Gabriel Albiac, hombre poco dado a la emoci������n, ha dicho hoy que est������bamos "al final del principio", recordando a Churchill. Es dif������cil saberlo, pero as������ lo parec������a. Cientos y cientos de miles de personas y de banderas, en una mezcla de serenidad y firmeza que caracteriza a la gente de bien, eso ha sido Madrid en un 10M hist������rico.
El discurso de Mariano Rajoy dio forma y dignidad verbal a una rebeli������n c������vica volcada en la defensa de la naci������n espa������ola, es decir de la democracia, frente a la rendici������n ante Eta del gobierno de Rodr������guez. Ha sabido expresar con palabras justas y certeras el rumor de ciudadanos hartos de tanta injusticia y de tanta debilidad.
El emotivo recuerdo para las v������ctimas del terrorismo que, seg������n se dijo hoy, "representan el precio que hemos pagado por nuestra libertad", complet������ con el coraz������n un discurso racional, templado y seguro, a imagen y semejanza de una mayor������a de espa������oles que aspiran a vivir en una sociedad libre, sin impunidad para criminales cuyas caracajadas son la voz y el eco de quienes quieren comprar la paz de los esclavos.
En cuanto a quienes, desde la pretensi������n equidistante de una tercera v������a improbable, tartamudean vocablos incomprensibles llenos de confusi������n y cobard������a, seguir������n en la sombra de los mediocres. De ciudadanos no tienen nada; son, como mucho, candidatos al "s������ pero no" del colaboracionismo pol������tico.
A continuaci������n se reproduce ������ntegramente la intervenci������n del presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, al t������rmino de la manifestaci������n celebrada este s������bado en Madrid.
Viva la libertad. Viva Espa������a.
DISCURSO DE MARIANO RAJOY, EL 10 M EN MADRID
Gracias a todos por venir, y por pensar que este esfuerzo merec������a la pena.
Gracias por creer que las cosas no se arreglan solas, que sois necesarios y que Espa������a es responsabilidad de todos y de cada uno de nosotros. Nos ha movilizado la torpeza de un Gobierno que se ha dejado coaccionar por un asesino y ha cedido. Nos ha tra������do aqu������ la injusticia cometida ���������contra todos los espa������oles��������� con un terrorista que no pide perd������n, que no se arrepiente, que nos desprecia y, para colmo, se r������e de nosotros con sus parodias de hospital.
Nos ha tra������do aqu������ la falta de gallard������a de un Gobierno que pretende disfrazar la humillaci������n con razones de pol������tica inteligente y la indignidad con excusas humanitarias. Hemos venido para proclamar que la mayor������a de los espa������oles no estamos conformes; para que nadie pueda beneficiarse de nuestro silencio; para que nadie cuente con nuestra resignaci������n. Hemos venido a decir NO a esa burla de la ambulancia y NO a todo lo que se oculta tras esta claudicaci������n.
Porque este gesto ha desenmascarado todos los disimulos. Ha dejado todas las intenciones a la vista. Ya no es posible ocultar lo que resulta evidente. Ahora sabemos por qu������ se nos humilla ante los terroristas; por qu������ el Gobierno es tan complaciente con sus portavoces; por qu������ Batasuna ���������que es ilegal��������� recibe mejor trato que quienes respetamos las leyes. Ahora sabemos por qu������ hab������a que retorcer las normas, trampear los procedimientos y enga������ar a los espa������oles para excarcelar a un terrorista insaciable.
Son compromisos previos, son exigencias que los terroristas imponen para que el Gobierno demuestre su buena voluntad hacia ellos. Es el peaje que paga el Gobierno para poder negociar. Se ha pretendido embaucarnos con el pretexto de una paz enga������osa. Esa paz que lleva escrita en el rostro De Juana Chaos. La paz de Otegui. La paz de los canallas que colocaron la bomba en Barajas.
ETA no nos dejar������ en paz. No se arrepiente de nada. No renuncia a nada. Quiere Navarra, quiere la amnist������a, quiere la independencia. Nunca se conformar������ con menos. Mientras se le consienta, seguir������ y seguir������ hasta lograr su prop������sito, hasta que renunciemos a la raz������n, a la justicia, a la dignidad, en definitiva, hasta que nos rindamos. Tampoco renunciar������ jam������s a su capacidad de coacci������n, de chantaje, de intimidaci������n.
