"Ni reyes, ni políticos, ni jueces, ni clérigos, ni militares, ni intelectuales defienden nuestra condición natural, porque no les conviene".
Quienes niegan la existencia de España se consideran a sí mismos como luchadores por la libertad, y quienes estiman que España es una realidad y defienden su existencia, también se consideran luchadores por la libertad. ¿Y cómo puede ser que la oposición de los objetivos de la contienda iguale a los actores en sus alternativas de cambio o permanencia?.
Es posible que la lucha por y contra España tenga poco que ver con la libertad, pero sin embargo si tiene mucho que ver con la igualdad. Los ciudadanos políticamente españoles son iguales ante la ley, de lo que se deduce que hay ciudadanos españoles que quieren ser desiguales a los demás y reivindican por ello una identidad diferente, y defienden esta reivindicación como “su” lucha por la libertad.
Si trasladamos al mundo de la economía la cuestión se hará más evidente el dislate, imagínense ustedes que en una fábrica un trabajador decide en un momento dado reivindicar desde su victimismo el rango penoso de sus tareas, que son exactamente las mismas que las de sus compañeros, y la empresa le concede un plus por haberse quejado. Se produciría una situación injusta, y los trabajadores no premiados iniciarían una protesta y reclamarían, apelando a la igualdad, las mismas condiciones que disfrutaría el beneficiado. Esto sería reconocido como un acto por la justicia laboral.
Las reivindicaciones nacionalistas de determinadas comunidades en este país no buscan resolver una situación de injusticia previa, más bien lo que pretenden es crear una nueva situación de injusticia, en defensa de su libertad, según dicen, y contra la igualdad con sus similares, según parece.
Su derecho a la autodeterminación es una boutade, porque implica la condena a la indeterminación de una mayoría contra su voluntad y su libertad, pero sin embargo esto es aceptado como “inevitable” por las autoridades españolas, que favorecen los pretendidos derechos de emancipación contra los derechos de permanencia de la inmensa mayoría de habitantes de su país, explícitamente expresados en la Constitución aprobada por todos los españoles.
Los derechos que obligan a los demás a ir contra sus deseos, son imposiciones autoritarias que generan violencia. Las reivindicaciones de los nacionalistas exigen la renuncia de la mayoría de los españoles a sus derechos fundamentales, expresados en la Constitución.
Tras cada nacionalista hay un aprendiz de fascista; algo tan evidente para la razón, sin embargo, es considerado como un error a instancias de la cultura que se ha establecido en este país de conceder privilegios de forma arbitraria a quien más oprime, grita o asesina a los demás. Los españoles estamos secuestrados por una perspectiva errónea de la realidad, instaurada desde criterios de tolerancia y progresismo, inducida por los nacionalismos, auspiciada por los gobiernos del PSOE, y no negada suficientemente por el Partido Popular.
Hace 200 años, Napoleón invadió nuestro país alegando la conquista de Portugal, que era un aliado de sus enemigos ingleses. Hoy, los nacionalistas han invadido psicológicamente nuestro país, arguyendo una reivindicación “justa” de su derecho a la desigualdad con el resto de los españoles, en un país que tiene una Constitución vigente aprobada por los ciudadanos.
El PSOE concede privilegios a las formaciones nacionalistas le ayudan a mantenerse en el gobierno, a cambio de haberse convertido en el principal partido antiespañol. El Partido Popular ha decidido que sigamos mirando a la luna de Valencia, y la nación española, que sigue en su contumacia haciéndose inevitable, ha quedado una vez más inerme. Ni reyes, ni políticos, ni jueces, ni clérigos, ni militares, ni intelectuales defienden nuestra condición natural, porque no les conviene.
Los españoles, una vez más, estamos ante el enemigo interior de la nación española dispuesto a aplastar nuestros derechos para defender sus privilegios.
