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jueves, 31 de diciembre de 2009

La verdad revelada por el socialismo


Cuando Agustín de Hipona escribió La Ciudad de Dios entre 413 y 416 el mundo conocido había cambiado recientemente, Roma estaba en poder de los godos (410). San Agustín quería liberar con esta obra al cristianismo de la responsabilidad en la caída del imperio romano, pero no se imaginaba ni por asombro que 1600 años después, sus principales discípulos metodológicos serían los seguidores del socialismo español, dirigidos por su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero desde esa filosofía conocida como materialismo coyuntural, que consiste en aprovechar la oportunidad que brinda la política representativa para llenarse los bolsillos y disfrutar de las prebendas del poder, y mientras dure, vida y dulzura. Por qué la política española tiene una característica singular, la inmunidad de responsabilidades, porque se considera que las urnas es el martillo de Zeus, como si las gestiones ineficaces, las meteduras de pata, los errores cometidos, las decisiones incorrectas no fueran iguales para todos los españoles, ciudadanos y políticos. Un ciudadano podrá perder su trabajo por incompetencia, un político en España, jamás.

Casi quince siglos mas tarde, James Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, reconocido Padre de la Constitución norteamericana, advirtió a los ciudadanos de su país contra los peligros de las facciones en una democracia, en el ejemplar número 10 de The Federalist, había que prevenirse contra el comportamiento faccioso para salvaguardar la democracia.

La diferencia entre una facción y una secta es una cuestión importante, pues si bien la primera no tiene porque reunir a los miembros de una determinada doctrina para realizar un abuso de poder, la segunda sí reúne en sus filas a los fieles a una fe determinada, al tiempo que procura hacer proselitismo de la misma.

El socialismo español, representado por el PSOE y UPyD, comparte ambos criterios, pues son facción y secta al mismo tiempo, facción por sus objetivos de distorsionar la democracia en su interés, y secta por su doctrina excluyente que pretende implantarse como la única fe entre la opinión pública. Las cuestiones ideológicas que distinguen a los seguidores de Rosa Díez de los de Rodríguez Zapatero exclusivamente son de matiz, pues si bien los primeros abjuran –de palabra, no de hechos- de la deriva pronacionalista del socialismo relativizado –algo que le hacer recuperar los votos no nacionalistas que pierde el PSOE-, los segundos consideran que la única forma de mantenerse en el poder es creando un cordón sanitario que les permita aislar al principal partido de la oposición, el Partido Popular de Mariano Rajoy, y blinde su posición de poder gracias al intercambio de favores con sus aliados nacionalistas, según la coyuntura que corresponda. Pero ambos comparten esa animadversión por la libertad, la pluralidad, la justicia independiente, la democracia auténtica, y la equidad entre los ciudadanos españoles, que tan bien caracteriza a la tribu socialista.

El socialismo español es una facción política muy bien organizada, con una estructura totalitaria en su implantación institucional y pública. Pero su acción política siempre ha seguido el mismo patrón, porque ha alcanzado su techo racional y posiblemente el comienzo de su extinción como ideología de referencia occidental, algo de lo que tienen conciencia sus principales ideólogos, pero que ocultan por interés de facción a sus seguidores.

Ser socialista es una cuestión de fe, al igual que ser cristiano o musulmán, mientras que no ser socialista es una cuestión racional. Sólo se puede dejar de ser socialista pensando por sí mismo, interpretando la realidad desde la propia experiencia y con un criterio no abducido por los propagandistas de la ideología. Una vez que se ha sufrido la abdución es difícil salir del ámbito sectario.

La verdad socialista proviene del mestizaje entre la creencia y la razón, porque la razón jamás puede sobrepasar los límites de la creencia, por eso es una verdad revelada. Cuando se habla de pensamiento crítico desde el socialismo jamás es a la doctrina propia, sino a la extraña. Cuando se habla de conflicto social, la culpa siempre es de los demás. Cuando el paro, la crisis, y el desastre nacional se producen, como actualmente en nuestro país, la responsabilidad siempre es ajena, porque la doctrina socialista es tan infalible como el Papa o las palabras de Mahoma. No hay posibilidad de error en algo irrefutable.

