La Historia no miente en sus hechos, por más que las palabras de la mayoría de sus intérpretes se hallen contaminadas por criterios espúreos y prescindibles, habitualmente sesgados, que secuestran alguna parte de la verdad, de la exposición correcta de la realidad pasada.
Entre las peculiaridades políticas que nuestro país atesora, una de las más singulares se corresponde con la mitología del socialismo, encarnada en la búsqueda del Santo Grial del bienestar para la inmensa mayoría, a costa de exprimir más a las minorías injustamente privilegiadas. Realmente eso debía ocurrir cuando la gente de la izquierda todavía no era minoría sectaria y privilegiada, ahora ya no es así.
Sobre el papel, la izquierda defiende los derechos de los menos afortunados, marginados, desfavorecidos y desposeídos; sin embargo, cuando pasamos a la estricta valoración de los hechos, podemos comprobar que la izquierda política española defiende en realidad los intereses de una nueva burguesía de bandera progresista y talante solidario, que ha convertido la lucha social en una empresa económica de la que obtiene pingües ganancias, y que seguramente jamás obtendrían por sí mismos, con sus propios recursos, sin contar con la subvención, protección y promoción política que les conceden sus socios, amigos y colegas, sus benefactores al fin, bien instalados en la provisión de prebendas.
Comencé a desconfiar de la lucha política de la izquierda cuando coincidí en la Facultad de Medicina de Oviedo con Gaspar Llamazares, actual líder de Izquierda Unida, con el que además compartía origen y residencia. Recuerdo aquella época con cariño, eran tiempos convulsos, estoy hablando del año 1976, y la Universidad española estaba realmente agitada, precisamente por los profesionales de la lucha social, aquellas conciencias sólidas de la esperanza en un mundo nuevo.
Con la experiencia que conceden los hechos y los años, a fecha actual estoy convencido de que fue una de las etapas de mi vida en las que resulté más manipulado psicológica y socialmente, al igual que todos los compañeros que compartimos cohorte con el actual líder de la izquierda parlamentaria más pretérita en su beligerancia.
Fueron innumerables las huelgas, protestas, sentadas, manifestaciones, y enfrentamientos contra todas las instituciones y poderes del sistema, contra cualquier forma de autoridad, que estuve obligado a compartir involuntariamente, como la mayoría de compañeros (que poco se utiliza ya esta palabra, ¿verdad?), que participábamos del escenario, que no de la enconada gesta política.
Cualquier motivo era razón para enfrentarse contra la opresión social, y hacer las reivindicaciones correspondientes ante las autoridades competentes e incompetentes. Quien osaba enfrentarse contra la turba era señalado como “fascista” y condenado a las cavernas de la barbarie y al ostracismo público.
Sólo se podía ser de izquierdas o fascista, razón por la que los que no nos considerábamos ni lo uno, ni lo otro, posiblemente la inmensa mayoría, estuvimos coartados durante varios años por el lavado de cerebro correspondiente, y el conflicto entre los beligerantes.
A pesar de la impresionante lucha social, a aquellos líderes fantásticos se les olvidó precisamente reivindicar lo que más nos interesaba: un trabajo. De tal manera que cuando terminamos la carrera las cifras de médicos en paro superaban el sesenta por ciento, pero curiosamente el poco trabajo que había se repartía políticamente, con lo que resultó que la mayoría de los que protestaban se terminaron colocando en los escasas plazas que surgían, que por cierto eran repartidos por criterios digitales desde la justicia social característica de la izquierda de todos los tiempos.
A los cuatro años de terminar los estudios, prácticamente solo quedaban en el paro, casualmente, los que no se habían roto el pecho por la lucha de la izquierda en una autonomía como Asturias, en la que los socialistas-comunistas llevan gobernando treinta años (30), con un paréntesis de bodrio organizado por la patética derecha local que no duró más de un par de años.
