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miércoles, 22 de octubre de 2014

La Democasta de Podemos y la Tufocasta de todos los demás





Con la referencia a Madison que realicé hace ya cuatro largos años de penuria política, creo que se expresó con claridad lo que iba a acontecer en nuestro país, y se anunciaba la emergencia de nuevas opciones políticas, ante la debacle moral que nos estaban brindando los representantes políticos que nos habíamos concedido en este país

“Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, lo expresó diciendo que si bien las facciones podrían operar en el detrimento de la sociedad, la solución no fue la prohibición de los grupos organizados ni la subordinación de éstos al Estado, sino el fomento de su proliferación. Cuando una facción se enfrenta a otras, según Madison, la pluralidad de los grupos ayudaría a asegurar que ningún sector de la sociedad domine al resto. Este concepto Madisoniano del pluralismo constituye un principio fundamental de la vida política estadounidense. Pero la realidad es que todos los partidos políticos y sus partidarios se han quedado sin oposición, por eso la necesidad de crear un antipartido político que se oponga a todos ellos para que la democracia vuelva a funcionar, en el supuesto de que algún día hubiera habido una democracia en España.

Sin embargo, es necesario darle la razón a quien la tiene, como Antonio García Trevijano, entre otros, que ha venido a decir que el ébola que ocasiona la muerte de la democracia en la representación pública e institucional en este país, proviene de una Constitución diseñada para mantener un “antiguo régimen” con carcasa de democracia que permita embaucar a los ciudadanos mientras una casta de poderosos vive de su expolio.

Si el otro día aseguraba que viene linchamiento de la casta política española, hoy puede decir que de este no se salvará los líderes de la última novedad, el partido de Pablo Iglesias. Parece que el espectáculo de democasta que se han concedido en el ágape asambleario del pasado fin de semana, dista mucho de algo parecido a una democracia y se aproxima al despotismo que caracteriza las luchas por el poder y desde el poder por los partidarios de las distintas formaciones que representan a los ciudadanos de este país.

Al fin y al cabo, distinguir entre democasta (la casta del pueblo que no ha tocado poder) de la tufocasta (la casta del poder que no ha dejado de tocarlo), no es una gran distinción para los tiempos que vivimos. Mientras el lema de todas las castas sea el “todo por la pasta” no hay nada que hacer con esta gente que vive de contarnos cuentos, mientras crecen sus cuentas y mengua nuestra confianza en la representación política.

¿Y si el único problema que tenemos no es que nos representen unos u otros sino, sencillamente, que nos representen? ¿Por qué derecho divino se han adjudicado todos estos chorizos la atribución de representarnos? Los griegos inventaron un término para fundamentar el derecho de la representación en una democracia, la igualdad entre representantes y representados, es decir, la isocracia, mientras en este país no haya isocracia, no habrá democracia.

Para que haya democracia en este país, primero tendría que haberla en los partidos políticos que dicen representarnos, cosa que nunca va a ocurrir, porque esta condición no se de en ningún partido político u organización social española, sencillamente porque están fundamentadas en la jerarquía vertical que compartían con el franquismo o los comités centrales de los países comunistas. 

El cacique decide, los lameculos colocaos obedecen y aplauden, y el pueblo acude obediente a las urnas para ratificar el embaucamiento y concederle "legalidad democrática", porque legitimación política no pueden tenerla por su villanía y felonías ajenas a la ley y próximas a la delincuencia; es un sistema perfecto para aquellos que viven a costa de joder a los demás desde el poder, directamente proporcional a la estupidez de aquellos que les votan y los elevan, para ser reconocidos como demócratas por sus nuevos amos.

Enrique Suárez

3 comentarios:

fractalio dijo...

Lo he dicho muchas veces, y lo seguiré diciendo: “Los políticos no representan a la sociedad, es la sociedad la que representa a los políticos”. Y mientras esto siga sucediendo, al abismo nos seguiremos acercando. Y ya está al lado.

Anónimo dijo...

No creo que haya solución en un país de siervos y no de ciudadanos. Siervos interesados, ojo al parche. Se someten esperando recibir alguna prebenda. Siguen los españoles haciendo cola a la puerta del convento con la escudilla esperando el cacillo de sopa. Siguen negándose a la realidad y esquivando el criterio propio y el espíritu crítico. Siguen prefiriendo que les lean el libro en vez de aprender a leer. Y rindiendo pleitesía a quien estiman poderoso, a ver si pillan algo del botín. No hay más que ver a Urdangarín y a este chaval de 20 años que ha irrumpido en el ruedo ibérico, el "Pequeño Nicolás". Todos genuflexos ante el poder y siempre esperando a cambio una canonjía. La verdad que da mucho asco lo que pasa en España. Creo que la mayoría de españoles merece todo lo que hagan esta panda de felones desvergonzados siempre y cuando les den alguna migaja con la tarjetilla negra de los poderosos. Y que no se les cae la cara de vergünza a estos sátrapas...

Anónimo dijo...

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

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