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sábado, 11 de octubre de 2008

Democracia restringida contra Democracia liberal

Tras la caída del muro de Berlín, en el año 1989, el decadente modelo del socialismo real, vigente en los países al otro lado del telón de acero, se derrumbó tan deprisa como un decorado teatral se retira del escenario tras el cambio de programa. China comenzó a aproximarse al sistema capitalista manteniendo todo el poder en manos del Estado, y las democracias latinoamericanas se “cubanizaron” considerablemente.

En la década de los noventa, en algunos países occidentales, como España o Reino Unido –antes había ocurrido en USA, Francia, Alemania, e Italia sin mayor fortuna-, comienza una cruzada de ocupación institucional por parte de los socialistas, re-presentados como socialdemócratas (su versión más light); su intención es cambiar el sistema democrático existente de origen liberal, abierto y plural, por una democracia restringida de finalidad supuestamente social, con fortalecimiento de los poderes del Estado, y exclusión paulatina de las alternativas que no compartieran credo con los nuevos predicadores, que poco a poco, van imponiendo la “dictadura de lo políticamente correcto” y comienzan a expandir su fe por Europa y Norteamérica. El candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama, que es liberal y no socialdemócrata tiene un recorrido social, pero nunca más allá del sentido común, pero el presidente español, Rodríguez Zapatero, Toni Blair y Gordon Brown en Reino Unido o los últimos secretarios generales de la ONU, los socialistas franceses, italianos, o alemanes son representantes conocidos de esta iniciativa.

En España la democracia liberal es sustituida por la democracia social, (en Reino Unido lo intentaron) lo que no pudieron hacer con un modelo político alternativo en el socialismo real, debido a la inadecuación política de las propuestas, la corrupción de las burocracias, y los planes quinquenales prevén conseguirlo en el seno de las democracias capitalistas, recortando la libertad de los ciudadanos al tiempo que incrementan el poder del Estado.

El poder del Estado, la libertad de los ciudadanos

La ocupación de la democracia liberal por la socialdemocracia conduce inicialmente a un cierre atenazador del Estado sobre las posibilidades evolutivas de la ciudadanía. Desde entonces, el modelo socialista sostiene que no hay más democracia que la social, la que se ocupa del bienestar común, y la que para ello no ve inconveniente en la restricción de las libertades individuales, reunificando los poderes públicos en un totalitarismo light, en la dictadura cultural de valores solidarios, y en el aplastamiento de otros criterios que no sean aquellos que sirven a los que han tomado el poder con los votos, para quedarse en él como sea, manipulando la información, ejerciendo la propaganda hasta cotas insoportables, cada día más extravagantes.

Los once millones de inconscientes españoles que le dieron su voto al PSOE, además le han entregado su libertad de poder elegir otra alternativa. La normalidad es socialista, todo lo demás es anormal. La justicia deriva en justicia social, la comunicación en comunicación social, la política en política social, y el bienestar en bienestar social. Menos mal que todavía no se han atrevido a proponer que la única libertad debe ser también social.

La prevalencia de lo humano o lo individual sobre lo social, es calificada como no democrática, porque -a su entender- el ser humano sólo puede ser social. Se establece un código implícito de funcionamiento cultural, que discrimina entre lo bueno y lo malo de forma inmediata. Los pobres son buenos, los ricos malos. Los que piensan en términos exclusivamente sociales son demócratas, los que hablan de libertad son fascistas, los que critican a los socialistas no son buenos, los que no creen en los nuevos dioses son enemigos declarados, así se promueve el Islam, no por defender la libertad de creencia, sino para tratar de desplazar el cristianismo, como una fuente de valores tradicionales, y se preconiza el laicismo del Estado, cuando en realidad lo que se trata es de implantar una nueva doctrina desde el Estado que es el socialismo.

