Las crónicas refieren lo acontecido en aquellos tiempos, corría el mes de marzo de 2004 en una España harta de sí misma, que un buen día lloró desconosolada porque unos trenes de cercanías hirieron su futuro en los alrededores de la capital, dejando 200 muertos desparramados por los andenes y las vías. Aquel Gobierno de Aznar atribuyó a ETA, en primera instancia, la vesania, pero resultó que habían sido Al Qaeda, en compañía de un exminero asturiano diagnosticado de esquizofrenia, los causantes del genocidio, al menos es lo que se deduce de lo que se juzgó, otra cosa es que lo que se juzgara fuera todo lo que ocurrió.
Rubalcaba, por aquellas fechas, bien relacionado con sus topos, soltó el agitprop del pásalo y la frase memorable de “necesitamos un gobierno que no nos mienta”, para abrir las calles a los oclócratas enlobados, dispuestos al asalto de las instituciones. La jugada convirtió a un neófito paladín del buenismo adanista más ambicioso, en Presidente de Gobierno por castigo a la osadía de Aznar de cambiar a código anglosajón nuestro eje de relaciones internacionales.
Los socialistas del PSOE, que salían de perdedores en las encuestas triunfaron en las elecciones, comenzando una auténtica epopeya revolucionaria en la ilusión de que habían tomado el poder al asalto, aliándose de forma sobrevenida con los terroristas que pretendían y lograron, de forma criminal, cambiar el destino de nuestro país. Las instituciones se llenaron de fanáticos, y se inició la transformación más chabacana y degenerada de la historia de nuestro país; España, se instrumentalizó en discutida y discutible, para servir a los intereses de apropiación indebida de la alianza nacional-socialista y la exclusión, en forma de cordón sanitario, del principal partido de la oposición, el Partido Popular de Mariano Rajoy.
Mientras funcionaron con los ahorros acumulados en forma de superavit, la deuda saneada y los 2,3 millones de parados no se notó demasiado la ineptitud de los gobernantes, que vivieron días de vino y rosas, creando procesos de paz con los criminales de ETA, despreciando a sus víctimas, al tiempo que la soberbia del líder planetario de las cejas circunflejas nos llevaba a los españoles a la vanguardia internacional creando una Alianza de Civilizaciones, birlándole al descuido la idea a Alí Jamenei, el opositor iraní.
En aras de un supuesto progreso, la vieja y cerrada España se llenó de inmigrantes con una política de puertas abiertas que ha llevado su presencia hasta el 15 % de la población (unos 6-7 millones de colonos provenientes de Marruecos, Rumanía e Iberoamérica). Ciertamente, España siempre fue tierra de paso, y la inmigración no es en principio negativa para la economía de un país, porque se mueve por el mundo a la búsqueda de oportunidades para su supervivencia. Peor es para la economía de nuestro país, la clase parásita de los autóctonos afincados en los pesebres gubernamentales de PERs, proyectos sindicales y subsidios.
En la España de aquellos tiempos descubrimos que los españoles éramos unos insensatos criminales que nos intoxicábamos con todo lo que teníamos a mano: alcohól, tabaco o hamburguesas, que conducíamos borrachos y vivíamos felices en nuestra inconsciencia. Supimos que el aborto para niñas de 16 años era progreso, que los homosexuales podían casarse y que los machos españoles eran, sin excepción, unos potenciales asesinos. Todavía nadie nos ha contado desde el Gobierno que la tasa de feminicidios española es una de las más bajas de Europa, junto con la de Portugal e Irlanda, pero esto no ha impedido que se concedieran ingentes cantidades de dinero para dotar de sueldo a todas las feministas del país, encargadas de adoctrinar a la incivilizada población española en su doctrina fanática.
