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martes, 6 de abril de 2010

La justicia en España


Algunos amigos que trabajan en el ámbito de la justicia me comunican que la tensión política sigue creciendo entre los magistrados españoles. Los lobbys discretos del pasado se han transformado en bandos claros y definidos. Se ha trasladado a los foros de acceso restringido la presión que la política está ejerciendo en la calle. Los conflictos entre jueces “progresistas”, que apoyan al Gobierno, y los que no apoyan al Gobierno (conservadores, apolíticos) se incrementan paulatinamente.

Los jueces progresistas, defienden a Garzón, por supuesto, mientras que la inmensa mayoría, aún a pesar de la lesión que producirá su juicio en la institución, desean que se le juzgue, porque Don Baltasar es el paradigma de la actuación politizada. Nunca en la historia de España, la justicia se ha parecido más al fútbol por su confrontación entre facciones permanente, parece que están jugando una liga oculta cada temporada. Aunque también recuerda a la política en campaña electoral sin fin.

Los abogados, cada día comprueban que las sentencias son más heterogéneas, dependiendo del juez que corresponda. Así, un juez afín al Gobierno, puede decir prácticamente lo contrario que un juez contrario al Gobierno, utilizando los mismos códigos legales. Cierto es que la justicia debe ser relativa y ecuánime, pero no hasta el punto de que haya jueces que tengan más sentencias rechazadas por los Tribunales Superiores de Justicia, que aceptadas como válidas.

La justicia debe estar siempre y en toda circunstancia por encima de la política y no puede, ni debe, dejarse contaminar por ella, porque en el momento que eso ocurra estaremos viviendo en un régimen totalitario aunque lo denominemos democracia.

Si Alfonso Guerra asesinó a Montesquieu en España, José Luis ha retirado la huella de su recuerdo definitivamente gracias a la ley de memoria histórica. El PSOE ha aprendido la lección que le costó perder las elecciones en la época de Felipe González, porque debemos recordar que gracias al caso del GAL y a los de Filesa, Matesa y Time Sport, o algunas secuelas como lo de Roldán, que fueron juzgados en los tribunales españoles, los ciudadanos de este país pudimos comprobar los extraordinarios niveles de corrupción política y económica alcanzados por el PSOE, lo que produjo el vuelco en las urnas, y el triunfo electoral del PP, desde entonces trabajan con prevención, manipulando los medios de comunicación con subvenciones y la justicia con admoniciones.

Por eso ahora siguen insistiendo, en su afición al totalitarismo, con el amordazamiento de jueces independientes, con la promoción de jueces supuestamente progresistas, con legislaciones sectarias que están produciendo presos políticos en España en pleno siglo XXI, con barbaridades sin fin, con tal de imponer su orden, el único posible para ellos, que es un orden que nada tiene que ver con la armonía, si no con la violencia perfectamente urdida, el acoso y el maltrato de los ciudadanos, especialmente, de todos los que no piensan como ellos.

A estas cosas, la escuadra mediática que sostiene al régimen corrupto en el que ocurren estas cosas, lo denominan progreso y avance social (lo que no es de extrañar porque son las mismas que defienden Cuba como ejemplo de respeto a los Derechos Humanos), es decir, traducido al castellano, que los mismos puedan seguir blindados en las poltronas, mientras alcanzamos los 4,7 millones de parados (cifras sin maquillar) y el déficit económico debido al despilfarro institucional más elevado de nuestra historia. Nunca en la democracia española se ha tratado de manipular tanto a la justicia como ahora, nunca se ha manipulado tanto la información como ahora, vivimos sobre una realidad de propaganda permanente.

Desde el Gobierno, tienen la vana esperanza de que lograrán convencer a los jueces no progresistas para que les echen una mano apelando al olvido, con propaganda y premios a los afines, mientras muestran las vergüenzas de todos los demás (ansían el Gürtell y el caso Matas, como si no existiera el Pretoria o el sobrecoste del Puerto de Gijón de 200 millones de euros) y tratan de ocultar la enorme mierda en que han convertido el Estado y todas sus instituciones bajo su mandato. Pero si da igual que la oculten de la vista, porque huele a podrido en toda España, hasta en las Canarias, sólo hay que encender la televisión y la peste no se puede aguantar.

Biante de Priena

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