"Las revoluciones se producen en los callejones sin salida" Bertolt Brecht
España es un país de indignados diversos, que recorre en su diversidad el amplio espectro de la indignación. La indignación en este país es transversal y homogénea. En todos los lugares, situaciones y condiciones hay indignados, desde campistas urbanos hasta impositores de cajas desfalcadas, desde amas de casa que miran como sube el pan sin subir los salarios, hasta conductores que se preguntan por que la gasolina sube más que el petróleo. Los hay que se manifiestan públicamente en el bar, en las redes sociales, en sus casas; los hay que callan, acumulan inquina y se preparan para lo que pueda acontecer.No creo que los políticos puedan resolver la indignación de este país por los medios habituales, fundamentalmente porque son su principal causa, pero también por la impunidad en la que viven su historia particular a costa del esquilmado pueblo que les mantiene, con la inmunidad que caracteriza su causa y obra. Parece que estamos a punto de que alguien se asome al balcón de cualquier casa para gritar aquello de la película “Network, un mundo implacable” (1976): "Estoy más que harto, y no pienso seguir soportándolo”.
Mientras tanto seguimos esperando que la chispa más inesperada encienda la mecha de la rebelión cívica que se anticipa, porque cuando un país acumula tanta desazón en sus habitantes, a pesar de la ingente obra de los medios de comunicación por apartar la atención de lo que está ocurriendo y los destellos justicieros de abrir causa penal contra algunos personajes célebres, el grado de malestar no disminuye en los españoles, al contrario, se acrecienta cada día cuando se contempla a un Presidente del Gobierno entrante mintiendo tanto como el saliente, cuando se ve a un PSOE tapando al PP sus errores para, que a su vez, el PP tape los suyos del pasado. En el mismo duerno comen todos.
Estamos como hace doscientos años, invadidos por los de fuera (los mercados) y aplastados por los de dentro (el Estado), y es bueno recordar que en esas penosas circunstancias, ocurrió precisamente el milagro de la fundación de la nación política española, con la primera constitución que se proclamó el 19 de marzo de 1812, aunque no estuvo en vigencia hasta que el General Riego, obligó a que Fernando VII la sancionara en 1820. Dicen que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, parece que a muchos se les ha olvidado que en condiciones más extremas que las actuales, el pueblo español fue capaz de constituirse políticamente en una nación.
Los políticos que representan a los españoles no se están dando cuenta de las auténticas dimensiones del problema en el que estamos que es mucho más humano que material y tiene mucho más que ver con el estado de ánimo que con la pobreza creciente, el desempleo y la estafa pública a que nos someten los que deciden los problemas y las no soluciones. Realmente estamos sobre un polvorín jugando con fuego. Un pueblo sólo soporta lo que puede, no más, antes de levantarse contra los opresores, y en ese momento, de nada servirán las buenas palabras, las falsas promesas o la Alianza de Civilizaciones. Hay razones suficientes para que se arme gorda, como no se decida cambiar de rumbo y se haga deprisa.
Las lamentaciones serán el día después, no obstante, quizás sea mejor que los políticos sigan equivocándose, no estamos a más de seis meses de saltar a la calle, creo que ya no hay margen para descontar un error más. El siguiente paso será el mismo de siempre, alguien será sometido a una injusticia por el Estado, alguien con el que buena parte de los españoles nos identificaremos, su historia será propagada por las redes sociales, los ciudadanos tomaremos partido por su causa y entonces exigiremos responsabilidades por todos los agravios que nos han causado, que ya forman una larga lista; pediremos reparación por el daño infligido y cambio del sistema con un control riguroso del poder político, una justicia independiente y unos medios de comunicación decentes, y ahí sabremos si ceden o se mantienen, y si no ceden, entonces sí que se puede armár muy gorda; porque 46 millones de personas no pueden estar equivocadas, para que cincuenta mil afortunados sigan teniendo razón y viviendo de los cuentos que nos cuentan. Eso no se corresponde con el siglo XXI. Esto no lo arregla ni el fútbol gratis por la televisión.
Biante de Priena
6 comentarios:
Bueno, muy bueno. A ver si reacciona la gente o nos vamos derechos a la paz del cementerio
http://youtu.be/35UnkTdPhO0
Mi felitación por "la nación indignada", es lo que pensamos muchos.