Tras la primera legislatura del cejismo que defendía la alegría con su corte de bufones apesebrados, descubrimos que España sería el único país de la OCDE que no tendría crisis económica, exclusivamente para tras el engaño al electorado y el de Solbes a Pizarro en la televisión, el PSOE, tras una auténtica estafa electoral a los ciudadanos, accediera de nuevo al Gobierno. En tan solo dos años, la España inmune a la ruina, se convirtió en el país más atenazado de Europa por la crisis económica, el déficit, la deuda y el desempleo, desde el Gobierno se reaccióno demasiado tarde, cuando el país estaba anegado de deuda y paro, y tras haber repartido dinero a espuertas entre todos los ayuntamientos y hecho donaciones millonarias a las causas más variopintas, exclusivamente en el ámbito de las creencias del socialismo. Llegó la sentencia del Estatut del PSOE (Leire Pajín) y resultó que era inconstitucional, el propio Parlamento español había dado por bueno un adefesio ilegal a instancias de Zapatero gracias a la alianza de la oclocracia nacional-socialista y la exclusión del PP.
El Estado de Derecho se fue al carajo en la primera legislatura, al igual que la Constitución y los derechos fundamentales de los españoles, el Fiscal General del Estado se convirtió en Fiscal General del Gobierno, incluso con asistencia al Consejo de Ministros, lográndose un secuestro de la justicia por la política impropio de una democracia. El legado de Zapatero incluirá por primera vez una pérdida de derechos sociales, una subida extravagante de impuestos, un secuestro de la vida privada de los españoles y un adoctrinamiento insoportable en las verdades del socialismo y el pensamiento políticamente correcto.
Hoy España está hecha una mierda gracias al PSOE, los sindicatos, los nacionalistas, la oposición del PP que no supo librarse del atenazamiento y once millones de españoles que hoy saben que ir a votar con alegría siguiendo los engaños de los políticos les puede llevar a la situación más penosa y decrépita de sus vidas, con un futuro hipotecado para los veinte próximos años.
¿Pero quién puede negar que gracias a Zapatero los españoles hemos logrado entender los entresijos de la política?. Si no hubiera sido por su obra imperecedera la mayoría de los españoles todavía seguiríamos pensando que los políticos se ocupan de procurarnos bienestar en vez de malestar, que el servicio público prevalecería sobre la esquilmación de lo público. Nunca con anterioridad, los españoles hemos tenido una conciencia más diáfana sobre la impagada labor de los representantes públicos, muchos con ingresos más elevados que los controladores aéreos y con derechos aristocráticos en el ámbito político, económico, social y jurídico.
Mientras tanto el PSOE espera que las elecciones lo salven con una derrota purificadora para quedar exentos de los destrozos ocasionados e inmunes a la exigencia de cualquier responsabilidad por parte de los ciudadanos a los que han conducido a la ruina, a las cotas más bajas de credibilidad política, y a la extraña sensación de que sus representantes políticos miran más por sus intereses personales que por los de sus representados.
El PSOE es un gran barco de velas negras que navega por el océano de la opinión pública con una tripulación de cadáveres políticos guiados por el leonés errante hasta los confines del olvido. Posiblemente nunca más vuelva a gobernar España una vez que salga del poder, cuando se derrumbe el aparato de propaganda y medios de comunicación que ha proyectado sus mentiras, muchos españoles se van a echar las manos a la cabeza y van a exigir responsabilidades civiles y penales a los gobernantes más ineptos de la historia de España. En el PSOE lo saben y no están dispuestos a abandonar el magnífico modus vivendi que han mantenido durante los últimos seis años, explotando a los españoles, para hacer coincidir la realidad con su fanatismo. Si fueron capaces de llenar de mierda tóxica la política de este país, cuando no peligraban sus poltronas, ¿qué no serán capaces de hacer cuándo vean que pueden engrosar las listas del paro, porque para lo único que sirven es para jodernos la vida desde la política?.
