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sábado, 21 de abril de 2007

Jornada de reflexión para franceses perplejos


Hoy “reflexionan” más de 40 millones de electores franceses, antes de votar mañana en lo que será el principio de una maratón electoral que sólo terminará en junio, pues Francia es el único país del mundo que elige a su gobierno votando cuatro veces (presidencial y legislativas a dos vueltas).

Para ser más exactos, reflexión para unos y acción para otros. Copiando lo peor de la izquierda española, el partido socialista francés, afín según parece a la jurisprudencia Rubalcaba, ha decidido en efecto transgredir las reglas del juego, pero al estilo Psoe, aparentando legalidad. Durante todo el día, miles de militantes perfectamente organizados inundarán (a título personal, obviamente, no más faltaba) buzones electrónicos, blogs y celulares con sms, consignas, eslóganes, seudoopiniones, en fin, toda esa basura entre telemática y estalinista que los españoles bien conocen desde Iraq y el 13-M.

Hace unos días, Zelig Zapatero acompañó a Segolena Zapatejá en el último mitin de campaña de la candidata socialista francesa. Fue en Toulouse, ciudad emblemática del republicanismo exiliado español. Ella es como él, atípica, con ejercicio personalizado del poder, algo iluminada, ignorante en muchos aspectos de lo que debiera ser su campo de conocimiento, advenediza y con esa estilo postmodernista repleto de radicalidad urbanosocietal, como dicen ahora.

Queriendo complacer a su compa español, instaló en el estrado una inmensa bandera española, idéntica a la que nunca usan Moncloa ni Ferraz, y todo terminó con la Marsellesa, que Segolena no canta (unos dicen que porque no se la sabe, otros que porque se las da de Marianne, en un impulso místico que la autocoloca como una semidiosa reinante sobre los pobres y vulgares mortales de la république).

En España se han comentado estas elecciones en la prensa, con mayor interés, indudablemente y como siempre, que el que demuestran los medios franceses hacia nosotros. Se han cometido errores y hasta contrasentidos donde menos los esperaba. Particular consternación ha causado en mí un artículo del Profesor Francesc de Carreras, aludiendo al final del gaullismo, con más de veinte años de retraso. Ignorando así que el gaullismo empezó a desaparecer de Francia en 1969, con la dimisión del General y el advenimiento del filotecnócrata Pompidou; el desmantelamiento se aceleró con la llegada al poder del politécnico Giscard d'Estaing en 1974, y murió definitivamente recibiendo clandestina sepultura en el aciago 1986, cuando, contraviniendo la regla de oro de la 5ª República, el delincuente Mitterrand y el amoral Chirac firmaron el infame pacto de la cohabitación.

Carreras, a continuación, comete otro error garrafal, al presentar a Bayrou como la alternativa regeneradora, en un símil implícito e indefendible con Ciutadans. Es desconocer que Bayrou es un “vieux de la vieille”, un político profesional representativo de la clase política más convencional, diputado desde hace décadas, jefe del partido UDF y ministro en varias oportunidades. Ha estado metido, objetivamente, en todas las financiaciones ocultas de los años anteriores a la reglamentación del funcionamiento de los partidos, ha estado en cohabitaciones, se ha presentado y ha votado siempre con la mayoría de centro derecha... Su deriva populista es reciente y táctica, en pos del espacio imposible del centro perdido, como Lecanuet en 1965 y Poher en 1969; quiere evitar el fracaso de sus antecesores mediante la estratagema del “que se vayan todos”, olvidando que Francia no es la Argentina, con tufillo de petainismo-lepenismo (decente) incluído: ha querido, por ejemplo, disimular que una de sus abuelas era irlandesa, pues se enorgullece de la pureza de sus orígenes bearneses y cita veinte veces al día alguna diatriba de d’Artagnan. Estos franceses de souche (Bayrou, Royal, el trotskista Besancenot), es decir de raíz, son quienes tratan un día sí y otro también al inmigrante Sarkozy (hijo de húngaro y de judía, nieto de griego, sin ninguna ascendencia francesa y casado con una biznieta española de Albéniz) de xenófobo, coincidiendo en una diagonal perversa con el fascista Le Pen, cuando éste menciona que si se hubieran cerrado las fronteras, como él pide, Sarkozy se presentaría a las elecciones en Budapest...

