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viernes, 22 de marzo de 2013

El ciudadano Blanco lo debe estar viendo negro



"Los españoles viven mejor que nunca, aunque alguno tiene algún problema." José Blanco

Asistimos a un espectáculo lamentable en el entremés que se ha organizado alrededor de la imputación del ex ministro de Fomento, José Blanco, por delitos relacionados con corrupción política y tráfico de influencias. El fiscal del caso ha incoado al juez correspondiente permiso para solicitar un suplicatorio en el Parlamento para poder juzgar al ex secretario de organización del PSOE como un ciudadano cualquiera, a lo que los abogados de José Blanco se han opuesto presentando un recurso.  

Eso quiere decir que el señor Blanco no quiere ser juzgado y se acoge a su condición de representante público para evitarlo, sabiendo que si lo hace es su partido el que sufrirá descrédito por sus andanzas.

Creo que el sr. Blanco representa como nadie una época de lamentable recuerdo que hemos vivido recientemente los españoles. Que se añade a otros ejemplos que se ofrecen tanto desde su partido como desde otros representados en Las Cortes (Bárcenas en el PP, Oriol Pujol en CIU). 

El sr. Blanco ha reiterado en numerosas ocasiones su plena confianza en la justicia, sin embargo cuando la justicia trata de convertirle en ciudadano para juzgarle como a cualquiera, él se aferra a su condición de político para impedirlo por cualquier medio. Cabe hacerse una pregunta, ¿si el señor Blanco supiera de su inocencia y pudiera probarla como ofreció en numerosas ocasiones, por qué se opone entonces a ser juzgado? Si realmente fuera inocente y confiara en la justicia como ha dicho, estaría feliz por ser juzgado y poder demostrar así su inocencia.

Parece que el sr. Blanco miente, o ha mentido antes diciendo que confía en la justicia y que es inocente, o miente ahora al impedir que la justicia pueda juzgarlo, o miente siempre, que parece lo más probable.

Precisamente él que no tuvo recato alguno en llamar delincuentes a los controladores aéreos y a muchos representantes de otros partidos que no eran el suyo, precisamente él que dictaba doctrina moral cuando estaba encumbrado por su partido al lugar, que evidentemente, nunca se mereció ocupar, a vista de lo acontecido. Se pueden encontrar en las hemerotecas sus protestas contra la corrupción política del PP, en un prodigio de farsa y fraude que pasará a la historia de los gobernantes españoles como una auténtica desfachatez de un cenutrio.

Digna apoteosis de un petimetre con ínfulas es lo que le espera, a él, precisamente, que trataba de imponer a los demás las reglas que él mismo no ha sido capaz de cumplir, sino que ha incumplido de forma extravagante,  en un prodigio de hipocresía. 

¿Y si el sr. Blanco termina siendo considerado un delincuente, que le contará el sr. Rubalcaba a sus padres cuando se había juramentado en la defensa de su honestidad ante ellos y de paso, ante todos los españoles antes de que se celebraran unas elecciones? 

Pero ya sabemos que los ministros del PSOE nunca mienten, como tampoco lo hacía José Luis Rodríguez Zapatero, no dicen siempre la verdad, que no es exactamente lo mismo. A ver si quedan claros los conceptos.

Enrique Suárez

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