La defensa de la nación española es la defensa de la Constitución y de su contenido jurídico, sin España los ciudadanos de este país seremos aplastados sin piedad como aquel 2 de mayo de 1808. Entonces el pueblo se levantó en armas contra el invasor, hoy estamos tan absolutamente desactivados que ni siquiera nos importa, con tal de que evitar los problemas, cuando lo que estamos haciendo es permitir que crezcan hasta que no se puedan resolver, entonces posiblemente nos quejaremos, pero ya no servirá de nada.
Biante de Priena
Quienes niegan la existencia de España se consideran a sí mismos como luchadores por la libertad, y quienes estiman que España es una realidad y defienden su existencia, también se consideran luchadores por la libertad. ¿Y cómo puede ser que la oposición de los objetivos de la contienda iguale a los actores en sus alternativas de cambio o permanencia?.
Es posible que la lucha por y contra España tenga poco que ver con la libertad, pero sin embargo si tiene mucho que ver con la igualdad. Los ciudadanos políticamente españoles son iguales ante la ley, de lo que se deduce que hay ciudadanos españoles que quieren ser desiguales a los demás y reivindican por ello una identidad diferente, y defienden esta reivindicación como “su” lucha por la libertad.
Si trasladamos al mundo de la economía la cuestión se hará más evidente el dislate, imagínense ustedes que en una fábrica un trabajador decide en un momento dado reivindicar desde su victimismo el rango penoso de sus tareas, que son exactamente las mismas que las de sus compañeros, y la empresa le concede un plus por haberse quejado. Se produciría una situación injusta, y los trabajadores no premiados iniciarían una protesta y reclamarían, apelando a la igualdad, las mismas condiciones que disfrutaría el beneficiado. Esto sería reconocido como un acto por la justicia laboral.
Las reivindicaciones nacionalistas de determinadas comunidades en este país no buscan resolver una situación de injusticia previa, más bien lo que pretenden es crear una nueva situación de injusticia, en defensa de su libertad, según dicen, y contra la igualdad con sus similares, según parece.
Su derecho a la autodeterminación es una boutade, porque implica la condena a la indeterminación de una mayoría contra su voluntad y su libertad, pero sin embargo esto es aceptado como “inevitable” por las autoridades españolas, que favorecen los pretendidos derechos de emancipación contra los derechos de permanencia de la inmensa mayoría de habitantes de su país, explícitamente expresados en la Constitución aprobada por todos los españoles.
Los derechos que obligan a los demás a ir contra sus deseos, son imposiciones autoritarias que generan violencia. Las reivindicaciones de los nacionalistas exigen la renuncia de la mayoría de los españoles a sus derechos fundamentales, expresados en la Constitución.
Tras cada nacionalista hay un aprendiz de fascista; algo tan evidente para la razón, sin embargo, es considerado como un error a instancias de la cultura que se ha establecido en este país de conceder privilegios de forma arbitraria a quien más oprime, grita o asesina a los demás. Los españoles estamos secuestrados por una perspectiva errónea de la realidad, instaurada desde criterios de tolerancia y progresismo, inducida por los nacionalismos, auspiciada por los gobiernos del PSOE, y no negada suficientemente por el Partido Popular.
Hace 200 años, Napoleón invadió nuestro país alegando la conquista de Portugal, que era un aliado de sus enemigos ingleses. Hoy, los nacionalistas han invadido psicológicamente nuestro país, arguyendo una reivindicación “justa” de su derecho a la desigualdad con el resto de los españoles, en un país que tiene una Constitución vigente aprobada por los ciudadanos.
El PSOE concede privilegios a las formaciones nacionalistas le ayudan a mantenerse en el gobierno, a cambio de haberse convertido en el principal partido antiespañol. El Partido Popular ha decidido que sigamos mirando a la luna de Valencia, y la nación española, que sigue en su contumacia haciéndose inevitable, ha quedado una vez más inerme. Ni reyes, ni políticos, ni jueces, ni clérigos, ni militares, ni intelectuales defienden nuestra condición natural, porque no les conviene.
Los españoles, una vez más, estamos ante el enemigo interior de la nación española dispuesto a aplastar nuestros derechos para defender sus privilegios.
