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lunes, 11 de febrero de 2008

Motivos para creer

Cuanta soberbia derrocha el eslogan elegido por los muñidores de la campaña electoral del PSOE, estos herederos del pragmatismo materialista han decidido apelar a la metafísica y los sentimientos para ganar las elecciones, ergo nada “real” pueden ofrecer en su guión programático, que ha superado –claudicando, tal vez-, el ámbito de la ideología política para aproximarse al intangible éter de las creencias. Ahora la política es una cuestión de fe.

La izquierda política española muestra claros signos de agotamiento en su propuesta de una nueva sociedad, de incoherencia interna en la búsqueda de votos en el más allá, y de frustración en su praxis, determinada por el fracaso de la práctica cotidiana de su gestión política. Alguien debería recordar a estos advenedizos sus orígenes.
Con esta gente avanzamos hacia un mundo desesperado, retrocedemos a la Edad Media cuando Guillermo de Ockham propuso la “doctrina de las dos espadas” separando la vida real de vida contemplativa.

Los ciudadanos necesitan creer, démosles creencias. Pan y sangre como en el Circo Romano para anegar la disidencia y acallar las protestas. ¿Y estos son los herederos del marxismo?.

La política cada día se asemeja más a la televisión, porque como dijo Mac Luhan el medio es el mensaje. Los doxólogos del PSOE han aprovechado la prosodia de “Expediente X”, aquella serie de tanto éxito en la que Mulder y Scally se pasaban la vida buscando extraterrestres, mientras mantenían reprimidos sus recíprocos instintos sexuales. Antes la creencia en “otra realidad” que la vivencia personal de la propia, antes la represión que el disfrute de la existencia. Los placeres vendrán después, ahora toca sufrir y callar, creer a fin de cuentas.

En fin, a esto lo denominan progreso y es más ancestral que “el corro de la patata”. Solo la legión de iluminados que forma corte alrededor del Presidente del Gobierno ha podido aconsejarle de esta forma, y lo que resulta más preocupante es que él mismo haya aceptado esta campaña. Insisto, resulta preocupante, por incongruente y descerebrada.

Menos mal que ha acudido el ejército de salvación subvencionado en su ayuda y ha matizado aún más las cosas, para permitirnos descubrir que los que hace tiempo están fuera de la realidad son precisamente todos estos afortunados proselitistas de la verdad progresista, que dejan propinas de un euro y pagan el café a ochenta céntimos en las cafeterías.

Que rentable les ha salido a algunos la venta de ideas, a la mayoría de la gente que conozco les ha costado sangre, sudor y lágrimas no declinar en sus principios, no someterse al poder. La simbiosis entre Poder y “Arte” solo puede establecerse sobre el mecenazgo del primero sobre el segundo y la pleitesía del segundo hacia el primero, por medio del inextricable vínculo de la subvención y la prebenda.

Los titiriteros del “establishment” nos venden otro eslogan magnífico: “Defender la alegría”, sí señor, un gran acierto. Se lo pueden cantar a los 130.000 nuevos parados, a los inmigrantes que comenzarán a ver peligrar sus perentorios trabajos, a las víctimas del terrorismo, a la gente que va al supermercado a pagar las cosas un 7 % más caras que el año pasado, tras haber llenado el depósito de gasolina y pagado la hipoteca que ya les ha dejado temblando, mientras piensan sí tendrán que poner su piso en venta sí suben los intereses.

O a los empresarios que han recibido por primera vez en su historia la menor inversión extranjera a lo largo de los últimos treinta años, porque el mercado global no confía en Zapatero, a los padres de los niños que ya no pueden educarse en idioma español en Galicia, Euskadi y Cataluña, aunque gratuitamente pueden adoctrinarse en los valores que promueve el socialismo en las escuelas públicas.

Defender la alegría, nos dicen los propagandistas de la SGAE que nos van a cobrar impuestos hasta por pensar. Reírse por no llorar, es lo que nos queda a los españoles al ver tanto holgazán viviendo a costa nuestra y encima diciéndonos a los demás como tenemos que vivir, lo que tenemos que hacer: ahora toca reír.

Ahora ya no cantan “La Muralla” los compañeros, aquellos solidarios salvadores de los desposeídos, que aprovecharon la coyuntura para instalarse en el sistema. Ahora toca “Defender la alegría”, han pasado unos cuantos años para que podamos comprobar que los “motivos para creer” de otros tiempos solo eran pura demagogia. Ya hemos creído y nos habéis defraudado.


Otros como Paco Ibáñez ("Olympia") o Javier Krahe ("Oh Manitú") no salen en los vídeos promocionales del PSOE, será que se han hecho fascistas y se han vendido al gran capital, o tal vez sigan sin ver “motivos para creer”.


Biante de Priena

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