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sábado, 21 de junio de 2008

Realidad, Internet y Democracia

A propósito de un artículo (REALIDAD, INTERNET y ESCATOLOGÍA) de Carlos Martínez Gorriarán

A vueltas con la realidad epistemológica anda Carlos Martínez Gorriarán en su blog, descubriéndonos los límites de la razón en su particular actividad cinegética contra cápridos virtuales y demás seres depravados del ciberespacio, que no aceptan su razón o razones como representaciones de la verdad, perdón, de “su” verdad.

Dice que no hay filósofos que le respondan, ¿acaso lo es él?. Alguien dijo en cierta ocasión que la diferencia entre un sabio y un filósofo, es que el sabio es reconocido por los demás, mientras que el filósofo se afana por su reconocimiento. La sabiduría es ontológicamente un epifenómeno del conocimiento y la coherencia, mientras que la filosofía es una intención, tal vez una voluntad, o una simple representación al modo de Schopenhauer.


A lo que vamos, el señor Gorriarán siempre regresa a Rawls, o quizás no salga de él. Cuando se deja decir que hay que abandonar cualquier juicio sobre la realidad, bien podría parecer un escéptico de la escuela de Pirrón de Elis, pero no, que va, inmediatamente añade que hay que renunciar a cualquier juicio de la realidad, para construir una nueva realidad, aquí se fotografía su interés, le ocurre como a Rawls cuando denuncia la “injusta posición original” que favorece a unos y desfavorece a otros, por lo que es preciso recurrir al “velo de ignorancia”, para dejar la sociedad como tábula rasa u hoja en blanco

¿Y qué nueva realidad es la que desea construir el señor Gorriarán?. Pues la misma que Rawls en su teoría de la justicia, una realidad “justa” en la que la libertad sea una cuestión social y no individual, una sociedad igualitaria, en la que desaparezca la propiedad, la herencia, el talento, en la que todos los seres nazcan iguales, y un alter ego de la pretérita divinidad correspondiente con forma de Estado delimite, regule, y controle el desarrollo de cada uno de sus miembros y “miembras”, para que esa sociedad se aplane en su realidad.

El señor Gorriarán habla de deconstrucción, al tiempo que critica el relativismo, que sería lo mismo que decir que Dios existe pero yo no soy creyente. ¡Qué cosas!. La deconstrucción es un producto del relativismo. Sin la perspectiva del relativismo no sería posible la deconstrucción, porque no existiría. Derrida se habría enojado, sin duda. ¿Acaso es no es relativa y deconstructiva la perspectiva de de la desposesión de Rawls?.

El problema es el de siempre, una vez más, que los neoprogresistas no saben ya como disfrazarse para implantar su “dictadura de igualdad” apelando a la libertad y la justicia. Una y otra vez se estrellan antológicamente contra la libertad, porque ellos que abjuran de la herencia en los demás, no renuncian a sus presupuestos marxistas y su teoría de la justicia perfecta en un mundo ideal: “a cada uno según su necesidad, de cada uno según su posibilidad”, que cuando se ha pasado por el tamiz del socialismo real ha quedado en “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su filiación”.

No señor Gorriarán, una vez más se equivoca, como decía Ayn Rand en su crítica a Rawls,

“La nueva "teoría de la justicia" exige que los hombres contrarresten la "injusticia" de la naturaleza mediante la institucionalización de la más obscenamente impensable injusticia: Deprivar a aquellos "favorecidos por la naturaleza" (esto es, las personas con talento, inteligentes, creativas) del derecho al fruto de su trabajo (esto es, el derecho a la vida)- y conceder a los incompetentes, los estúpidos, los vagos el derecho al disfrute de bienes que no podrían producir, no podrían imaginar y ni siquiera sabrían qué hacer con ellos".

El problema sigue siendo el mismo de siempre, enmascarado con un nuevo disfraz. Si usted hubiera leído a Pierre Joseph Proudhon, aquel adversario político que escribió “filosofía de la miseria” y al que Marx le respondió con su “miseria de la filosofía”, sabría que hay un límite para el progreso humano que es la libertad individual. Decía Proudhon:

“El progreso no es otra cosa que la realización de la justicia, siempre que esta acción no asfixie la libertad individual”.