Volví a coincidir con Gaspar Llamazares en alguna ocasión, y otros cuantos de su grupo agitador, con los que aún me saludaba. La mayoría se habían ido a Cuba a realizar estudios de Salud Pública, lo que con el tiempo les permitió ocupar los puestos de funcionarios que hoy disfrutan; a fecha actual, la inmensa mayoría de ellos –hay algunas excepciones honrosas- siguen trabajando en altos cargos de la administración sanitaria, autonómica o nacional, rentabilizando su protesta juvenil y su larga trayectoria de lucha social, que les permitió ocupar “tan merecidamente” los soberbios despachos que detentan, con su secretaria y su canesú.
Y esta gente, treinta años después, es la que nos pide que sigamos creyendo en la lucha política de la izquierda, en la ética más pura, y en su singular altruismo pletórico de solidaridad, y si no estamos de acuerdo, seguimos siendo fascistas, porque ellos son los únicos que tienen el patrimonio de la razón por la que se puede definir la justicia social, la que les ha permitido sobreelevarse entre todos los demás por sus méritos políticos antes que profesionales, por su utilización de todos los que le rodearon, a los que consideraban un simple instrumento político, una masa informe de cabezas huecas, exclusivamente en su propio beneficio e interés.
Pues va a ser que no, ahora es el momento de denunciar lo que ha hecho la izquierda política en este país, sencillamente aprovecharse de su condición sectaria para eludir la competición propia del mercado libre con la que todos los demás hemos tenido que lidiar; va siendo hora de desenmascarar a los auténticos opresores, es hora de que digamos bien claro y bien fuerte, que la lucha contra el fascismo era exclusivamente para ocupar el poder y seguir ejerciendo el fascismo, eso sí, con una etiqueta progresista y conciliadora por el bien de toda la humanidad.
Sic transit gloria mundi
Todos juntos, compañeros
Entre las peculiaridades políticas que nuestro país atesora, una de las más singulares se corresponde con la mitología del socialismo, encarnada en la búsqueda del Santo Grial del bienestar para la inmensa mayoría, a costa de exprimir más a las minorías injustamente privilegiadas. Realmente eso debía ocurrir cuando la gente de la izquierda todavía no era minoría sectaria y privilegiada, ahora ya no es así.
Sobre el papel, la izquierda defiende los derechos de los menos afortunados, marginados, desfavorecidos y desposeídos; sin embargo, cuando pasamos a la estricta valoración de los hechos, podemos comprobar que la izquierda política española defiende en realidad los intereses de una nueva burguesía de bandera progresista y talante solidario, que ha convertido la lucha social en una empresa económica de la que obtiene pingües ganancias, y que seguramente jamás obtendrían por sí mismos, con sus propios recursos, sin contar con la subvención, protección y promoción política que les conceden sus socios, amigos y colegas, sus benefactores al fin, bien instalados en la provisión de prebendas.
Comencé a desconfiar de la lucha política de la izquierda cuando coincidí en la Facultad de Medicina de Oviedo con Gaspar Llamazares, actual líder de Izquierda Unida, con el que además compartía origen y residencia. Recuerdo aquella época con cariño, eran tiempos convulsos, estoy hablando del año 1976, y la Universidad española estaba realmente agitada, precisamente por los profesionales de la lucha social, aquellas conciencias sólidas de la esperanza en un mundo nuevo.
Con la experiencia que conceden los hechos y los años, a fecha actual estoy convencido de que fue una de las etapas de mi vida en las que resulté más manipulado psicológica y socialmente, al igual que todos los compañeros que compartimos cohorte con el actual líder de la izquierda parlamentaria más pretérita en su beligerancia.
Fueron innumerables las huelgas, protestas, sentadas, manifestaciones, y enfrentamientos contra todas las instituciones y poderes del sistema, contra cualquier forma de autoridad, que estuve obligado a compartir involuntariamente, como la mayoría de compañeros (que poco se utiliza ya esta palabra, ¿verdad?), que participábamos del escenario, que no de la enconada gesta política.
Cualquier motivo era razón para enfrentarse contra la opresión social, y hacer las reivindicaciones correspondientes ante las autoridades competentes e incompetentes. Quien osaba enfrentarse contra la turba era señalado como “fascista” y condenado a las cavernas de la barbarie y al ostracismo público.
