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viernes, 8 de diciembre de 2006

Pierre Joseph Proudhon, el azote de Marx


Pierre Joseph Proudhon, llega a este mundo, en una pequeña ciudad del Franco Condado, el 15 de enero de 1809; la familia que le recibe en su casa de Chasnans,que posiblemente haya sido una comuna,(fotografía en el interior), es humilde pero relativamente independiente; su padre trabaja como autónomo, haciendo cerveza y toneles para contenerla. Su madre es cocinera.

Los laboriosos padres de Pierre Joseph, lograron acumular cierta cantidad de dinero, más por su esfuerzo que por especulación, lo que les permitió adquirir algunas tierras, pero nunca lograron medrar mucho más que la mayoría de sus convecinos, ni tampoco lo pretendieron.

El padre de Pierre Joseph tenía sus propias ideas, y consideraba que hacerse rico era algo indigno, por lo que decidió vender su cerveza al precio que le costaba hacerla, más un salario moderado que él mismo se asignaba por su trabajo. En su pueblo había una vida comunitaria muy desarrollada.

Besançon, la patria de Victor Hugo, que había llegado al mundo siete años antes que Pierre, era por entonces un lugar tranquilo en el que se fabricaban relojes que competían con los suizos, y la mayor parte de sus vecinos se dedicaban a labores agrícolas, oficio que también ocupó a nuestro personaje, que fue pastor de bueyes, al tiempo que ayudaba a sus padres en la hacienda familiar.

Los habitantes del Franco Condado de aquella época, se caracterizaban por tener su propia interpretación de la ciudadanía, tal vez por la historia de tributación a las abadías, que eran abundantes en aquella zona francesa. Desde la Edad Media, se venían desarrollando diversos proyectos cooperativos.

Había una tradición en actividades comunitarias, quizás por la proximidad de Suiza, con unos conceptos muy singulares sobre el trabajo, la propiedad, el mercado, el justiprecio, y la justicia social. No en vano, Fourier, otro de los socialistas utópicos franceses, al que Proudhon conoció y del que recibió gran influencia, también procedía de estas tierras.

Por concesión de becas, otro hito de su pequeña patria, Pierre, inicia sus estudios en el Colegio Real de Besançon, donde recibe la Beca Suard, que le permite proseguir los estudios de bachillerato que no pudo concluir por problemas económicos.

En su época de estudiante, había aprendido hebreo, y se había dedicado al estudio de la Biblia, con la finalidad de rebatirla, según sus exegetas. Entra a trabajar en una imprenta, donde se hace tipógrafo. Esto le permite conocer a Fourier, otro de los socialistas utópicos franceses, que también procedía de estas tierras y del que recibió gran influencia.


Proudhon comienza a escribir artículos y panfletos hacia 1835. Pero no es hasta 1838 cuando concluye su primer trabajo literario importante sobre el tema de las categorías gramaticales, Essai de grammaire générale, con el que obtiene un premio de la Academia de Besançon, por el que recibe una beca durante 3 años que le permite trasladarse a París (aunque le fue retirada posteriormente, al publicar su trabajo sobre la propiedad).

Cuando llega a la capital francesa, conoce a numerosos activistas políticos y revolucionarios. Escribe una obra en la que estudia la celebración del domingo, desde una perspectiva social e histórica.

“LA PROPIEDAD ES EL ROBO”

Su genialidad y su reconocimiento emergen en 1840, al publicar un ensayo titulado, “¿Qué es la propiedad?”, al que contestaba con el conocido aforismo de Brissot: “la propiedad es el robo” . París acoge a Proudhon ese mismo año, precedido de su fama como renovador social, que le llega a proporcionar incluso reconocimiento internacional.

Durante los dos años siguientes, se dedica a prolongar este primer trabajo, y publica dos memorias más sobre el mismo tema. Estas obras, además de proporcionarle notoriedad, especialmente tras el apoyo recibido por el economista Blanqui, también le trajeron acusaciones de conspiración contra el Estado, por las que fue juzgado en 1842, resultando absuelto.

Decir que la propiedad era un robo en 1840 en la Francia de mediados del siglo XIX, era cuando menos arriesgado. Sin embargo, Proudhon no hace simplemente un alegato revolucionario, también desarrolla una argumentación sociológica.