Pero sin duda será mucho mejor enviar al paro a los políticos socialistas que han arruinado este país, mucho más que los Gobiernos británicos, franceses, alemanes, holandeses, daneses, noruegos, suecos o italianos han hecho con los suyos, que enviar al paro a la mitad de los españoles porque el leonés errante siga en el Gobierno. Socialismo en el poder, paro, ruina, ignorancia , miseria, y mucha propaganda, era de esperar. ¿Pero qué se habrán creído que son estos soberbios fundamentalistas de sí mismos?. Y todavía, entre todos ellos, nadie ha pedido disculpas siquiera.
Biante de Priena
Rubalcaba, por aquellas fechas, bien relacionado con sus topos, soltó el agitprop del pásalo y la frase memorable de “necesitamos un gobierno que no nos mienta”, para abrir las calles a los oclócratas enlobados, dispuestos al asalto de las instituciones. La jugada convirtió a un neófito paladín del buenismo adanista más ambicioso, en Presidente de Gobierno por castigo a la osadía de Aznar de cambiar a código anglosajón nuestro eje de relaciones internacionales.
Los socialistas del PSOE, que salían de perdedores en las encuestas triunfaron en las elecciones, comenzando una auténtica epopeya revolucionaria en la ilusión de que habían tomado el poder al asalto, aliándose de forma sobrevenida con los terroristas que pretendían y lograron, de forma criminal, cambiar el destino de nuestro país. Las instituciones se llenaron de fanáticos, y se inició la transformación más chabacana y degenerada de la historia de nuestro país; España, se instrumentalizó en discutida y discutible, para servir a los intereses de apropiación indebida de la alianza nacional-socialista y la exclusión, en forma de cordón sanitario, del principal partido de la oposición, el Partido Popular de Mariano Rajoy.
Mientras funcionaron con los ahorros acumulados en forma de superavit, la deuda saneada y los 2,3 millones de parados no se notó demasiado la ineptitud de los gobernantes, que vivieron días de vino y rosas, creando procesos de paz con los criminales de ETA, despreciando a sus víctimas, al tiempo que la soberbia del líder planetario de las cejas circunflejas nos llevaba a los españoles a la vanguardia internacional creando una Alianza de Civilizaciones, birlándole al descuido la idea a Alí Jamenei, el opositor iraní.
En aras de un supuesto progreso, la vieja y cerrada España se llenó de inmigrantes con una política de puertas abiertas que ha llevado su presencia hasta el 15 % de la población (unos 6-7 millones de colonos provenientes de Marruecos, Rumanía e Iberoamérica). Ciertamente, España siempre fue tierra de paso, y la inmigración no es en principio negativa para la economía de un país, porque se mueve por el mundo a la búsqueda de oportunidades para su supervivencia. Peor es para la economía de nuestro país, la clase parásita de los autóctonos afincados en los pesebres gubernamentales de PERs, proyectos sindicales y subsidios.
En la España de aquellos tiempos descubrimos que los españoles éramos unos insensatos criminales que nos intoxicábamos con todo lo que teníamos a mano: alcohól, tabaco o hamburguesas, que conducíamos borrachos y vivíamos felices en nuestra inconsciencia. Supimos que el aborto para niñas de 16 años era progreso, que los homosexuales podían casarse y que los machos españoles eran, sin excepción, unos potenciales asesinos. Todavía nadie nos ha contado desde el Gobierno que la tasa de feminicidios española es una de las más bajas de Europa, junto con la de Portugal e Irlanda, pero esto no ha impedido que se concedieran ingentes cantidades de dinero para dotar de sueldo a todas las feministas del país, encargadas de adoctrinar a la incivilizada población española en su doctrina fanática.
Tras la primera legislatura del cejismo que defendía la alegría con su corte de bufones apesebrados, descubrimos que España sería el único país de la OCDE que no tendría crisis económica, exclusivamente para tras el engaño al electorado y el de Solbes a Pizarro en la televisión, el PSOE, tras una auténtica estafa electoral a los ciudadanos, accediera de nuevo al Gobierno. En tan solo dos años, la España inmune a la ruina, se convirtió en el país más atenazado de Europa por la crisis económica, el déficit, la deuda y el desempleo, desde el Gobierno se reaccióno demasiado tarde, cuando el país estaba anegado de deuda y paro, y tras haber repartido dinero a espuertas entre todos los ayuntamientos y hecho donaciones millonarias a las causas más variopintas, exclusivamente en el ámbito de las creencias del socialismo. Llegó la sentencia del Estatut del PSOE (Leire Pajín) y resultó que era inconstitucional, el propio Parlamento español había dado por bueno un adefesio ilegal a instancias de Zapatero gracias a la alianza de la oclocracia nacional-socialista y la exclusión del PP.