Sólo se podía ser de izquierdas o fascista, razón por la que los que no nos considerábamos ni lo uno, ni lo otro, posiblemente la inmensa mayoría, estuvimos coartados durante varios años por el lavado de cerebro correspondiente, y el conflicto entre los beligerantes.
A pesar de la impresionante lucha social, a aquellos líderes fantásticos se les olvidó precisamente reivindicar lo que más nos interesaba: un trabajo. De tal manera que cuando terminamos la carrera las cifras de médicos en paro superaban el sesenta por ciento, pero curiosamente el poco trabajo que había se repartía políticamente, con lo que resultó que la mayoría de los que protestaban se terminaron colocando en los escasas plazas que surgían, que por cierto eran repartidos por criterios digitales desde la justicia social característica de la izquierda de todos los tiempos.
A los cuatro años de terminar los estudios, prácticamente solo quedaban en el paro, casualmente, los que no se habían roto el pecho por la lucha de la izquierda en una autonomía como Asturias, en la que los socialistas-comunistas llevan gobernando treinta años (30), con un paréntesis de bodrio organizado por la patética derecha local que no duró más de un par de años.
Volví a coincidir con Gaspar Llamazares en alguna ocasión, y otros cuantos de su grupo agitador, con los que aún me saludaba. La mayoría se habían ido a Cuba a realizar estudios de Salud Pública, lo que con el tiempo les permitió ocupar los puestos de funcionarios que hoy disfrutan; a fecha actual, la inmensa mayoría de ellos –hay algunas excepciones honrosas- siguen trabajando en altos cargos de la administración sanitaria, autonómica o nacional, rentabilizando su protesta juvenil y su larga trayectoria de lucha social, que les permitió ocupar “tan merecidamente” los soberbios despachos que detentan, con su secretaria y su canesú.
Y esta gente, treinta años después, es la que nos pide que sigamos creyendo en la lucha política de la izquierda, en la ética más pura, y en su singular altruismo pletórico de solidaridad, y si no estamos de acuerdo, seguimos siendo fascistas, porque ellos son los únicos que tienen el patrimonio de la razón por la que se puede definir la justicia social, la que les ha permitido sobreelevarse entre todos los demás por sus méritos políticos antes que profesionales, por su utilización de todos los que le rodearon, a los que consideraban un simple instrumento político, una masa informe de cabezas huecas, exclusivamente en su propio beneficio e interés.
Pues va a ser que no, ahora es el momento de denunciar lo que ha hecho la izquierda política en este país, sencillamente aprovecharse de su condición sectaria para eludir la competición propia del mercado libre con la que todos los demás hemos tenido que lidiar; va siendo hora de desenmascarar a los auténticos opresores, es hora de que digamos bien claro y bien fuerte, que la lucha contra el fascismo era exclusivamente para ocupar el poder y seguir ejerciendo el fascismo, eso sí, con una etiqueta progresista y conciliadora por el bien de toda la humanidad.
Sic transit gloria mundi
Todos juntos, compañeros
21 comentarios:
A ver si Rosa Díez, lo dice tan claro y tan alto en su próximo libro, "merece la pena"..., otra prueba del algodón.
hemos aqui a un señor que no puede aceptar su pasado. no puede decir: "era joven, tenia ilusiones." o hasta: "me equivoque."
no. no fue el quien actuaba. actuaron con el. fue "manipulado psicológica y socialmente".
pues, buen señor, si es de caracter tan debil, no le estrañe que hoy en dia es simplemente un resentido.
berenger
berenger,
me ha dado usted la misma respuesta que esperaría del propio LLamazares. ¿Es usted Llamazares?.
Resentido, carácter débil..., mmmm, como me suena la retórica, el próximo apelativo cariñoso será llamarme fascista, jejeje.
Osea que cuando los demás mienten, como Z, con su corte de mamporreros y berengeres, son los demás los que se equivocan...y tal, y gal, y tal.
Definitivamente me ha decepcionado berenger, pensé que usted sería capaz de dar argumentos que excedieran el "ad hominem" y veo que no, el carácter débil y el resentimiento es de los que viven del erario público tomando el pelo a los que les eligen, y eso les impide salir a la calle a buscarse las habas como todo el mundo.