Todo esto lo sabe el Gobierno. Pese a ello, siendo evidente que ETA no pensaba dejar las armas, busc������ su trato. Siendo evidente que ETA pretend������a obtener con el alto el fuego los mismos beneficios que reclamaba con las armas, busc������ su trato. Siendo evidente que ETA se reservaba el derecho de dialogar con bombas, busc������ su trato.
Un trato delirante porque pretender que los criminales se apacig������en mediante concesiones es tan absurdo como apagar un incendio con le������a. Cuanto m������s echemos, m������s nos pedir������. Cuanto m������s obtengan, m������s querr������n. No se detendr������n hasta obtener todo lo que piden.
ETA no quiere la paz. Busca la victoria. Ha descubierto un Gobierno d������bil y quiere aprovechar la ocasi������n.
Quien cede una vez ante ellos se condena a seguir cediendo o a tener que combatirlos cuando sea demasiado tarde. Por eso es preferible tener el coraje de hacerles frente desde el principio, sin debilitar nuestra fuerza, sin fortalecer al principal enemigo de nuestra libertad.
El Gobierno est������ cogido en una trampa en la que ������l mismo se ha metido y de la que no sabe salir. Por eso se asusta cuando un terrorista no come. Y se asusta cuando se le piden explicaciones. Y se asusta cuando los espa������oles sacamos nuestra indignaci������n, serena y democr������tica, a la calle.
Se ha equivocado. Est������ en un callej������n sin salida y debe rectificar, pero no se atreve porque lo que m������s le asusta es tener que reconocer su error. Millones de personas le han pedido en la calle que rectifique, pero no hace caso. Le hemos tendido la mano muchas veces y se nos ha rechazado siempre. Hemos querido ayudar y se ha despreciado nuestra ayuda.
Por eso estamos aqu������. Es hora de que los espa������oles hablen. Tenemos que impedir que las cosas contin������en por este camino delirante. Necesitamos una pol������tica antiterrorista seria. Una pol������tica dise������ada para perseguir a los terroristas, no para poner zancadillas a los espa������oles que no aplauden al Gobierno.
Quiero que este acto quede como testimonio de un pueblo que sabe que s������lo siendo fiel a sus valores podr������ construir el mejor futuro. De un pueblo que sabe que entre el terrorismo y la democracia no hay caminos de encuentro y que uno de los dos debe prevalecer a costa del otro. Y que, desde luego, quiere que prevalezca la democracia. De un pueblo que no quiere tener que contar un d������a que el terrorismo gan������ una batalla en su pa������s.
Este es un acto de afirmaci������n y de esperanza. De afirmaci������n de lo que nos une a todos los que aqu������ estamos y a muchos que no han podido estar: la democracia, la convivencia pac������fica, el aislamiento de los violentos, las ganas de construir juntos el futuro. Todo el mundo sabe que hay otra manera de hacer las cosas, m������s digna, m������s justa, m������s eficaz. Hemos conocido mejores d������as en la lucha contra el terror.
Queremos recuperar la Espa������a que no se rend������a ante los terroristas, que no se humillaba ante el chantaje, que no premiaba a los asesinos, que no menospreciaba a las v������ctimas. La Espa������a que consigui������ que ETA no matara porque no pod������a matar, porque la est������bamos derrotando. La Espa������a que acab������ con el terrorismo callejero. ������Claro que hay otra manera de hacer las cosas! Y tenemos derecho a reclamarla. Queremos que la democracia gane y que ETA pierda.
Queremos que Batasuna desaparezca de nuestras calles, de nuestros telediarios y que ni sue������e con volver a los ayuntamientos. Queremos que los terroristas sepan que no tienen nada que reclamarnos, que su ������nico destino es la c������rcel y que nosotros todav������a sabemos distinguir con nitidez qui������nes son las personas decentes y qui������nes son los indeseables. Los distinguimos muy bien. Por eso no nos olvidamos de las v������ctimas. A nosotros no nos estorban. Al contrario:
Son el mejor estandarte de nuestros valores; el testimonio vivo de nuestra fe en la democracia; representan el precio que hemos pagado por nuestra libertad; expresan nuestra respuesta al terrorismo; hacen saber que, ni con uno ni con mil muertos, lograr������ nadie doblegar nuestros principios. Dos personas, entre tantas otras que permanecen en nuestro recuerdo, simbolizan de forma eminente la voluntad de este pueblo de decir que NO al chantaje y al terror.
