desde 2.006 en Internet

martes, 6 de febrero de 2007

Ciudadanos o el porvenir de una ilusión

Antes de que algunos compañeros del partido Ciudadanos, consideren que lo que aquí se dice no les representa, quiero manifestar que estas ideas son un resumen de otras muchas que se han debatido entre los militantes de este partido, pero que provienen exclusivamente de mi interpretación personal, por lo que lo que aquí se dice, no es más que mi opinión sobre nuestro partido, de la que participan algunos compañeros, pero nada más que eso.

Sobre el nacionalismo

Se oye un rumor que va creciendo de forma paulatina. Proviene de los ciudadanos que han dejado de creer en los políticos, pero no en la política; de los que se han decidido por representarse a sí mismos, sin intermediarios; de los que han demostrado su voluntad de cambiar el la realidad social de este país convulso que es España.

España, sí. Diecisiete comunidades autónomas y dos ciudades en la costa africana conforman el territorio español, pero no toda la población que contiene la demarcación se considera española.

Entre las gentes que habitan este país nuestro, hay una extraña transversalidad en esto de considerarse español. Desde los que se definen como antiespañoles, pasando por los que se declaran no españoles, continuando por los que la cuestión les resulta indiferente, hasta llegar a los que se sienten orgullosos de su españolidad. Esta condición determina buena parte de la política española. España lleva un siglo cargada de tensiones, pero eso no quiere decir que no exista como realidad. Aunque algunos se aprovechan bien de las indefiniciones, de la falta de determinación.

Como si el hecho de haber nacido en uno u otro lugar del territorio nacional, les confiriera estatus diferente ante el Estado, lo que vulnera evidentemente, la Constitución española por cuestiones de equidad y justicia. Todos los españoles son iguales ante la ley. Nunca he entendido cómo se pueden obtener derechos especiales para una comunidad, mientras quedan discriminadas las que no pueden disfrutarlos por una cuestión geográfica, histórica o cultural.

La política es el arte de lo posible, y lo que se ha hecho para acallar las demandas nacionalistas en este país, sobrepasa cualquier razón de equilibrio en todo el ámbito europeo. Si en la Unión Europea se analizasen las barbaridades políticas que se han hecho en España con la cuestión nacionalista, posiblemente dejaríamos de cumplir los criterios de pertenencia, por abuso de posición política.

La democracia, en cualquier nación avanzada, restringe y limita las posibilidades de segregacionismo o emancipación, pero en España ya se sabe que somos diferentes. Aquí, la libertad se entiende como adquisición de ventajas sobre los demás, en una competición salvaje, por acaparar la mayor cuota de poder posible. Aquí, los nacionalismos amenazan y chantajean al Estado y a su precursora, la Sociedad, sin rubor alguno, más allá del respeto y la dignidad.

Sigo sin entender porqué un asturiano o un extremeño, pueden tener derechos y deberes diferentes a un catalán, un vasco o un andaluz, por una decisión política de unos señores que se tragará el tiempo en una década.

Todo por una miserable rentabilidad electoral, o por alcanzar acuerdos puntuales para establecer un gobierno. Los políticos que tenemos son muy mediocres, y desde la llegada de la democracia a España han degenerado con la inflación de atribuciones.

Los ciudadanos, cada día más alejados del proceso político y desencantados con la realidad ofrecida, incrementan progresivamente la abstención electoral y se desentienden de los acontecimientos.

Esto no quiere decir que no tengan interés por lo que ocurre en su país, sino más bien, que su interés está en las cosas que no ocurren y desearían que ocurrieran, o que lo que hacen los políticos no les interesa lo más mínimo porque les asumen como un mal inevitable.

La opresión nacionalista, la estridencia de su inicuidad, la inmersión lingüística, o la invasión de las libertades públicas y privadas, ha sido una de las razones fundamentales de la emergencia del partido Ciudadanos en Cataluña, que el pasado 1 de noviembre alcanzó representación política en el Parlament catalán con 3 diputados, Albert Rivera, José Domingo y Antonio Robles.

Pero Ciudadanos no se determina exclusivamente, ni se agota, en lucha contra los excesos del nacionalismo excluyente, o los devaneos del nacionalismo desintegrador. Esta es solo una de sus múltiples facetas políticas, sino no tendría sentido su expansión a comunidades españolas donde el nacionalismo no es un grave problema.

Sobre la ciudadanía política

Quizás el lado menos conocido del partido Ciudadanos, por cuestiones de guión y momento, sean sus aspiraciones políticas más ambiciosas.

