"Rajoy es el Nerón de la derecha española, ha preferido quemar España y a los españoles que acometer su propia terapia" ES
Si con anterioridad escribí el Epílogo de las izquierdas, hoy voy a proseguir con el Epitafio de la derecha; porque las izquierdas acaban un capítulo de su historia en nuestro país, pero siempre volverán para vendernos nuevos mejunjes ideológicos y salvadores; pero la derecha, está a punto de pasar a la historia y quizás, al olvido, por unas razones muy simples: no ha sabido adaptarse a la realidad, ni
abandonar el armario con alcanfor del franquismo y al mismo tiempo ha claudicado en sus señas de identidad, para hacerse sucedáneo y tratar de pasar desapercibida con sus notorios complejos, inmoralidades y vergüenzas.
Rajoy es el Nerón de la derecha española, ha preferido quemar
España y a los españoles que acometer su propia terapia, y para su desgracia y
nuestra fortuna, este pueblo no perdona a los cobardes, mezquinos y garrulos
que ponen sus intereses, los de su casta o su partido, por encima de los
generales, porque en este país los generales y los intereses generales siempre
han correlacionado de una forma extravagante, desde que Riego se alzó contra el
felón Borbón aquel que quería ser adoptado por Napoleón mientras vendía España,
la Corona y sus derechos sucesivos y sucesorios, por tierras de Bayona.
Ortega y Gasset lo dejó claro, aunque pocos se enteraron,
pero la izquierda y la derecha son dos formas de hemiplejia moral, por eso este
país lleva ochenta años que no camina, detenido en la corrupción, el fraude y la mezquindad, siempre
irredentos. Altar y Trono, y leña al mono, así ha funcionado la derecha en
España con Franco y después. La doctrina por delante de las personas, como las
izquierdas, la otra gran doctrina; las instituciones plagadas de enchufados, el caciquismo por
doquier, por el orden se llega a Dios y el orden no es otra cosa que los herederos deben estar por encima de los desheredados, por la gracia de alguien.
La derecha española siempre se ha resignado al papel que le ha concedido la izquierda en los cuarenta años que llevamos de demagogia, con apariencia de democracia. Es una derecha de mantilla, temblor y carraca, dispuesta al sacrificio y la penitencia, y acaso, la inmolación.
La derecha española siempre se ha resignado al papel que le ha concedido la izquierda en los cuarenta años que llevamos de demagogia, con apariencia de democracia. Es una derecha de mantilla, temblor y carraca, dispuesta al sacrificio y la penitencia, y acaso, la inmolación.
Si este país está hecho una mierda, es fundamentalmente por la izquierda que
lo ha destrozado, pero también por la derecha que lo ha consentido y lo consiente, tanto actualmente en el gobierno, como durante los ocho años de la égida de la ceja en
la oposición cuando Don Mariano leía El Marca, porque Pedro Arriola le
recomendaba prudencia que estos se caen solos, y al final tenía razón, nos
hemos caído todos, los de la izquierda, los de la derecha y los demás.
Había que hacerle un monumento sin tardanza a Pedro Arriola junto a Leire Pajín y Pablo Iglesias, porque este país no hubiera sido nunca lo que es sin la intervención de los sociólogos que han diseñado el esperpento, que para eso son profesionales de la cosa, es decir, tienen título, aunque no tengan ni puta idea del daño que hacen por sus experimentos de ingeniería social con los panolis de mis compatriotas.
Había que hacerle un monumento sin tardanza a Pedro Arriola junto a Leire Pajín y Pablo Iglesias, porque este país no hubiera sido nunca lo que es sin la intervención de los sociólogos que han diseñado el esperpento, que para eso son profesionales de la cosa, es decir, tienen título, aunque no tengan ni puta idea del daño que hacen por sus experimentos de ingeniería social con los panolis de mis compatriotas.
De las cosas que jamás le perdonarán a Mariano los españoles se pueden destacar lo de la independencia de Cataluña; lo de la amnistía para los de la ETA; lo de no perseguir la corrupción de sus antecesores porque estaban igual que ellos de mierda; lo de no defender España y por supuesto, a los españoles, de los vientos internos y los huracanes externos, y todas las inclemencias; de no saber estar, ni dar la cara, ni comunicarse con normalidad; de subir los impuestos sin descanso después de ganar las elecciones diciendo que ibas a bajarlos; de mantener en el paro a cinco millones de personas por salvar a la prima de Riesgo y a las Cajas de Ahorros que habíaan desfalcado los de la casta; de engañar a todo el mundo con promesas de recuperación falsas, año tras año; de la austeridad para los que pagan y el despilfarro para los que viven de lo público; de no haber sabido hacer ni oposición, ni gobierno; de ser un fiasco que ha vivido alejado de la gente, encerrado en La Moncloa como un Conde de Montecristo sin dar talla ni para Lazarillo de Tormes.
