"Dejemos de ser partidarios, derribando el muro de los partidos políticos que nos separa artificialmente, porque las cosas que nos unen son muchas más que las que separan a los ciudadanos. Los partidos políticos son exclusivamente una representación del poder que nos asfixia, no de los electores que han votado por ellos, salgamos de la hipnosis".
Maldito gobierno
Quizás no sea bueno organizar las cosas con urgencia, pero es extraordinariamente absurdo mantener una paciencia infinita con los impresentables que se han acantonado en la fortaleza del poder para vivir magníficamente a costa de nuestros impuestos. La situación política que atravesamos en España es penosa, como decíamos ayer, con un 78,9 % de ciudadanos que desconfían de su Presidente de Gobierno, juicio en la que una mayoría de militantes socialistas coinciden. Aunque no lo creamos estamos viviendo una situación histórica, sin precedentes en la democracia española.
Porque el pueblo está siendo “malgobernado” contra su voluntad en una "democracia", sometido, acallado, oprimido, pero nada puede hacer para eludir la coerción del poder, más que esperar hasta la próxima convocatoria electoral para manifestar su descontento. Esta coyuntura es un anacronismo propio del Antiguo Régimen en el que había un poder absoluto con súbditos y siervos. Hoy, sin embargo, somos ciudadanos libres y soberanos y para poco nos sirve, gracias a que la oligarquía de facciones que son los partidos políticos, forman el entramado de poder que nos aherroja a su voluntad. La voluntad del pueblo no debería restringirse exclusivamente a los periodos electorales, a la conveniencia de los representantes políticos que se han convertido en señores feudales, pasándose la Constitución por el forro, administrando el poder de forma tiránica, para mantener sus privilegios en contra de los intereses generales.
Vivimos en un régimen de perversión de la democracia, una degeneración del “contrato social” que estableció Jean Jacques Rousseau en su día. En España ya no hay democracia, sólo oclocracia y behetría. La oclocracia es el gobierno de los tiranos que se apoyan en las muchedumbres a las que alimentan para permanecer en el poder. Las muchedumbres son instruidas y amaestradas por los sindicatos (alter ego del PSOE) para que hagan lo que le conviene a los gobernantes, y anestesiadas en la confusión por los medios de comunicación con propaganda de forma permanente. La behetría de forma resumida es la elección de amo a que tenían derecho los siervos en algunos lugares y en otros tiempos.
Maldita oposición
¿Y qué hace la oposición mientras tanto?, esperar a ver como su enemigo cae derribado sobre los españoles, sin hacer nada, porque en realidad lo único que les interesa es la conquista del poder y no la penosa situación que estamos atravesando y a la que nos han condenado entre todos lo políticos que se han elegido en las urnas. La oposición tampoco representa los intereses de los ciudadanos, sino los suyos propios.
La clave está en el poder y su apropiación indebida, el poder permite repartir los recursos públicos entre aquellos que a los que mandan bien les parezca, algo más propio de un régimen trasnochado que de una democracia avanzada. Los gobiernos se corrompen, pero para eludir el dedo acusador de la justicia, establecen una política clientelar entre los afines para que acallen cualquier crítica o reacción a la detentación y la usurpación. El pueblo español, formado por soberanos y ciudadanos, se ve entonces postergado de las decisiones porque los que viven a la sombra del poder han ocupado todos los espacios de resistencia y dirigen las críticas, que siempre serán amortiguadas en beneficio exclusivo de su supervivencia. Un ejemplo son los sindicatos, otro las asociaciones y colectivos, pero quizas el más paradigmático sea la creación de nuevos partidos políticos, como Ciutadans y UPyD que en realidad sirven de cinturón de hierro para proteger a los que administran el poder, con sus críticas para desahogo de los creyentes en que un cambio de partido por una convocatoria electoral sería suficiente para que cambiaran las cosas. Algo realmente imposible, porque el régimen oclocrático español, la behetría en la que vivimos está putrefacto y agotado. Cambiar los collares a los perros no impedirá que nos sigan mordiendo.
La hora de la verdad
Por eso es necesaria y urgente la creación de un antipartido político en España, que con los rastrojos en los que se ha quedado la Constitución Española tras las agresiones a que ha sido sometida por los políticos exija un cambio de régimen, desde una democracia autoritaria y limitada hasta una democracia real y definitiva. Aunque la gente se piense que estamos muy mal, realmente estamos muy bien, debemos dar las gracias a José Luis Rodríguez Zapatero por haberse cargado la gallina de los huevos de oro de la partitocracia española, tanto como a Fernando VII por sus felonías que permitieron que la realidad para los ciudadanos diera un salto cualitativo hacia la democracia y la libertad. Hoy los españoles estamos siendo testigos de primera fila de lo que es la política y sus miserias como nunca antes lo habíamos sido, ni en el franquismo, ni en el GAL, ni en el 11-M. Ahora es la ocasión para que las cosas cambien de forma definitiva en España y para siempre.