Ciudadanos quiere cambiar la forma de hacer política en este país, resolviendo los principales problemas que se presentan en el funcionamiento democrático del Estado, que son numerosos y prolongados.

La democracia ciudadana, al contrario que la política que estamos viviendo, no concluye en visitar las urnas cada cuatro años para elegir las alternativas políticas que se ofrecen, es mucho más ambiciosa. Se busca el compromiso de los ciudadanos en la vigilancia, análisis y control de las acciones políticas que afectan a sus vidas, y en el ejercicio de sus acciones ciudadanas cuando estas vulneren algún límite a su libertad o sus derechos.

Es hora de que la soberanía popular, se transforme en protagonismo ciudadano en la obra política que se representa en España. Los ciudadanos somos los auténticos propietarios del Estado, pero además somos clientes de las instituciones que lo conforman y representan, fundamentalmente en los servicios públicos que nos proporcionan.

La calidad de la oferta y el funcionamiento óptimo de esos servicios, depende de los ciudadanos, no del Estado, no del Gobierno, no los políticos, ni de los funcionarios. El poder ciudadano comienza en la exigencia de sus derechos, ante la Administración.

Otra de las grandes aventuras que hay en nuestra cartera de propósitos es la regeneración ética de la política española. Asistimos cada día a una inagotable presencia de la corrupción, el nepotismo, el tráfico de influencias, el “comisionismo”, y la degeneración del rigor de las decisiones políticas que se toman en este país.

Parece que los políticos, ni se respetan a sí mismos, ni respetan a sus atribulados electores. El control exhaustivo y permanente de las irregularidades que se cometan a lo largo de los procesos políticos relacionados con cuestiones económicas, será una de nuestras preferencias de trabajo.

Otra cuestión importante es el desarrollo institucional en numerosos frentes de decisión política. La descentralización del poder del Estado no concluye en las autonomías o los ayuntamientos, sino en los ciudadanos. El criterio ciudadano de los españoles no requiere tanta intermediación política como la que ahora tenemos, y uno de los objetivos de nuestro partido es transferir la decisión política a los ciudadanos. El contrato social debe alcanzar la reciprocidad, el político representa, pero decide el ciudadano, no cada cuatro años, sino todos los días.

He dejado para el final la cuestión ideológica, porque realmente en Ciudadanos no estamos preocupados por la misma, no consideramos que sea lo más importante, realmente nuestro ámbito quedaría ubicado en un equilibrio consecuente, derivado de la síntesis entre las ideas que han resultado más eficaces en la tradición democrática occidental, y que son las del socialismo democrático y las del liberalismo progresista, y una pizca de optimismo y buen humor, que falta nos hace.

Ahora necesitamos personas, ciudadanos, que se afilien al partido y estén dispuestos a compartir este proyecto con otros que piensan igual o parecido, con ilusión y esperanza, con ganas, con tenacidad y paciencia, porque la tarea que nos queda por delante es difícil y complicada. Acompáñanos y cambiemos juntos el futuro de este país.

En el tiempo que llevo en ciudadanos he aprendido muchas cosas, he conocido a gente muy interesante, he compartido resultados y esperanza, y he descubierto lo bien que se está al calor de la compañía de los que sueñan con el mismo proyecto.

Es una experiencia apasionante, así que si quieres disfrutarla, ahí dejo la petición de afiliación como simpatizante o militante, y serás uno de los nuestros, un ciudadano políticamente activo en un proyecto singular e inolvidable. No digas que nadie te lo propuso, forma parte del espíritu ciudadano y ya verás lo bien que te sientes entre nosotros.

Estamos en campaña contra el Estatuto andaluz, luego vienen las elecciones municipales y autonómicas, y luego, ya se verá.



Erasmo de Salinas

Afiliación a Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía

Web de Ciudadanos

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que foto más curiosa, recuerda el cartel de Albert Rivera. El problema es que los ciudadanos en este caso están desvanecidos, menos mal que solo es una foto...

Anónimo dijo...

Me parece muy bien esa campaña contra el Estatuto de Andalucía que, al ser una copia del catalán, es igual de anticonstitucional.
¿Pero no sería mejor pedir la abstención?
Si el voto negativo es muy reducido en comparación con el afirmativo, todo el argmento de Ciudadanos sobre el cansancio de la ciudadanía se va al garete. Mientras que con la abstención seguro que sacamos entre un 30 y un 40%

Anónimo dijo...

Estupendo artículo

Adelante Ciudadanos!
Escribamos juntos este necesario capítulo de la historia de España y ayudemonos entre todos.

Por una España de ciudadanos libres.

Enlaces Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...