¿De que sirve que haya libertad social si no hay libertad individual?, ¿de que sirve que todos tengamos libertad si uno la pierde de forma injusta?. Los derechos humanos son individuales, señor Gorriarán, no sectarios o sociales.

Señor Gorriarán a usted y a su partido, UPyD, les molesta la libertad individual en cualquier circunstancia, por eso le molestan la críticas de quienes no pensamos como usted y no aceptamos libertad social como única dimensión de la libertad.

En sus prácticas organizativas, cualquier presunción de criterios laicos es pura propaganda, porque en definitiva en UPyD lo único que se puede ver es “la santísima trinidad” (Díez, Gorriarán, Savater), los apóstoles de la dirección, y los obispos de provincias. Para ser laicos, lo primero que se debe hacer es prescindir de la jerarquía “divina”.

Claro que algunos vamos a seguir diciendo lo que nos dé la gana, no lo dude ni un momento, cada uno según su criterio y experiencia puede decir lo que piensa y siente, unos con más fortuna y otros con menos, pero todos ejerciendo su libertad sin coacción, coerción, o represión.

Y aunque le cueste creerlo, creemos en la Democracia y en su regeneración, y usted sigue temiendo que quienes fueron capaces de desbaratar la estafa política de Ciutadans, puedan hacer lo mismo con UPyD. Pues no lo dude ni un momento, si UPyD no es lo que ha prometido ser, una opción real de regeneración democrática, así será.

Y le brindaré una clave para que comprenda lo que realmente es la libertad, señor Gorriarán, es una condición cualitativa, no hay más o menos libertad, hay libertad o no la hay. Al contrario ocurre con la igualdad, que si puede ser cuantitativa porque los factores que componen la condición son habitualmente económicos y mensurables.

La democracia es fundamentalmente un lugar de encuentro, desde la libertad no hay que temer a la democracia, por eso resulta siempre sospechosa cualquier imposición sobre sus límites. Los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, decía Lord Aston, y en ese proceso, la libertad no se supone, se constata o no.

Magia es, precisamente, creer que el señor Gorriarán va a defender mejor los derechos de cualquier ciudadano que ese ciudadano por sí mismo. Hoy, como ayer, la magia de la democracia sigue estando en la representación política. Los posicionamientos ante la realidad política son dos: el que acepta lo que hay como lo único posible y el que no lo acepta, y aspira a algo más y mejor; el consenso político que se necesita no es sólo entre la izquierda y la derecha, entre socialdemócratas y liberales, es también entre los ciudadanos y los políticos, entre la “chusma” y las “élites”, como expresó con fortuna uno de los participantes en nuestro blog.

Y la política no es más que la herramienta que lo puede hacer posible, esa es la regeneración democrática a la que algunos seguimos aspirando, mientras otros se dedican a elucubrar sobre las dimensiones de la escatología. No queremos más “santos políticos”, estamos hartos de la hagiografía representativa, queremos ser definitivamente laicos, porque no necesitamos creer más que en nosotros mismos, ciudadanos libres y responsables contra políticos opresores e irresponsables, eso es lo que está en juego.


Biante de Priena

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Señor Briante, Erasmo, Retuerta, y no se cuantas cosas más: Ni queremos al Gorri, ni le queremos a usted ni a sus amigos. Antes de dar lecciones de democracia interna, libertad, igualdad, y justa organización, aplíquese usted el cuento en los foros de los que usted es moderador. El Gorri predica una cosa y hace otra, y Erasmo predica una cosa en sus mesiánicos e insoportables escritos para practicar otra en los foros que regenta.

Ya estamos cansados de catamañanas. No vamos a sacar a gorri para ponerle a usted o a sus amigos tan sectarios como usted.

"que pesado es usted" Erasmo.

Anónimo dijo...

