No van a resolver nada, van a complicarlo todo, cada día más. La gente no se da cuenta de que eso es lo que viene ocurriendo en este país desde hace muchos años. El origen del problema viene de lejos, no sabría identificar el principio de la catástrofe, pero si hay cosas que han ido acumulándose hasta llegar a la penosa situación en la que nos encontramos.
En primer lugar quiero reseñar, la causa fundamental de todos nuestros problemas: la democracia tutelada por los partidos políticos que disfrutamos en España. Cuando se hizo la Constitución en 1978 quienes participaron en ella provenían en su totalidad del imaginario del franquismo de la postguerra, y porque no decirlo, de los fantasmas latentes de la guerra civil de 1936-1939, de la Segunda Guerra Mundial posterior, de la guerra fría de los años sesenta, de los bloques Este-Oeste y Norte-Sur, del capitalismo enfrentado al socialismo. Quienes diseñaron nuestra Constitución tuvieron miedo a la libertad, no confiaron en que el pueblo pudiera gobernarse a sí mismo y crearon una intermediación inefable: los partidos políticos, que cumplieron su función para canalizar el deseo de una participación política en los primeros años de democracia, pero posteriormente se han ido convirtiendo en organizaciones sectarias, corruptas y mafiosas que han actuado más por mecanismos de supervivencia propia para sus miembros y cofradías, que por una función social o de servicio público.
En segundo lugar, desde 1975 hasta ahora se ha producido una paulatina desideologización real de las formaciones políticas, que al mismo tiempo se han ido cosificando en bloques cotrapuestos, por la izquierda y derecha, por los nacionalismos y particularismos. La izquierda ha abandonado la autocrítica para abrazar la perpetuación en el poder, la derecha ha dejado atrás su modelo autoritario para confundirse con la izquierda en propuestas sociales, llegando a mezcarse ambas en un partido único, híbrido y alternante. La coerción ejercida desde las cúpulas de las formaciones políticas, tal vez también la ineptitud de sus dirigentes y la selección inversa, alzando a los peores sobre los mejores, ha terminado creando aparatos de poder que cada día se han alejado más de la democracia, aproximándose al sectarismo, el nepotismo, y la decadencia sin fin de sus miembros. La izquierda se ha convertido en la izmierda (legión de parásitos que viven de lo público sin merecérselo) y la derecha en la deshecha (legión de parásitos que viven de adorar a sus jefes), aunque a veces se intercambien los patrones, entre ambas forman la casta, auténtico órgano de opresión y coerción que ejerce la tiranía política en España.
Todo esto se ha acompañado de una desbordada avaricia de los miembros de la casta formada por todos los partidos políticos, incluidos los nacionalistas que solo son versiones locales de los anteriores que aducen sus diferencias para trincar más en sus lugares de origen. Los sueldos de los políticos se han multiplicado por cinco mientras el SMI (salario mínimo interprofesional) apenas ha subido un 25 % en los últimos diez años.
Un tercer factor, relevante ha sido la presencia de la fragmentación del poder y los recursos del Estado con el proceso de transferirlo a las autonomías, algo en lo que los nacionalistas tienen la máxima responsabilidad, pues al tiempo que iban exigiendo cada vez más control de su gestión de recursos, eso ha hecho que todas las demás comunidades no nacionalistas vayan detrás, para no crear una desigualdad insoportable entre ellas. La gestión ha sido nefasta, cara, sinsentido y sinrazón durante muchos años, más orientada a repartir recursos entre los que favorecían la segregación de España que su unidad y cohesión, a ello han contribuido el PSOE, representante máximo de la izmierda española y el PP, representante supremo de la deshecha española, débiles en sus posiciones, siempre confrontadas, atenazados para sacar los presupuestos adelante, cediendo poder del Estado o renunciando a cualquier ley con sentido común si no satisfacía a todo el mundo.
