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jueves, 19 de junio de 2008

Neoprogres

Le preguntaron en cierta ocasión a Federico Jiménez Losantos, creo que el 17 de septiembre de 2007, lo siguiente:

P: ¿Qué opina de la obra "el liberalismo político" de John Rawls? ¿Se siente cómodo en ese termino tal y como lo caracteriza Rawls?

R: No, aunque no soy buen conocedor de la obra de Rawls. Yo me identifico con Mises, Hayek, Revel... y la línea editorial de Libertad Digital.

A mí me ocurre lo mismo.

Rawls es el nuevo Rousseau, un contractualista que en último extremo confiere al Estado el poder de determinación sobre la realidad. Independientemente de que le conceda al individuo el beneplácito de la justicia.

Miró Rocasolano, nos dice lo siguiente sobre el filósofo más reconocido del liberalismo social o social liberalismo:

Aporta así Rawls un enfoque contractualista, según el cual lo que sea o no justo dependerá de los acuerdos u organización social del colectivo y de si ésta es equitativa (porque nadie haga prevalecer sus intereses sobre los demás) o no. Cuando los individuos no disponen de pleno conocimiento de sus verdaderos intereses se dice, en terminología de Rawls, que pasan por el velo de la ignorancia. En esa situación, nadie puede imponer sus intereses, por lo que se puede alcanzar una situación justa. Esa situación, además, faculta al Estado para la intervención en la economía, redistribuyendo rentas.Para garantizar una verdadera justicia, es necesario que cada agente disponga de plena libertad, y que nadie salga perjudicado con la decisión, supuesto que se permite romper cuando ese perjuicio individual repercute en una ganancia para el colectivo o cuando todos han contado con igualdad de oportunidades.

También trabajó Rawls el criterio MAXIMIN aplicado a la elección de alternativas, eligiendo siempre la que mejora al pobre, situación que se reconoce como válida sólo en caso de un gran colectivo o área (contrato social), pero no en decisiones que afectan a un número escaso de individuos. Por ejemplo: podría ser justo que desde el Estado se subvencionara a las empresas peor situadas, a las que tienen pérdidas, en un contexto global. Pero si se trata de decidir dar una subvención a una de dos empresas (una que tiene beneficios y otra que tiene pérdidas), cabe la posibilidad que no fuera justo dársela a la que tiene pérdidas porque igual no ha hecho mérito para ello y está en esa situación por sus propios errores.

NEOPROGRES

Rawls es el filósofo preferido por los Neoprogres, como Antonio Robles y esa nueva "cosmovisión" que patrocina, Fernando Savater, Carlos Martínez Gorriarán, y posiblemente Rosa Díez, entre otros, sin descartar a Zapatero, Solbes y Sebastián en el PSOE, y posiblemente, Alberto Ruiz Gallardón y algún otro en el PP. Algunos blogs como “Aux armes citoyens”, “juventudes liberales”, han escrito maravillas sobre el catedrático de Filosofía Política de Harvard.

En realidad, los neoprogres tienen de liberales lo que servidor de socialista, son socialdemócratas reconvertidos al capitalismo, tras la caída del Muro de Berlín y la contemplación del desastre organizado por el Socialismo Real. Se sirven del mercado, que terminan aceptando como un mal menor, al que pretenden dominar y controlar desde el Estado, para lograr sus objetivos, que se resumen en: justicia, igualdad y redistribución. Evidentemente con la burocracia correspondiente, a su servicio.

Su ideología parece preparada para el consumo fácil en el supermercado de la política, y consiste en planteamientos tan sabrosos que no pueden pasar desapercibidos: "nuestros valores son los mismos que los de la izquierda; creemos en una sociedad basada en el principio de la propiedad individual, la igualdad, la meritocracia, el compromiso social, la redistribución y la equidad. Estando en contra de todos los tipos de herencia: económicos y sociales. Se consideran internacionalistas y universalistas. Creen que lo que une a la sociedad deben ser los principios y valores de adscripción o adherencia y no la cultura o la tradición (la herencia). Mientras la izquierda tradicional ha seguido la vía de la nacionalización y la fiscalización, los neoprogres creen en una draconiana política de competencia y una respuesta bien coordinada de colaboración entre el sector público y el privado. Evidentemente no dicen nada de que el sector público debería prevalecer sobre el privado.