Hace miles de años que los griegos y más tarde Spinoza o Bacon u otros 300, le dieron a CMG la del tigre sin que la humanidad hubiese pensado que un "pensador" tan antiguo y gazmoño hubiese aparecido en la escena política española, por no decir un payaso laicista como este energúmeno tan temeroso de las críticas, tan odiador de Internet como su émulo AR el hipnotizador, tan quejumbroso de que los copian y tan llorón como un cura Magdaleno.

Y Ud. Sr. Biante, léase la Crítica al Programa de Gotha de Carlos Marx, para que vea que Ud. defiende sus mismas tesis atacando al autor.

Eso le pasa por ser tan volátil: un día diciendo que UPD es un fiasco y al otro manteniendo la esperanza, eso es una posición tan veleta como inconsistente. Lea, lea los originales, no los filtre de oídas; luego desacuerde, no antes.

Biante, Ud. no tiene ni idea de lo que es el marxismo y pòr supuesto Gorriarán lo que sabe es el catecismo de los izquierdosos. ¿Repetición de la jugada?. ¿Tanto miedo le tiene Ud. al fantasma del comunismo "teórico", más que Gorriarán?

Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

Anónimo dijo...

Biante, su miedo le impide copiar bien. Y meter a Gorriarán en el marxismo es como meter a Fraga en la Democracia: un caprichito de nene mal lector.



Dice Marx:

"...Ahora, de aquí hay que deducir:

Primero: una parte para reponer los medios de producción consumidos.

Segundo: una parte suplementaria para ampliar la producción.

Tercero: el fondo de reserva o de seguro contra accidentes, trastornos debidos a fenómenos naturales, etc.

Estas deducciones del "fruto íntegro del trabajo" constituyen una necesidad económica, y su magnitud se determinará según los medios y fuerzas existentes, y en parte, por medio del cálculo de probabilidades, pero de ningún modo puede calcularse partiendo de la equidad.

Queda la parte restante del producto total, destinada a servir de medios de consumo.

Pero, antes de que esta parte llegue al reparto individual, de ella hay que deducir todavía:

Primero: los gastos generales de administración, no concernientes*** a la producción.

Esta parte será, desde el primer momento, considerablemente reducida en comparación con la sociedad actual, e irá disminuyendo a medida que la nueva sociedad se desarrolle.

Segundo: la parte que se destine a satisfacer necesidades colectivas, tales como escuelas, instituciones sanitarias, etc.

Esta parte aumentará considerablemente desde el primer momento, en comparación con la sociedad actual, y seguirá aumentando en la medida en que la nueva sociedad se desarrolle.

Tercero: los fondos de sostenimiento de las personas no capacitadas para el trabajo, etc.; en una palabra, lo que hoy compete a la llamada beneficencia oficial.

Sólo después de esto podemos proceder al "reparto", es decir, a lo único que, bajo la influencia de Lassalle y con una concepción estrecha, tiene presente el programa, es decir, a Ia parte de los medios de consumo que se reparte entre los productores individuales de la colectividad.

El "fruto íntegro del trabajo" se ha transformado ya, imperceptiblemente, en el "fruto parcial", aunque lo que se le quite al productor en calidad de individuo vuelva a él, directa o indirectamente, en calidad de miembros de la sociedad.

Y así como se ha evaporado la expresión "el fruto íntegro del trabajo", se evapora ahora la expresión "el fruto del trabajo" en general.

En el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad común de los medios de producción, los productores no cambian sus productos; el trabajo invertido en los productos no se presenta aquí, tampoco, como valor de estos productos, como una cualidad material, poseida por ellos, pues aquí, por oposición a lo que sucede en la sociedad capitalista, los trabajos individuales no forman ya parte integrante del trabajo común mediante un rodeo, sino directamente. La expresión "el fruto del trabajo", ya hoy recusable por su ambiguedad, pierde así todo sentido.

De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede. Con gruentemente con esto, en ella el productor individual obtiene de la sociedad -- después de hechas las obligadas deducciones -- exactamente lo que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo. Así, por ejemplo, la jornada social de trabajo se compone de la suma de las horas de trabajo individual; el tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de trabajo que él aporta, su participación en ella. La sociedad le entrega un bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consu mo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de esta bajo otra distinta.

