Las cosas comenzaron hace unos años, con la implantación del “sistema light” en aquellos productos que potencialmente podían ser nocivos, nada en exceso.
Surgen los refrescos de “bajas” (será pocas) calorías, el tabaco bajo en nicotina, la alimentación funcional con productos nutricéuticos, la leche y los yogures desnatados, vitaminados, distorsionados, en una palabra, y en correlación con este movimiento socio-comercial, los arribistas correspondientes ejerciendo de profetas.
Los políticos, que de la supervivencia han hecho arte, agotados por la daga de Fukuyama, se acogen a las modas como banderas de postmodernidad, contribuyendo a su implantación, e iniciando el movimiento por la sedosidad, que hoy en día resulta insoportable. Es como la “mano invisible” que Adam Smith atribuyó al mercado, pero en esta ocasión, acariciándonos con insidia el cerebro.
“Mano de Hierro en guante de seda”, contra las manifestaciones de la agresividad humana, contra la guerra y la violencia. La tolerancia cero, lo políticamente correcto, la desatención a todo lo que no agrada. Una nueva eco-teología irrumpe en esta España nuestra, que siempre ha tenido complejo de rezago.
El pacifismo se constituye en Movimiento de Estado con la llegada del presidente Zapatero, y su decisión de retirar de forma inmediata las tropas españolas de Irak tras los atentados del 11-M, que le auparon a la Moncloa. La ruptura informal de relaciones con Estados Unidos (también las comerciales), el regreso al afrancesamiento habitual, la petición de perdón a los países musulmanes en Palestina y la llamada de atención de Israel, y por supuesto la postulación de esa genialidad denominada Alianza de las Civilizaciones, que inventó el iraní Alí Jamenei y adoptó Zapatero.
Extensión de lo anterior, es la negociación con ETA, la “pacificación del País Vasco” al precio que sea (Navarra incluida), tratando con los terroristas el futuro de España, sentándose a la mesa con los asesinos no arrepentidos, ni desarmados, glorificando a los agresores encarcelados desde una comprensión infinita, mucho más allá del perdón cristiano. Concediéndose un balón de oxígeno a la organización terrorista que estaba contra las cuerdas desde el atentado islamista de Madrid, una ETA acorralada y agónica, vuelve entonces a respirar.
Al tiempo que de forma compensatoria, se demoniza a las asociaciones que representan a las víctimas, y al PP, partido que enarbola su defensa, por oponerse a tal dispendio de la dignidad; según los expertos, se trata de crear un nuevo espacio para el diálogo, entre los atribuidos salvadores y los “supuestos” agresores.
Se comienza desde la Moncloa, la implantación de la amnesia reciente a la población española, fomentada por los medios de comunicación afines. Se desvanece todo lo ocurrido durante los últimos 30 años en cuestiones de terrorismo.
La tregua armada es un logro personal de Zapatero, que no en vano, debe tener bien atadas las cosas previamente, aunque de cara a la opinión pública, está dispuesto a inmolarse por la paz, convirtiéndose en el chivo expiatorio que nos redimirá ante la hemorragia histórica.
Al mismo tiempo, se inicia en el ámbito nacional, una campaña de recuperación de la memoria histórica, con la sana intención de restañar las heridas de la Guerra Civil, devolviendo la dignidad a los perdedores, y reparando las secuelas que les ocasionó la dictadura franquista.
Tras casi 30 años de transición, el cirujano Zapatero no tiene mejor idea que meter bisturí en la inveterada y dolorosa cicatriz de nuestra convivencia. Sólo por recordar al electorado que él es el legítimo heredero de los votos de la izquierda española tradicional, secuestrando la voluntad y la libertad de media España y agrediendo desde la revancha y la venganza a la otra media.
Tras esta exposición de las cosas, casi resulta innecesario proseguir con el análisis político de la gesta épica de este héroe de pacotilla, que recuerda al Lazarillo de Tormes, acompañando a una España ciega por la vida. Sin embargo, es necesario continuar hasta el final, delatando y acotando la miseria política de esta banda de filibusteros.
Elena Salgado, la musa del régimen, la “menestra”, como la llaman algunos, se ha convertido en Torquemada, por qué todo movimiento político requiere su expresión en la práctica. Ni todos los ministros anteriores de sanidad juntos, fueron capaces de producir tanta legislación contra la libertad de los españoles, como esta señora, aspirante a dirigir la Organización Mundial de la Salud, sin formación ni experiencia en temas sanitarios (es ingeniera industrial y economista). El intercambio promovido por Zapatero, de Salgado en la OMS por Kofi Annan en ese engendro de la alianza de las civilizaciones, no ha funcionado por que en el mundo son más serios y rigurosos.
La colección de despropósitos de la ministra se viste de largo con la implantación de la Ley contra el consumo de tabaco en espacios públicos, que ha agredido más la convivencia, que ninguna otra ley democrática. Pero también han surgido otras que atentan contra las decisiones libres de los ciudadanos, entre ellas está la de erradicación de la obesidad, de los boquerones en vinagre, del consumo de vino, de dosificación alimentaria; campañas antidrogas fracasadas, de “control” de los videojuegos, o de “prevención” del envejecimiento.
Resultando en su conjunto una barbaridad propia de alguien que desconoce todo lo relacionado con el ser humano y su salud, alguien como Elena Salgado, que ahora pretende traer médicos de Cuba como Chávez hizo en Venezuela, e invita a su mentor Touriño a realizar la propuesta.