Un antipartido político tendrá siempre como objetivo eliminar la representación indirecta de los ciudadanos y la concentración de poder en manos de los nuevos señores feudales de las distintas siglas. Mostrar a los ciudadanos la auténtica realidad mafiosa de la política. Promover el abandono de los modelos autoritarios de poder, para fomentar la autoridad desde el respeto de los ciudadanos y no desde la imposición de los privilegiados. Y si es necesario, organizar la resistencia y la desobediencia civil ante la tiranía y opresión de los partidos políticos. Quizás no sea la única solución, porque un antipartido político exige a los ciudadanos un criterio propio y libre en sus decisiones, una responsabilidad política de la que hoy carecen, porque son tratados como niños pequeños por un poder paternal que les ofrece la solución a todos sus problemas, cuando en realidad es la fuente fundamental de todos ellos.
Un antipartido político exige que los ciudadanos renieguen de los partidos políticos para hacer política sin abandonar su condición de ciudadanos, es un reto a nuestra inteligencia, porque conquistar la democracia y la libertad siempre ha sido, es y será un producto de la lucha de los ciudadanos contra el poder que trata de oprimirlos y neutralizar todas sus aspiraciones. El gran engaño al que nos someten los partidos políticos es simular que defieneden cosas diferentes, haciéndonos PARTIDARIOSde sus opciones, por eso para crear un ANTIPARTIDO POLÍTICO hay que prescindir de los engaños a los que nos someten: el PP defendiendo la libertad y la buena administración, el PSOE defendiendo la igualdad y el equilibrio social, los Nacionalisas defendiendo su diferencia, y todos ellos acusando a los demás de los males de sus electores. Salgamos de esa patraña y embuste que nos enfrenta permanentemente, los ciudadanos españoles tenemos muchas más cosas en común de las que nos separan, pero los partidos políticos convencionales nos hacen vivir en la ilusión de que no es así.
Ahora o nunca
Debemos hacernos antipartidarios de todos ellos, esa es la esencia de un Antipartido Político, para podernos hacer partidarios de nosotros mismos y defender nuestros intereses directamente, sin representación. ¿Acaso no hay nada que nos interese a todos los españoles?, por supuesto que lo hay, todos queremos justicia, libertad, igualdad, democracia, transparencia y bienestar, y que dejen de engañarnos los aprovechados, pues es hora de ponerse de acuerdo.
Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, lo expresó diciendo que si bien las facciones podrían operar en el detrimento de la sociedad, la solución no fue la prohibición de los grupos organizados ni la subordinación de éstos al Estado, sino el fomento de su proliferación. Cuando una facción se enfrenta a otras, según Madison, la pluralidad de los grupos ayudaría a asegurar que ningún sector de la sociedad domine al resto. Este concepto Madisoniano del pluralismo constituye un principio fundamental de la vida política estadounidense. Pero la realidad es que todos los partidos políticos y sus partidarios se han quedado sin oposición, por eso la necesidad de crear un antipartido político que se oponga a todos ellos para que la democracia vuelva a funcionar, en el supuesto de que algún día hubiera habido una democracia en España.
En España no hay diversos partidos políticos, ese es el engaño, todos forman un partido único con distintas caretas que representan un único interés, ellos, los políticos, arriba, como los nuevos señores, la nueva aristocracia política, y los ciudadanos abajo, como siervos, manteniéndoles, para que sigan viviendo a nuestra costa y además jodiéndonos la vida. Un antipartido político debe enfrentarse a todos ellos, para que haya al menos dos facciones, una que represente los intereses del poder y otra que represente los intereses de los ciudadanos que soportan los desmanes del poder.
Un antipartido político exige de antemano que cada ciudadano ocupe su puesto en la defensa de la libertad, la democracia y la justicia, que el pueblo español deje de ser un adolescente distraido para convertirse en un adulto con responsabilidad política. Dejemos de culpar a los demás de nuestros males de una puñetera vez, porque si los políticos hacen con nosotros lo que les da la gana, sin duda es por qué se lo consentimos.
No hay excusa, ni disculpa, ha llegado la hora de la verdad: acabamos con los partidos políticos convencionales o ellos acabarán con nuestro bienestar, más tarde con nuestro destino y el de nuestros hijos, y por último con nuestra vida. A los partidos políticos sólo les importa lograr el poder para disfrutar de sus privilegios, igual que ayer a los señores feudales, los ciudadanos somos una molesta circunstancia en su hoja de ruta.