Aquí reina, evidentemente, el mismo principio que regula el intercambio de mercancias, por cuanto éste es intercambio de equivalentes. Han variado la forma y el contenido, por que bajo las nuevas condiciones nadie puede dar sino su trabajo, y porque, por otra parte, ahora nada puede pasar a ser propiedad del individuo, fuera de los medios individuales de consumo. Pero, en lo que se refiere a la distribución de estos entre los distintos productores, rige el mismo principio que en el intercambio de mercancias equivalentes: se cambia una cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad igual de trabajo, bajo otra forma distinta.

Por eso, el derecho igual sigue siendo aquí, en principio, el derecho burgués, aunque ahora el principio y la práctica ya no se tiran de los pelos, mientras que en el regimen de intercambio de mercancias, el intercambio de equivalentes no se da más que como término medio, y no en los casos individuales.

A pesar de este progreso, este derecho igual sigue llevando implícita una limitación burguesa. El derecho de los productores es proporcional al trabajo que han rendido; la igualdad, aquí, consiste en que se mide por el mismo rasero: por el trabajo.

Pero unos individuos son superiores, fisica e intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o pueden trabajar más tiempo; y el trabajo, para servir de medida, tiene que determinarse en cuanto a duración o intensidad; de otro modo, deja de ser una medida. Este derecho igual es un derecho desigual para trabajo desigual. No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que un trabajador como los demás; pero reconoce, tacitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes individuales****, y, por consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento. En el fondo es, por tanto, como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede consistir, por naturaleza, en la aplicación de una medida igual; pero los individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales) sólo pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les coloque bajo un mismo punto de vista y se les mire solamente en un aspecto determinado ; por ejemplo, en el caso dado, sólo en cuanto obreros, y no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás. Prosigamos: un obrero está casado y otro no; uno tiene más hijos que otro, etc., etc. A igual trabajo y, por consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, uno obtiene de hecho más que otro, uno es más rico que otro, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual.

Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento. El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado.

En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!
..."

http://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gotha.htm#i

Anónimo dijo...

Es jodido, este hombre (CMG) tiene los pensamientos llenos de mierda, ve mierda por todas partes, todo lo critico es mierda, los sitios internet contrarios son mierda, su oposición interna es mierda.....

Hágale un estudio Don Erasmo, mas que nada por evitar el exceso de purines a la rosa, este cibergorrino tiene de mierda hasta los ojos la pocilga.

Anónimo dijo...

El "marxista" Gorriarán ni en sus peores pesadillas podría haber escrito un texto tan premonitorio. A él con estar en el sillón tiene de sobras.


“….Si el capitalismo es un sistema sin salida, si los políticos son rehenes de los grupos dominadores mundiales, si las desgracias que nos acechan son inevitables, también existe un luminoso horizonte imaginado y teorizado por los ciudadanos españoles que pueden y deben deshacerse cuanto antes de sus cadenas materiales y mentales. (Como ejemplo sólo basta imaginar una huelga de transsportistas, para inducir un caos social, por no hablar de escasez alimenticia tan posible con una pizca de “mala suerte” o “casualidad”). Son esos ciudadanos producidos por la civilización y nuestra propia historia los que dominan social y técnicamente la sociedad, quienes la sostienen con sus cabezas, brazos, nervios y sudor, son ellos los que la hacen funcionar, las que viven en y de ella, y los que quieren seguir haciéndolo por el bien de sus propios hijos y de futuras generaciones. Sólo hay que desposeer de su poder a los actuales poseedores, a aquellos que nutriéndose de nuestro esfuerzo despilfarran inútilmente los recursos comunes. O mucho peor: ponen en peligro nuestra existencia social e individual….”

28 de febrero de 2008 22:14:00 CET

http://ciudadanosenlared.blogspot.com/2008/02/hacia-el-nuevo-rgimen-el-social.html

Anónimo dijo...