Una de ellas, Miguel ������ngel Blanco, no puede estar hoy con nosotros. Pero a������n esta plaza de Col������n se estremece con el recuerdo del grito de m������s de un mill������n de gargantas que clamaron ���������������Basta ya!��������� tras su cruel asesinato. Y a������n nos estremece a todos el coraje c������vico de sus familiares ofreciendo su sacrificio por la derrota final del terrorismo. La otra persona, Jos������ Antonio Ortega Lara, s������ est������ hoy entre nosotros y su ejemplo de valor y sacrificio siguen siendo el mejor est������mulo para la resistencia c������vica de un pueblo.
El mejor camino para honrar a las v������ctimas es que volvamos a hacer las cosas como se hac������an cuando se hac������an bien. Las flores y los aplausos nunca sobran, pero como de verdad se les honra es defendiendo la raz������n que da sentido a su muerte. Se les honra defendiendo las ideas que sus asesinos condenan. Se les honra persiguiendo a sus perseguidores. Se les honra haciendo justicia. Nosotros les haremos justicia. Esto es lo que queremos y esto es lo que nos ha tra������do aqu������: que el Gobierno rectifique, que se imponga la raz������n, que se aplique la ley y que sea el Gobierno el primero en respetarla.
No se si se nos escuchar������ o nos responder������n con la arrogancia habitual , pero esta es nuestra posici������n y a ella convocamos a los espa������oles. Esta es nuestra tarea. Un empe������o que est������ por encima de diferencias ideol������gicas; por encima de partidos, por encima de rivalidades pol������ticas, porque afecta al inter������s com������n. Una tarea que exige el esfuerzo de todos y merece el apoyo de todos. Porque no estamos hablando solamente del terrorismo. Ni siquiera principalmente. Estamos hablando de Espa������a, que es lo que nos ocultan detr������s de eso que llaman negociaciones.
������Con qui������n discute el Gobierno el futuro de Navarra, del Pa������s Vasco, de Espa������a? ������Con los Navarros? No. ������Con los espa������oles? No. ������Lo discute con Batasuna, a escondidas, en secreto! ������Con qu������ derecho? No lo vamos a consentir. Espa������a nos pertenece a todos y nadie tiene derecho a modificarla para dar gusto a ETA. No lo vamos a consentir.
Hasta hace tres a������os, esto era impensable porque las cosas importantes para todos los espa������oles estaban amparadas por un consenso. Esas cosas no se tocaban. Ese consenso que el se������or Rodr������guez Zapatero se apresur������ a quebrar para tener las manos libres. Necesitamos recuperar el consenso. Si no es posible alcanzarlo con el Gobierno yo quiero establecerlo con la gente, con los espa������oles. En ese esp������ritu, convoco solemnemente a todos los espa������oles, a los que les importe Espa������a a poner fin a esta situaci������n. Les convoco a defender la naci������n espa������ola y a sumar esfuerzos para recuperar nuestra autoestima como un pueblo que ha sabido dar ejemplo al mundo con su entereza frente al terrorismo.
Si alguien piensa que esta es una empresa que requiere mucho esfuerzo y mucha constancia y mucha voluntad, piensa bien. Pero si alguien piensa que vamos a cansarnos, se equivoca. Se equivoca de medio a medio y basta con venir aqu������ para comprobarlo.
Somos una voluntad en marcha. No nos vamos a resignar. No nos cansaremos de combatir por nuestros principios. No renunciaremos a conquistar lo que es justo. No nos rendiremos jam������s. Volved a vuestras casas y contad a todo el mundo lo que ha pasado aqu������, lo que hab������is hecho, lo que hab������is sentido. Que os vean en pie, con la cabeza alta y fuertes como yunques. Orgullosos de ser espa������oles que no se resignan.
Decid que estamos reclamando una deuda que el Gobierno quiere cancelar. Decid que reclamamos la libertad que nos han robado y que solamente podremos recuperar cuando se haga justicia, cuando podamos respirar hondo, cuando los terroristas no ejerzan ninguna influencia en nuestra vida, cuando ETA sea derrotada y desaparezca.
Este es nuestro empe������o, esto es posible y esto, con la ayuda de todos, lo haremos realidad. Gracias otra vez por vuestra presencia, por vuestro calor y por vuestro gran ejemplo de civismo.
