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sábado, 18 de noviembre de 2006

Transversalismo

Qué no sea de otro quien pueda ser de sí mismo. Paracelso

Las perspectivas sobre la realidad evolucionan con el paso del tiempo, pero también con la superación de determinadas condiciones que impidieron nuevas miradas. Un movimiento ideológico como el transversalismo, requiere la globalización como punto de partida, y la globalización no se habría producido si el Muro de Berlín no hubiera sido derribado en 1989, llevando a decir a Fukuyama que estábamos asistiendo al “fin de la historia”.

Pero, ¿qué es el transversalismo?, sencillamente, una superación del dogmatismo, o mejor dicho del dogmatismo maniqueo.

En casi todas las religiones antiguas, pero también en las más modernas, como el cristianismo o el islamismo, la realidad se disecciona desde criterios morales. Los pensamientos, los sentimientos, y las conductas se dividen en buenas o malas, según el criterio doctrinario correspondiente. Todo lo existente asiste así a un proceso de dicotomía, y las cosas son, o buenas, o malas; no hay más alternativas, lo que es bueno sólo puede ser bueno, y lo que es malo, sólo puede ser malo.

Esta forma de pensar exclusivamente binaria y bipolar, se conoce como maniqueísmo, y es una simplificación didáctica de la realidad, muy conveniente al ejercicio del poder. Las doctrinas autoritarias, como el fascismo o el estalinismo, se han servido de este principio, pero también algunas formas de nacionalismo extremo y radical, como ERC o Batasauna, utilizan este principio ideológico.

El primitivismo clasificatorio de las doctrinas dogmáticas es evidente. El mundo se divide en buenos y malos, su forma de pensar es infantil: los buenos somos, siempre y en cualquier circunstancia, nosotros, y los malos, son los demás, siempre y en cualquier circunstancia, los demás. Y son malos, por que no son buenos, es decir por que no son de los nuestros, o se oponen a nuestra verdad que es la auténtica, la única, la exclusiva.

El problema más importante que presentan estas doctrinas, es que corren un grave peligro de extinción, por que en un sistema global no tienen posibilidades de sobrevivir, quizás por eso se observa como cada día, los movimientos dogmáticos, sean religiosos o políticos, se aproximan más a su sublimación: el fundamentalismo.

Pero el transversalismo, no es exclusivamente una respuesta al maniqueísmo religioso o político. Más bien, es la evolución natural de diversos procesos ideológicos convergentes que se han opuesto permanentemente al dogmatismo: el relativismo, el deconstruccionismo, la teoría del caos o la de la complejidad.

Quizás haya que remontarse hasta Sócrates, y su hombre teórico, para comprender las auténticas raíces de esta ideología. La búsqueda de la verdad, se transforma con Platón y Aristóteles, en la búsqueda del bien. El cristianismo hereda esa filosofía y se construye como única representación ideológica en Occidente de la búsqueda del bien durante milenios, que no consiste en otra cosa que la aceptación de las verdades reveladas.

Sin embargo, en el Renacimiento se comprende que la verdad revelada no es tan verdadera; Galileo pronuncia el “epur si muove”, para derribar el primer principio dogmático: que la tierra era inmóvil y el universo giraba sobre su eje. Posteriormente, Descartes, trata de salvar lo que puede del naufragio y propone su dualismo, para que la ciencia avance por un lado y los principios morales por otro. Hay un mundo material y otro espiritual.

El siglo de las luces y la revolución francesa, devuelven al hombre su auténtica importancia intrínseca, más allá del creacionismo vigente hasta entonces. Posteriormente Darwin (y Russel Wallace), eliminan el último gran dogma al devolver la especie humana a la normalidad evolutiva, más allá de la excepcionalidad divina, que la había caracterizado hasta entonces.

El materialismo se va expandiendo a todos los ámbitos, lo que se traduce en un vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología, que se consolida en la revolución industrial y el vigor del mercado capitalista, hasta encontrar en Marx (desde su crítica) su representación máxima.

Después de tantos siglos, continuamos en un mundo dicotómico de buenos y malos, un mundo que queda superado tras la caída del Muro de Berlín, y la apertura a la globalización, con la incorporación al mercado de países superpoblados como China y la India, que necesitan producir más barato para alcanzar su supervivencia, mientras que los países occidentales no pueden dejar de consumir para disfrutar de su riqueza, para que no se detenga el sistema.

La Ideología Transversal

Estas condiciones permiten el desarrollo de una nueva ideología política, quizás la más relativista y circunstancial de todas las que se han creado, y por supuesto la más opuesta, y la única que puede hacer frente al dogmatismo creciente de las doctrinas fundamentalistas.

El transversalismo niega el principio de clasificación maniqueo y dogmático, de buenos o malos, sin más alternativas; pero al mismo tiempo asume lo mejor del relativismo y considera que nada es más importante por sí mismo, que por las circunstancias que se presenten en su ocurrencia. Al mismo tiempo, la realidad tiene que ser deconstruida, para poder aceptar las propuestas de la teoría del caos o la de la complejidad, que se han demostrado válidas, y no tienen cabida en un mundo dogmático.

No hace mucho tiempo, he visto una película, “Crash”, en la que se observaba la llegada del transversalismo a Hollywood. Los personajes no son protagonistas al uso, y nos demuestran que no son buenos o malos por sí mismos, sino que dependiendo de las circunstancias, la ocasión o el momento, pueden ser buenos o malos.