Por eso el socialismo, en particular el español, conocedor de que la realidad es la equivocada, no puede ofrecer soluciones racionales a los graves problemas que presenta la sociedad española en estos momentos, pero si puede hacer algo que ha ensayado durante las últimas décadas, con aceptable fortuna, que no es otra cosa que apropiarse de los mensajes, de la comunicación, de la visibilidad. La realidad pasa a ser la realidad publicada, no la realidad auténtica. La verdad proviene entonces de la comunicación, no de la razón o de los hechos, resultando fructífera entre los creyentes. El dogma de fe cuando Zapatero dice que en la legislatura se conseguirá pleno empleo en este país, no resulta entonces socavado por la realidad que precisamente es la cifra más elevada de paro de nuestra historia reciente. El proceso de paz acometido de forma frívola con la organización terrorista ETA, no se interrumpe porque ETA haya seguido atentando contra los españoles. La Ley de Violencia de Género no está equivocada, aunque haya producido más daño que beneficio, condenando a algún inocente al linchamiento sin haber cometido ningún delito. Son casos particulares que no afectan al paradigma, absolutamente inmune a cualquier realidad que no sea la prevista por los planes establecidos.

La forma de proceder de la propaganda y agitación socialista en los medios de comunicación es sencilla, consiste en cuatro actividades concurrentes:

1) Apropiarse del campo semántico
2) Fortalecer la cohesión entre los seguidores
3) Criminalizar a los adversarios
4) Ocultar sus auténticas intenciones

Los medios de comunicación afines se convierten en un aparato de propaganda, tan infalible y eficaz, como las verdades reveladas que transmiten, aunque la palabra de los socialistas atraviese en estos momentos sus horas más bajas, y cualquier intervención de Rodríguez Zapatero sea contemplada por los ciudadanos con la atención que se merece la caza de un gazapo en programa de continuidad televisiva. El único problema que tiene el socialismo español es que la realidad se empeña en contradecir sus grandes planes de salvación, sus magníficas intenciones, su bondad extrema. Pero como la realidad se ha equivocado tantas veces a lo largo de la historia, se va a enterar la realidad de quien es Rodríguez Zapatero, el máximo portavoz de la verdad socialista revelada y el Nuevo Mesías de todos sus acólitos. Lo que necesita la realidad es un cordón sanitario de invisibilidad a la medida, que permita ganar tiempo hasta que ocurra algo positivo en este país que se pueda atribuir al Gobierno (aunque nada tenga que ver con sus acciones), y después pasar la factura a todos los que se han hecho favores durante los últimos cinco años, a todos los liberados del trabajo por el socialismo, a todos los jóvenes que van a encontrar trabajo fuera de nuestras fronteras, a todos los empresarios que se han arruinado, a todos los españoles que consideran la política española como la tercera causa de preocupación –por delante del terrorismo y por detrás del paro y la crisis-. A los sindicalistas de clase, a los pacifistas de calle, a los cambioclimatistas, a las feministas, a los antitaurinos, a los altermundistas, a los revisionistas históricos, a los antiespañoles, a los beneficiados por el poder, en fin, a todas las cofradías de la secta. El poder para quien lo trabaja, aunque no sepa que sirve para algo más que favorecer a los afines.

Que España se hunda en el descrédito con Zapatero no importa, si al final se consigue el objetivo prioritario del socialismo: que los socialistas sigan en el poder. En fin, a algunos por menos, les pusieron tratamiento, pero aquí siguen cobrando los excelentes sueldos todos los meses del Estado, que jamás hubieran alcanzado de no estar en política. La política para los socialistas españoles es una oportunidad de trabajar y cobrar más por hacer lo que saben, que suele ser más bien poco, y logrado ese objetivo, ¿qué más da que el país se vaya a la mierda?.

Agustín de Hipona, Madison, Hayek, Popper, Jefferson, Thomas Paine, Montesquieu, Spencer, Voltaire, Camus, Jünger, Rand, Milosz, Ortega y Gasset, Milton Friedman, Adolfo Suárez ¿en qué equipo de fútbol dijo Zapatero que jugaban?



Enrique Suárez Retuerta
Un ciudadano español que no renuncia a su soberanía




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