¿Se acuerdan de la pana?. El PSOE llegó a realidad española disfrazado de pana, con Alfonso Guerra y Felipe González en el pescante de la diligencia del cambio. Eran militantes sin corbata de un partido histórico, desarrapados, con un hambre de poder de las dimensiones de un agujero negro. Traían una pizarra de Suresness, donde habían celebrado un congreso, en el que Marx desapareció para siempre del socialismo español, y con esta decisión, quizá sus militantes más dignos. Hace ya tanto tiempo.
Estos chicos de entonces, de los que Rodríguez Zapatero ha heredado el talante solamente, triunfaron en las elecciones de 1982, ayudados por Cebrián, Polanco y Tejero, aquel guardia civil que entró en el hemiciclo de La Carrera de San Jerónimo pegando tiros al techo, e invitando a la quietud de los presentes. Qué poco talante tenía el valido de la interrogación. Pero también con la contribución del partido gobernante de la época, la UCD, que fue incapaz de sostener la tensión concentrada y eso que contaba con el talante yuntero de Adolfo Suárez, el mejor eslabón de la historia española del siglo XX.
La derecha de Fraga, no estaba para presentarse como salvadora, por que olía a rancio de sacristía y cuartel, obsesionada en la unidad de la patria, en el respeto a todas las tradiciones y aderezada por el testamento de Franco. Era una derecha con muchas vergüenzas y desposeída; hoy en día, todavía le quedan visos de maestro de escuela de los cincuenta. Mucha autoridad, y poco fundamento, pero ha mejorado mucho, progresa adecuadamente. Casi es moderna, aunque si alguien la acusa de fascista, todavía se sonroja. Manda narices.
Adolfo Suárez, denostado por todos, alabado por todos, interpretado por todos, no se cansaba de prometer, porque realmente, viendo el panorama, poco podía ofrecer, ante la sed de poder de todos los que le rodeaban y envidiaban. El presidente Suárez cometió errores, por supuesto, pero seguro que muchos menos que cualquier otro de todos los que le sitiaban y acometían.
Los nacionalismos, aquí está la madre del cordero huérfano de padre; además de la ambición de poder, tenían otras, por su miedo a desaparecer aplastados entre la izquierda y derecha del país. El hecho diferencial de Pujol, el voto negativo del País Vasco a la Constitución, junto con la lucha por la liberación de Euskadi que ETA mantiene, contribuyeron a generar una nueva dimensión política.
Los nacionalismos son los autores de la España que tenemos, por una simple razón, una España unida no permitiría buenos resultados electorales, luego la premisa fundamental era impedir esa unidad y contribuir a incrementar la desunión de los españoles en relación a los hechos diferenciales, reales o inventados.
Los nacionalismos españoles van contra el concepto de España como nación, siempre y en cualquier circunstancia, son antiespañoles y ejercen como tales por que esto les ha procurado buenos resultados electorales. España les importa muy poco, o nada, por eso son nacionalistas.
El Partido Comunista se nos hizo travesti, transformándose en Izquierda Unida, y pasó por todas las alternativas posibles para no mostrar su auténtica dimensión, que los españoles tenían en su cabeza muy reciente el lavado de cerebro de cuarenta años contra “los rojos”, y los rojos eran ellos, no el PSOE.
Bien se encargaron los socialistas de indicarlo hasta que llegó Anguita, que era inteligente, pero se ocuparon de reducirlo con el submarino López Garrido que hoy es portavoz del PSOE. Frutos, sigue de llama votiva, y Llamazares, convirtiendo el marxismo en posible desde la “mala conciencia” de haber sido rojos, y pactando con su verdugo. ¿Y qué pasa si el Partido Comunista es rojo?, que lo sea. Basta ya de tanta corrección política miserable.
Una hoja me ha llevado la historia política de los últimos treinta años en España. Y no hay más leña que la que arde. Esto es todo. Bueno me queda lo de la tercera república de García Trevijano, pero no voy a mezclarlo con esta gente, quedaría mal, es otra dimensión. Como Pablo Castellanos, aquel señor con el que Redondo se equivocó, al no preferirlo a Felipe González. Lástima.