Deus ex machina

En la política ocurre lo mismo, quien no defiende lo social es un enemigo de la democracia y del pueblo, cuando en realidad quien defiende lo social es el mayor enemigo de la democracia y la libertad, de una democracia de ciudadanos libres y no ahormados a los intereses de los políticos socialistas.

El catecismo social trata de implantarse por medio de todos los recursos disponibles, con la Educación para la ciudadanía en la enseñanza, con la dictadura de la corrección política en los medios de comunicación, con la tutela de la justicia, y por supuesto, con la búsqueda de la destrucción de lo existente: comenzando por la nación española y acabando por la Constitución. Las legislaciones que se hacen desde hace años amparan el modelo, y la aplicación de las mismas las consolida.

Sólo hay un orden democrático posible y suficente, dicen, el que establecen demonizando los valores reales, naturales, culturales e historicos de la sociedad, para imponer el modelo alternativo: pacifista, feminista, revisionista histórico , social, liberticida, intolerante, unitario , represor y totalitario.

Cuando hablamos de crisis económica, como la que se está viviendo en el mundo, hay que pensar en términos políticos antes que económicos. El mercado no busca el bienestar social, sino el individual, se basa en la competitividad, no en la solidaridad. Por eso la crisis económica que estamos viviendo es una expresión de la libertad ante su potencial secuestro por las economías sociales, es una reacción de quienes poseen los recursos ante la usurpación de quienes pretenden poseerlos, sin merecérselos, utilizando el Estado como instrumento de ocupación, opresión, y privilegio.

Cuando los distintos Estados occidentales intervienen en el mercado, no están salvando el mercado, ni mucho menos, que ya se salvará por sí mismo, sino las empresas que se han ido al cuerno por haber sido ocupadas por los defensores del Estado, por quienes patrocinan una economía intervenida y dirigida, como en España es el caso de muchas Cajas de Ahorros ya quebradas. Estamos viviendo en España y a una escala discreta lo ocurrido anteriormente en los regímenes del Telón de Acero, en que las burocracias del partido crecieron tanto que acabaron con los recursos, conduciendo a la pobreza y el declive a los pueblos que estaban sometidos bajo el yugo del socialismo.

El dinero busca la libertad, la competitividad, el esfuerzo, el trabajo, en definitiva, su supervivencia en un mundo libre, y huye de las intervenciones estatales, de la ocupación de su territorio por la política, de la última vuelta de tuerca que pretenden los totalitarios sociales disfrazados de hombres de negocios, para imponer un orden pervertido de redistribución de los recursos, concediendo a los afines más de lo que les corresponde, mientras detraen a todos los demás mucho más de lo se debiera en justicia. Fíjense ustedes en el modelo de liberados sindicales, no para defender a los trabajadores sino para hacer propaganda favorable al Gobierno y tendrán un magnífico ejemplo de lo que está ocurriendo.

Por eso las bolsas bajan mientras le inyectan dinero desde el Estado, y bajarán más hasta que no las dejen respirar por sí mismas. El mercado no es una institución de bienestar social, sus reglas no dependen de la bondad pretendida de los propagandistas, su trayectoria se guía por cuestiones racionales y no por delirios pasionales. El crédito es una cuestión de confianza y libertad, pero es la ambición por su control por parte de algunos, con sus intervenciones, la que está destruyendo su fluidez.

El mercado ajeno al Estado es la mayor garantía de nuestra libertad. Cuando la bolsa desciende se está sacudiendo las cadenas que tratan de imponerle los predicadores de la socialdemocracia, que vienen a salvar el mundo, a costa de los demás. El mercado es inherente a la democracia liberal, todo lo que vaya contra la libertad va contra el mercado, la imposición de un modelo social unitario, de un orden mundial si se prefiere, que venga establecido por otra doctrina que no sea la liberal, no puede tener éxito. Con el régimen de Zapatero se pueden hacer negocios, otra cosa es creer en su bondad salvífica que forma parte exclusivamente de su arte propagandístico y sus oscuras intenciones de perpetuación en el poder, utilizando el cambio social como argucia, cuando los únicos que han cambiado es tres millones de españoles que se han quedado sin trabajo y un millón de apesebrados de la izquierda española que han mejorado sus condiciones de vida a costa de los demás.

