Don Miguel, ¡cuánto se le echa de menos!. En esta España del siglo XXI seguimos con batracios y en la charca, las cosas no cambian muchos años después de sus acertados análisis, esto de la política no tiene remedio. Aquí estamos algunos siguiendo sus enseñanzas, cada día somos más, pero cada día pintamos menos. Y es que la poca racionalidad que le quedaba a este país, nación y patria, se le ha esfumado con unos señores que se llaman Zapatero y Rajoy, que son la epítome de la anfibología.
Que cerca quedan sus palabras, aquellas que pronunciaba en sus "Monodiálogos":
"Lo cierto es, amigo mío, que hace años, muchos años, vengo haciendo política en España, vengo trabajando, en la medida de mis fuerzas y en el círculo de mi acción, por fraguar opinión pública, ya sobre un problema, ya sobre otro, en nuestra patria, único modo de que las libertades, todas estas nuestras libertades legales, de que tanto cacareamos, no resulten estériles. Pues usted comprenderá que la libertad de volar sería una cosa perfectamente inútil en el vacío, y que es inútil decretar la libertad de pensamiento o la de conciencia donde no se piensa o no se es conciente. Y nuestra labor debe ser la de ejercer las libertades que la ley nos concede.
- Si, pero...
- No hay pero que valga. Hacer política es, ante todo y sobre todo, hacer opinión pública, fraguar conciencia colectiva, y no hacer elecciones. Y usted, al preguntarme si iba a entrar en la política, lo que me preguntaba es si pienso alistarme en un partido político, sea el que fuere, con vistas a un acta de diputado o senador".
Y es que seguimos igual que en la imaginaria "Batracópolis" unamuniana, donde las ranas elegían como representantes políticos a tarugos flotantes.
"Quedamos , me parece, que esta nuestra España es, en su mayor parte al menos, una charca y nada más que una CHARCA DE AGUAS ESTANCADAS Y QUIETAS, ANIDADORAS DE TERCIANAS. Y es mejor, PIENSAN MUCHOS, mucho MEJOR QUE NO LA AGITEMOS, pues entonces se enturbia su clarísima sobrehez, espejo de un cielo también quieto y estancado – cuando no hay tormenta-, pero radiante y luminoso, con luz cruda y sin matices, con luz encegadora, y sube a flor de agua el ciénago que es el poso de la charca. Y dicen los que así piensan que los trapos sucios hay que lavarlos en casa y se van a lavarlos a las orillas de la charca, donde croan las ranas y nadan los renacuajos sin croar y los trapos quedan, al parecer al menos, más limpios, pero LA CHARCA MAS SUCIA...
...Nuestras ranas, las ranas de nuestra charca política nacional, de nuestra BATRACOPOLIS, no piden, como las de la fábula, rey; lo que piden es diputados. Y se los piden a las tencas y a los sapos que desde tierra EXPLOTAN LA CHARCA. Los sapos es lo que se suele llamar CACIQUES. Y aquí debo advertir que eso de que los sapos SEAN VENENOSOS, no pasa de ser una SUPERSTICION POPULAR DE LA QUE LOS SAPOS MISMOS SE APROVECHAN, dejándola correr. Las ranas, incapaces de buscarse nada por sí mismas, piden diputados, COMO ANTAÑO PIDIERON REY."
Pues seguiremos viendo el espectáculo, Don Miguel, aquí cómodamente desde la orilla de este océano de internet, donde las noticias llegan en botellas mugrientas. Entre todas las españas posibles, hay una que permanece incólume, la de los que contemplan el desastre desde la orilla mientras no les salpique el limo y el vapor mefítico sea soportable.
Agur.
Bib: "La acción política de Miguel de Unamuno", por Andreu Navarro
Erasmo de Salinas
2 comentarios:
¿Creeis que Unamuno sería capaz de vivir en la España de hoy?
Yo creo que hace ya años que habría tirado la toalla y marchado al exilio.
Oportunísimo el recuerdo de don Miguel... pero, me temo que la noria seguirá su periplo eterno, en nuestra pútrida charca, a cuyas aguas putrefactas aguas, como es natural, acude algún que otro zapatero.
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