Verán ustedes, hasta donde recuerdo, en la memoria familiar no ha habido nadie que haya vivido del sudor de los demás, todos hemos trabajado, quizás por eso a uno le falta nobleza, pero le sobra corazón y honestidad, que es como la nobleza de los menos afortunados por las heredades.
Dicho de pronto, aquí les habla un español medio, como todos ustedes, supongo. Quizás por tradición familiar, o tal vez por evolución propia, nunca me han gustado los explotadores, ni económicos, ni políticos, por eso no soy conservador y por eso no soy socialista.
Con el tema del nacionalismo, al principio no lo comprendí, y llegué a pensar que cada uno es libre de ser lo que le dé la gana, pero un día, no sin sorpresa, me di cuenta de que los nacionalismos son otra forma de explotación de supuestos derechos diferentes, que se patrocinan desde el momento en que se ocupa el poder.
Me quedé en liberal, que considero que es la posición política más digna, sin llegar al anarquismo, que todavía no me explico de donde se han sacado los seguidores de Marx que es una forma de socialismo, cuando las mayores luchas teóricas del pasado siglo se produjeron entre anarquistas y marxistas.
No se me había pasado por la cabeza que relación tenía mi persona con la identidad española, hasta que me di cuenta de que como dejara de ser español, a ver que hacían conmigo, y con mis hijos, los que habían convertido a un ser humano como yo, en cliente, usuario, consumidor, contribuyente, votante, creyente o internauta, realidades que nada tienen que ver conmigo, pero sí mucho con los que me bautizan. Por eso también decidí identificarme como español: soy liberal y español, antes liberal, por supuesto.
Me he pasado los dos últimos años dándole vueltas al asunto de la política en España, para llegar a la conclusión de que para lo único que sirve es para repartir puestos de trabajo por designación, para que algunos se forren a costa del erario público, y para tener muchos más problemas de los que tendríamos con las instituciones vacías de políticos, con funcionarios exclusivamente.
Queridos compatriotas, nos están asfixiando poco a poco, cada día tenemos menos libertad, ser padre o madre o hijo se ha convertido en una experiencia ocasional, hablar tranquilamente con alguien se ha hecho imposible, estamos más aislados, anómicos y alienados.
Echo de menos las relaciones humanas que mantuve hasta los primeros años de mi vida adulta, más tarde, se desvanecieron en el tráfago del vivir cotidianamente. Tiene razón Bauman cuando denuncia que vivimos en sociedades líquidas, deshumanizadas, exclusivamente materiales, sin valores y sin principios, que nos sirvan de anclajes, aunque sean provisionales.
Por mi profesión, soy psicoterapeuta, veo que nuestra sociedad se descompone gratuitamente. Tengo la fortuna de poder seguir hablando con seres humanos todos los días, y les puedo decir que la confusión es generalizada, la inseguridad creciente y el porvenir extraño.
La vida no es sólo existencia, es algo más, es acción y reacción, adaptación, curiosidad y lucha, pero estamos entrando en una decadencia insoportable. Y todos estos problemas se producen en un sistema que se reconoce como democracia, que consiste en que unos ciudadanos voten por unos políticos y estos decidan, de forma paternal, representar sus intereses.
Creo que la humanidad se ha desarrollado lo suficiente para que los ciudadanos podamos emanciparnos del yugo político, para que seamos nosotros mismos, cada uno de nosotros, los que decidamos en cualquier lugar, tiempo, y circunstancia que es lo que nos conviene y lo que no nos conviene.
La política clásica, con partidos políticos que representan a los ciudadanos está agotada, es necesario superarla, organizar las instituciones con criterios realmente democráticos, y no suplantados por la supuesta bondad de los políticos.
Estamos en el siglo XXI, a mí me toca ser liberal y español porque así lo he elegido, y también antipolítico, deseo que los ciudadanos se puedan representar a sí mismos. Sé que la utopía llegará, sería bueno que ocurriera por la vía del diálogo, pero me temo lo peor, porque la capacidad de comprensión de los políticos sobre las necesidades de los ciudadanos es muy escasa.
En una sociedad de la información y de la comunicación, no se puede votar por alguien que parezca simpático y esperar cuatro años para echarlo a la calle, cuando no lo hace bien, eso no es democracia, es una forma de tiranía establecida de forma demagógica.
Creo que la mejor forma de que las cosas comiencen a cambiar es que cada ciudadano de este país se haga un autoanálisis y se reconozca a sí mismo, más tarde, manteniendo su propia personalidad, que se una con otros que hayan hecho lo mismo. Sólo con seres que hayan recorrido el camino de su propio reconocimiento, se puede emprender la lucha final contra la usurpación de la democracia por los políticos. Quien no se reconoce a sí mismo, quien no sabe que su libertad es propia, y cuales son sus derechos constitucionales, está condenado a la explotación por los políticos.
