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jueves, 11 de marzo de 2010

Cien libros para el siglo XXI (013)


Camino de Servidumbre (1944) - Friedrich A. Von Hayek (1899-1992)- (013)

La obra más conocida del Premio Nóbel de Economía de 1974 Friedrich A. Von Hayek está dedicada “a todos los socialismos”. Posiblemente el economista vienés ha sido el principal adversario de la economía planificada de los socialismos. Discípulo de Von Mises y en la trayectoria de Hannah Arendt, el autor nos ofrece ideas claras, concretas y concisas sobre las perniciosas consecuencias de la ideología socialista en la economía y la política, tanto en su versión nacional-socialista como en la del socialismo real o la socialdemocracia.

La tesis fundamental de “Camino de Servidumbre” (The Road to Serfdom: Tax free) es muy sencilla, porque sencillamente niega la posibilidad de que una economía planificada origen de cualquier forma de redistribución social desde la ideología socialista, se pueda acoger a las leyes generales, pues está obligada a transgredirlas, pues para beneficiar a sus patrocinados debe perjudicar a los demás, algo que se puede comprobar en España actualmente con la Ley de Violencia de Género, la Ley del Aborto o el Estatut de Catalunya; pero sin embargo sus ideas originales han sido tergiversadas y manipuladas intencionadamente a lo largo de las últimas décadas por las diversas facciones defensoras del socialismo.

No hay ninguna posibilidad de realizar una economía redistributiva decidida por los propios actores implicados, pues siempre son un reducido grupo de oligarcas los que deciden y determinan, según sus pasiones personales y sus objetivos políticos (habitualmente electorales) las formas de redistribución, pues siempre que se beneficia a alguien se acaba perjudicando a alguien. La justicia social, resulta de esta forma, un mito, una creencia, que permite a los políticos socialistas hablar del más allá de una sociedad más justa, mientras en el más acá destrozan cualquier posibilidad de riqueza que no sea la suya, la de los oligarcas, para todos los demás.

En “Camino de Servidumbre”, Hayek va tejiendo la deriva del poder que acontece en las economías socialistas, fundamentadas en las consecuencias más que en las causas (“el fin justifica los medios”), en la teleología más que en la etiología. El Estado convertido en un remedo de la Divina Providencia fundamenta la destrucción de la libertad individual en función de una supuesta ética colectiva, que no es más que un eufemismo de la doctrina moral del socialismo. La democracia se termina distorsionando a su interés, convirtiendo el bien de la mayoría determinada por el poder en la única razón política, sin ocuparse de las minorías marginales que se segregan en esta arbitraria decisión autoritaria. La democracia languidece paulatinamente al dejar de estar soportada sobre la ley –que siempre se acaba transgrediendo- para afianzarse sobre la supuesta bondad de sus objetivos y el apoyo de las masas, que más que votar a favor de una opción que mejore su situación, lo hacen contra los posibles privilegios que determinan otras opciones políticas.

El socialismo en democracia no es una opción positiva para el bienestar común, no busca la creación de riqueza si no la supuesta eliminación de la pobreza, que a la larga se confunde con el privilegio de las facciones políticas que patrocina, mucho más que con la auténtica eliminación de la miseria. La única redistribución que realiza el socialismo, por ejemplo en el caso español, es llenar los restaurantes de cinco tenedores y los hoteles de gran lujo con la nueva burguesía roja de los afortunados que ocupan el poder de las instituciones y viven cómodamente en el pesebre de los negocios públicos, mientras que los pobres siguen aumentando, porque a los iniciales se suman los que pierden su puesto de trabajo, sus pequeños negocios personales, y los que están en peores circunstancias para competir por su supervivencia –pensionistas, marginados, menos formados, mujeres, jóvenes-.

El socialismo es con los movimientos nacionalistas a los que en España se aproxima, el modelo patriarcal por excelencia porque sustituye la mano invisible del mercado por la mano invisible del Estado, que es un regreso a los designios de la Divina Providencia, en esta ocasión en forma de colectivo social.

En la conclusión de su obra expone un epílogo que resume su pensamiento: “"En el pasado, ha sido la sumisión a las fuerzas impersonales del mercado lo que ha hecho posible el desarrollo de la civilización. Es esta sumisión lo que nos permite a todos construir algo que es mayor que lo que cada uno de nosotros pudiera construir. Se equivocan terriblemente los que creen que podemos ayudar a dominar las fuerzas de la sociedad de la misma forma que hemos aprendido a dominar las fuerzas de la naturaleza. Esto no sólo es el camino hacia el totalitarismo sino también el camino hacia la destrucción de nuestra civilización y, ciertamente, la mejor manera de bloquear el progreso”.

Camino de servidumbre es la mejor vacuna racional para dejar de creer definitivamente en la aparatosa propaganda del socialismo y su sinuosa destrucción del ser humano como sujeto con integridad propia, libertad y derechos individuales. Tras su lectura, a nadie se le olvidará jamás que el socialismo es la antítesis de la libertad.

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