Es la inversión de la dominación, la vendetta, el vais a pagar por ello lo que funciona en cualquier gobierno de la izquierda política española, y eso es lo que ha impedido a lo largo de la historia que podamos vivir en paz, salvo cuando se producen excesos de autoridad.
Esta izquierda política tan aborigen y zafia es la que provoca la reacción del poder, por eso España ha estado toda la vida plagada de intervenciones militares, y sobresaltos, al menos desde 1812 hasta 1981.
Es lo que hay y lo que habrá, y luego se quejan de la derecha cavernícola..., pues la izquierda es arborícola
Saludos
Biante
Hombre, por primera vez y sin que sirva de precedente, voy a dar la razón aquí a Berenger.
Decir que te han manipulado no dice mucho en favor propio, y no suele ser del todo cierto siempre.
Aunque yo no me atrevo a calificar a una persona que no conozco de "resentido" (Dios me libre de hacerlo) sí que es cierto que escuchar a cualquiera quejarse de ser manipulado me deja siempre bastante perplejo. Sobre todo, porque soy de los que opinan que si no ha caído en manos de una secta destructiva, que le drogaba, pegaba, amenazaba y maniataba para controlar su mente, no tiene motivos reales como para decir que le han manipulado.
No, al menos, sin añadir con sinceridad "y yo me dejé manipular, quizá porque ya me estaba bien"... Pero en este caso, no me atrevería a decir que existe manipulación alguna.
Sería más honesto referirse a que se ha sufrido un "desengaño", y evitar así el término "manipulación" (no muy extrapolable a su caso).
pd: ¿Berenger de izquierdas? ¿Desde cuándo? Siempre creí que era lo contrario. Quizá no le he calado bien.
Saludos a todos.
malcom k,
Cuando las trompetas del poder suena, siempre acude la legión de "artistas sociales", que le deben buen parte de lo que son a sus anfitriones políticos.
Ellos lo llaman "compromiso", ese compromiso, pregunto, ¿es con los ciudadanos o con el poder?. Yo no he visto a toda esa legión partirse el culo a pie de calle en la puta vida, pero cuando llaman de Moncloa, por supuesto.
Son la nueva élite, la senequiana, la que dice al pueblo lo que debe hacer mientras ellos viven muy por encima de las posibilidades que el mercado les hubiera concedido.
Eso es manipulación, hoy, mañana y pasado, 19 días y 500 noches, todo es manipulación al servicio de un determinado poder, y como eso es puro sectarismo se contrapone a la libertad, porque trata de asfixiarla cada día, para implantar su modelo exclusivo de libertad, la de que cantes la muralla y calles en la batalla.
Eso ni es izquierda, ni es na, izquierda es la que se rebela contra el poder siempre que el poder oprime a los ciudadanos, la única izquierda digna es la que lucha por la libertad, -oído barra-, porque toda izquierda que no lucha por la libertad es una nueva forma de opresión, que además, entre murallas y piratas cojos, se acaba institucionalizando e imponiendo.
No queda tiempo
Saludos
Biante
me perdone, briante, si le inflinjo mas dolor: yo a llamazares no aguanto. no entiendo como aun hoy en dia se puede gritar el viva a fidel.
sobre llamazares tiene usted mucha ventaja. usted si que ha salido de las ilusiones adolescentes.
no obstante, mi critica hacia usted no era un adhom gratuito. usted escribió sobre si mismo, y yo tambien hice de su persona objeto de mi replica.
dicho esto, me quiero distanciar de todo lo dicho por el submarino ciudadano.
berenger
jooo.... ¡siento no haber escrito su nombre correctamente, biante!
berenger
Briante:
En todo caso, quien esté conforme con esa otra manera de entender la izquierda, diferente de la que nos tienen acostumbrados los ladrones tradicionales, no tiene otra alternativa que apostar por UyD, o Ciudadanos. A ver si así varía un poquito el panorama. Lo que no entendería es que se quedase cruzado de brazos pensando en la abstención o el voto en blanco.
Saludos.
Perdón, quise decir Biante.