El matrimonio homosexual, recientemente legalizado en España, es una consecuencia del transversalismo, si no se aceptara que el género es un continuo que no se puede restringir de forma absoluta por la condición biológica, de varón o hembra, ni por la cultural, de masculino o femenino, no se habría producido. Consecuente el fundamentalismo machista o feminista, tienen sus días contados.

En relación a la cuestión racial, ocurre lo mismo; contaré una anécdota, hace muchos años que en Brasil, uno de los países que cuenta con diversidad racial en su geografía, no hay problemas de racismo. La genialidad de la sutileza heredada de los portugueses lo resolvió de una forma muy sencilla: creando tantas categorías que resultaba inútil su clasificación, esto también es hacer transversalismo.

En el tema de la organización de la convivencia, se asiste a un proceso transversal en su organización, por que de la dicotomía de matrimonios legales y uniones libres, hemos llegado a una continuidad de uniones posibles, que van desde las relaciones esporádicas, pasando por las relaciones estables, más o menos legalizadas, hasta el matrimonio que puede ser civil o religioso.

Quizás el mejor ejemplo de transversalismo se presente en el ámbito de la cultura, con su pluralidad de alternativas y preferencias. Ninguna de ellas mejor, sino todas diferentes, más apreciadas o menos, según los gustos del consumidor.

El transversalismo, una opción política

El transversalismo en política, es una cuestión que comienza a estudiarse hacia los años sesenta, en plena guerra fría, un conflicto que conduce al agotamiento del sistema soviético, que no puede seguir compitiendo con el modelo capitalista, que desde entonces se convierte en hegemónico.
Surge en Italia, por las propuestas de Norberto Bobbio (1909-2004), un sociólogo moderado que considera que hay alternativas a la bipolaridad de confrontación tradicional entre la izquierda y la derecha. Y considera que es la síntesis dialéctica de ambas la mejor alternativa, pero no quedándose en un centrismo residual más o menos inoperante, sino superando ambas posiciones, dejándolas atrás.

La propuesta de Bobbio, tiene algo de revolucionario, por que precisamente niega que la confrontación tradicional entre la izquierda y la derecha sean más positivas, que su entendimiento, o mejor dicho su diálogo, pero no establecido desde un plano exclusivamente político de partidos (es italiano, y sabe lo que son los partidos), sino en cada individuo, con su criterio y su perspectiva particulares.

Entre sus propuestas de este autodenominado militante de la razón, figura la defensa de tres ideales autoimplicativos: democracia, derechos humanos, y paz, como elementos imprescindibles de progreso. En sus propias palabras en “Teoria Generale della politica” :

“Derechos del hombre, democracia y paz son tres momentos necesarios del mismo movimiento histórico: sin derechos del hombre reconocidos y protegidos no hay democracia; sin democracia no se dan las condiciones mínimas para la solución pacífica de los conflictos. En otras palabras, la democracia es la sociedad de los ciudadanos, y los súbditos se convierten en ciudadanos cuando les son reconocidos algunos derechos fundamentales; habrá paz estable, una paz que no tenga la guerra como alternativa, solamente cuando seamos ciudadanos no de este o aquel Estado, sino del mundo”

Si con Norberto Bobbio, se resume el planteamiento político teórico del transversalismo, es con sociólogo británico Anthony Giddens (1938- ), premio Príncipe de Asturias en el año 2002, con quien se establece el planteamiento político práctico, este politólogo, actualmente asesor de Tony Blair, considera que los movimientos sociales son: “ un intento colectivo de luchar por un interés común, o de alcanzar un objetivo al margen de la esfera de las instituciones establecidas”.

Los ciudadanos han mostrado habitualmente una baja actividad, por no decir pasividad, ante los asuntos públicos, que se resume en asistir a los procesos electorales que se convocan periódicamente, y delegar su representación en los políticos que eligen. La propuesta de Giddens, exige el paso a la acción, fundamentalmente motivado por la elevación del nivel cultural de la gente, que hoy sabe lo que quiere y como lo quiere, e incluso que debe hacer para poder conseguirlo.

Por citar un ejemplo, en el caso de los servicios públicos, el ciudadano debe convertirse en un cliente que exige el buen funcionamiento de los mismos, pues se deriva de sus tributos la posibilidad de estos servicios. Pero también debe adoptar iniciativas en la orientación de la política pública, es decir participar activamente en las decisiones políticas.

Ambas propuestas se resumen en un propósito: que el ciudadano recupere cada día un poco más de la soberanía que ha concedido a sus representantes, estableciendo un “nuevo contrato social” por el que pueda asumir su propia representación política cada día en más parcelas de su vida pública, con el objetivo implícito de llegar algún día a renunciar a los políticos o intermediarios que le representan.

La transversalidad es un concepto que dará que hablar mucho durante los próximos años, y que posiblemente sea asumido por una inmensa mayoría de la ciudadanía cuando serpa realmente lo que significa. El transversalismo tiene mucho futuro por delante, lo que no creo que ocurra con las agotadas ideologías políticas tradicionales.

Hoy por hoy, sólo hay un partido reconocido en Europa, por no decir en todo el mundo, con capacidad de representar estas ideas y proponer estas acciones políticas: Ciudadanos-Partido de la ciudadanía.
Enrique Suárez Retuerta

1 comentario:

MSSG dijo...

Os habeis planteado la opción de un transversalismo conservador? suena un poco ilógico, pero en una idea que aborda temas sociales, aborto, homosexuales eutanasia... frente a, el ambito económico que muestra que tanto el liberalismo o el socialismo o el comunismo son inútiles y presenta políticas más variadas superando, términos tradicionales...

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