El Estado de Derecho se fue al carajo en la primera legislatura, al igual que la Constitución y los derechos fundamentales de los españoles, el Fiscal General del Estado se convirtió en Fiscal General del Gobierno, incluso con asistencia al Consejo de Ministros, lográndose un secuestro de la justicia por la política impropio de una democracia. El legado de Zapatero incluirá por primera vez una pérdida de derechos sociales, una subida extravagante de impuestos, un secuestro de la vida privada de los españoles y un adoctrinamiento insoportable en las verdades del socialismo y el pensamiento políticamente correcto.
Hoy España está hecha una mierda gracias al PSOE, los sindicatos, los nacionalistas, la oposición del PP que no supo librarse del atenazamiento y once millones de españoles que hoy saben que ir a votar con alegría siguiendo los engaños de los políticos les puede llevar a la situación más penosa y decrépita de sus vidas, con un futuro hipotecado para los veinte próximos años.
¿Pero quién puede negar que gracias a Zapatero los españoles hemos logrado entender los entresijos de la política?. Si no hubiera sido por su obra imperecedera la mayoría de los españoles todavía seguiríamos pensando que los políticos se ocupan de procurarnos bienestar en vez de malestar, que el servicio público prevalecería sobre la esquilmación de lo público. Nunca con anterioridad, los españoles hemos tenido una conciencia más diáfana sobre la impagada labor de los representantes públicos, muchos con ingresos más elevados que los controladores aéreos y con derechos aristocráticos en el ámbito político, económico, social y jurídico.
Mientras tanto el PSOE espera que las elecciones lo salven con una derrota purificadora para quedar exentos de los destrozos ocasionados e inmunes a la exigencia de cualquier responsabilidad por parte de los ciudadanos a los que han conducido a la ruina, a las cotas más bajas de credibilidad política, y a la extraña sensación de que sus representantes políticos miran más por sus intereses personales que por los de sus representados.
El PSOE es un gran barco de velas negras que navega por el océano de la opinión pública con una tripulación de cadáveres políticos guiados por el leonés errante hasta los confines del olvido. Posiblemente nunca más vuelva a gobernar España una vez que salga del poder, cuando se derrumbe el aparato de propaganda y medios de comunicación que ha proyectado sus mentiras, muchos españoles se van a echar las manos a la cabeza y van a exigir responsabilidades civiles y penales a los gobernantes más ineptos de la historia de España. En el PSOE lo saben y no están dispuestos a abandonar el magnífico modus vivendi que han mantenido durante los últimos seis años, explotando a los españoles, para hacer coincidir la realidad con su fanatismo. Si fueron capaces de llenar de mierda tóxica la política de este país, cuando no peligraban sus poltronas, ¿qué no serán capaces de hacer cuándo vean que pueden engrosar las listas del paro, porque para lo único que sirven es para jodernos la vida desde la política?.
Pero sin duda será mucho mejor enviar al paro a los políticos socialistas que han arruinado este país, mucho más que los Gobiernos británicos, franceses, alemanes, holandeses, daneses, noruegos, suecos o italianos han hecho con los suyos, que enviar al paro a la mitad de los españoles porque el leonés errante siga en el Gobierno. Socialismo en el poder, paro, ruina, ignorancia , miseria, y mucha propaganda, era de esperar. ¿Pero qué se habrán creído que son estos soberbios fundamentalistas de sí mismos?. Y todavía, entre todos ellos, nadie ha pedido disculpas siquiera.
Biante de Priena
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