Considera que aceptar la propiedad como un derecho natural es una contradicción, el propietario se atribuye unas riquezas que por orden natural deberían ser comunes, pues Dios creo este mundo y por lo tanto es su único propietario.

TRABAJO Y PROPIEDAD

La apropiación incontrolada de los medios de producción por parte de algunos, puede llegar a destruir la libertad y la igualdad de oportunidades de todos, hay que evitar que algunos usurpadores pueden acaparar los instrumentos necesarios para el trabajo, que son limitados.

Si los trabajadores necesitan alquilar estos instrumentos a sus propietarios, se establece un “derecho de aubana”, una especie de arancel sobre el trabajo, que impide que los trabajadores lleguen nunca a ser propietarios.

Los medios de producción deben ser comunes; es legítimo, en cambio, poseer los frutos del trabajo, pues de no ser así, resultaría amenazada la independencia del trabajador. Por lo que el autor propone en nombre de esta independencia, la oposición vehemente a todo sistema socialista y comunista, que denunció como autoritarios

La teoría sobre el trabajo que elabora Proudhon es singular. Considera que si el trabajo individual y aislado recibe un salario justo, no comprende por que al realizarse en conjunto con otros trabajadores sufre una devaluación, a pesar de incrementarse la productividad y los beneficios, por lo qué el empresario obtiene una plusvalía (“surplus”) de la explotación conjunta de los trabajadores, que debería, al menos, repartir con ellos, pero no lo hace.

SER LIBRES PARA SER IGUALES, NO IGUALES, PARA SER LIBRES.

Sin embargo, en su conjunto, Proudhon no demoniza a la propiedad, pues también considera que es consecuencia y causa de la libertad del individuo, que garantiza los derechos personales ante las presiones sociales y los poderes del Estado. Considera la propiedad, como una realidad antinómica, fuente de despotismos y libertades.

La propiedad que no deriva del trabajo propio introduce la desigualdad. Ésta debe eliminarse, y a este efecto los socialistas y comunistas introducen la autoridad, Pero con la autoridad se elimina la independencia. Proudhon, no está de acuerdo con estos principios.

La independencia de los trabajadores es una utopía que se consigue solamente en un estado de completa libertad, lo cual requiere un sistema de organización que concluya con el exhaustivo control del Estado. Se instaura de este modo el anarquismo, equivalente a la sociedad libre.


Proudhon, al contrario que otros pensadores revolucionarios, no proponía eliminar la propiedad, sino hacer a todo el mundo propietario, pues si todos fueran propietarios podrían garantizarse a sí mismos su propia libertad.

El Estado no debería participar en el reparto de los bienes, pero si regular la especulación y además proporcionar créditos “gratuitos”, para que los ciudadanos pudieran acceder a la propiedad.

RECHAZO DE LA AUTORIDAD DEL ESTADO

Puesto que se rechaza toda autoridad, hay que eliminar no solamente la humana, sino también la divina. El anarquismo lleva consigo el ateísmo. Sería erróneo, sin embargo, suponer que Proudhon predicaba el anarquismo como si fuese una especie de nihilismo.

La eliminación de la autoridad es una condición necesaria para la independencia. La dependencia es el mal. Hay que empezar, pues, por librar a los hombres del peso de la autoridad que se arroga el Estado. Éste es artificial, al contrario que la familia, no procede de un desarrollo natural y espontáneo.

EL MUTUALISMO

Proudhon forjó numerosos proyectos para hacer posible la liberación de la tutela a que se ven sometidos los trabajadores. Puesto que se descarta la autoridad del Estado y, en verdad, cualquier autoridad, es menester ver cómo es posible una organización comunitaria verdaderamente libre.

La base de esta organización es la idea mutualista, que no sólo sustituye todo orden autoritario, sino también todo individualismo caótico. La asociación según la mutualidad es un sistema de fuerzas libres donde hay derechos iguales, obligaciones iguales, ventajas iguales y servicios iguales, esto es, donde derechos, obligaciones, ventajas y servicios se compensan uno al otro libremente.