España, sus vivos y sus muertos, claman justicia contra Mariano, el adalid de la derecha carpetovetónica, por todas sus traiciones y felonías, un godoy de tres al cuarto, que ni para comparsa sirviera, sino hubiera sido por el pucherazo de Valencia-Bulgaria. La gente le tiene manía, mucha manía, y por primera vez en la historia de este país, le tienen más manía los que le han votado que los demás, algo insólito. Realmente es, sin lugar a dudas, el presidente más antipático que ha tenido este país.
España, sus vivos y sus muertos, claman justicia contra Mariano, el adalid de la derecha carpetovetónica, por todas sus traiciones y felonías, un godoy de tres al cuarto, que ni para comparsa sirviera, sino hubiera sido por el pucherazo de Valencia-Bulgaria. La gente le tiene manía, mucha manía, y por primera vez en la historia de este país, le tienen más manía los que le han votado que los demás, algo insólito. Realmente es, sin lugar a dudas, el presidente más antipático que ha tenido este país.
Y por mi parte, abjuro de la derecha española, como liberal, como lo harían
Adolfo Suárez o Joaquín Garrigues Walker, los últimos liberales que pasaron por
el poder en este país; abjuro como lo haría Pedro Calderón de la Barca en sus
ensoñaciones: “pues yo, por librar de muertes y sediciones mi patria, vine a
entregarla a los mismos, de quien pretendí librarla”; abjuro como lo hacen cada
día Losantos, Pérez-Reverte, Pedro J. Ramírez o García-Trevijano; abjuro como lo hubiera hecho
Don Manuel, el último mohicano de la derecha española que se atrevió a ser
liberal-conservador con Franco, por mucho que lo hayan llenado de mierda los de la
izquierda, tras su paso por la pérfida Albión, que eso de viajar a las islas británicas imprime carácter, como le aconteció a otro Don de
esta patria, Don Agustín Argüelles, el padre de nuestra nación soberana; abjuro, porque soy liberal y los liberales
nacieron en España para el mundo, contra todas las felonías del poder, la
miseria y la avaricia de los poderosos, las estridencias de los tiranos, la propaganda de los infames y el anhelo de justicia.e igualdad ante la ley.
La derecha en España está muerta y lista para enterrar en el
cenotafio del olvido, se ha acabado su tiempo, ha cometido el mayor de los
pecados, no ser nada (ni está, ni se la espera) y dejar que la definan los demás. No la salva ni la
cerrilidad hilarante de los líderes de Podemos que han hecho de la procacidad,
el estropicio y la vesania un programa para conducirnos al tercermundismo,
porque el progreso, ahora, desde el fracaso de Zapatero, es retroceder, no vaya a ser que se les acabe el chollo a los que venden humo.
Si la incultura no se sentara en La Moncloa alguno de los que
hoy son ministros habría leído a Gustavo Bueno, cosa insólita para mequetrefes
como los que tenemos gobernando en este país, y sabrían que las izquierdas
siempre están siendo y se lo pueden permitir, para eso son cultivo social vivo
que se reforma y transforma continuamente, pero la derecha no puede no ser,
porque no tiene, ni tendrá jamás la autopoiesis de la izquierda, si no ejerce su autoridad, degenera en despropósito. Mariano Rajoy
es el principal émulo de Franco pero se ha equivocado de tiempo y país, porque
no meterse en política, no le hará permanecer en el poder, sino todo lo
contrario.
Arcaica, trasnochada, ambigua en cuestiones fundamentales,
relativista y dexcontextualizada, acomplejada, cobarde, miserable, ladina,
inmisericorde, decepcionante, fría, calculadora, tontona, vengativa, saducea,
absolutista, ilegítima, zafia y ruin, es la corte de los milagros de la derecha española, racimo de garrulos inoperantes e incompetentes. No queda otra, esta cosa que es el
PP va a estallar en si misma por implosión, como cualquier sistema cerrado que se repleta de entropía y lo va a hacer, como era de esperar, en
confrontación contra gigantes de papel couché con coleta, que en realidad son
molinos de neuronas libres, por no saber estar en su sitio, no ser coherente, ni congruente, y olvidarse de que el futuro hay que construirlo mirando al futuro y no al pasado, ni con una mayoría
absoluta, ni con todo el poder en sus manos, logrará salvar el escollo que se avecina en las próximas confrontaciones electorales, a no ser que los de enfrente se pasen de revoluciones, que también podría acontecer.
Mariano réquiem in pace, la idea de España que tú y tu gente tenéis en
la cabeza ya no existe hace muchas décadas, sois el mayor anacronismo de este
país; sin poder no sois nada, ni jamás volveréis a serlo y este año se os acaba el chollo para siempre, así
que Good Riddance y después gloria.
Enrique Suárez
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