Todo por no haber estudiado en su día que la democracia es hija de la libertad, no su madre, por eso ponen el carro delante del burro y esperan a que se ponga en marcha por si solo, y como tal cosa no ocurre, le echan la culpa al mercado, la carretera, el capitalismo, la derecha o el "sursum corda", que más da.

La democracia social es una versión restringida de la democracia, la única democracia con garantías de equidad, pluralidad y respeto a la diversidad es hoy, como ayer lo fue y mañana lo seguirá siendo, la democracia liberal, aquella que proviene de la libertad y no de su coerción.


Biante de Priena

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente, el socialismo se apropia de las instituciones y las pone a su servicio, coloca a los suyos en todos los niveles, sólo así puede gobernar, creando una burocracia soviética, y eso nada que ver con la democracia. Las instituciones son de todos, son el Estado, no sólo la finca de los socialistas.

Anónimo dijo...

siempre celebro haber podido gozar de las maravillas del estado socialista, porque esto me ha inocuado no solo contra el, sino tambien contra los falsos profetas antisocialistas.

no ve usted, biasmo, la diferencia entre democracia y dictadura. el otro dia le tuve que reprocharle esta misma actitud al señor puigcercos, y dejarlo a su altura correspondiente de tres centimetros, moralmente hablando. ahora es usted, tan en las antipodas de puigcercos, el que hace lo mismo, y casi me acordaria del dicho de que los extremos se tocan.

sabiendo que usted, biasmo, no es extremista, habra que concluir que es extremadamente descuidado, tanto en las formas como en el contenido.

y esto ya lo sabemos desde siempre.

toda su bonita -y certera- critica de lo politicamente correcto cojea porque parte de la idea de un estado monolitico que no existe, aunque algunos lo quisieran.

se hace usted asi profeta de lo que dice combatir.


berenger

Enrique Suárez dijo...

Verá usted berengui, se lo voy a explicar con franqueza, a mí lo del estado unitario que usted dice me importa exactamente un rábano, y quizás es que no comprenda mis palabras, lo que le hace siempre desconfiar.

El regreso al estado unitario, es precisamente una reacción, contra la destrucción de otras cosas importantes, como es la igualdad entre los españoles, la libertad igual para todos, la ausencia de feudalismos-incluso los forales-, y todas esas cosas.

El Estado Unitario es un punto de partida para convertirnos en lo que nos dé la gana, pero verá, berengui, sin hechos diferenciales impuestos o colocados. Españoles somos todos, hasta el culo estoy de que me hablen de hechos diferenciales para sacar tajada, y si dejamos de ser españoles, sin privilegios de partida, eh, a repartir el Estado, clausurar la Constitución y cerrar el finiquito, pero ahí no vale "es que nosotros somos...", y una mierda, todos somos iguales ante la Constitución, y basta ya de tomarnos el pelo, de sisarnos el bienestar común al descuido.

Con dos cojones españoles, Carod-Rovira quiere la independencia y convence a los catalanes, pues TANTO -en millones de euros, por supuesto-, y a otra cosa mariposa.

¿Cuánto vale la independencia, berenger?. Lo que no vamos es ayudarles a que se independicen y encima pagarles los daños y perjuicios de la memoria histórica y las fantasías de Zapatero, verá, como que no.

Saludos Liberales

Erasmo

Anónimo dijo...

Erasmo, hay que acordar lo que expresa y reprocharle que platique con un cangrejo nauseabundo e inexistente. El Sr. Six lleva toda la razón, parece Ud. un cansino seguidista de especies menores. Corrígase en lo sucesivo no vaya a ser que le tomen por taxidermista a correspondencia o de kiosko por tanto la cangrejada.