Se distingue de la mera competición en que no procura la ventaja del más favorecido o del más osado, sino un sistema de ventajas mutuas. Las comunidades organizadas por el mutualismo, se organizan federativamente, de modo que el sistema económico queda completado por un sistema político.

Tanto en el sistema mutual como en el federativo no hay transferencia de derechos a representantes en un supuesto régimen democrático de tipo liberal; transferir los derechos equivale a cederlos y, por tanto, a perderlos. Los derechos son propiedad de los ciudadanos y su representación, también

Posteriormente, hacia 1843, se traslada a Lyon, donde trabaja como empleado comercial, entrando en una sociedad secreta de trabajadores que pretendía hacerse con el control de los medios de producción de una forma revolucionaria, en las nacientes industrias francesas, y que eran conocidas como Fraternidades.

Proudhon conoce a Marx en un viaje que realiza a París, y también a otros revolucionarios como Mijail Bakunin, sobre el que influye considerablemente. En 1846 publica Sistema de las contradicciones económicas o filosofía de la miseria, en el que critica el autoritarismo comunista y defiende un estado centralizado peculiar, que posteriormente desarrollaría en su obra El principio Federativo (que se puede leer en fragmentos en Textos Ciudadanos).

Según Sorel, la enemistad entre Marx y Proudhon, también se transfiere a la metodología revolucionaria, en una carta escrita por Proudhon a Marx, el 17 de Mayo de 1846, rechaza la idea de provocar luchas sangrientas análogas a las de la Revolución Francesa, y se expresa de esta forma: «Tales me parece que son las disposiciones de la clase obrera de Francia: nuestros proletarios tienen tan gran sed de ciencia, que hallaría entre ellos desfavorable acogida al que no les ofreciese más que sangre para beber. En suma, que, a mi modo de ver, haríamos política detestable si hablásemos en tono de exterminadores; los medios de rigor ellos mismos se impondrán, por desgracia; el pueblo no necesita para ello de exhortación alguna»

LA IDEOLOGÍA DE PROUDHON

La ruptura de Proudhon con Marx, es considerada como el punto de partida simbólico de la larga disputa entre las tradiciones anarquista y comunista. Proudhon, influyó sobre el movimiento anarquista, y especialmente sobre Bakunin.

Elegido diputado en la Asamblea Nacional, en 1848, expuso y defendió sus ideas en la prensa, y especialmente en el periódico por él fundado, Le représentant du peuple –que cambió luego su título a Le peuple y, finalmente, a La voix du peuple–. En 1849 fue encarcelado, pero durante sus tres años de prisión siguió escribiendo y publicando

A Proudhon se le clasifica, según Palgrave, entre los socialistas por sus ataques contra la propiedad inmobiliaria; pero la verdad es que trató las doctrinas socialistas con tanta violencia como las doctrinas ortodoxas. No fue comunista, pues calificó de espantajo las doctrinas del comunismo, diciendo, además: “la comunidad aún está en el aire. Entre la propiedad y la comunidad, yo construiré un mundo (organización del crédito).

Tampoco fue socialista de Estado, puesto que afirmó que era una «lepra de la inteligencia francesa» la locura de apelar al Estado. Si algún nombre se ha de dar a esta doctrina es el de anarquismo; además, Proudhon fue el primero en usar esta palabra como expresión no de desorden o caos, sino, al contrario, de la forma más elevada y más perfecta de organización social, pues dijo: «Aunque soy amigo del orden, propiamente soy anarquista», y añade «La verdadera forma de gobierno es la anárquica.»

En 1847 regresa a París, donde fundó un periódico, Le Répresentant du Peuple. Marx, que estaba absolutamente obsesionado con rebatir la ideología de Proudhon, le responde en 1847 con su obra Miseria de la Filosofía, en la que trata de desbaratar, sin conseguirlo, los argumentos establecidos por el autor francés

Tras las revoluciones de 1848, fue elegido diputado en la Asamblea Constituyente, obteniendo su acta por el distrito de Sena, debido a la popularidad que habían adquirido sus radicales teorías. Como miembro de la Asamblea, lanzó diversas propuestas revolucionarias, aunque sin lograr el éxito con ninguna.

