Lo humano y lo social

En algún lugar de nuestra historia a alguien se le ocurrió decir que el hombre era un animal social, creo que fue Aristóteles el autor, tal vez lo que dijo es que era un animal político.

La reducción de lo humano a lo social, o a lo político, es una estridencia de nuestra evolución cultural. Protágoras dijo que el hombre era la medida de todas las cosas, tanto de las que son, como de las que no son. Sin embargo, los intereses políticos de clasificar a los seres humanos en entidades concretas y homogéneas, nos ha convertido, exclusivamente, en seres sociales, nada más que seres sociales, tal que si hubiéramos dejado de existir como individuos.

Las polis griegas, eran más bien estados que ciudades, no sólo dieron lugar a la política sino también a la ciudadanía, a la condición de ciudadano que era la que contaba socialmente, políticamente. En la antigua Atenas, o en la viejas Esparta o Tebas, no todos los residentes eran ciudadanos, había esclavos, extranjeros, que no contaban a la hora de construir las instituciones y organizar su funcionamiento.

A lo largo de la historia, por intereses exclusivamente políticos, lo humano se ha ido disolviendo en lo social, estableciendo que la única dimensión evaluable, mensurable, necesaria, importante, que realmente cuenta en los ciudadanos es su condición común y no la individual, la homogeneidad que no igualdad, entre todos los ciudadanos, lo que además supone una absoluta falacia, ni somos iguales, ni lo vamos a ser nunca, pero a algunos les interesa vendernos tal cosa como cierta.

Lo social es un condón de lo humano, porque impide la relación directa y fecunda entre las personas, y entre las personas y su mundo. Lo social, que en realidad es una de las cuatro patas del pedestal sobre el que se sostiene nuestra auténtica condición: biológico, psicológico, social, y cultural, se ha convertido en la única relevante, porque permite establecer lo común, mientras que las demás se fundamentan en la diferencia.

Pero lo social es una construcción humana, igual que todas las demás, algo que debería servir para entendernos y no para confundirnos, y lo explico: no hay libertad social, no hay justicia social, no hay igualdad social, no hay derechos sociales, eso son estupideces organizadas por intereses determinados para confundirnos a todos en una masa amorfa y social. Nos hablan del interés social, para ocultar los intereses personales de los comunicadores.

Lo que hay son intereses sociales por parte de las instituciones del Estado, en tomar al asalto todos los conceptos en los que se pretende determinar lo humano para acapararlos y manejarlos a su antojo.

Lo social añadido a cualquier adjetivo de definición de lo humano, es la gran aportación que han hecho los socialistas a la cultura. Debemos a los franceses Rouseeau, Durkehim y Mauss el concepsto socialista de lo social que es el que ha prevalecido en nuestra cultura. En realidad, a los socialistas les molesta la pluralidad de lo humano en sus variaciones, la libertad como ámbito de existencia, la democracia como relación humana, y abogan por lo social como único determinante de nuestra condición singular, porque permite el control y la planificación, aunque ni lo primero sea posible, ni lo segundo sea necesario.

Pero se equivocan, como decía un autor español de nombre Bérgua de lo inmortal –lo divino- , recogiendo las palabras del Rig-Veda: "no es cierto que lo inmortal haya hecho lo mortal, es más bien al contrario, es lo mortal lo que ha hecho lo inmortal". Lo que sirve de paso para entender directamente el origen de todas las religiones y las ideologías políticas. El socialismo no hace seres humanos, son los seres humanos los que hacen el socialismo. Si queremos saber que es el socialismo tenemos que observar detenidamente quienes se consideran socialistas, y eso nos dará una imagen de lo que la cosa es en realidad.

No es lo social lo que ha hecho -ni lo que hace- lo humano, sino lo humano lo que ha hecho lo social, lo que hace lo social, y por añadir algo, no es la corrupción la que crea hombres y mujeres corruptos, son –somos- los hombres y mujeres los que creamos la corrupción, por ejemplo en el significado de las palabras y los conceptos, pero también en los negocios públicos. En la libertad individual se puede exigir responsabilidad, pero en la determinación social, no. ¡Fuenteovejuna señor!, dirán los que no hayan obrado honestamente, ocurre como con el dinero público y aquella ministra socialista que decía que no era de nadie, y siguió siendo ministra.

Por eso cuando se habla de gasto social, como hace Zapatero, es una forma de decir que gastará el dinero como le dé la gana, sin dar explicaciones a nadie, si acaso es cierto que lo vaya a gastar, porque miente más que habla.

Y antes de que a alguien se le olvide, son los individuos libres los que se reunen para establecer en democracia su forma de organizar en común lo que no pueden hacer solos, pero hay otros que fomentan esa unión para vivir de ella a costa de todos los demás, entre todos ellos, los socialistas se han destacado por ser los que más han cambiado económicamente su condición original y propia gracias a los demás, también los que más han hablado en contra del capitalismo opresor. Que paradojas tiene la vida.

Biante de Priena