Este Berenger por aquí en medio lo lía todo.
Saludos.
Berenger dice:
"dicho esto, me quiero distanciar de todo lo dicho por el submarino ciudadano".
Que yo sepa, Berenguer,la jerga que habla de "submarinos", "topos", etc, hace referencia al ámbito de las formaciones políticas. Un partido puede decir: "ese es un submarino", o "ese es un topo".
Lo que no entiendo es que me pueda llamar submarino usted a mí.
Pregunta tonta: ¿qué partido político estaría asaltando el supuesto submarino?
No hay quien le entienda Berenger.
Sin duda alguna el langostino amorfo es nuestro animal infecto de compañía.
jajajajajajajajaja.
pling.
berenger
Berenger:
No me gusta insultar, creo que implica cierto reconocimiento de que se ha perdido en un debate o en una discusión. No obstante, y sin que esto signifique ningún insulto (sino más bien una conclusión inevitable a la que he llegado) creo que debería decirle a usted, berenger, una sola cosa:
Creo firmemente que usted es tonto.
Y no lo digo por insultar, sino tras leerle todos estos dias. Creo que cualquiera que le leyese en este y el resto de hilos llegaría, inevitablemente, a la misma conclusión.
De hecho, ya veo que algunos manifiestan sobre usted eso mismo, y es que supongo que le han leído bastante.
tonto es aquel que responde a un pling.
berenger
En tiempos de guerra hay que sacudirse el disfraz de la educación, cuando la ganemos nos lo volveremos a poner.
No es lícito que el enemigo esté insultando todo el día con su sola presencia, ni ofendiendo los derechos de todos por ejemplo sacando protocolos B, robando actas, echando gente, o haciendo lo que les da la real gana; eso además de insulto son delitos. Y no hablemos del nazi de la Moncloa.
De manera que no debemos reprimirnos en absoluto y voy a hacer un ejercicio democrático, aunque ineducado:
Asesinos hijos de la gran puta, Rivera cabrón, Domingo traidor, Bambas subnormal.
No ha quedado nada mal, pero nada nada mal.De vez en cuando un poco de aire, y cuando seamos libres nuevamente, veremos lo educados que nos volvemos a hacer.
"tonto es aquel que responde a un pling. berenger"
Bien, Berenger, por si a alguien le quedaban dudas, usted ya las despejó.
En tiempos de guerra:
Otro que puede plantar la bandera del voto en blanco en el centro de su resentimiento.
Venga, desahogarse es bueno... Luego un par de pastillitas y mañana a levantarse temprano para ir a comprar más medicación.
Es usted un hombre profundo, puro intelecto en actividad ¿No sabe ser más soez?
Berenger, ¿no decía usted que siempre firmaba con su nombre? Ahora no lo ha hecho. O es que hay más de su calibre escribiendo por aquí.
Por cierto, me ofrezco de corresponsal para cubrir su guerra.
Por cierto, ¿qué guerra?
¿La guerra de papá?
Normal que haya más de un tonto.
Si vienen más montaremos una tontería de colorines.
De todos es sabido que en los partidos se cuelan friys, enfermos e impresentables variados. Pero no alcanzo a entender cómo dejaron entrar algún día en Ciudadanos a personal semejante.
Son los que ofrecieron a la opinión pública la imagen de un C's plagado de ultras y fanáticos sin una mínima cultura político-ideológica.
Por suerte ya no están en C's, ni en ningún otro partido, espero...
Hay adanistas que no saben que la primera manipulación es la falta de información para la formación.
Votamos, en 1.978 el continuismo del Franquismo, haciéndonos creer, los herederos del stalinismo-(Felipe y Carrillo)-que votábamos una democracia formal. Valientes hijos de uta. La culpa fue nuestra por no saber más ni tener más preparación. Ellos los dioses de la clase trabajadora, aliados con el heredero del Franquismo.
Hoy siguen intentando ocultar información a nuestros jóvenes para seguir teniendo serviles voluntarios, mediante la ocultación de la historia. Prueba para los pijosprogres que quieren memoria histórica
8' : 29" para pijosprogres
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