Una de sus iniciativas consistía en la fundación de un banco popular que concediera préstamos sin interés. También trató de fijar un impuesto sobre la propiedad privada. Publicó folletos donde matizó su anarquismo con la denominación de mutualismo, que promulgaba la unión, incluso financiera, de burgueses y obreros en una sola clase media

Su actuación parlamentaria fracasó por completo, como él mismo pudo reconocer al ser ignominiosamente rechazada su proposición en favor de un impuesto de un tercio sobre la renta, por lo cual no se volvió a oír su voz en la Asamblea. Desde entonces dedicó sus energías a las actividades propagandísticas.

DIPUTADO CONTRA SU MUNDO

En el periódico Le Peuple reanudó la campaña que empezara antes de su elección; en Représentant du Peuple, atacó a todo lo existente, incluso al príncipe-presidente, por lo cual se le persiguió y se le tuvo encarcelado por espacio de tres años.

Desde su encierro de Santa Pelagia, en donde gozaba de un régimen de favor, dirigía los periódicos Voix du Peuple y Le Peuple, y desde allí hizo, además, una gran edición de los folletos Idées révolutionnaires y Confessions d'un révolutionnaire, en los cuales expuso claramente sus teorías sociales revolucionarias y anárquicas.

Publicó Idée générale de la révolution au XIX siècle (1851) y preparó, para publicarla una vez recobrada la libertad, la obra Révolution sociale démontrée par le coup d'Etat (1852), en la que ofrece esta alternativa para el futuro: hay que elegir obligatoriamente entre la anarquía o el cesarismo.

Siguieron una serie de escritos en los que condensó todas sus ideas sociales y económicas. En el opúsculo Philosophie du progrés (1853) indicó un programa de publicaciones que no pudo dar a la estampa, publicando únicamente un Manuel du spéculateur à la bourse (1853), y Réforme des chemins de fer (1855).

Desde 1856 empezó una obra ambiciosa, Justice dans la Révolution et dans l'Eglise (1858), por la cual fue condenado a tres años de cárcel y 4.000 francos de multa, pero en realidad la condena le vino tras fundar un Banco del Pueblo, una sociedad comercial destinada a organizar la abolición del interés, la circulación gratuita de los valores y, por ende, la supresión del capital, tuvo que huir furtivamente de París, refugiándose en Bruselas, donde continuó su obra panfletaria escribiendo en el Office de Publicité artículos contra la propiedad literaria.

En 1860 es indultado y regresa a Francia, desde entonces su vida, aunque activa y dedicada a sus trabajos literarios, se desarrolla sin grandes alteraciones. En 1861, publicó La guerre et la paix, obra en la que justifica el derecho de la fuerza como derecho primordial de la Humanidad; considera la guerra como una consecuencia de los males económicos y del pauperismo y prevé la eliminación de la misma en la sociedad futura que, según él, ha de tener su fundamento en el trabajo.

En 1862, aunque ya se encontraba enfermo, la cuestión de la unidad italiana hizo que Proudhon volviese a la política. En dicha cuestión se pronunció contra la unidad y en favor de la federación, exponiendo al año siguiente sus ideas sobre esto en el tratado Principe fédératif (1863). Recibe elogios de Garibaldi.

En 1864 publicó en Le Messager de Paris, Nouvelles observations sur l'unité italienne, a la que siguió su última producción, Capacité des classes ouvrières, que influyó en la formación de la primera internacional, se publicó después de su muerte, tras una grave dolencia cardiaca, que acontece el 19 de Enero de 1865 en París, que influyó en la formación de la primera internacional.

Proudhon murió pobre, como había llegado al mundo, su familia se opuso a la suscripción pública que intentó abrirse en su favor, siendo, en febrero de 1870, trasladados sus restos al cementerio de Montparnasse. Catherine, su hija, se encargó de publicar sus cartas y memorias, en las que se distingue su excepcional honestidad como ser humano, y la defensa radical de su pensamiento y dignidad.

