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martes, 19 de diciembre de 2006

Disculpen la impertinencia


Decía El Roto, en una viñeta publicada en Ciudadanos en la Red, donde se veía a unos señores que preparaban una gran construcción: primero construyamos el problema y luego buscaremos las soluciones. Estas cosas motivan la reflexión.

Cambiando de tema, estoy leyendo actualmente un par de libros muy interesantes y lo estoy haciendo al mismo tiempo, uno es El mundo de ayer (memorias de un europeo) de Stephen Zweig, quizás el mejor escritor de emociones en la literatura del siglo XX y el otro es, Memorias de Albert Speer, el que fuera arquitecto de Hitler y su interlocutor habitual a lo largo de muchos años.

Leerlos a la vez es un ejercicio que recomiendo, por qué resulta fascinante comprobar como cambian las percpeciones en distintos aledaños de la frontera ideológica y vital.

Zweig era judío por accidente, por qué como él decía, sus padres nacieron judíos por casualidad; lo mismo le ocurría a Speer con el nacismo, se hizo nazi por que en aquellos tiempos no era fácil trabajar, y por azares de la vida, resultó que a los 30 años era el arquitecto personal de Hitler.

Stephen Zweig, hoy hubiera sido considerado culpable de un delito de violencia de género, por qué encontrándose refugiado en Petrópolis (Brasil), el 22 de Febrero de 1942 decidió asesinar a su mujer y luego suicidarse, ante la caída de Singapur, y pensando que no había esperanza y que el nacismo triunfaría en la II Guerra Mundial.

Albert Speer, falleció en 1981, tras haber pasado 20 años en el penal de Spandau, condenado por el tribunal de Nüremberg que juzgó a los altos cargos del nacismo tras derrota del ejército alemán. Su hijo, fue el arquitecto de la Expo de Hannover en el año 2000, y su hija, una diputada del SPD, partido socialdemócrata alemán.

Ambos eran hombres de una cultura impresionante, y con una sensibilidad singular, Zweig era austriaco y Speer, alemán del sur. Los dos coincidían en su percepción de que el futuro del continente estaba en una Europa fuerte y sólida. Ninguno de los dos tenía especial interés por la política, pero ambos se vieron atrapados por ella por las circunstancias y el azar.

Hitler, se cruzó en el camino de los dos, declaró a los judíos como enemigos principales de su causa, entre los que se encontraba Zweig, y a Speer, como su amigo, aunque este último decía que Hitler no tenía amigos, pero si los hubiera tenido, él sin duda hubiera sido uno de ellos.

Si el dictador nazi no hubiera existido o no hubiera alcanzado el poder, y Speer y Zweig hubieran coincidido durante cierto tiempo en algún sitio, estoy seguro de que hubieran congeniado, por que a la vista de lo que escriben, compartían muchas más cosas de las que les distanciaban.

Es lamentable pensar, la influencia que tiene la política sobre el curso de la vida de las personas; si todos reflexionamos sobre esta cuestión, llegaremos a la conclusión de que las personas que han gobernado nuestro país y las políticas que han hecho, han definido en buena medida nuestro destino, incluso en el caso de Franco, que lleva enterrado más de 31 años, y que gracias a la política de la memoria histórica del señor Rodríguez Zapatero, vuelve a estar presente en nuestras vidas. Franco presente, quien iba a decirlo.

Mi extraña pregunta es la siguiente, ¿tiene derecho un político legítimamente elegido a segregar a su pueblo en dos opciones enfrentadas en pleno siglo XXI?. Si El Roto tiene razón seguro que sí, el problema es que cuando un político es capaz de separar a los ciudadanos de su país en dos bandos crispados y especialmente confrontados, está creando un problema histórico, y no resolviéndolo.

Está generando un problema que sirve exclusivamente a sus propios intereses, y utilizando la polarización de los ciudadanos para conseguir su propósito de perpetuación en el poder, desde un particular neopopulismo reparador de la Historia; pero además, está impidiendo que muchos Zweig puedan ser amigos de muchos Speer, y todas las consecuencias positivas que se derivarían de un mejor ambiente social.

No cabe la amistad, ni la colaboración, si se está en conflicto, de todos contra ETA o de todos contra todos. Lo prioritario siempre será la paz que el presidente defiende y que no llegará nunca, pero que le puede mantener en el poder; por qué mientras este problema está abierto, no se habla de otras cosas, y por lo tanto las críticas se amortiguan y los problemas parecen menores.

No lo tenemos fácil tal como nos lo quieren hacer ver, estamos obligados a elegir entre bambi y el cazador que mató a su madre.

Después de lo visto el pasado siglo, creo que el peor gobernante posible es el que pretende salvarnos de los otros o de nosotros mismos. Según he comprobado, en psicología, a este fenómeno se le denomina complejo de Dios o síndrome de el Mesías, y tiene difícil tratamiento. ¿Alguien sabe si en La Moncloa hay divanes?.


Erasmo de Salinas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido en lo de Zweig, a Speer no le conozco. Me ha gustado

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