La defensa de la nación española es la defensa de la Constitución y de su contenido jurídico, sin España los ciudadanos de este país seremos aplastados sin piedad como aquel 2 de mayo de 1808. Entonces el pueblo se levantó en armas contra el invasor, hoy estamos tan absolutamente desactivados que ni siquiera nos importa, con tal de que evitar los problemas, cuando lo que estamos haciendo es permitir que crezcan hasta que no se puedan resolver, entonces posiblemente nos quejaremos, pero ya no servirá de nada.
Biante de Priena
1 comentario:
Comienza el baile...
El Rey es un corrupto y un hijo de crápula
PD).- El alcalde de Puerto Real (Cádiz), José Antonio Barroso (IU), se ratifica. El comunista aseguró que asumirá lo que la Fiscalía, que ha iniciado diligencias de oficio por si hubiera un delito contra la Corona, decida al respecto y deseó que el proceso que se ha iniciado sea "la primera piedra del advenimiento de la III República".
Barroso afirmó que, para saber lo que dijo "sólo hay que leer el 'Interviú' o el libro de Jesús Cacho" 'El negocio de la libertad' e incidió en que "es lo que se ha venido diciendo con insistencia en todo este tiempo".
"Que me investiguen"
"Si la Fiscalía ha decidido abrir una investigación, me parece perfecto, y de ahí derivará lo que tenga que derivar, y si me tienen que juzgar que me juzguen", subrayó el primer edil, que, en este sentido, dijo que si finalmente se acreditan las injurias al Jefe del Estado, "y la Ley parece que habla de la posibilidad de encarcelamiento, pues nada, que me metan en la cárcel".
El edil puertorrealeño manifestó que "la Monarquía borbónica es de naturaleza corrupta, felona, traidora y licenciosa en su comportamiento", pero "eso lo digo yo y lo dicen todos los historiadores" y se preguntó "si también van a meter en la cárcel a todos los historiadores". "El problema es --argumentó-- que el gran público no lo sabe o no quiere saberlo, con ese manto de silencio que hay" y se mostró "convencido" de que "el Rey no hace honor a su condición de Jefe de Estado porque no tiene una conducta que se corresponda con esa alta dignidad".
En cuanto a la exigencia del PP de Puerto Real de que realice "una rectificación", señaló que no acudió al acto del Ateneo Republicano como alcalde y añadió que "digo lo que me da la gana" porque el PP "no luchó por la democracia como yo luché, y luché precisamente para decir lo que me da la gana" y añadió que "si Franco no me puso el bozal, no me lo va a poner el PP". Asimismo, reflexionó que "la Fiscalía todavía no me ha acusado y el PP ya me acusa" y deseó que el proceso que se ha iniciado a raíz de sus declaraciones "se convierta en la primera piedra del advenimiento de la III República".
Las declaraciones
Según publicaron el 17 de abril algunos periódicos provinciales, durante el acto organizado por el Ateneo Republicano, Barroso manifestó: "El Borbón es hijo de un crápula. El Borbón de condición deleznable, el presente, no es menos deleznable de lo que su padre fue. Afectó al golpe de estado, despreciado por el tirano, al que reiteradamente le solicitó su incorporación al ejército faccioso. El Borbón es hijo de una persona de condición licenciosa, deplorable, deleznable. No menos licenciosa que la de su esposa.
El Rey señores, porque su procedencia lo es, es corrupto". Asimismo, afirmó: "En el año 1982, el Rey solicitó a través de la Casa Real, una ayuda para abortar el proceso de expropiación de Rumasa. Solicitó seis millones de dólares de la época, de los que le fueron entregados tres para abortar el proceso. Si el Rey tiene huevos que lo niegue, porque yo sé quien le dio el dinero y cómo se lo dio. Y si los medios fueran capaces de reproducir esto, yo me someto a la exigencia jurídica del sistema para demostrarlo o no".
El Periodista Digital
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