El cuarto factor ha sido precisamente ese, la baja calidad democrática y política de los gobernantes de este país desde hace décadas, más orientados a su propio narcisismo y organizar los pesebres para sus feligreses que a resolver los problemas de los españoles. Eso ha conducido a un enfrentamiento sectario sin precedentes, a una tensión inusitada, a una censura y una peste de propaganda incesante, que cada día ha ido a más, impidiendo que la mayoría de los ciudadanos pudieran conocer, ni de lejos la realidad del país en el que vivían. Aquí nos hemos entretenido con las mayores chorradas que se les ha ocurrido a los mesiánicos líderes espirituales que nos ha concedido el destino, olvidándonos del origen y procedencia de las lentejas que tenemos que comer todos los días.
El quinto factor ha sido la corrupción, el PSOE administró durante los ocho últimos años que gobernó cerca de nueve billones de euros, lo que en las antiguas pesetas es más de 1.500 billones, no fue suficiente con lo recaudado, y a Zapatero no se le ocurrió otra cosa que endeudarnos a todos en medio billón de euros para tapar la catástrofe que había organizado, mientras Mariano Rajoy leía El Marca cada día diciendo que él ya se encontraba en el futuro, esperando a que se cayera por si mismo el rival, porque fue incapaz de derribarlo por sus propios medios, y una vez que ha llegado al Gobierno, apresurarse en ocultar todo lo ocurrido a los españoles no vaya a ser que ocurra algo peor de lo que ocurre, sin pedir responsabilidades a nadie por el fiasco y mendigando ayuda de Europa para seguir manteniendo la estructura de la mangancia que se ha creado en este país.
A todos estos factores se añade la ausencia de los mecanismos de control de una democracia que hubieran evitado la catástrofe y que en España han sido inexistentes, porque la casta política no ha sido capaz de legislar nunca contra sus privilegios, aunque supusieran un perjuicio para los ciudadanos; la justicia española ni está ni se la espera para juzgar los crímenes contra la razón que han cometido los políticos y los medios de comunicación nunca han ido contra el poder desde que se murió Franco, entre otras cosas porque la inmensa mayoría viven más de las subvenciones que les proporciona el poder que de las audiencias que son capaces de mantener. Si a esto añadimos que los funcionarios españoles se han limitado a pasar desapercibidos y sostener su posición a pesar de las barbaridades contempladas, ya tenemos el ecosistema complejo que permite que las cotas de corrupción en nuestro país sean inestimables. No podemos olvidarnos de las Cajas de Ahorros transformadas en bancos quebrados para ocultar los desmanes cometidos, que ahora serán intervenidas para seguir ocultándolos hasta que ya nunca podamos saber como entidades que eran rentables hasta hace una década se han ido a la mierda, yo creo que tras su quiebra está la participación de todos los partidos políticos y sindicatos que formaban sus Consejos de Administración y literalmente las han vacíado, para propósitos inefables e inexplicables, como crear redes de privilegio para los suyos.
¿Y los ciudadanos qué hemos hecho?, la inmensa mayoría lo que les enseñó Franco: no meterse en política que es una cosa muy fea, acudir a las urnas cada cuatro años como borregos para votar por aquellos que movieran sus motivos para creer aunque les estuvieran despojando y someterse a lo que mandaran los señores políticos, que este pueblo tiene muy incrustado el ¡viva las caenas!. Nada más, ahora darse cuenta de la estafa, quejarse, reclamar al maestro armero , pero ya de poco sirve.
Nos espera un panorama desolador, no hay solución para los problemas que tenemos, si no se toman las medidas adecuadas como reducir el coste de la administración pública un 50 % y realizar una persecución de la corrupción y el fraude con diez o doce años de efecto retroactivo, haciendo que aparezca el dinero que han trincado los miembros de todos los partidos políticos, aunque sea vendiendo sus patrimonios personales y reclamando sus fondos en paraisos fiscales, a ver si podemos pagar parte de la deuda pública que nos está asfixiando. Aquí se ha robado mucho y en algún lado debe estar, ¿pero van a investigarse el PSOE-PP entre ellos?, no creo, como no sea a la fuerza, para eso tendríamos que tener unas instituciones que funcionaran, unos medios de comunicación libres adheridos a los intereses ciudadanos y una justicia independiente del poder político y también del económico, así que mis queridos compatriotas pónganse en lo peor o más allá.