Biante de Priena
Quizás no sea bueno organizar las cosas con urgencia, pero es extraordinariamente absurdo mantener una paciencia infinita con los impresentables que se han acantonado en la fortaleza del poder para vivir magníficamente a costa de nuestros impuestos. La situación política que atravesamos en España es penosa, como decíamos ayer, con un 78,9 % de ciudadanos que desconfían de su Presidente de Gobierno, juicio en la que una mayoría de militantes socialistas coinciden. Aunque no lo creamos estamos viviendo una situación histórica, sin precedentes en la democracia española.
Porque el pueblo está siendo “malgobernado” contra su voluntad en una "democracia", sometido, acallado, oprimido, pero nada puede hacer para eludir la coerción del poder, más que esperar hasta la próxima convocatoria electoral para manifestar su descontento. Esta coyuntura es un anacronismo propio del Antiguo Régimen en el que había un poder absoluto con súbditos y siervos. Hoy, sin embargo, somos ciudadanos libres y soberanos y para poco nos sirve, gracias a que la oligarquía de facciones que son los partidos políticos, forman el entramado de poder que nos aherroja a su voluntad. La voluntad del pueblo no debería restringirse exclusivamente a los periodos electorales, a la conveniencia de los representantes políticos que se han convertido en señores feudales, pasándose la Constitución por el forro, administrando el poder de forma tiránica, para mantener sus privilegios en contra de los intereses generales.
Vivimos en un régimen de perversión de la democracia, una degeneración del “contrato social” que estableció Jean Jacques Rousseau en su día. En España ya no hay democracia, sólo oclocracia y behetría. La oclocracia es el gobierno de los tiranos que se apoyan en las muchedumbres a las que alimentan para permanecer en el poder. Las muchedumbres son instruidas y amaestradas por los sindicatos (alter ego del PSOE) para que hagan lo que le conviene a los gobernantes, y anestesiadas en la confusión por los medios de comunicación con propaganda de forma permanente. La behetría de forma resumida es la elección de amo a que tenían derecho los siervos en algunos lugares y en otros tiempos.
Maldita oposición
¿Y qué hace la oposición mientras tanto?, esperar a ver como su enemigo cae derribado sobre los españoles, sin hacer nada, porque en realidad lo único que les interesa es la conquista del poder y no la penosa situación que estamos atravesando y a la que nos han condenado entre todos lo políticos que se han elegido en las urnas. La oposición tampoco representa los intereses de los ciudadanos, sino los suyos propios.
La clave está en el poder y su apropiación indebida, el poder permite repartir los recursos públicos entre aquellos que a los que mandan bien les parezca, algo más propio de un régimen trasnochado que de una democracia avanzada. Los gobiernos se corrompen, pero para eludir el dedo acusador de la justicia, establecen una política clientelar entre los afines para que acallen cualquier crítica o reacción a la detentación y la usurpación. El pueblo español, formado por soberanos y ciudadanos, se ve entonces postergado de las decisiones porque los que viven a la sombra del poder han ocupado todos los espacios de resistencia y dirigen las críticas, que siempre serán amortiguadas en beneficio exclusivo de su supervivencia. Un ejemplo son los sindicatos, otro las asociaciones y colectivos, pero quizas el más paradigmático sea la creación de nuevos partidos políticos, como Ciutadans y UPyD que en realidad sirven de cinturón de hierro para proteger a los que administran el poder, con sus críticas para desahogo de los creyentes en que un cambio de partido por una convocatoria electoral sería suficiente para que cambiaran las cosas. Algo realmente imposible, porque el régimen oclocrático español, la behetría en la que vivimos está putrefacto y agotado. Cambiar los collares a los perros no impedirá que nos sigan mordiendo.
La hora de la verdad
Por eso es necesaria y urgente la creación de un antipartido político en España, que con los rastrojos en los que se ha quedado la Constitución Española tras las agresiones a que ha sido sometida por los políticos exija un cambio de régimen, desde una democracia autoritaria y limitada hasta una democracia real y definitiva. Aunque la gente se piense que estamos muy mal, realmente estamos muy bien, debemos dar las gracias a José Luis Rodríguez Zapatero por haberse cargado la gallina de los huevos de oro de la partitocracia española, tanto como a Fernando VII por sus felonías que permitieron que la realidad para los ciudadanos diera un salto cualitativo hacia la democracia y la libertad. Hoy los españoles estamos siendo testigos de primera fila de lo que es la política y sus miserias como nunca antes lo habíamos sido, ni en el franquismo, ni en el GAL, ni en el 11-M. Ahora es la ocasión para que las cosas cambien de forma definitiva en España y para siempre.