A sugerencia de un editor, Karl Marx escribió una larga carta con motivo de la muerte de su rival político, (al que evidentemente desprecia), que concluye con estas palabras:

“Proudhon tenía una inclinación natural por la dialéctica. Pero como nunca comprendió la verdadera dialéctica científica, no pudo ir más allá de la sofística. En realidad, esto estaba ligado a su punto de vista pequeño burgués.
Al igual que el historiador Raumer, el pequeño burgués consta de «por una parte» y de «por otra parte». Como tal se nos aparece en sus intereses económicos, y por consiguiente, también en su política y en sus concepciones religiosas, científicas y artísticas. Así se nos aparece en su moral.
Es la contradicción personificada. Y si por añadidura es, como Proudhon, una persona de ingenio, pronto aprenderá a hacer juegos de manos con sus propias contradicciones y a convertirlas, según las circunstancias, en paradojas inesperadas, espectaculares, ora escandalosas, ora brillantes.
El charlatanismo en la ciencia y la contemporización en la política son compañeros inseparables de semejante punto de vista. A tales individuos no les queda más que un acicate: la vanidad; como todos los vanidosos, sólo les preocupa el éxito momentáneo, la sensación.
Y aquí es donde se pierde indefectiblemente ese tacto moral que siempre preservó a un Rousseau, por ejemplo, de todo compromiso, siquiera fuese aparente, con los poderes existentes. Tal vez la posteridad distinga este reciente período de la historia de Francia
Ahora hago recaer sobre usted toda la responsabilidad por haberme impuesto tan pronto después de la muerte de este hombre el papel de juez póstumo”. (Carta a J. B. Schweitzer)

LO QUE QUEDA DE PROUDHON

Proudhon fue un impresionante escritor, sus obras completas llenan 37 volúmenes, sin contar los 14 volúmenes de Correspondencia. Las escribe todas, como sus artículos periodísticos, con gran rapidez, con una falta de método y un descuido del orden tales, que su lectura se hace verdaderamente dificultosa. Nada de esto es de extrañar si se tiene en cuenta el proceso de su formación intelectual. Las obras más importantes de Proudhon fueron vertidas al castellano por Pí y Margall, el principal divulgador, en España, de las ideas proudhonianas.

Palgrave en su Diccionario de Economía Política, se refiere a él en los siguientes términos: “«Escribió con tal ausencia de método y tal desprecio del orden, que la lectura de sus obras se hace aún más embarazosa para sus compatriotas que para los extranjeros. De aquí que se le lea muy poco. Amó la dialéctica y le gustaba jugar con las ideas como el prestidigitador; cambia y trastrueca los objetos más diferentes. Le gustaba hacer frases para captar la atención popular, antes que para expresar correctamente su pensamiento. Decía: «la propiedad es robo» y «Dios es el mal», pero en realidad admitía la legalidad de la propiedad y creía en la existencia de Dios.

Presumiendo de discípulo de Hegel (sin que conste que llegara a comprender al filósofo alemán), quiso elevar la contradicción a la altura de principio inconcuso, emitiendo constantemente tesis y antítesis, pero rara vez síntesis.

Retórico violento y no siempre leal, alteró pareceres aceptados y establecidos, y a pesar de su altiva máxima destruam et aedificabo, no construyó cosa alguna, no dejando detrás de sí ni un programa definido .ni una escuela que merezca el nombre de tal.»

No quedan ya hoy más que unas cuantas ideas esparcidas acá y allá, algunas de ellas profundas, otras incoherentes, muchas contradictorias. Karl Marx detestaba a Proudhon y le atacó sin piedad en su folleto Miseria de la filosofía, en respuesta al libro de Proudhon, Les contradictions économiques, al que éste puso por segundo título, Filosofía de la miseria.

Decía de él Marx, que era un burgués insignificante que oscilaba sin cesar entre el capital y el trabajo, entre la economía política y el comunismo. «La verdad es que no parece que haya verdadera analogía, sino todo lo contrario, entre el extremo individualismo de Proudhon y el colectivismo del socialista alemán.