Y ahora, si todav������a no est������is roncos, gritad conmigo:
������Viva la libertad!
������Viva Espa������a!
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
El discurso de Mariano Rajoy dio forma y dignidad verbal a una rebeli������n c������vica volcada en la defensa de la naci������n espa������ola, es decir de la democracia, frente a la rendici������n ante Eta del gobierno de Rodr������guez. Ha sabido expresar con palabras justas y certeras el rumor de ciudadanos hartos de tanta injusticia y de tanta debilidad.
El emotivo recuerdo para las v������ctimas del terrorismo que, seg������n se dijo hoy, "representan el precio que hemos pagado por nuestra libertad", complet������ con el coraz������n un discurso racional, templado y seguro, a imagen y semejanza de una mayor������a de espa������oles que aspiran a vivir en una sociedad libre, sin impunidad para criminales cuyas caracajadas son la voz y el eco de quienes quieren comprar la paz de los esclavos.
En cuanto a quienes, desde la pretensi������n equidistante de una tercera v������a improbable, tartamudean vocablos incomprensibles llenos de confusi������n y cobard������a, seguir������n en la sombra de los mediocres. De ciudadanos no tienen nada; son, como mucho, candidatos al "s������ pero no" del colaboracionismo pol������tico.
A continuaci������n se reproduce ������ntegramente la intervenci������n del presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, al t������rmino de la manifestaci������n celebrada este s������bado en Madrid.
Viva la libertad. Viva Espa������a.
DISCURSO DE MARIANO RAJOY, EL 10 M EN MADRID
Gracias a todos por venir, y por pensar que este esfuerzo merec������a la pena.
Gracias por creer que las cosas no se arreglan solas, que sois necesarios y que Espa������a es responsabilidad de todos y de cada uno de nosotros. Nos ha movilizado la torpeza de un Gobierno que se ha dejado coaccionar por un asesino y ha cedido. Nos ha tra������do aqu������ la injusticia cometida ���������contra todos los espa������oles��������� con un terrorista que no pide perd������n, que no se arrepiente, que nos desprecia y, para colmo, se r������e de nosotros con sus parodias de hospital.
Nos ha tra������do aqu������ la falta de gallard������a de un Gobierno que pretende disfrazar la humillaci������n con razones de pol������tica inteligente y la indignidad con excusas humanitarias. Hemos venido para proclamar que la mayor������a de los espa������oles no estamos conformes; para que nadie pueda beneficiarse de nuestro silencio; para que nadie cuente con nuestra resignaci������n. Hemos venido a decir NO a esa burla de la ambulancia y NO a todo lo que se oculta tras esta claudicaci������n.
Porque este gesto ha desenmascarado todos los disimulos. Ha dejado todas las intenciones a la vista. Ya no es posible ocultar lo que resulta evidente. Ahora sabemos por qu������ se nos humilla ante los terroristas; por qu������ el Gobierno es tan complaciente con sus portavoces; por qu������ Batasuna ���������que es ilegal��������� recibe mejor trato que quienes respetamos las leyes. Ahora sabemos por qu������ hab������a que retorcer las normas, trampear los procedimientos y enga������ar a los espa������oles para excarcelar a un terrorista insaciable.
Son compromisos previos, son exigencias que los terroristas imponen para que el Gobierno demuestre su buena voluntad hacia ellos. Es el peaje que paga el Gobierno para poder negociar. Se ha pretendido embaucarnos con el pretexto de una paz enga������osa. Esa paz que lleva escrita en el rostro De Juana Chaos. La paz de Otegui. La paz de los canallas que colocaron la bomba en Barajas.
ETA no nos dejar������ en paz. No se arrepiente de nada. No renuncia a nada. Quiere Navarra, quiere la amnist������a, quiere la independencia. Nunca se conformar������ con menos. Mientras se le consienta, seguir������ y seguir������ hasta lograr su prop������sito, hasta que renunciemos a la raz������n, a la justicia, a la dignidad, en definitiva, hasta que nos rindamos. Tampoco renunciar������ jam������s a su capacidad de coacci������n, de chantaje, de intimidaci������n.
Todo esto lo sabe el Gobierno. Pese a ello, siendo evidente que ETA no pensaba dejar las armas, busc������ su trato. Siendo evidente que ETA pretend������a obtener con el alto el fuego los mismos beneficios que reclamaba con las armas, busc������ su trato. Siendo evidente que ETA se reservaba el derecho de dialogar con bombas, busc������ su trato.