Yo soy liberal, español, y estoy harto de que los políticos nos desprecien, a usted y a mí.
Enrique Suárez Retuerta
Dicho de pronto, aquí les habla un español medio, como todos ustedes, supongo. Quizás por tradición familiar, o tal vez por evolución propia, nunca me han gustado los explotadores, ni económicos, ni políticos, por eso no soy conservador y por eso no soy socialista.
Con el tema del nacionalismo, al principio no lo comprendí, y llegué a pensar que cada uno es libre de ser lo que le dé la gana, pero un día, no sin sorpresa, me di cuenta de que los nacionalismos son otra forma de explotación de supuestos derechos diferentes, que se patrocinan desde el momento en que se ocupa el poder.
Me quedé en liberal, que considero que es la posición política más digna, sin llegar al anarquismo, que todavía no me explico de donde se han sacado los seguidores de Marx que es una forma de socialismo, cuando las mayores luchas teóricas del pasado siglo se produjeron entre anarquistas y marxistas.
No se me había pasado por la cabeza que relación tenía mi persona con la identidad española, hasta que me di cuenta de que como dejara de ser español, a ver que hacían conmigo, y con mis hijos, los que habían convertido a un ser humano como yo, en cliente, usuario, consumidor, contribuyente, votante, creyente o internauta, realidades que nada tienen que ver conmigo, pero sí mucho con los que me bautizan. Por eso también decidí identificarme como español: soy liberal y español, antes liberal, por supuesto.
Me he pasado los dos últimos años dándole vueltas al asunto de la política en España, para llegar a la conclusión de que para lo único que sirve es para repartir puestos de trabajo por designación, para que algunos se forren a costa del erario público, y para tener muchos más problemas de los que tendríamos con las instituciones vacías de políticos, con funcionarios exclusivamente.
Queridos compatriotas, nos están asfixiando poco a poco, cada día tenemos menos libertad, ser padre o madre o hijo se ha convertido en una experiencia ocasional, hablar tranquilamente con alguien se ha hecho imposible, estamos más aislados, anómicos y alienados.
Echo de menos las relaciones humanas que mantuve hasta los primeros años de mi vida adulta, más tarde, se desvanecieron en el tráfago del vivir cotidianamente. Tiene razón Bauman cuando denuncia que vivimos en sociedades líquidas, deshumanizadas, exclusivamente materiales, sin valores y sin principios, que nos sirvan de anclajes, aunque sean provisionales.
Por mi profesión, soy psicoterapeuta, veo que nuestra sociedad se descompone gratuitamente. Tengo la fortuna de poder seguir hablando con seres humanos todos los días, y les puedo decir que la confusión es generalizada, la inseguridad creciente y el porvenir extraño.
La vida no es sólo existencia, es algo más, es acción y reacción, adaptación, curiosidad y lucha, pero estamos entrando en una decadencia insoportable. Y todos estos problemas se producen en un sistema que se reconoce como democracia, que consiste en que unos ciudadanos voten por unos políticos y estos decidan, de forma paternal, representar sus intereses.
Creo que la humanidad se ha desarrollado lo suficiente para que los ciudadanos podamos emanciparnos del yugo político, para que seamos nosotros mismos, cada uno de nosotros, los que decidamos en cualquier lugar, tiempo, y circunstancia que es lo que nos conviene y lo que no nos conviene.
La política clásica, con partidos políticos que representan a los ciudadanos está agotada, es necesario superarla, organizar las instituciones con criterios realmente democráticos, y no suplantados por la supuesta bondad de los políticos.
Estamos en el siglo XXI, a mí me toca ser liberal y español porque así lo he elegido, y también antipolítico, deseo que los ciudadanos se puedan representar a sí mismos. Sé que la utopía llegará, sería bueno que ocurriera por la vía del diálogo, pero me temo lo peor, porque la capacidad de comprensión de los políticos sobre las necesidades de los ciudadanos es muy escasa.
En una sociedad de la información y de la comunicación, no se puede votar por alguien que parezca simpático y esperar cuatro años para echarlo a la calle, cuando no lo hace bien, eso no es democracia, es una forma de tiranía establecida de forma demagógica.
Creo que la mejor forma de que las cosas comiencen a cambiar es que cada ciudadano de este país se haga un autoanálisis y se reconozca a sí mismo, más tarde, manteniendo su propia personalidad, que se una con otros que hayan hecho lo mismo. Sólo con seres que hayan recorrido el camino de su propio reconocimiento, se puede emprender la lucha final contra la usurpación de la democracia por los políticos. Quien no se reconoce a sí mismo, quien no sabe que su libertad es propia, y cuales son sus derechos constitucionales, está condenado a la explotación por los políticos.
Yo soy liberal, español, y estoy harto de que los políticos nos desprecien, a usted y a mí.
Enrique Suárez Retuerta
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