Supone Proudhon que en organización económica actual, el valor no es proporcional, como debería, al trabajo y que la solución del problema social consiste en llegar a ésto, mientras que Karl Marx sostiene que el valor es necesariamente proporcional al trabajo y que en esto se funda la explotación capitalista, pues el capitalista impide la distribución equitativa»

TODOS FUERON SUS ENEMIGOS

Proudhon, ha encontrado a lo largo de la historia, enemigos por todas partes, no sólo en las clases acomodadas, sino en el proletariado, en la iglesia, en los funcionarios, en los bancos, en las fuerzas de orden público, en las monarquías y las repúblicas.

“en la mujer hay que asumir una dificultad inherente a su naturaleza que le impide ser sacerdotisa o jefa de la tribu. 96 días al año con reglas, nueve meses para cada preñez, una cuarentena tras el parto, doce o quince meses de lactancia y cinco años de cuidados del párvulo, o sea, un total de 7 años para un solo parto... Durante ese tiempo no puede trabajar, ha de ser mantenida... por su condición biológica se halla incapacitada para toda dirección política, administrativa, doctrinal o industrial” (La mujer. Estudio de filosofía práctica)”

Establece su definición del Derecho: "El derecho es para cada uno la facultad de exigir de los otros el respeto a la dignidad humana en su persona."

Asocia la democracia a la libertad de forma indisoluble: “En una democracia, no se es en realidad ciudadano por ser hijo de ciudadano, para serlo, es en todo punto necesario e derecho, independientemente de la cualidad de ingenuo, haber elegido el sistema liberal”.

Se enfrenta una vez más a la autoridad: “los partidarios de la autoridad tienden a dejar la libertad, ya individual, ya local o corporativa, el menor lugar posible, y en su propio provecho, y en detrimento del pueblo, y por el contrario, los partidarios del régimen liberal tienden a restringir indefinidamente la autoridad, y a vencer a la aristocracia por medio de la incesante determinación de las funciones públicas, de los actos de poder, y sus formas”

Considera sobre las nacionalidades, lo siguiente: “todo Estado es anexionista por naturaleza. Nada le detiene en su marcha invasora, como no sea el encuentro con otro Estado. Los más ardientes apóstoles del principio de las nacionalidades, no vacilan en contradecirse, si lo exigen los intereses, y sobretodo, la seguridad de su patria”.

PROUDHON POR ESCOHOTADO

Mi admirado Antonio Escohotado, en su Filosofía y Metodología de las ciencias sociales, nos habla de Proudhon de la siguiente forma: “fue un autodidacta que logró hacerse con una formación intelectual sólida y producir obras de verdadero pensador.

Amante de la provocación en su primera madurez, cinco años antes de que Stirner presente El Único y su propiedad publica él su ¿Qué es la propiedad? (1840), donde aparecen las famosas frases: “Soy anarquista, ¡la propiedad es un robo!” Ambas declaraciones le hicieron rápidamente célebre, y objeto de persecución, pero al leer el libro constatamos que ni era anarquista (en el sentido de abolir todo “gobierno”) ni era comunista o enemigo de la propiedad privada. Preconizaba otro gobierno, y defendió siempre una propiedad privada modesta como única garantía de libertad y dignidad individual.

De hecho, su principal proyecto práctico fue crear un Banco del Pueblo, que respaldase empresas pequeñas y permitiera gestionar los riesgos del humilde. Siendo joven se había relacionado con una pequeña secta de “mutualistas”, que preconizaban la autogestión obrera en régimen de cooperativa, y decidió llamar mutualismo a su propia postura política.

Cuando París padeció el masivo derramamiento de sangre llamado Revolución de 1848, un momento idóneo para demagogos exaltados, Proudhon dijo de inmediato que había sido una agitación “sin base teórica”, cuando ya llevaba años polemizando con Marx sobre lo factible y lo razonable.

Le escandalizaba que preconizase una revolución con “autoritarismo y centralismo” -cosas abundantemente conocidas sin necesidad de revolucionar cosa alguna-, y en particular le horrorizaba su propuesta de abolir cualquier propiedad privada, pues veía en ello un modo de impedir que los individuos “controlen sus medios de producción”.

Marx manifestó que Proudhon era un “pequeño burgués”, incapaz por ello de percibir las “leyes históricas subyacentes”. Pero el pequeño burgués acabó publicando una obra maestra –De la justicia (1858)-, donde enuncia una teoría de su objeto como razón universal y divinidad inmanente.

