sus diez millones de votantes y, finalmente, a quien no comparta los objetivos separatistas. La misma ira que lleva a los ex franquistas Cebrián y Polanco a repartir octavillas de desprecio y desinformación, cada día, contra la mitad política del país. Una ira irracional, alimentada sólo a posteriori por el ansia de poder. Una ira que les arrastra a deshacer la reconciliación de la transición y a reconstruir el escenario del odio y de la confrontación.
Frente a esta agresión, una Corona callada, ausente e inútil, y una alternativa política, la “derecha”, paralizada por el miedo a sombras de los fantasmas del pasado, o peor todavía, cómplice pasiva de las indignidades insolidarias que se expanden en algunos lugares de España (si, “España”, palabra no censurada en este blog).
La única salida a este disparate es la reacción ciudadana. ¿La qué?
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
Recapitulemos los hechos:
Gabilondo introduce “sin comentarios”, hace unos días en su telediario con audiencia íntima, un reportaje cuya intencionalidad era demostrar que un señor se hacía pasar por víctima del terrorismo cuando desfilaba con silla de ruedas en una manifestación reciente en Sevilla. Con la sincronización a la que nos tienen acostumbrados el gobierno y Prisa, los inefables Pepiño y Garrido irrumpieron acusando a la AVT y al PP de mentir, engañar, manipular y jugar con los sentimientos de la gente.
Quedó demostrado, en los días siguientes, que se trataba de un poliomiélitico que participaba en la manifestación (como hubiéramos podido hacerlo usted o yo) y que, al padecer una minusvalía, iba con su silla de ruedas en primera fila, como se suele hacer en los estadios de fútbol, en los espectáculos y en cualquier acto social. Los “periodistas”, por llamarlos de alguna manera, sabían dónde vive, el bar que frecuenta y conocían sus hábitos cotidianos (¿habrán seguido un cursillo de seguimiento previo, de esos que hace la Eta?).
Seis días tardó Gabilondo en presentar disculpas, muy tardías, quién sabe si a raíz de la denuncia judicial presentada por la Asociación de Víctimas del terrorismo, pero se disculpó. Espero ahora que, en un acto continuado de contrición, pida perdón por el terrorista suicida del 13-M.
Pero Pepiño el iletrado y Garrido el mexicano, nenni. No se han disculpado, ni lo harán. Porque lo suyo es la mentira, la calumnia y el insulto permanentes. Para eso les pagan, y además no saben hacer otra cosa. Son como restos arqueológicos del estalinismo, pero de pacotilla, a lo bestia: dignos sucesores de los komisarios de Largo Caballero y de Negrín, no se han enterado de que España tiene un pacto constitucional todavía vigente, el de 1.978, que garantiza el estado de derecho y obliga al respeto de la ley y de la equidad, particularmente si se tienen responsabilidades políticas desde el partido que ejerce el poder.
Sólo se puede entender desde la ira. La misma ira que escupe, cada miércoles, la vicepresidenta del gobierno contra una “derecha” injusta e ilegítima por esencia. La misma ira que lleva a Zapatero a intentar integrar a los terroristas vascos y a los nacionalismos antidemocráticos en el ámbito de decisión política, lo que supone excluir al PP, a sus diez millones de votantes y, finalmente, a quien no comparta los objetivos separatistas. La misma ira que lleva a los ex franquistas Cebrián y Polanco a repartir octavillas de desprecio y desinformación, cada día, contra la mitad política del país. Una ira irracional, alimentada sólo a posteriori por el ansia de poder. Una ira que les arrastra a deshacer la reconciliación de la transición y a reconstruir el escenario del odio y de la confrontación.
Frente a esta agresión, una Corona callada, ausente e inútil, y una alternativa política, la “derecha”, paralizada por el miedo a sombras de los fantasmas del pasado, o peor todavía, cómplice pasiva de las indignidades insolidarias que se expanden en algunos lugares de España (si, “España”, palabra no censurada en este blog).
La única salida a este disparate es la reacción ciudadana. ¿La qué?
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
1 comentario:
Dante, esto es sólo un ejemplo, SOLO UNO, pero hay miles, ¿qué pasa con el terrorismo, con la violencia de género, con los nacionalismos, con la inmigración, con la desatención a los jóvenes, con la vivienda?
Tienen la estúpida estrategia de que cuanto más crispen a la sociedad, más votos recibirán de sus electores habituales. Están cerrando el corral, amarrando conciencias. Estoes execrable, propio de analfabetos políticos elevados a reyes.
Felicies fiestas. Arkano
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