Hace años, cuando ocurría una catástrofe como la acontecida
en la víspera de Santiago que, impidió a 80 personas seguir con vida y a otras muchas les permitió continuar con ella, pero destrozada, se decía que
había sido un terrible accidente; posteriormente, trataban de averiguarse las
causas, a veces se conocían y otras no, pero esas causas nos importaban a los
demás, no a los fallecidos, heridos, a sus familiares y amigos. Averiguar las
causas no va a devolverle la vida a los que la han perdido, por completo o por
entregas, ni a sus familiares y amigos, les va a amainar el sufrimiento.
Cuando leo en los papeles que el maquinista es el principal responsable por tomar una curva, definida como
difícil por los expertos, al doble de velocidad de la permitida, y que todo
pretende resumirse en un fallo humano, creo que no se está actuando de forma
justa. Es cierto que, seguramente, tras lo ocurrido hay fallos humanos, pero con certeza, no sólo el del maquinista.
Los fallos humanos comienzan en el diseño de una vía de
ferrocarril de alta velocidad en la que, tras un trazado recto de más de 80 Kms
en el que se circula a más de 200 Km por
hora, se debe reducir la velocidad a 80 kilómetros por hora. Los fallos humanos
están en aquellos que decidieron que en este trazado no hubiera un sistema de
seguridad complementario de frenado. Los fallos humanos están en los controles
externos que impidieron que un conductor que se jactaba en Facebook de la
velocidad que alcanzaba conduciendo su tren, no fuera apartado del servicio por
conducta temeraria. Los fallos humanos están en llevar en ese convoy vehículos
generadores adheridos en las máquinas por un trazado electrificado por completo. Los fallos humanos están en el mantenimiento de los sistemas de seguridad.
Seguramente hay muchos fallos humanos, que terminarán resumiéndose en que un
maquinista no había hecho lo que tenía que hacer, otra cosa es saber si intentó
hacerlo y no pudo, o no hizo nada y si fue así, porque no lo hizo. Hay
numerosas especulaciones que, seguramente, quedarán en eso.
Pero me gustaría hacer una reflexión al respecto sobre los
fallos humanos, si resulta que se decide que esta es la causa del accidente,
parece que nos quedaremos tranquilos porque el sistema funciona perfectamente,
la técnica es magnífica, la gestión infalible, y vivimos en el mejor mundo de
los posibles como el Cándido de Voltaire. Me temo que no es así. La diferencia es que si la responsabilidad es de los gestores y administradores, de los políticos, puede ser su puntilla con la que está cayendo, por eso ha sido urgente encontrar un "chivo expiatorio" en la cabeza del maquinista, para desviar la atención de los ciudadanos del origen, más que probable, de lo acontecido: las decisiones erróneas de los ineptos que han gestionado los recursos públicos en su interés y beneficio.
La regeneración ferroviaria de alta velocidad de España
oculta una de las mayores bolsas de corrupción de este país, que ha costado
mucho más de lo que debiera, que se mantiene al doble de coste que en otros
lugares como Alemania, que ha hecho trayectos innecesarios, que esconde una
estructura mafiosa inadmisible en toda sus dimensiones, desde trazados hasta
concesiones, desde adquisición de materiales hasta subcontratas, desde tráfico de influencias hasta sobornos.
Hace años denunciamos en este blog un bochornoso escándalo de
corrupción y embaucamiento, en la época en que la Ministra de Fomento, Maleni
Álvarez, hoy imputada en el caso de los ERES, nos contaba maravillosos cuentos
para dormir felices. Se trata del misterioso caso de la mariposa hormiguera oscura, y los 113 millones de euros que costó salvarla, cuando no necesitaba
ser salvada. No siendo el único caso acontecido. Han sido muchos.
Ese es, en mi criterio, el auténtico fallo humano que
sostiene a todos los demás y que, en esta ocasión, intentará ocultarse tras las
espaldas de un maquinista, que perdió la cabeza o el control, pero todos los
que se han beneficiado, en la larga cadena de despropósitos que han permitido
la funesta consecuencia de la pérdida de más de 80 vidas, seguramente, quedarán
en la impunidad y el olvido.
La justicia señalará al maquinista, la causa
última, para serenar conciencias y calmar ánimos, sin indagar siquiera cuales fueron las causas
fundamentales del accidente, no vaya a ser que el Tribunal Supremo tenga que desestimar el asunto por "fallos en la instrucción".
Enrique Suárez
1 comentario:
Enrique, 100% de acuerdo. Los responsables seguirán sin responder, para variar. En la cadena de responsabilidades incluyo desde el presidente de la comisión europea hasta el maquinista, pasando por el comisario europeo del ramo, el presidente del gobierno de España, la ministra de fomento y todos los altos cargos de esas instituciones y de RENFE, además de la judicatura y fiscalía al completo, por ver, oír y callar.
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