Berengena, ahueca la pinza rufián que no eres más tonto porque no se puede, mendigo hortera y soez.

Anónimo dijo...

sisi, ya... de acuerdo, no a la independencia...

pero aun no se a cuento de que venia este comentario.


b.

Anónimo dijo...

sencillito violín se trata de tener lastima de quién ha tenido por madre a una alegre camionera i siendo tan desgraciado ha vendido su alma a los asesinos políticos

Enrique Suárez dijo...

Pues a pesar de que me afeen la conducta, lo de la independencia viena a su tañido escrotal (c) con el Estado Unitario, bien, que le den por el saco al Estado Unitario, pero yo quiero lo mío de la disolución de gananciales, desde 1492 para acá.

¿Lo capta?. Pues eso.

Anónimo dijo...

Hubo un tiempo en que se podía haber apañado un territorio según votos, pero los antiespañoles lo han querido TODO y eso ya no es posible.
Cerca está el día en que devolverán con muchos intereses lo que han venido robando. Y personalmente pagarán con la justicia y la expulsión de la Patria sus horrendos crímenes.

ABAJO EL RÉGIMEN CORRUPTO, ANTIESPAÑOL Y ASESINO.

Anónimo dijo...

A propósito de Montes
Por Cristina Losada.(LD)

Abierto en 1987, un año después de que la Ley General de Sanidad, impulsada por Ernest Lluch, fuese aprobada al término del primer gobierno de Felipe González, el Severo Ochoa se planteó desde su creación no únicamente como centro asistencial, sino como una suerte de 'centro piloto': un estandarte de la política sanitaria del Partido Socialista. (…)
Fundado como escaparate de una política, la tripulación del hospital fue seleccionada en concordancia. Para los puestos de responsabilidad se eligió a médicos de reputada afinidad con la izquierda. (…)

En el hospital se conformaría, así, un grupo de médicos con influencia y puestos relevantes, caracterizados por una gran carga ideológica en relación a la política sanitaria. Ello hizo que una parte de sus colegas los consideraran unos 'iluminados' y les dieran el apodo de Sendero Luminoso. (…)

Sendero Luminoso compartía con el PSOE y otros grupos de izquierda la defensa a ultranza de la sanidad pública. De hecho, la batalla en favor de Montes se libró en nombre de la sanidad pública tanto como de la 'muerte digna'.

El poder que detentaba esa clique ideologizada en el Severo Ochoa y sus conexiones políticas, configuraron el 'ecosistema' peculiar y excepcional en el que pudieron desarrollarse los acontecimientos del modo en que lo hicieron.

Montes podía contar con la anuencia y el apoyo de miembros destacados del departamento médico. De hecho, muchos jefes de servicio cerraron filas con él y asumieron un papel protagónico en su defensa, tanto dentro como fuera del centro.
Aquella camarilla, que se había forjado durante años, constituía un poder fáctico en el centro. Podía poner en pie de guerra al hospital y, llegado el momento, eso fue lo que hizo. (…)

El envoltorio ideológico

Las convicciones y el poder de los 'sedadores' se reforzaron tras la [primera] Inspección. Se habían cuestionado sus métodos y resultaba que eran ellos los que tenían razón y no los que se habían opuesto. El acoso a los médicos contrarios se intensificó. Montes decía que no les importaba nada que los enfermos sufrieran y hablaba de ellos como 'objetores', 'antiguos', 'carcas' y 'muy católicos'.