Así se explican muchas cosas, de lo que quedó tras la salida de Aznar del Gobierno, con el 11-M, el “No a la Guerra” y el presidente del “pásalo”. Todo esto explica perfectamente ese concepto del talante que se ha inventado ZP, y que no es talante, es “palante”, una abreviatura impropia y paleta de “para adelante”, siempre hacia delante, caiga quien caiga, sean tirios o troyanos; políticos o ciudadanos, esa expresión de nadie puede detenernos aunque nos equivoquemos que tienen los mediocres.
Señoras y señores esto es España. Cada uno barriendo para lo suyo, aprovechándose de lo que puede, enchufando a familia y amigos, disfrutando del tráfico de influencias para hacer pelotazos discretos en la Bolsa, y otros más aparatosos en los ayuntamientos. Haciendo despotismo analfabeto, de nuevos enriquecidos. Chuleándonos a todos el progreso, el bienestar y la tranquilidad.
Todos son iguales, forman parte del mismo circo, si unos son trapecistas, los otros son payasos, si unos doman fieras sonadas otros deambulan por la cuerda floja; el mayor espectáculo del mundo es la política española y no el circo ruso. Y nunca va a cambiar, salvo que ocurra algo que no puede ser otra cosa que la rebelión ciudadana, que la gente ya está harta de que toda esta farándula de titiriteros ocupen los telediarios.
La degeneración de la política en España resulta insoportable e inadmisible. Esta gente está destruyendo la convivencia de los españoles, son un cáncer al que se debe poner tratamiento de inmediato, quirúrgico o el que sea.
Tras muchos años de soportarlos, a veces sigo pensando que soy un ingenuo sin remedio, porque sigo creyendo en la democracia, en la libertad, en la justicia, y todos los días me acuesto diciendo que no es posible, que la gente siga pensando que esta legión de impresentables vayan a resolver algún problema de los que tenemos, porque realmente, la mayor fuente de problemas son ellos mismos.
Zapatero solo es el epifenómeno de la realidad política española, pero no podría existir con alguien que fuera capaz de hacerle frente en condiciones; Rajoy lo intenta con denuedo, pero no lo va a lograr, por 17.821 motivos. Tampoco sirve la opción, entre otras cosas, porque mientras el PSOE vigente se ha encargado de aborregar a la población, el PP se ha dedicado a fundamentar su espíritu democrático, convencer a los españoles de que es democrático. ¡Ay!.
Este país en el que Anguita salía en las encuestas valorado como el mejor político, mientras la gente que así le elegía, no era capaz de votarle porque los socialistas, he dicho bien, los socialistas se habían encargado de hacerlo rojísimo para parecer ellos rosados.
Solo queda una esperanza para que España se regenere, una solamente: ejercer la democracia hasta sus últimas consecuencias, incluidas las institucionales en todos los ámbitos del Estado. En un país en el que se necesita enchufe para ocupar un buen puesto de ordenanza, nada puede funcionar bien.
La alternativa a todo esto, que llegará más temprano que tarde, son los movimientos ciudadanos emergentes que han superado el clientelismo político. Se necesita coraje, fuerza, pasión, y vida, para hacer el auténtico cambio que España necesita. Nada de acuerdos puntuales sobre proyectos políticos para entretenimiento del personal. Nada de medias tintas. Radicalismo democrático.
No hay talante que valga. Se necesita recuperar el respeto por la autoridad, representada en dos cosas muy sencillas: la honestidad y la inteligencia, nada más. Se necesita que los ciudadanos se hagan políticos, para devolver a los políticos a su condición de ciudadanos, y que abandonen el sistema de castas. Estamos en España, no en la India. Esto solo lo puede hacer un partido político, el nuestro, Ciudadanos.
Al respecto, estamos esperando noticias de Barcelona, creo que pronto sabremos algo. Cuando así sea, se lo comunicaremos, no lo duden. Cada vez queda menos tiempo para tomar una decisión.
