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viernes, 10 de agosto de 2007

Ahora se meten con Tintin

Un estudiante congolés de Ciencias Políticas acaba de pedir, en Bélgica, la prohibición (o, en su defecto, la venta sólo para adultos y con advertencia en la portada) del álbum Tintin en el Congo, escrito por el célebre y extraordinario historietista Georges Rémi, más conocido por su nombre artístico, Hergé (1.907 - 1.983).

La polémica no es nueva, en realidad. El propio Hergé se disculpó por alguna de sus producciones con una lucidez envidiable, alegando que eran el producto de una época y de sus propios prejuicios de antaño. Se negó a corregirlas, pues ya no le pertenecían, eran historia. Hizo una excepción ridícula, por motivos que ignoro: suprimió alguna escena, en sus historietas, de "maltrato" de animales, pero tuvo el valor y la coherencia de no intentar corregir el pasado en lo fundamental, dejando así para la posteridad una obra humana, producto de un tiempo determinado y de un artista singular.

Escrito y dibujado en los años 30, Tintin en el Congo encierra estereotipos colonialistas propios de aquella época, parecidos a nuestras publicidades posteriores del Cola Cao o, en Francia, de "Y a bon banania": negritos del África tropical ingenuos, ignorantes e infantiles, junto al hombre blanco paternalista y protector, que viene a educarles en nombre de la superioridad de su civilización.

Escrito hoy, un álbum como Tintin en el Congo sería criticado por cualquier persona razonable.
Pero intentar prohibir ahora este magnífico documento propio de una época y de un contexto particular es una ilustración más de la demente cruzada por la hipercorrección totalitaria llevada a cabo por los nuevos torquemadas de pacotilla.

Se suma a las fatwas contra "blasfemos" de Mahoma, a los intentos de censura contra El Jueves, a la inmersión en un cubo de agua sucia del último libro de César Vidal (eso fue en TV 3), a la acusación de racismo contra Habermas y Savater (en un libro escolar de Educación para la Ciudadanía), a los insultos permanentes contra Jiménez Losantos y los "periódicos de extrema derecha" por parte de Regás y los del cordón sanitario y alianza de civilizaciones.
Más generalmente, es una nueva modalidad de acoso e imposición del nuevo catecismo bienpensante y global.

En su versión soft y occidental, todo empezó, recuerdan, con aquellos movimientos entre feministas, ecologistas y (ya entonces) "sostenibles", que traducían la Biblia hablando de "Él y Ella" para referirse a Dios y "sentado a la derecha y a la izquierda del Padre" para referirse a Jesucristo. Las múltiples y provincianas adaptaciones de la España cañí-progre nos dieron el ciudadanos/as, la parida(d), la absurda ley contra la violencia de género y todo aquello que pueda difundir, cultivar y fomentar "el odio contra sí mismo". Dignos herederos de los intelectuales filoestalinistas de Occidente, que promovían objetivamente, durante la guerra fría, nuestra destrucción y la imposición del terror comunista en nombre de la paz, estos nuevos soldados del bien pretenden imponernos un humanismo a-crónico, desprendido de cualquier consideración histórica y de cualquier reflexión sobre el permanente devenir de la humanidad, de su pensamiento y de sus convicciones a través de los siglos.

Son relativistas horizontales, pero intolerantes en cuanto a las cosmovisiones del pasado. Por eso se niegan a condenar al decano entre los criminales en ejercicio, Fidel Castro, pero equiparan a Hitler con Hernán Cortés.

Son unos inquisidores, pues odian la libertad.


Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales

1 comentario:

Anónimo dijo...

Efectivamente, estos nuevos inquisidores de "izquierdas" pretenden colonizar el pensamiento humano con el suflé de su nuevo y repugnante credo acrítico trufado de repugnantes despojos, donde prevalece el despilfarro material, la sociedad de consumo hasta en la sopa y el COMOSEA social, los programas televisivos nauseabundos y los valores de pasotismo ante la avalancha de problemas de toda índole que padecemos y ponen en alarmante peligro nuestra propia supervivencia social.

A este paso harán REVOLUCIONARIA a la Iglesia Católica en nuestro país, pues frente a ella no se pueden oponer religiones de plástico ni valores de salón, sino la razón, la crítica y el pensamiento de la Ilustración.

Son unos reaccionarios en el tiempo y en el espacio, merecen un escarmiento y no hay duda de que se lo llevarán con toda justicia.

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