Enrique Suárez
En primer lugar quiero reseñar, la causa fundamental de todos nuestros problemas: la democracia tutelada por los partidos políticos que disfrutamos en España. Cuando se hizo la Constitución en 1978 quienes participaron en ella provenían en su totalidad del imaginario del franquismo de la postguerra, y porque no decirlo, de los fantasmas latentes de la guerra civil de 1936-1939, de la Segunda Guerra Mundial posterior, de la guerra fría de los años sesenta, de los bloques Este-Oeste y Norte-Sur, del capitalismo enfrentado al socialismo. Quienes diseñaron nuestra Constitución tuvieron miedo a la libertad, no confiaron en que el pueblo pudiera gobernarse a sí mismo y crearon una intermediación inefable: los partidos políticos, que cumplieron su función para canalizar el deseo de una participación política en los primeros años de democracia, pero posteriormente se han ido convirtiendo en organizaciones sectarias, corruptas y mafiosas que han actuado más por mecanismos de supervivencia propia para sus miembros y cofradías, que por una función social o de servicio público.
En segundo lugar, desde 1975 hasta ahora se ha producido una paulatina desideologización real de las formaciones políticas, que al mismo tiempo se han ido cosificando en bloques cotrapuestos, por la izquierda y derecha, por los nacionalismos y particularismos. La izquierda ha abandonado la autocrítica para abrazar la perpetuación en el poder, la derecha ha dejado atrás su modelo autoritario para confundirse con la izquierda en propuestas sociales, llegando a mezcarse ambas en un partido único, híbrido y alternante. La coerción ejercida desde las cúpulas de las formaciones políticas, tal vez también la ineptitud de sus dirigentes y la selección inversa, alzando a los peores sobre los mejores, ha terminado creando aparatos de poder que cada día se han alejado más de la democracia, aproximándose al sectarismo, el nepotismo, y la decadencia sin fin de sus miembros. La izquierda se ha convertido en la izmierda (legión de parásitos que viven de lo público sin merecérselo) y la derecha en la deshecha (legión de parásitos que viven de adorar a sus jefes), aunque a veces se intercambien los patrones, entre ambas forman la casta, auténtico órgano de opresión y coerción que ejerce la tiranía política en España.
Todo esto se ha acompañado de una desbordada avaricia de los miembros de la casta formada por todos los partidos políticos, incluidos los nacionalistas que solo son versiones locales de los anteriores que aducen sus diferencias para trincar más en sus lugares de origen. Los sueldos de los políticos se han multiplicado por cinco mientras el SMI (salario mínimo interprofesional) apenas ha subido un 25 % en los últimos diez años.
Un tercer factor, relevante ha sido la presencia de la fragmentación del poder y los recursos del Estado con el proceso de transferirlo a las autonomías, algo en lo que los nacionalistas tienen la máxima responsabilidad, pues al tiempo que iban exigiendo cada vez más control de su gestión de recursos, eso ha hecho que todas las demás comunidades no nacionalistas vayan detrás, para no crear una desigualdad insoportable entre ellas. La gestión ha sido nefasta, cara, sinsentido y sinrazón durante muchos años, más orientada a repartir recursos entre los que favorecían la segregación de España que su unidad y cohesión, a ello han contribuido el PSOE, representante máximo de la izmierda española y el PP, representante supremo de la deshecha española, débiles en sus posiciones, siempre confrontadas, atenazados para sacar los presupuestos adelante, cediendo poder del Estado o renunciando a cualquier ley con sentido común si no satisfacía a todo el mundo.
El cuarto factor ha sido precisamente ese, la baja calidad democrática y política de los gobernantes de este país desde hace décadas, más orientados a su propio narcisismo y organizar los pesebres para sus feligreses que a resolver los problemas de los españoles. Eso ha conducido a un enfrentamiento sectario sin precedentes, a una tensión inusitada, a una censura y una peste de propaganda incesante, que cada día ha ido a más, impidiendo que la mayoría de los ciudadanos pudieran conocer, ni de lejos la realidad del país en el que vivían. Aquí nos hemos entretenido con las mayores chorradas que se les ha ocurrido a los mesiánicos líderes espirituales que nos ha concedido el destino, olvidándonos del origen y procedencia de las lentejas que tenemos que comer todos los días.