Biante de Priena
Estos chicos de entonces, de los que Rodríguez Zapatero ha heredado el talante solamente, triunfaron en las elecciones de 1982, ayudados por Cebrián, Polanco y Tejero, aquel guardia civil que entró en el hemiciclo de La Carrera de San Jerónimo pegando tiros al techo, e invitando a la quietud de los presentes. Qué poco talante tenía el valido de la interrogación. Pero también con la contribución del partido gobernante de la época, la UCD, que fue incapaz de sostener la tensión concentrada y eso que contaba con el talante yuntero de Adolfo Suárez, el mejor eslabón de la historia española del siglo XX.
La derecha de Fraga, no estaba para presentarse como salvadora, por que olía a rancio de sacristía y cuartel, obsesionada en la unidad de la patria, en el respeto a todas las tradiciones y aderezada por el testamento de Franco. Era una derecha con muchas vergüenzas y desposeída; hoy en día, todavía le quedan visos de maestro de escuela de los cincuenta. Mucha autoridad, y poco fundamento, pero ha mejorado mucho, progresa adecuadamente. Casi es moderna, aunque si alguien la acusa de fascista, todavía se sonroja. Manda narices.
Adolfo Suárez, denostado por todos, alabado por todos, interpretado por todos, no se cansaba de prometer, porque realmente, viendo el panorama, poco podía ofrecer, ante la sed de poder de todos los que le rodeaban y envidiaban. El presidente Suárez cometió errores, por supuesto, pero seguro que muchos menos que cualquier otro de todos los que le sitiaban y acometían.
Los nacionalismos, aquí está la madre del cordero huérfano de padre; además de la ambición de poder, tenían otras, por su miedo a desaparecer aplastados entre la izquierda y derecha del país. El hecho diferencial de Pujol, el voto negativo del País Vasco a la Constitución, junto con la lucha por la liberación de Euskadi que ETA mantiene, contribuyeron a generar una nueva dimensión política.
Los nacionalismos son los autores de la España que tenemos, por una simple razón, una España unida no permitiría buenos resultados electorales, luego la premisa fundamental era impedir esa unidad y contribuir a incrementar la desunión de los españoles en relación a los hechos diferenciales, reales o inventados.
Los nacionalismos españoles van contra el concepto de España como nación, siempre y en cualquier circunstancia, son antiespañoles y ejercen como tales por que esto les ha procurado buenos resultados electorales. España les importa muy poco, o nada, por eso son nacionalistas.
El Partido Comunista se nos hizo travesti, transformándose en Izquierda Unida, y pasó por todas las alternativas posibles para no mostrar su auténtica dimensión, que los españoles tenían en su cabeza muy reciente el lavado de cerebro de cuarenta años contra “los rojos”, y los rojos eran ellos, no el PSOE.
Bien se encargaron los socialistas de indicarlo hasta que llegó Anguita, que era inteligente, pero se ocuparon de reducirlo con el submarino López Garrido que hoy es portavoz del PSOE. Frutos, sigue de llama votiva, y Llamazares, convirtiendo el marxismo en posible desde la “mala conciencia” de haber sido rojos, y pactando con su verdugo. ¿Y qué pasa si el Partido Comunista es rojo?, que lo sea. Basta ya de tanta corrección política miserable.
Una hoja me ha llevado la historia política de los últimos treinta años en España. Y no hay más leña que la que arde. Esto es todo. Bueno me queda lo de la tercera república de García Trevijano, pero no voy a mezclarlo con esta gente, quedaría mal, es otra dimensión. Como Pablo Castellanos, aquel señor con el que Redondo se equivocó, al no preferirlo a Felipe González. Lástima.
Así se explican muchas cosas, de lo que quedó tras la salida de Aznar del Gobierno, con el 11-M, el “No a la Guerra” y el presidente del “pásalo”. Todo esto explica perfectamente ese concepto del talante que se ha inventado ZP, y que no es talante, es “palante”, una abreviatura impropia y paleta de “para adelante”, siempre hacia delante, caiga quien caiga, sean tirios o troyanos; políticos o ciudadanos, esa expresión de nadie puede detenernos aunque nos equivoquemos que tienen los mediocres.