Un trato delirante porque pretender que los criminales se apacig������en mediante concesiones es tan absurdo como apagar un incendio con le������a. Cuanto m������s echemos, m������s nos pedir������. Cuanto m������s obtengan, m������s querr������n. No se detendr������n hasta obtener todo lo que piden.
ETA no quiere la paz. Busca la victoria. Ha descubierto un Gobierno d������bil y quiere aprovechar la ocasi������n.
Quien cede una vez ante ellos se condena a seguir cediendo o a tener que combatirlos cuando sea demasiado tarde. Por eso es preferible tener el coraje de hacerles frente desde el principio, sin debilitar nuestra fuerza, sin fortalecer al principal enemigo de nuestra libertad.
El Gobierno est������ cogido en una trampa en la que ������l mismo se ha metido y de la que no sabe salir. Por eso se asusta cuando un terrorista no come. Y se asusta cuando se le piden explicaciones. Y se asusta cuando los espa������oles sacamos nuestra indignaci������n, serena y democr������tica, a la calle.
Se ha equivocado. Est������ en un callej������n sin salida y debe rectificar, pero no se atreve porque lo que m������s le asusta es tener que reconocer su error. Millones de personas le han pedido en la calle que rectifique, pero no hace caso. Le hemos tendido la mano muchas veces y se nos ha rechazado siempre. Hemos querido ayudar y se ha despreciado nuestra ayuda.
Por eso estamos aqu������. Es hora de que los espa������oles hablen. Tenemos que impedir que las cosas contin������en por este camino delirante. Necesitamos una pol������tica antiterrorista seria. Una pol������tica dise������ada para perseguir a los terroristas, no para poner zancadillas a los espa������oles que no aplauden al Gobierno.
Quiero que este acto quede como testimonio de un pueblo que sabe que s������lo siendo fiel a sus valores podr������ construir el mejor futuro. De un pueblo que sabe que entre el terrorismo y la democracia no hay caminos de encuentro y que uno de los dos debe prevalecer a costa del otro. Y que, desde luego, quiere que prevalezca la democracia. De un pueblo que no quiere tener que contar un d������a que el terrorismo gan������ una batalla en su pa������s.
Este es un acto de afirmaci������n y de esperanza. De afirmaci������n de lo que nos une a todos los que aqu������ estamos y a muchos que no han podido estar: la democracia, la convivencia pac������fica, el aislamiento de los violentos, las ganas de construir juntos el futuro. Todo el mundo sabe que hay otra manera de hacer las cosas, m������s digna, m������s justa, m������s eficaz. Hemos conocido mejores d������as en la lucha contra el terror.
Queremos recuperar la Espa������a que no se rend������a ante los terroristas, que no se humillaba ante el chantaje, que no premiaba a los asesinos, que no menospreciaba a las v������ctimas. La Espa������a que consigui������ que ETA no matara porque no pod������a matar, porque la est������bamos derrotando. La Espa������a que acab������ con el terrorismo callejero. ������Claro que hay otra manera de hacer las cosas! Y tenemos derecho a reclamarla. Queremos que la democracia gane y que ETA pierda.
Queremos que Batasuna desaparezca de nuestras calles, de nuestros telediarios y que ni sue������e con volver a los ayuntamientos. Queremos que los terroristas sepan que no tienen nada que reclamarnos, que su ������nico destino es la c������rcel y que nosotros todav������a sabemos distinguir con nitidez qui������nes son las personas decentes y qui������nes son los indeseables. Los distinguimos muy bien. Por eso no nos olvidamos de las v������ctimas. A nosotros no nos estorban. Al contrario:
Son el mejor estandarte de nuestros valores; el testimonio vivo de nuestra fe en la democracia; representan el precio que hemos pagado por nuestra libertad; expresan nuestra respuesta al terrorismo; hacen saber que, ni con uno ni con mil muertos, lograr������ nadie doblegar nuestros principios. Dos personas, entre tantas otras que permanecen en nuestro recuerdo, simbolizan de forma eminente la voluntad de este pueblo de decir que NO al chantaje y al terror.
