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sábado, 27 de noviembre de 2010

Viaje desde el PSOE a la realidad


¿Cuántos españoles consideran que el PSOE de Rodríguez Zapatero no se ha equivocado en alguna decisión política?, tal vez sólamente uno: Rodríguez Zapatero.

Creo que hasta la fecha, el Presidente del Gobierno, jamás ha reconocido un error, una equivocación, un decisión incorrecta, una metedura de pata, porque José Luis Rodríguez Zapatero nunca se equivoca, al menos, jamás ha reconocido públicamente sus yerros, que han sido notorios y numerosos; de tal rango han sido los despropósitos , que gracias a su ineptitud, hoy nuestro país está en tela de juicio político y económico tanto en el interior de nuestro país como allende nuestras fronteras. Tanto empecinamiento en demostrar que son siempre los demás los que se equivocan resulta sospechoso, bien de una inmadurez insólita o de una arrogancia extrema, incluso de ambas cosas al mismo tiempo.

Si la economía va mal la culpa es del PP, porque no apoya los errores continuados del PSOE, porque desestabiliza el país absolutamente destrozado institucionamente por los socialistas, porque quiebra la confianza de los mercados internacionales cuando en todos los medios de comunicación extranjeros, España se pone de ejemplo de lo que no se debe hacer para salir de la crisis. José Luis Rodríguez Zapatero es posiblemente el paradigma de la contumacia, el paladín de la propaganda, el rey del engaño, que tiene vocación de perpetuación política como cualquier dictador bolivariano o un tirano de otra época, fuera de lugar y de momento.

Un friki accidental

José Luis Rodríguez Zapatero es considerado un friki accidental, una extravagancia española, por sus colegas europeos, por su propio partido, por los electores españoles y por la pléyade de analistas políticos y económicos internacionales. Alguien que pretende tener siempre razón, seguramente se equivoca.

En estos momentos España vive en una situación absolutamente delirante, porque la realidad se empeña, con insistencia reiterada, en negar que el Presidente del Gobierno español pueda acertar en sus propuestas, ni acaso por casualidad.

José Luis Rodríguez Zapatero es un fundamentalista de sí mismo, un populista irredento, un cacique con talante, un prodigio de soberbia, un talibán camuflado, un dictador simpático, un balbuciente papanatas, un adefesio político, un bombero pirómano; todo en él supone , una contradicción con la razón, con el sentido común, con el conocimiento y la reflexión, un inexperto tarugo, un aventurero de la retórica, un aprendiz en prácticas, un mediocre zurupeto.

Si se analiza su biografía política no se conoce nada en lo que haya destacado en su vida, más que en coleccionar errores, uno tras otro, con avaricia y perseverancia. Su gestión gubernamental es la máxima representación del caos y el apocalipsis que hemos conocido los españoles. Nadie de las democracias occidentales ha logrado como él, hacer tanto daño a un país en sólo seis años, a sus instituciones, a sus habitantes, a sus recursos, a su imagen, a su cohesión, a su integridad, a su historia y a su futuro. Nuestros nietos se acordarán antes de José Luis que de nosotros.

Nadie ha reunido jamás en España tantas críticas a su obra, actualmente se mantiene en el gobierno con poco más de un 16 % del apoyo de sus fieles. Ningún Presidente de Gobierno español ha cultivado más a sus aliados políticos, y al mismo tiempo, denostado más a sus opositores. Ninguno ha elevado la deuda española total hasta 4 veces el PIB nacional, nadie que no fuera él se podría mantener en el Gobierno con casi cinco millones de parados.

Al comienzo de su andadura como Presidente del Gobierno, el último sabio vivo de este país, Gustavo Bueno denunció en un libro titulado “el pensamiento Alicia” que en su criterio estaba fuera de la realidad, en un delirio de grandeza, que traería graves consecuencias a nuestro país, como efectivamente ha acontecido. Pocos le hicieron caso por entonces, hoy podemos comprobar que no se equivocó.

El vampiro nacional

El PSOE le acompaña en su viaje a la deriva como un sarcófago, sus compañeros de partido saben que si este país acaba de enterrar al vampiro nacional en que se ha convertido José Luis Rodríguez Zapatero, los socialistas jamás volverán a levantar cabeza electoralmente en las próximas décadas, les espera un prolongado desierto, por eso apuran su estancia en el pesebre, consolidando funcionarios a dedo, detrayendo los recursos de este país mientras puedan, recogiendo lo sembrado en su inusitado despilfarro. Pero además, desde una actitud profundamente paranoica, culpando a sus víctimas, que somos todos los españoles, de sus crímenes contra la razón y el erario público.

En febrero de 2009, solicité que un psiquiatra le tratara, antes de que tuviéramos que ser tratados de alteración mental todos los españoles. Al final, va a dejar el país en tal estado que nadie, ni con los mejores gestores del mundo, podrá sacarlo adelante. La política de tierra quemada que está haciendo el PSOE en estos momentos en España es un auténtico crimen, un delito del que hay responsables, tanto en el Gobierno como en la Oposición. José Luis es un peligro para nuestra convivencia, para la Constitución de la que nos dotamos los españoles, para nuestro pasado, presente y futuro, para nuestros sueños y esperanzas y las de nuestros hijos y nietos.

Pero lo que resulta más extravagante es que tengamos que soportar la miseria estúpida a la que nos está sometiendo a los españoles durante 18 meses más, en los que nuestra economía seguirá deteriorándose, el paro creciendo, la gente endeudándose, las empresas cerrando, los comercios bajando la persiana, y los españoles esperando que ocurra un milagro, que lo expulse de la política y del Gobierno para siempre. Que José Luis se vaya cuanto antes es una cuestión de Estado en estos momentos. Por delante nos queda más de una década para reconstruir todo lo que ha destruido, y lamentablemente hay cosas que ya no volverán a formar parte de nuestra idiosincrasia, por haber sido desplazadas por el catecismo socialista, hasta convertir este país en el último engendro del telón de acero, cuando el muro de Berlín se cayó hace más de veinte años.

Biante de Priena

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