Señoras y señores esto es España. Cada uno barriendo para lo suyo, aprovechándose de lo que puede, enchufando a familia y amigos, disfrutando del tráfico de influencias para hacer pelotazos discretos en la Bolsa, y otros más aparatosos en los ayuntamientos. Haciendo despotismo analfabeto, de nuevos enriquecidos. Chuleándonos a todos el progreso, el bienestar y la tranquilidad.
Todos son iguales, forman parte del mismo circo, si unos son trapecistas, los otros son payasos, si unos doman fieras sonadas otros deambulan por la cuerda floja; el mayor espectáculo del mundo es la política española y no el circo ruso. Y nunca va a cambiar, salvo que ocurra algo que no puede ser otra cosa que la rebelión ciudadana, que la gente ya está harta de que toda esta farándula de titiriteros ocupen los telediarios.
La degeneración de la política en España resulta insoportable e inadmisible. Esta gente está destruyendo la convivencia de los españoles, son un cáncer al que se debe poner tratamiento de inmediato, quirúrgico o el que sea.
Tras muchos años de soportarlos, a veces sigo pensando que soy un ingenuo sin remedio, porque sigo creyendo en la democracia, en la libertad, en la justicia, y todos los días me acuesto diciendo que no es posible, que la gente siga pensando que esta legión de impresentables vayan a resolver algún problema de los que tenemos, porque realmente, la mayor fuente de problemas son ellos mismos.
Zapatero solo es el epifenómeno de la realidad política española, pero no podría existir con alguien que fuera capaz de hacerle frente en condiciones; Rajoy lo intenta con denuedo, pero no lo va a lograr, por 17.821 motivos. Tampoco sirve la opción, entre otras cosas, porque mientras el PSOE vigente se ha encargado de aborregar a la población, el PP se ha dedicado a fundamentar su espíritu democrático, convencer a los españoles de que es democrático. ¡Ay!.
Este país en el que Anguita salía en las encuestas valorado como el mejor político, mientras la gente que así le elegía, no era capaz de votarle porque los socialistas, he dicho bien, los socialistas se habían encargado de hacerlo rojísimo para parecer ellos rosados.
Solo queda una esperanza para que España se regenere, una solamente: ejercer la democracia hasta sus últimas consecuencias, incluidas las institucionales en todos los ámbitos del Estado. En un país en el que se necesita enchufe para ocupar un buen puesto de ordenanza, nada puede funcionar bien.
La alternativa a todo esto, que llegará más temprano que tarde, son los movimientos ciudadanos emergentes que han superado el clientelismo político. Se necesita coraje, fuerza, pasión, y vida, para hacer el auténtico cambio que España necesita. Nada de acuerdos puntuales sobre proyectos políticos para entretenimiento del personal. Nada de medias tintas. Radicalismo democrático.
No hay talante que valga. Se necesita recuperar el respeto por la autoridad, representada en dos cosas muy sencillas: la honestidad y la inteligencia, nada más. Se necesita que los ciudadanos se hagan políticos, para devolver a los políticos a su condición de ciudadanos, y que abandonen el sistema de castas. Estamos en España, no en la India. Esto solo lo puede hacer un partido político, el nuestro, Ciudadanos.
Al respecto, estamos esperando noticias de Barcelona, creo que pronto sabremos algo. Cuando así sea, se lo comunicaremos, no lo duden. Cada vez queda menos tiempo para tomar una decisión.
Biante de Priena
3 comentarios:
Así están las cosas.
Entender algo tan evidente hoy, ha costado mucho trabajo. Y todavía casi no hemos empezado. Pero la cosa irá rápida en cuanto a aprender.
Enhorabuena al autor, magnífica exposición llena de realismo.
Efectivamente, lo dificil ya está descubierto y a la vista. Eso es lo que hay.
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