Una de ellas, Miguel ������ngel Blanco, no puede estar hoy con nosotros. Pero a������n esta plaza de Col������n se estremece con el recuerdo del grito de m������s de un mill������n de gargantas que clamaron ���������������Basta ya!��������� tras su cruel asesinato. Y a������n nos estremece a todos el coraje c������vico de sus familiares ofreciendo su sacrificio por la derrota final del terrorismo. La otra persona, Jos������ Antonio Ortega Lara, s������ est������ hoy entre nosotros y su ejemplo de valor y sacrificio siguen siendo el mejor est������mulo para la resistencia c������vica de un pueblo.
El mejor camino para honrar a las v������ctimas es que volvamos a hacer las cosas como se hac������an cuando se hac������an bien. Las flores y los aplausos nunca sobran, pero como de verdad se les honra es defendiendo la raz������n que da sentido a su muerte. Se les honra defendiendo las ideas que sus asesinos condenan. Se les honra persiguiendo a sus perseguidores. Se les honra haciendo justicia. Nosotros les haremos justicia. Esto es lo que queremos y esto es lo que nos ha tra������do aqu������: que el Gobierno rectifique, que se imponga la raz������n, que se aplique la ley y que sea el Gobierno el primero en respetarla.
No se si se nos escuchar������ o nos responder������n con la arrogancia habitual , pero esta es nuestra posici������n y a ella convocamos a los espa������oles. Esta es nuestra tarea. Un empe������o que est������ por encima de diferencias ideol������gicas; por encima de partidos, por encima de rivalidades pol������ticas, porque afecta al inter������s com������n. Una tarea que exige el esfuerzo de todos y merece el apoyo de todos. Porque no estamos hablando solamente del terrorismo. Ni siquiera principalmente. Estamos hablando de Espa������a, que es lo que nos ocultan detr������s de eso que llaman negociaciones.
������Con qui������n discute el Gobierno el futuro de Navarra, del Pa������s Vasco, de Espa������a? ������Con los Navarros? No. ������Con los espa������oles? No. ������Lo discute con Batasuna, a escondidas, en secreto! ������Con qu������ derecho? No lo vamos a consentir. Espa������a nos pertenece a todos y nadie tiene derecho a modificarla para dar gusto a ETA. No lo vamos a consentir.
Hasta hace tres a������os, esto era impensable porque las cosas importantes para todos los espa������oles estaban amparadas por un consenso. Esas cosas no se tocaban. Ese consenso que el se������or Rodr������guez Zapatero se apresur������ a quebrar para tener las manos libres. Necesitamos recuperar el consenso. Si no es posible alcanzarlo con el Gobierno yo quiero establecerlo con la gente, con los espa������oles. En ese esp������ritu, convoco solemnemente a todos los espa������oles, a los que les importe Espa������a a poner fin a esta situaci������n. Les convoco a defender la naci������n espa������ola y a sumar esfuerzos para recuperar nuestra autoestima como un pueblo que ha sabido dar ejemplo al mundo con su entereza frente al terrorismo.
Si alguien piensa que esta es una empresa que requiere mucho esfuerzo y mucha constancia y mucha voluntad, piensa bien. Pero si alguien piensa que vamos a cansarnos, se equivoca. Se equivoca de medio a medio y basta con venir aqu������ para comprobarlo.
Somos una voluntad en marcha. No nos vamos a resignar. No nos cansaremos de combatir por nuestros principios. No renunciaremos a conquistar lo que es justo. No nos rendiremos jam������s. Volved a vuestras casas y contad a todo el mundo lo que ha pasado aqu������, lo que hab������is hecho, lo que hab������is sentido. Que os vean en pie, con la cabeza alta y fuertes como yunques. Orgullosos de ser espa������oles que no se resignan.
Decid que estamos reclamando una deuda que el Gobierno quiere cancelar. Decid que reclamamos la libertad que nos han robado y que solamente podremos recuperar cuando se haga justicia, cuando podamos respirar hondo, cuando los terroristas no ejerzan ninguna influencia en nuestra vida, cuando ETA sea derrotada y desaparezca.
Este es nuestro empe������o, esto es posible y esto, con la ayuda de todos, lo haremos realidad. Gracias otra vez por vuestra presencia, por vuestro calor y por vuestro gran ejemplo de civismo.
Y ahora, si todav������a no est������is roncos, gritad conmigo:
������Viva la libertad!
������Viva Espa������a!
Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales
2 comentarios:
Enhorabuena Ciudadanosenlared por lo que habeis hecho, somos muchos los militantes de Ciutadans que estamos con vosotros.
Fantástico trabajo, de verdad.
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