Un antipartido político tendrá siempre como objetivo eliminar la representación indirecta de los ciudadanos y la concentración de poder en manos de los nuevos señores feudales de las distintas siglas. Mostrar a los ciudadanos la auténtica realidad mafiosa de la política. Promover el abandono de los modelos autoritarios de poder, para fomentar la autoridad desde el respeto de los ciudadanos y no desde la imposición de los privilegiados. Y si es necesario, organizar la resistencia y la desobediencia civil ante la tiranía y opresión de los partidos políticos. Quizás no sea la única solución, porque un antipartido político exige a los ciudadanos un criterio propio y libre en sus decisiones, una responsabilidad política de la que hoy carecen, porque son tratados como niños pequeños por un poder paternal que les ofrece la solución a todos sus problemas, cuando en realidad es la fuente fundamental de todos ellos.
Un antipartido político exige que los ciudadanos renieguen de los partidos políticos para hacer política sin abandonar su condición de ciudadanos, es un reto a nuestra inteligencia, porque conquistar la democracia y la libertad siempre ha sido, es y será un producto de la lucha de los ciudadanos contra el poder que trata de oprimirlos y neutralizar todas sus aspiraciones. El gran engaño al que nos someten los partidos políticos es simular que defieneden cosas diferentes, haciéndonos PARTIDARIOSde sus opciones, por eso para crear un ANTIPARTIDO POLÍTICO hay que prescindir de los engaños a los que nos someten: el PP defendiendo la libertad y la buena administración, el PSOE defendiendo la igualdad y el equilibrio social, los Nacionalisas defendiendo su diferencia, y todos ellos acusando a los demás de los males de sus electores. Salgamos de esa patraña y embuste que nos enfrenta permanentemente, los ciudadanos españoles tenemos muchas más cosas en común de las que nos separan, pero los partidos políticos convencionales nos hacen vivir en la ilusión de que no es así.
Ahora o nunca
Debemos hacernos antipartidarios de todos ellos, esa es la esencia de un Antipartido Político, para podernos hacer partidarios de nosotros mismos y defender nuestros intereses directamente, sin representación. ¿Acaso no hay nada que nos interese a todos los españoles?, por supuesto que lo hay, todos queremos justicia, libertad, igualdad, democracia, transparencia y bienestar, y que dejen de engañarnos los aprovechados, pues es hora de ponerse de acuerdo.
Madison, el cuarto presidente de los Estados Unidos, lo expresó diciendo que si bien las facciones podrían operar en el detrimento de la sociedad, la solución no fue la prohibición de los grupos organizados ni la subordinación de éstos al Estado, sino el fomento de su proliferación. Cuando una facción se enfrenta a otras, según Madison, la pluralidad de los grupos ayudaría a asegurar que ningún sector de la sociedad domine al resto. Este concepto Madisoniano del pluralismo constituye un principio fundamental de la vida política estadounidense. Pero la realidad es que todos los partidos políticos y sus partidarios se han quedado sin oposición, por eso la necesidad de crear un antipartido político que se oponga a todos ellos para que la democracia vuelva a funcionar, en el supuesto de que algún día hubiera habido una democracia en España.
En España no hay diversos partidos políticos, ese es el engaño, todos forman un partido único con distintas caretas que representan un único interés, ellos, los políticos, arriba, como los nuevos señores, la nueva aristocracia política, y los ciudadanos abajo, como siervos, manteniéndoles, para que sigan viviendo a nuestra costa y además jodiéndonos la vida. Un antipartido político debe enfrentarse a todos ellos, para que haya al menos dos facciones, una que represente los intereses del poder y otra que represente los intereses de los ciudadanos que soportan los desmanes del poder.
Un antipartido político exige de antemano que cada ciudadano ocupe su puesto en la defensa de la libertad, la democracia y la justicia, que el pueblo español deje de ser un adolescente distraido para convertirse en un adulto con responsabilidad política. Dejemos de culpar a los demás de nuestros males de una puñetera vez, porque si los políticos hacen con nosotros lo que les da la gana, sin duda es por qué se lo consentimos.
No hay excusa, ni disculpa, ha llegado la hora de la verdad: acabamos con los partidos políticos convencionales o ellos acabarán con nuestro bienestar, más tarde con nuestro destino y el de nuestros hijos, y por último con nuestra vida. A los partidos políticos sólo les importa lograr el poder para disfrutar de sus privilegios, igual que ayer a los señores feudales, los ciudadanos somos una molesta circunstancia en su hoja de ruta.
Biante de Priena
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