El anestesista llevaba la discrepancia con sus actuaciones médicas al terreno político-ideológico. (…) La resistencia a aquellas prácticas y cualquier intento de fiscalizarlas se atribuyó a 'fundamentalistas religiosos', a 'la derecha' o a quienes por razones ideológicas se oponían a que 'se aliviara el sufrimiento'. Sin embargo, la ideología anidaba en otra parte. (…)

[Montes] presentaba la sedación terminal como la herramienta adecuada para evitar el sufrimiento de los últimos momentos y el 'ideario' que predicaba puede resumirse en una frase que pronunció más de una vez en Urgencias: 'hay que sedar por ética y por estética'. (…)

La parte 'ética' consistía en evitar la muerte con dolor y sufrimiento, pero esa noción resultaba tremendamente elástica aplicada por Montes y sus adeptos. Abarcaba casos que, a juicio de otros médicos, no podían considerarse terminales, preagónicos ni agónicos. De hecho, algunos de los pacientes 'sentenciados', tras haberles retirado la sedación otros facultativos, no fallecieron, sino que recibieron el alta después de un tiempo ingresados. (…)

De haberse seguido el procedimiento acostumbrado hasta la llegada del anestesista, una parte de los pacientes que habían muerto en Urgencias, hubieran ingresado en planta, donde habrían fallecido o no. Nadie puede saberlo. Lo que ocurrió, sin embargo, es que el número de ingresos en planta se redujo mientras Montes fue el coordinador del servicio. (…)

Esta caída resulta especialmente significativa, toda vez que se registraba al mismo tiempo que, en cada uno de esos años, el número de pacientes atendidos experimentaba incrementos. (…)

La reducción de los ingresos en planta repercute directamente en la gestión hospitalaria y, en particular, en lo que podemos denominar la 'economía de camas'. Si aquellos enfermos que llegan por Urgencias ingresan y ocupan una parte de las camas del centro, habrá menos plazas libres para distribuir entre otras necesidades hospitalarias. Ello influye, en especial, en la lista de espera quirúrgica, que depende de las camas disponibles.

Mediante la restricción de los ingresos, puede interpretarse que un servicio de Urgencias funcionaría, de facto, como una criba: un filtro de pacientes. Los enfermos que previsiblemente consumirán más recursos sanitarios, como los de elevada edad y con patologías graves, ya no ocuparán camas en planta ni tendrán que ser reoperados ni sometidos a ningún otro tratamiento. Su trayecto comenzará y terminará en las Urgencias. (…)

La ausencia de una unidad de Paliativos se convirtió en un argumento recurrente para explicar los hechos una vez que salió a la luz el caso. Supuestamente, los enfermos debían morir en Urgencias a falta de otra alternativa y tenía que ser allí donde se les aplicara la 'sedación terminal'. (…)

A principios de 2003 ya existía una unidad de Cuidados Paliativos del Servicio de Medicina Interna, que previamente había estado en fase de desarrollo. Los enfermos etiquetados en Urgencias como terminales podían haber sido trasladados a aquella unidad, al menos, en parte. No hay constancia de que fuera así. (…)

Entre los discípulos de Montes, y así lo expresaban en ocasiones delante de sus colegas, había calado la idea de que, a fin de cuentas, muchas de las personas que llegaban a Urgencias ya 'no servían para nada' y se iban a morir más pronto que tarde. Esos individuos que carecían de 'utilidad social' ocupaban, sin embargo, camas y consumían recursos que otros, menos enfermos, más jóvenes, podían aprovechar mejor.

La transición de la 'ética del no sufrimiento' al crudo utilitarismo podía verificarse con naturalidad. Ambos elementos se apoyaban y justificaban mutuamente. La razón 'humanitaria' que legitimaba que se les hiciera un bien a los pacientes y a sus familiares, se consolidaba con el argumento de que aquel bien producía otro, que redundaba en el conjunto del sistema sanitario, en definitiva, de la sociedad. (…)

Los defensores de Montes elogiarían su 'nobleza'. Los colaboradores que sufrieron los peores rasgos de su carácter, lo retratan como un hombre manipulador, autoritario, antipático y sin sentimientos, que 'trataba a zapatazos a todo el mundo'. En el Hospital La Paz, donde estuvo tres años en cargos de dirección, dejó en algunos sectores la impresión de que era 'déspota' y 'prepotente'.

