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jueves, 7 de febrero de 2008

La generosa injusticia del bondadoso Zapatero

Comenzamos contra el gobierno y acabaremos contra el Estado, se ve venir. No se puede soportar tanta necedad en una sola legislatura, han saltado todas las alarmas, las del sentido común, las de la convivencia pacífica y las del Estado del Bienestar.

Y este fenómeno insólito al que estamos asistiendo proviene tanto del descalabro decadente que soporta el PSOE desde que Felipe González fue cuestionado por auspiciar grupos terroristas desde el Estado y por supuesto la caída de El Muro de Berlín, como de la degeneración paulatina de un PP que no encuentra el norte tras salir de las cavernas de la historia. De ambas derivas erráticas se han aprovechado todos los partidos nacionalistas lo que han podido y más. Mientras los ciudadanos seguimos sometidos a la estupidez particular de la pugna entre todos los actores.

Hace unos cuantos años llegó a mis manos una novela del autor que en mi criterio mejor ha sabido expresar y definir las emociones humanas, Stephen Zweig, la novela era “La piedad peligrosa”, y en ella se hablaba del extraordinario peligro que supone la excesiva compasión de los demás, la conmiseración de sus atribulaciones vitales, la solidaridad con su sufrimiento y dolor, en resumen, una versión literaria y ejemplar del “buenismo” de nuestro ínclito presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.

El diletante magnánimo que reside en La Moncloa, ha procurado dilapidar en cuatro años la herencia que se había acumulado durante treinta años por todos los gobiernos anteriores. Su política se ha fundamentado estrictamente en la generosidad “desinteresada” con los más desfavorecidos y los pobres de solemnidad.

En realidad, su política social hereda la protección patriarcal del régimen franquista que premiaba las familias numerosas, los trabajadores serviles y la inclinación de cabezas y rodillas ante la opulencia del poder. Franco tenía sus favorecidos y Zapatero tiene los suyos, que gracias a su intervención mágica se transforman inmediatamente en privilegiados.

El presidente que se declara profundamente feminista ha dilapidado millones de euros en la magnífica representación teatral de intentar resolver la desigualdad de género, pero lo ha hecho con inefable insidia y maldad, dotando de numerosos puestos de trabajo “designados” a instituciones sexistas como el Instituto de la Mujer, o tras la “inconstitucional” Ley de Violencia de Género creando juzgados por todas partes para atender específicamente los casos. En esto ha recibido la colaboración de la andrógina vicepresidenta.

Como era de esperar, los malos tratos no han disminuido, al contrario, se han incrementado, porque alguien que no sea un tarugo de museo sabe que si se presiona sobre una estructura relacional inestable sin previa intervención se terminan produciendo más problemas que al principio, pero eso es lo de menos, que se vea que se hace algo, aunque no sirva absolutamente para nada.

En cuanto a los sindicatos de clase, tan extraordinariamente silenciosos durante esta legislatura, han recibido mucho más dinero del Estado que en otras épocas, y subvenciones a los cursos que se organizan para sostener los puestos de trabajo de los sindicalistas, más que para formación e interés de los desempleados.

¿Cuántos pensionistas anticipados se han hecho por razones estrictamente políticas?, ¿cuántos han sido beneficiados injustamente por el sistema con pensiones y ventajas sociales, creando más desigualdad con los que sufren su mismo problema pero no son avalados por una organización política de izquierdas?.

Y que decir de los inmigrantes, que han sido recibidos con los brazos abiertos para convertirlos en mano de obra asequible a mitad de precio de mercado, y que a la larga serán los que con su cotización paguen las pensiones del futuro. Debería recorrer algunas asociaciones religiosas o civiles independientes para contemplar la destrucción humana de muchos recién llegados.

¿Cuánto dinero se ha dedicado a erradicar la marginación social durante esta legislatura, cuántos puestos de trabajo específicos se han ocupado del tema, y realmente qué se ha logrado?. Paseándose por el extrarradio de cualquier ciudad se puede contemplar el resultado.

Y para finalizar voy con uno de los temas más sangrantes del escenario social de nuestro país: “La ley de dependencia”.

Decía recientemente Alfonso Guerra que realmente era una Ley de Independencia, porque hay tres o cuatro millones de dependientes con tres o cuatro familiares cada uno lo que supone unos doce o quince millones de personas, que se van a beneficiar de la misma, pero no añadía que se esperaba que lo agradecieran en las urnas, votando por el PSOE, eso es cierto, no lo decía.

Las ayudas a la vivienda, la política juvenil de subvención de la inactividad, de reducción de sus sueldos, el sistema fracasado de organización del desempleo, las ayudas periódicas a sectores en crisis, la contratación pública masiva de obras que luego son subcontratadas por los negreros. Esto es un maravilloso festival, que ha hecho que nuestro país sea el primero en desinversión extranjera, el que crece más deprisa en sus cifras de desempleo y el que está viviendo más convulsiones en la bolsa de los diez países más avanzados industrialmente. Es la economía, idiotas, beneficios menos gastos tienen que dar positivo.

En este caso tenemos otro motivo de injusticia organizada por ley, ¿quién se va a negar que las personas que atienden a gente mayor, enfermos o discapacitados reciban ayudas del Estado?. No creo que haya nadie que sea tan bruto, pero realmente, ¿qué nivel de ayuda se puede proporcionar sin desestabilizar la estructura socio-económica de nuestro país?. Nadie se quita el pan de la boca para dárselo al que no lo tiene cuando tiene hambre, y en nuestro país hay mucha gente que ni es feminista, ni sindicalista, ni inmigrante, ni dependiente que las está empezando a pasar realmente de a kilo con las políticas de Zapatero. En realidad, la inmensa mayoría.

Y todo esto para crear granjas electorales que se ordeñan democráticamente de forma periódica. Contra tanta perversión no se puede hacer nada, estos progresistas han reconvertido el país al franquismo más execrable, creo que lo próximos será marcar a los ciudadanos que les apoyan con el puño y la rosa en la nalga, y todos los demás a partirnos el espinazo para mantener la hacienda.

Menudo porvenir que nos espera con la justicia social de este personaje, acabaremos siendo cada día más los subvencionados y menos los contribuyentes, vamos directos al abismo empujados directamente por la bondad de Rodríguez Zapatero, y su extrema ambición y la de los suyos, porque ellos no quieren vivir trabajando como los demás, se lo llevan currando toda la vida lo de vivir a costa de los demás y luego dicen que son de izquierdas. ¡Anda ya!.

Erasmo de Salinas

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