Creo que el fenómeno neoprogresista ha invadido con fuerza la política española, ofreciendo según su criterio “la única alternativa posible” al futuro.

Como liberal, no me considero representado por los valores socialdemócratas que primero amordazan la libertad, para más tarde asfixiarla lentamente. No se puede consentir que quienes en su vida han pensado en el individuo como algo previo a la sociedad, se puedan denominar liberales. No se acaban de enterar que un liberal jamás puede ser sectario: es incompatible.

Me quedo con Ayn Rand y su objetivismo, cuando denuncia las aportaciones de Rawls sin reparo alguno:

"Ciertas maldades están protegidas por su propia enormidad”: Hay gente que, leyendo esa cita de Rawls, no podría creer que realmente quiere decir lo que dice. Pero lo hace. No es contra las instituciones sociales contra las que Rawls (y Mr. Cohen) se rebela, sino contra la existencia del talento humano. No contra los privilegios políticos, sino contra la realidad. No contra los favores gubernamentales, sino contra la naturaleza (contra aquellos que "han sido favorecidos por la naturaleza", como si un término como "favor" pudiese ser aplicado aquí). No contra la injusticia social, sino contra el hecho de que algunos hombres nacen con mejores cerebros y hacen mejor uso de ellos que otros. La nueva "teoría de la justicia" exige que los hombres contrarresten la "injusticia" de la naturaleza mediante la institucionalización de la más obscenamente impensable injusticia: Deprivar a aquellos "favorecidos por la naturaleza" (esto es, las personas con talento, inteligentes, creativas)del derecho al fruto de su trabajo (esto es, el derecho a la vida)- y conceder a los incompetentes, los estúpidos, los vagos el derecho al disfrute de bienes que no podrían producir, no podrían imaginar y ni siquiera sabrían qué hacer con ellos". (Tomado de "The Ayn Rand Letter Vol. II, No. 10 February 12, 1973")


Es hora de regresar, una vez más, a Pierre Joseph Proudhon, el principal rival ideológico de Karl Marx, cuando estableció un principio inapelable sobre el tema que nos ocupa:

“El progreso no es otra cosa que la realización de la justicia siempre que esta acción no asfixie la libertad individual”.

Con Proudhon y Rand podemos seguir avanzando en nuestra sociedad occidental, jamás lo haremos con Rawls, porque nos conduce sigilosa y sutilmente al légamo del socialismo, al “camino de servidumbre” del que nos habló Hayek, porque en toda su sofisticada representación teatral, los artífices del "social-liberalismo" se siguen olvidando de la defensa de la libertad individual, la última frontera en la que los liberales esperaremos la llegada de los neprogres para desenmascararlos y desactivarlos. "Ser libre no es lo mismo que estar libre"

Biante de Priena

Tema Relacionado: "La entelequia del social-liberalismo"

1 comentario:

The Masked Singermornings dijo...

Los liberales tenemos que inventar algo, algún tipo de teoría estúpida al estilo de Rawls y para aconsejarlos y proponerles una definición de socialismo ridículo y a nuestro gusto. Aunque entonces ya no seríamos liberales.

Pero es que yo estoy harto de que me digan los piojos rojos "mira macho, el liberalismo guay es el de Rawls, que desprecia la libertad". Un año aguantando al Cordero y algún que otro devaneo de la Rosa colmaron mi paciencia.

¿Qué es el liberalismo sin libertad, tal y como lo propone Rawls? ¿Pues qué va a ser?, socialismo!!

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