No se trata del fin del gaullismo, pues ninguno de los últimos cuatro presidentes lo era. Se trata, desde los acuerdos de Schengen, la adopción del euro y el NO a la constitución europea, de una encrucijada más sobre el tema identitario de los países del viejo continente, cuya resolución determinará en gran parte el devenir de nuestras sociedades.
Y como siempre, Francia enfrenta esta cuestión decisiva a su manera, fiel a su idiosincrasia histórica, a su sentido de la excepción, tan insoportable para los ingleses, desconcertante para los alemanes e incomprensible para los estudiosos españoles de hoy.

Lo peor y lo más inquietante no es lo que han dicho los candidatos mayoritarios, pues al fin y al cabo las opciones económicas y de seguridad no están tan alejadas, ya que si la izquierda gana terminará aplicando en buena parte las recetas de la derecha, más eficaces (después de un par de años de demagogia y confusión, como Mitterrand en 1981-83), y si gana la derecha colbertista de Sarkozy, la praxis será como siempre, neocentrista y estatalista.

Es mucho más significativo lo que no han dicho: su incapacidad para tratar la cuestión de la inmigración y de las tensiones socioétnicas, que crean exasperación, abstencionsimo y voto extremista en los segmentos de la población más expuestos a la inseguridad y a la precariedad. La ausencia casi absoluta de los temas internacionales en la campaña. La imposibilidad de enfrentar con valor y lucidez el desafío de la globalización.

Ni siquiera el mejor de los candidatos con posibilidades de ganar, el más voluntarioso, el mejor preparado, el más realista, es decir Nicolas Sarkozy, se ha atrevido a decirles toda la verdad a los franceses. Esa verdad que Churchill sí pronunció en 1940 ante el pueblo británico: vienen horas de sufrimiento, dolor y lágrimas.

Y es que el General y Sir Winston, precursores geniales y lúcidos atrevidos, no han dejado prole política, de forma que navegamos entre ineptos peligrosos y sin escrúpulos (Zapatero y Royal) y políticos preparados pero previsibles (Blair, Merkel, Sarkozy), cuando lo que Europa necesita es una clase política que admita su incapacidad para enfrentar lo que nos espera desde los esquemas del pasado.

Dante Pombo de Alvear, Crónicas de Calypso

2 comentarios:

Enrique Suárez dijo...

Excelente artículo Dante, como siempre, nos haces llegar la realidad francesa con la mirada de la distancia próxima.
Coincido contigo en las dos alocuciones que diriges a Francesc de Carreras.
Este no enterrar a los muertos está de moda, parece que los muertos son necesarios para sostener a los vivos. Quieren invitarnos a recordar y recobrar memorias que solo fueron ilusiones en un hálito de nostalgica conciencia de lo deseado.
En la que se refiere a la comparación de Bayrou con Ciutadans, también comparto tu criterio, pero sí haré un matiz, es cierto que el bearnés es de la vieja guardia, que utiliza estratagemas de "Francia soy yo" y que quiere representar la transición centrista que Francia no ha tenido y que España si vivió con Adolfo Suárez.

Pero hay algo importante en su discurso: sentencia el final de una época, y en eso coincide con Le Pen, y también contigo. Europa no se puede construir desde el Ancienne Regime de resolución de la postguerra, necesita actualizarse (con o sin reseteo previo). En eso sí concuerda con Ciutadans, en su espíritu más auténtico, no en el representado en estos momentos desde la frivolidad y la incapacidad.

Bayrou y Ciutadans, hablan de un futuro diferente. Le Pen también lo hace, posiblemente nos vamos acercando a un modelo alternativo de la política europea, con una derecha cada día más conservadora, una izquierda más relativista y floja, y una opción racional y transversal, que aspire a desplazarlas del poder, en la que se subsuman buena parte de los partidos tradicionales.

Esa es la Europa de Ciutadans, nadie puede negar que Bayrou sabe resistir y orientarse a futuro. Bayrou se va haciendo cada día más ciudadano, porque sabe que los políticos tradicionales están acabados.

Saludos Ciudadanos

Enrique Suárez dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=ulLDut_Fq3c
Bayrou - Candy

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