Estamos viendo acercarse al tsunami sabiendo que nos va a engullir, sintiendonos totalmente impotentes para poder evitarlo.
Anónimo 8 enero 12 (2:06:00):
Tienes razón vemos la ola que se acerca y no podemos ni correr; pero la ola viene acercándose desde hace décadas, algunos ya la vimos entonces y la sensación de angustia y pánico nos tiene rotos y paralizados, por su inevitabilidad, pero ¿adonde huir?, ¿qué hacer?, yo ya tengo demasiados años para querer quedarme y asistir a la masacre, ya tengo perdidas todas las esperanzas.
El articulista afirma que de peores situaciones hemos salido, pero creo que la consentida, mimosa, blandengue, sociedad neo-rica será absolutamente incapaz; como mucho querrá echarse cómodamente en brazos del primer dictadorzuelo, de tintes "sociales", que se haga con el poder de los medios de incomunicación.
Estamos atrapados en el Síndrome de Casandra, síndrome de Casandra, que consiste en poder predecir el futuro pero no poder hacer nada para evitarlo.
El síndrome de Casandra
http://youtu.be/cTip6MG4adk
Hay muchos intereses creados... Los del síndrome de Casandra lo pasamos muy mal y somos impotentes. Hace tiempo que desearía tener la cabeza sólo para peinarme. Sufriría mucho menos.
“Subir salvajemente los impuestos y no ir a las Cortes para explicarlo me humilla como ciudadano, me ofende como periodista y, sobre desagradable, me parece incomprensible.”
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-D.Federico no es tonto ni lo parece pero las circunstancias de la vida mundial escupen su lógica y su postura pública como si fuese un bostezo petulante, terminal al caso, y lo convierten simplemente en un cobarde. Eso de sentirse ofendido personalmente es una pública confesión del atrasado mental que dormita sobre la linde entre la arrepentida confesión cristiana y el retraso intelectual más extremo, puesto que los hechos desde hace años, ya vaticinaron (¡y dictan ruidosamente hoy!) lo que pasaba en la Patria y en la esfera internacional. No sufra y consuélese pues Losantos y sus fieles, con la penitencia del escarnio y la mofa nacional, poco antes de su expulsión del convento.
-El periodista aragonés ofendido reacciona como una damisela en general, e incluso cuando le amenazan públicamente, se revuelve mediante un gritito de enfado y sorpresa. Es el colmo del incapaz, teniendo como tiene por ahora, un micrófono nacional para demostrar su hombría personal, su vena de rebelde o el consecuente amor por la España Libre, aunque sea “liberal”. (¿No sabe decir viva España por las ondas?)
De este modo, el gracioso locutor usa su oficio de altavoz para propagar su traición política, su extrema incompetencia visual, su escaso conocimiento de la historia humana, su ausencia de imaginación patriótica y su cutre papel periodístico. Lo único que deja en pie en su discursito de marras, es el ansia de vendedor de entelequias, suspiros y deseos infantiles. ¡Si Agustina levantara la cabeza…!
-La cima de su auto-humillación, confusión, impotencia y desesperación, es proferido en la “incomprensión” del párrafo final. Es sincero en eso: no tiene ni puñetera idea de lo que ocurre, pero que no se preocupe porque eso no supone absolutamente ningún problema para nadie en el mundo, pues por muy terco que sea, la vida le está pasando por encima mucho más tercamente todavía. Eso no es nada y ya se le pasará. Tanto, como de él pasa el mundo y sus pecados.
- Que Fedegico no padezca tanto y por nada, porque D. Mariano es un invento propagandístico, tanto en su imaginación como fuera de ella. Que él todavía no se haya enterado no le da ningún derecho a llorar por las ondas y a mortificar con sus cuitas a los españoles cabreados.
“Uno tiene la vieja impresión de que Mariano se aburre de nosotros.”
No Jiménez, no, no es así. Te explicamos oportunamente que el mentado es un esperpento continuador del esperpento anterior. Tú no lo entiendes, ya lo sabemos, pero precisamente esa ignorancia te pone, te sitúa, te destina, a ser blanco fácil de todo el mundo. Incluso de tus paisanos turolenses.
Exíliate que es lo que deseas y has dicho, y déjate de cuentos que ya no cree nadie.
http://blogs.libertaddigital.com/blog-de-federico/un-gobierno-instalado-en-el-eclipse-10876/
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