La vicepresidenta, a la que algunos han bautizado como “el alimoche”, se ha encargado de tutelar al díscolo cervatillo y de implantar en la conciencia española sus obsesiones personales, como la lucha contra la violencia de género con financiación de una cohorte de compañeras que se dedican a la revolución permanente e implantación de sus ideas, con los millones de euros que reciben del erario público.
La sibila rubia, nos anuncia de vez en cuando el horizonte de bondad, paz, e igualdad, que nos espera, el nuevo mundo del talante conciliador. La señora de la Vega se ha olvidado de que el poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente.
Caldera, aquel señor que cogía aviones para realizar viajes privados con la familia (costumbre muy extendida en el gobierno), se ocupa de la inmigración. Puertas abiertas a los cayucos, y cerradas a los sudamericanos. Nos interesa transmitir la generosidad con los miles de africanos que se juegan la vida, al mismo tiempo que cerramos las puertas (Air Madrid, por ejemplo) a los millones de sudamericanos que intentan venir a España.
A nadie se le ocurre incorporar cinco millones de personas a un país, sin adaptar los servicios públicos a sus necesidades (educación, sanidad, justicia, interior, administración pública, instituciones sociales). Esto solo conduce al deterioro de la calidad de vida de todos los españoles, y consecuentemente a la atribución a los que vienen de nuestros problemas, cuando en realidad es una responsabilidad de un gobierno irresponsable.
Sobre la ministra de cultura, denominada “la ostra” por la impresionante capacidad de producir “perlas” en el idioma, que algún día la llevarán a la Real Academia Española, la sección de neologismos; lamentablemente, poco se puede decir, salvo que organiza la corte cultural del régimen con fondos públicos, que benefician a los afines. Más que ministra de cultura, podría denominarse ministra de propaganda. Esta señora representa el paradigma de la cultura titiritera. Que pena que no se haya quedado de cocinera antes de haber pasado a ser “fraila”.
La señora Trujillo, ministra de mini-vivienda, nos ha venido sorprendiendo con los habitáculos que propone como hogares del futuro, y la declaración, de que el movimiento okupa, es una consecuencia de la modernidad. Sin embargo, casos como Seseña, Ciempozuelos, Marbella o el Carmel, le han pasado desapercibidos. Esto es más que inadmisible, absolutamente insoportable.
La ministra de medio ambiente, la señora Narbona, nos promete subir el precio del agua y restringir su consumo, por qué España se seca, pero a pesar de todas las confederaciones hidrográficas que se han creado, no se ha permitido realizar nuevos embalses por que restan votos, y se ha organizado un conflicto irresoluble en la gestión de los trasvases. Sin embargo, se pretende llenar de desaladoras el mediterráneo, sin pensar en el error ecológico irreparable que va a desencadenar.
La señora Cabrera, a la guisa, ministra de Educación, está permitiendo la barbaridad que está ocurriendo en Cataluña con la enseñanza del castellano, con un proceso de inversión de la discriminación lingüística que está exasperando a los padres catalanes que quieren que sus hijos aprendan en las escuelas su idioma. Otro tanto pasa en Galicia y País Vasco. Pero esto pasa tan desapercibido para la ministra, como ella para todos los españoles.
La señora Espinosa, de agricultura, administra la desaparición de la producción nacional de muchos cultivos, y está tratando de ajustar nuestra realidad a la europea, como buenamente puede. En pesca, está realizando una buena defensa de nuestros intereses comerciales desde la más absoluta discreción.
Sobre el señor Solbes, ministro de Economía, nada que decir, sencillamente, creo que hace lo que puede y realmente lo mejor que sabe, pero no tiene capacidad política para hacer frente a tanta necedad de sus compañeros de gabinete; él se ocupa de lo suyo, y ha conseguido reducir la inflación, incrementar el PIB por encima del 3% y que la bolsa suba. Lo mismo se puede decir de los señores Alonso en defensa, la señora Alvarez en fomento y el señor Sevilla en administraciones públicas. El señor Clos, y López Aguilar, están de turistas, en espera de destino.
Dejo para el final al señor Rubalcaba, ministro de interior, que tiene en sus manos las auténticas claves del 11-M, la política de aproximación a ETA, y la seguridad de los españoles, que cada día se deteriora un poquito más. Tengo la impresión de que es uno de los máximos responsables de lo que está ocurriendo en España, mucho más allá de las funciones asignadas a su ministerio.
El señor Bono se fue discretamente del ministerio de defensa, y no aceptó pilotar la nave de Madrid. Es el primero que abandona el barco. Alguien que lleva tantos años en política, solo puede tomar esta decisión para apartarse de la catástrofe, y esperar su oportunidad política, el día después. Él lo llama coherencia.
Así termina el año 2006, y comienza el año 2007, espero que dentro de unas cuantas décadas, algún estudioso de la política española, visite este escrito y descubra las auténticas claves, (desaparecidas de la versión oficial), de lo que sucedía en España durante este tiempo. Cómo los españoles soportaron la sedosidad sin inmutarse, ni percatarse; entonces será demasiado tarde para resolver el presente, pero tal vez todo esto sirva, para que no se construya el futuro desde el error.
Se han descrito mafias en el Oriente, que utilizaban diversos lazos de seda para estrangular a la gente, produciendo numerosas muertes imperceptibles que nunca se descubrieron. Quizás la asfixia por estrangulación, sea la forma preferida de asesinar que eligen los no violentos, por qué entre otras cosas, no deja marcas, ni pruebas, que permitan descubrirlos.
La seda, que tejen los gusanos antes de hacerse mariposas, termina siendo el preservativo del homicidio discreto. Todo muy "light", menos mal que hemos leído a Agatha Christie y ahora existe el CSI.
Erasmo de Salinas