El "ideólogo" Gorriarán se dedica a machacar opiniones, es el prototipo de stalinista redivivo.



Postal navideña, dijo...

Comentario al artículo:

http://ciudadanosenlaprensa.blogspot.com/2007/12/majestad-por-irn.html

Es evidente que Agapito se agarra a un clavo ardiendo y todavía no se atreve a nombrar las cosas por su nombre, o tal vez no quiere hacerlo por mor del comedimiento.
Esta frase suya, destaca sobre el lienzo de su correcto escrito.

"...porque el PSOE y los nacionalistas niegan cualquier viabilidad al proyecto del PP."

Agapito quiere mantener una llama ya extinta, quiere interpretar todavía una sinfonía de esperanza en el PP. y no quiere ver, no ya el desafino chirriante de la orquesta “popular”, sino la clamorosa ausencia de estos músicos profesionales dirigidos por el gallego -nunca mejor definido-, no quiere aceptar la traición del PP a su papel y a su misión histórica, no quiere reconocer en los populares a los principales cómplices del asesinato nacional, no quiere admitir que el único PROYECTO del PP es gobernar COMOSEA
en un clon de objetivos con los felones monclovinos.

Lo que los nacionalsocialistas impiden al PP no es desarrollar un proyecto nacional del cual carecen, sino su acceso al poder político, es decir, entre ellos se juegan privilegios e intereses partidarios: es una pugna entre castas políticas y sus alícuotas prebendas, no hay ninguna otra cosa de por medio.

Hace mucho que los traidores nacionales saben que el PP no opondrá la necesaria resistencia al destrozo nacional, sólo cubrirían el expediente con una falsa representación de partido español; los hechos no hacen más que demostrarlo por momentos mediante esos Arenas defendiendo a los padres de la patria caciquil andaluza, apoyando su estatuto y proponiendo el himno furtivo; con esos Sireras llorando porque Cataluña se quede sin estatuto; con esos Camps diciendo que ellos también participan en el desguace de la Nación, con esos Feijoós comprensivos con la opresión lingüística gallega; con ese Rajoy que renuncia exigir al gobierno para cuyo trabajo los votamos y les pagamos; en fin, con todos ellos juntos, revueltos y confusos, que sólo medran para sus fines de oligarcas regionales. Este es el auténtico "proyecto" del PP que Agapito reconocerá en breve si es que sigue en la brecha.

El proyecto nacional viviente será obra de los ciudadanos españoles, ante la ausencia de políticos que defiendan la Nación como Dios manda, como la Constitución exige, como la historia urge. El resto es trabajar para que ese verdadero proyecto vaya cobrando su colosal forma.

A partir de ahora los políticos serán considerados enemigos irreductibles de España y sus nacionales los ciudadanos. Los grados de responsabilidad entre ellos, por acción u omisión, cada día son más parejos.
26 de diciembre de 2007 13:31:00 CET

http://ciudadanosenlared.blogspot.com/2007/12/espana-nacionalistas-psoe-pp-nacin.html

Anónimo dijo...

“…Pues bien: ante nuestros ojos se desarrolla hoy un espectáculo semejante. Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.
Las armas con que la burguesía derribó al feudalismo se vuelven ahora contra ella.


…Hasta hoy, toda sociedad descansó, como hemos visto, en el antagonismo entre las clases oprimidas y las opresoras. Mas para poder oprimir a una clase es menester asegurarle, por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro modo se extinguiría, y con ella su esclavizamiento. El siervo de la gleba se vio exaltado a miembro del municipio sin salir de la servidumbre, como el villano convertido en burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. La situación del obrero moderno es muy distinta, pues lejos de mejorar conforme progresa la industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera, y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la riqueza. He ahí una prueba palmaria de la incapacidad de la burguesía para seguir gobernando la sociedad e imponiendo a ésta por norma las condiciones de su vida como clase. Es incapaz de gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aun dentro de su esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situación de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella. La sociedad no puede seguir viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho incompatible con la sociedad.

El Manifiesto Comunista de 1848.
http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

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