Se puede considerar que la deflación de un país es un excelente
indicador de una política económica errónea, al igual que unas extremadamente
elevadas tasas de desempleo, o un galopante crecimiento de la deuda pública.
Próximamente se conocerá el déficit público del Estado español y con toda
seguridad sobrepasará el 6,5 % acordado con Europa.
El descenso del IPC no se considera un dato suficiente,
aunque si preocupante a la hora de considerar la entrada en deflación, debe
acompañarse de una reducción del consumo pues sólo una caída de los
precios provocada por una importante reducción de la demanda de bienes de consumo
puede considerarse deflacionaria.
Analicemos por tanto estos dos
indicadores económicos: IPC y Consumo
En cuanto al IPC, los datos de
los dos primeros meses de 2014 comienzan a ser preocupante, puesto que el IPC
ha descendido prácticamente en todas las comunidades autónomas, lo que expresa
que el problema es generalizado en nuestra economía.
En cuanto al consumo, el Gobierno
reconoce que el consumo doméstico de los españoles ha descendido durante los
últimos cuatro años, aunque considera que en el 2014 podría volver a crecer,
también podría no hacerlo. Según Expansión los factores que incrementan el consumo
son:
- - Crecimiento y confianza: el PIB ha crecido un 0,1 % en el tercer trimestre de 2013 tras nueve trimestres consecutivos de descenso.
- - Mejoría del mercado de trabajo: el Gobierno ha considerado que el mercado de trabajo experimentará una mejoría en 2014 y descenderá un 0,2 %, acercándose al 25 % de desempleados.
- - Desapalancamiento y crédito: las familias españolas, al contrario de lo que ha hecho el Estado, ha reducido su endeudamiento privado, pero todavía supera los 789.000 millones de euros. El crédito a las familias y las PYMES sigue cerrado.
Ante este panorama dudo mucho que España se salve de la deflación,
de hecho ahora mismo caminamos sobre un puente de cristal. Tan frágil es la
economía española, que cuando hay algún conflicto importante, o algún dato
negativo en las principales economías mundiales, descendemos todo lo que
habíamos avanzado durante meses en un instante.
Las nuevas medidas fiscales que han propuesto el comité de
expertos coordinado por el sr. Lagares, serían, posiblemente la puntilla que
requiere la economía española para
sumergirnos definitivamente en la deflación.
Hay otro dato interesante, España pierde cada año alrededor
de 500.000 trabajadores competitivos que salen de este país en busca de mejores
oportunidades a otros países, algo que algún espabilado al servicio del
Gobierno considera interesante. Los que suelen emigrar suelen ser los más
formados y los más trabajadores, luego en este país estamos sustituyendo la
mano de obra que nos puede ayudar a salir de la crisis, por aquella que,
incapaz de tomar iniciativas o limitada para tomarlas, nos va a seguir
hundiendo en ella.
En definitiva el panorama es desolador, nos quedamos menos,
cada día somos menos población activa para pagar una deuda que cada día se hace
mayor, gracias a que el Estado, las Autonomías, los Ayuntamientos han decidido
seguir aplicando la política keynesiana de fortalecer la demanda pública frente
a la demanda privada, friendo a los españoles a impuestos.
Entraremos en deflación con toda seguridad, Japón lleva casi
25 años atrapado en ella sin poder salir del laberinto, Grecia ya lleva nueve
meses y no tiene salvación posible. Si en España seguimos con la misma política
económica, antes del verano habremos entrado en deflación y luego será
demasiado tarde para lamentarse.
Lo único que nos podría salvar de esta situación asfixiante
en la que vamos a introducirnos sería una bajada de impuestos radical, pero
para hacerlo posible, la casta política española tendría que deslocalizar medio
millón de colocaos innecesarios que tenemos en las administraciones públicas,
algo que no verán nuestros ojos con un Gobierno socialdemócrata de facto como
el de Mariano Rajoy y una oposición celebrando que el actual Presidente del Gobierno,
es el más nefasto que ha tenido este país después de Rodríguez Zapatero, con
amplias posibilidades de superarlo en los próximos dos años.
De los maximalismos de los papanatas que
toman las decisiones sobre la economía de este país, sólo puede producirse más
paro, más deuda, más déficit y más pobreza. Lamentablemente, tenemos tantas
posibilidades de salir de la crisis como tiene un burro de interpretar con
flauta travesera la melodía de Sherezade de Rimsky Korsakov.
Enrique Suárez
1 comentario:
Todos los datos macroeconómicos oficiales son manipulables y manipulados, y por lo tanto, falsos. No hay ni uno solo de ellos que resista un análisis ni medio serio sin exhibir inmediatamente contradicciones flagrantes. Lo que ocurre es que es tal en entramado artificial y la complejidad aparente que se ha tejido alrededor de ellos, creando distintos referentes en diferentes niveles según la conveniencia en cada momento y en cada ámbito, que no hay bicho viviente que pueda desenmarañar la madeja sin que se le echen encima supuestos “especialistos”, cada uno metido en su célula particular y sin salir de ella, e impidiendo el único análisis serio que existe, que es el básico del sentido común más elemental. Ocurre lo mismo que con los entramados legales, es imposible bucear por ellos sin perderse, y probar determinados delitos flagrantes que están y seguirán amparados por esa red legal confeccionada precisamente para eso, para el blindaje del que los comete.
Volviendo al tema económico, sigo con mi idea de la imposibilidad del crecimiento continuado y además creciente, que según los “especialistos” es la base del sistema. Claro, así nos va, y peor nos irá con ese sistema, más falso que un euro con la cara de Luis Candelas. El pánico a la deflación no es otro que el pánico a la caída de los palos del sombrajo, que ha estado sujeto a la inflación continuada, o sea, a la retirada de circulación de la pasta gansa hacia los escondites infames alias paraísos fiscales. Convenzámonos: el sombrajo es ya inapuntalable. Hay que decrecer, no crecer. El “primer mundo” y el “tercer mundo”, o se juntan ambos en el “segundo mundo”, o uno acaba con el otro, o el otro con el uno. Dejémonos de mantras de creación de empleo, y vayamos a lo útil, o sea, a la destrucción de empleos innecesarios (más de la mitad), y reparto de los necesarios, currando todos cada vez menos, que el auténtico progreso está en aumentar el tiempo libre, para que cada uno lo utilice como le venga en gana para alimentar su cerebro.
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