La justicia enlaza lo natural y lo humano, la sociedad y el individuo, concibiéndose como el logos en Heráclito y los estoicos; esto, es como una fuerza sutil pero esencialmente física, “rectora” de la materia y “forma” del alma singular. El progreso no es más que realización de la justicia, y todo el problema político consiste en evitar que esa realización ahogue el principio de la libertad individual.

Al igual que Stirner y los libertarios rusos, Proudhon opone a la Iglesia, la Sociedad y el Estado el principio de la libre asociación, aunque en sus términos no sea ya tan irrealista, porque se combina con una defensa de la pequeña propiedad privada y con una utopía nada platónica, que por cierto guarda vagos parecidos con la actual globalización.

Es una federación de toda la Tierra, sin fronteras ni estados nacionales, con una autoridad (“jurisdicción”) conferida a asociaciones locales independientes, no “delegadas” de algún poder central, donde “en vez de leyes habrá contratos libres.”

Rescataré una frase esencial, que resume como ninguna, la esencia del legado político de Proudhon, y de su talante liberal, revolucionario e incruento:

“El progreso, no es más que realización de la justicia, y todo el problema político consiste en evitar que esa realización ahogue el principio de la libertad individual”.

Enrique Suárez Retuerta

6 comentarios:

Toni Ferraté dijo...

Enrique,

¡La Mare del Tano quins rotllos ens endoses! Així és difícil que els catalanets mundans poguem participar i polemitzar.

És per aquest motiu que m'he pres la llibertat de rescatar aquesta perla de l'obra de Pierre Joseph Proudhon. "El principio federativo" (1864):

"Y como la nacionalidad, tal como la comprende y la interpreta la democracia tiene como corolario la unidad, ha consagrado definitivamente su abjuración, declarándose definitivamente poder absoluto, indivisible e inmutable.

La nacionalidad y la unidad, he aquí pues la fe, la ley, la razón de Estado, he aquí los dioses actuales de la democracia. Pero para ella la nacionalidad es sólo una palabra, puesto que en el pensamiento de los demócratas sólo representa sombras chinescas."


A la llum reveladora d'aquest texte els catalanets podrem comprendre amb tota la seva magnitut com són de "sòlids" els fonaments de la nostra estimada Constitució, efectivament fonamentada en "ombres xinesques":

************
Artículo 2

La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles [...]
************

¡Definitivament urgeix la segona revolució laica!

Ben cordialment,
Toni

Enrique Suárez dijo...

Estimado toni, no son rollos, este señor se ha dejado la vida luchando por las cosas en las que creía, sin sacar tajada alguna. No como la legión de comensales y parásitos que nos han acompañado desde el poder en nuestra transición democrática, la de todos los españoles, incluidos los catalanes y los vascos. Sólo por ésto merecen nuestro respeto. Precisamente sus argumentos, sirvieron de cimientos a nuestros debates, sino, aún estaríamos quemando Bastillas o doblando el cuello ante cualquier poder absoluto.
De esto se trata Toni, de que el absolutismo, sea en su forma despótica y ostensible, o en su forma sibilina e insidiosa, desaparezcan.
Leete en textos ciudadanos, como concluye El principio federativo (1864), capítulo VIII, "La Constitución Progresiva".

"Equilibrar dos fuerzas es sujetarlas a una ley que, teniéndolas a raya la una por la otra, las ponga de acuerdo. ¿Quién va a proporcionarnos ese nuevo elemento superior a la autoridad y a la libertad, convertido en el elemento dominante del Estado por voluntad de entramos? El contrato, cuyo tenor constituye DERECHO y se impone por igual a las dos fuerzas rivales".

Y concluye...

El sistema federativo es aplicable a todas las naciones y a todas las épocas, puesto que la humanidad es progresiva en todas sus generaciones y en todas sus razas; y la política de la federación, que es por excelencia la del progreso, consiste en tratar a cada pueblo, en todos y cualesquiera de sus períodos, por un régimen de autoridad y centralización decrecientes que corresponda al estado de los espíritus y de las costumbres.

Eso es precisamente una CONSTITUCION, como la nuestra.

Enrique Suárez dijo...

