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domingo, 21 de abril de 2013

Reflexiones sobre soberanía y autonomía



"Una nación es un resultado, nunca un propósito" Max Weber

Los problemas políticos que acucian el porvenir de la nación española no provienen de realidades disgregadoras o sensibilidades confrontadas, sino más bien de la ignorancia irredenta de los interlocutores que han establecido el mapa cognitivo de la realidad en función de sus emociones e intereses y no de la razón necesaria y suficiente, para alcanzar un lenguaje compartido. El error, la confusión, la mentira y las ilusiones han contribuido a crear un escenario imposible para el acuerdo y la superación de las disquisiciones. El problema entre España y Cataluña o España y el País Vasco, antes que cualquier motivación real, tiene un origen semántico.

Los nacionalismos catalán o vasco, tienen entre sus aspiraciones crear en Cataluña o Euskadi nuevas naciones, cometen un grave error de partida: para ser naciones, deben suprimir la existencia de la nación española y al mismo tiempo,  la pertenencia histórica de sus comunidades a la nación española. Si la segunda es extremadamente difícil, la primera es imposible sin el concurso de todos los españoles en un referendum.

En el ideario nacionalista catalán o vasco, ser españoles es una imposición obligada por la fuerza de una nación fuerte sobre naciones débiles, sin duda un colonialismo. Difícil aventura la que se proponen, cuando en la historia de España no hay espacio, ni tiempo desde hace muchos siglos en que Cataluña o Euskadi hayan sido algo diferente a lo que España representa. 

La pregunta que debemos hacernos los españoles es la siguiente, ¿si para catalanes y vascos ser españoles es una imposición, ¿qué sería entonces para los españoles dejar de serlo porque se les antojara a una minoría estridente formada por unos vendedores de humo y coacciones interesadas?. ¿Acaso ser vasco o catalán concede más derechos  que a cualquier otro español para poder determinar lo que los españoles debemos ser para que los secesionistas se sientan felices?

Por la misma razón, los gitanos, los rumanos, los ecuatorianos, los marroquíes  o los alemanes o ingleses que habitan en nuestro país, o cualquier comunidad del facebook, o los jugadores de petanca, o de mus, podrían declararse naciones independientes, posiblemente con muchos más motivos y crear un Estado plasmático implantado en ningún sitio, dentro de la confederación del País de Nunca Jamás que se quieren inventar los guionistas del futuro a la carta de sus privilegios. ¿O tienen acaso menos derecho cualquiera de ellos que los catalanes y vascos?

Enrique Suárez

1 comentario:

fractalio dijo...

Sigo pensando que lo mejor es no hacerles ni puñetero caso, y cuando muevan ficha, se les dice que no, y santas pascuas. ¿Para qué marear la perdiz mientras? Porque, efectivamente, el derecho a semejante decisión es de todos, eso está más claro que el agua. Sigo diciendo que lo único que podrían hacer es convencernos, si pueden.

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