Sufría cambios de humor repentinos. 'Era imprevisible. Lo mismo era muy accesible y normal que, en otro momento, se enfadaba. A veces generaba discusiones con los pacientes. No es que les chillara, pero les decía cosas muy bruscas. Hubo quejas por su trato despótico. Tenía un carácter explosivo'. (…)

Otra de las características de aquella época es que el tratamiento sedativo concitaba la atención de buena parte del personal del servicio. Parecía que las 'sedaciones' tenían prioridad sobre cualquier otra actuación. Era, como decían algunos médicos de Urgencias, el mundo al revés.

La conjura

En plena barahúnda de asambleas y concentraciones, algunos médicos de Urgencias confrontaron a una sindicalista con la contradicción que entrañaba su actitud. Ella sabía cómo se practicaban las sedaciones en Urgencias y, sin embargo, contribuía a la movilización. Su respuesta fue: Sí, ya lo sé, pero 'son órdenes de arriba'.

¡Órdenes de arriba! Los soldaditos sólo cumplían órdenes, supieran lo que supieran y pensaran lo que pensaran. ¿De qué alto lugar emanaban aquellas órdenes? (…)
¿Qué impulsó al PSOE, tras un primer titubeo, a emplear todo su poder e influencia en defender a un anestesista de una acusación de mala praxis? (…)
La campaña pro-Montes combinó clichés de larga tradición con otros más novedosos, pero todos anclados en la ideología. (…) La efectividad de esos clichés es tal que, por ejemplo, en cuanto se pronuncia el término 'privatizar', miles de personas o cientos de miles, saltan de sus asientos en un reflejo pavloviano. (…)

La teoría más rocambolesca fue la relacionada con la eutanasia. Quizás por eso mismo iba a ser la de mayor éxito y alcance. Fue avanzada por Montes y sus defensores, y se cultivó, sobre todo, en el entourage intelectual y artístico del PSOE, que desde hacía algún tiempo, había instalado la eutanasia en el frontispicio, crecientemente vacío, donde figuran las causas 'progresistas' y de izquierdas.

Según ese guión, el Partido Popular decidió fabricar un caso de sedaciones irregulares para contrarrestar la favorable acogida a la eutanasia a raíz de la película Mar adentro. Esto es, se embarcó en una estrategia que implicaba despertar sospechas sobre la calidad de la gestión sanitaria en Madrid y provocar turbulencias en la sanidad regional, con el único fin de darle la vuelta a un supuesto clamor social a favor de la eutanasia. (…)

El objetivo primordial de la campaña que el PSOE tejió en torno a Montes, era erosionar al Gobierno regional, esto es, al Partido Popular, en una de sus plazas fuertes. (…)
La rentabilidad electoral de aquella estrategia de confrontación, cuyos 'cerebros' se cree que fueron José Blanco, secretario de Organización del PSOE, y el propio Simancas, resulta (…) muy dudosa. (…)

Fuese como fuese, el PSOE no corrigió aquel rumbo, sino que lo acentuó. Se mantuvo en la defensa de Montes, y pulsó todos los resortes a su alcance –colegiales, judiciales, mediáticos– para favorecerle y también para favorecerse. (…) Asombra que perseverara con tanta intensidad en una campaña que no daba, precisamente, buenos frutos electorales. ¿Tenían Montes y Sendero gran influencia en el PSOE? ¿Había otras razones que aconsejaran protegerlos y defenderlos más allá de desgastar al PP de Madrid?

En cualquier caso, esos médicos representaban a la «vieja guardia» de la política sanitaria socialista, bregada en la agitación y en la movilización. Eran de una generación y un perfil distinto a los que despuntaban como nuevos abanderados de aquella política. No obstante, coincidían en una peculiar visión de la gestión sanitaria y en ideas que encontraban ahora un entorno especialmente acogedor. Había 'causas', como la eutanasia y el aborto, que el Gobierno Zapatero deseaba promover. Montes y sus paladines podían ser útiles.

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