El quinto factor ha sido la corrupción, el PSOE administró durante los ocho últimos años que gobernó cerca de nueve billones de euros, lo que en las antiguas pesetas es más de 1.500 billones, no fue suficiente con lo recaudado, y a Zapatero no se le ocurrió otra cosa que endeudarnos a todos en medio billón de euros para tapar la catástrofe que había organizado, mientras Mariano Rajoy leía El Marca cada día diciendo que él ya se encontraba en el futuro, esperando a que se cayera por si mismo el rival, porque fue incapaz de derribarlo por sus propios medios, y una vez que ha llegado al Gobierno, apresurarse en ocultar todo lo ocurrido a los españoles no vaya a ser que ocurra algo peor de lo que ocurre, sin pedir responsabilidades a nadie por el fiasco y mendigando ayuda de Europa para seguir manteniendo la estructura de la mangancia que se ha creado en este país.
A todos estos factores se añade la ausencia de los mecanismos de control de una democracia que hubieran evitado la catástrofe y que en España han sido inexistentes, porque la casta política no ha sido capaz de legislar nunca contra sus privilegios, aunque supusieran un perjuicio para los ciudadanos; la justicia española ni está ni se la espera para juzgar los crímenes contra la razón que han cometido los políticos y los medios de comunicación nunca han ido contra el poder desde que se murió Franco, entre otras cosas porque la inmensa mayoría viven más de las subvenciones que les proporciona el poder que de las audiencias que son capaces de mantener. Si a esto añadimos que los funcionarios españoles se han limitado a pasar desapercibidos y sostener su posición a pesar de las barbaridades contempladas, ya tenemos el ecosistema complejo que permite que las cotas de corrupción en nuestro país sean inestimables. No podemos olvidarnos de las Cajas de Ahorros transformadas en bancos quebrados para ocultar los desmanes cometidos, que ahora serán intervenidas para seguir ocultándolos hasta que ya nunca podamos saber como entidades que eran rentables hasta hace una década se han ido a la mierda, yo creo que tras su quiebra está la participación de todos los partidos políticos y sindicatos que formaban sus Consejos de Administración y literalmente las han vacíado, para propósitos inefables e inexplicables, como crear redes de privilegio para los suyos.
¿Y los ciudadanos qué hemos hecho?, la inmensa mayoría lo que les enseñó Franco: no meterse en política que es una cosa muy fea, acudir a las urnas cada cuatro años como borregos para votar por aquellos que movieran sus motivos para creer aunque les estuvieran despojando y someterse a lo que mandaran los señores políticos, que este pueblo tiene muy incrustado el ¡viva las caenas!. Nada más, ahora darse cuenta de la estafa, quejarse, reclamar al maestro armero , pero ya de poco sirve.
Nos espera un panorama desolador, no hay solución para los problemas que tenemos, si no se toman las medidas adecuadas como reducir el coste de la administración pública un 50 % y realizar una persecución de la corrupción y el fraude con diez o doce años de efecto retroactivo, haciendo que aparezca el dinero que han trincado los miembros de todos los partidos políticos, aunque sea vendiendo sus patrimonios personales y reclamando sus fondos en paraisos fiscales, a ver si podemos pagar parte de la deuda pública que nos está asfixiando. Aquí se ha robado mucho y en algún lado debe estar, ¿pero van a investigarse el PSOE-PP entre ellos?, no creo, como no sea a la fuerza, para eso tendríamos que tener unas instituciones que funcionaran, unos medios de comunicación libres adheridos a los intereses ciudadanos y una justicia independiente del poder político y también del económico, así que mis queridos compatriotas pónganse en lo peor o más allá.
Enrique Suárez
3 comentarios:
Enrique, estoy de acuerdo en todo menos en una cosa: nueve billones de euros son mil quinientos billones de pesetas. Y para llegar al trillón de pesetas habría que multiplicar esa cifra por sescientos sesenta y seis.
Pues tienes razón fractalio, gracias por la correción.
Todo se resume a esto
Tenemos unos politicos nefastos
Lo malo es que la Historia de España nos dice que esto, ESTO, es la normalidad.
Que los politicos españoles han destrozado España una y otra vez
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es
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