Y añado en la tercera recomendación de Proudhon para el desarrollo de una Constitución:

3.ª Conviene que en vez de refundir los Estados federados o las autoridades provinciales y municipales en una autoridad central, se reduzcan las atribuciones de ésta a un simple papel de iniciativa, garantía mutua y vigilancia, sin que sus decretos puedan ser ejecutados sino previo el visto bueno de los gobiernos confederados y por agentes puestos a sus órdenes, como sucede en la monarquía constitucional, donde toda orden que emana del rey no puede ser ejecutada sin el refrendo de un ministro.

¿No te recuerda a nuestra Constitución, toni?

Anónimo dijo...

Es cierto que a menudo se tiene de Proudhon una imagen deformada por algunas citas muy conocodas, como la relativa a la propiedad como "robo". Proudhon fue un pensador político complejo, y en su filiación hallamos, hoy día, ciertas corrientes de la izquierda libertaria, algunas de ellas democráticas y serias. Pero también es cierto que inspiró, involuntariamente, iniciativas anarquistas de índole terrorista. Digo "involuntariamente", de la misma forma que el planteamiento de la aniquilación del capitalismo propuesto por Marx y Engels propiciaron, "malgré eux", el totalitarismo leninista, que interpretó la praxis marxista como aniquilamiento de las personas, todo en base, naturalmente a mundos mejores y hombres nuevos. O que Goethe, a su manera y en menor o mayor medida, inspiró a los nacionalismos románticos y esencialistas que sembrarían de cadáveres el siglo veinte. Pero bueno, cada pensador es dueño de lo que escribe, y no es responsable de lo que asesinos, psicópatas, dictadores, locos y apparatchiks puedan hacer más o menos en su nombre, años más tarde.

Toni Ferraté dijo...

Enrique,

He descobert en Proudhon un ideòleg intemporal i actual del federalisme que sempre he defensat, amb el mèrit que Proudhon feia aquest discurs en un contexte d'una França profundament nacionalista, jacobina i centralista.

T'agraeixo les referències de "El Principio Federativo", especialment del capítol de "la Constitución Progressiva" que he llegit amb apassionament, i que incorporo en els meus referents predilectes.

Et responc, tot plegat em recorda a la nostra Constitució en la mesura que s'aprofundeix en el seu Capítol VIII i se'n fa una interpretació federalista en la mateixa línia del nou Estatut ratificat pel poble català el 2006. S'ha de dir, però, que la nostra Constitució prohibeix explícitament la federació de Comunitats Autònomes, punt que en el meu entendre s'hauria d'abolir en la propera modificació.

En canvi els fonaments de la nostra Constitució explicitats en l'Article 2 em semblen profundament antiproudhonians, regressius i pobres intelectualment:

Si els nazis haguessin escrit...

"El III Reich se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación alemana, patria común e indivisible de todos los arios"

...crec que ningú dubtaria que els seus fonaments eren pobres de solemnitat i nacionalistes excloents.


Ben cordialment,
Toni

Enrique Suárez dijo...

Pues sí toni, no habría ningún problema si no hubiera que defender una patria. Quizás sea un concepto caducado, pero posiblemente se haya desdeñado por sus connotaciones franquistas, y militares.
¿Qué problema habría si los catalanes, vascos, gallegos, y demás comunidades, aceptarán como patria la española?.
¿Qué problema tendríamos los españoles en aceptar como naciones, autonomías, regiones, o agrupaciones comarcales, a todas las que fueran capaces de constituirse?.
Patria es un concepto usurpado por el franquismo, que sería bueno que recuperáramos para todos los españoles, y tal vez así, con un supra-concepto de cohesión, no habría tantos problemas para el debate de los conceptos como nación, federalismo o lo que fuera.

Sí, Proudhon, en algunos conceptos avanzó más que la mayoría de las constituciones actuales, como la europea. El concepto de Constitución progresiva se está llevando a la práctica en el mercado (espacios, euro, directivas), pero no se puede establecer en la política por que hay fuerzas que se oponen, y ahí está el fracaso de la Constitución Europea.
Me alegro de haberte congraciado con Proudhon.

Un saludo.
Enrique Suárez Retuerta

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