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sábado, 28 de junio de 2008

Exaltación del victimismo sectario

Ahora que “no” estamos en crisis económica, aunque lo parezca, porque si nuestro Presidente del Gobierno dice que tal cosa no existe, tenemos motivos para creer que él, desde “la bondad” que le ha caracterizado, no sería capaz de mentir a los ciudadanos, especialmente a esos once millones que le han preferido democráticamente.

¡Qué grande es la democracia!, que permite alcanzar cotas de poder, de dominio, de bienestar a personas como las que tenemos en el Gobierno, que en la vida no política, a igualdad de condiciones con el resto de ciudadanos, estarían con seguridad ubicados en otros lugares de la escala social. Zapatero, posiblemente fuera abogado de un sindicato, Solbes sería titular de alguna universidad, Sebastián sería cargo medio en una empresa de la construcción, De la Vega dirigiría un bufete feminista, y Aído, estaría haciendo oposiciones. Pero la magia de la política ha impedido que estos ciudadanos ocupen los lugares que les corresponden realmente en la vida.

El primer problema del justicialismo social, es que algunos aprovechan la política para medrar, y lo hacen desde un mensaje de victimismo muy rentable. La legión de oprimidos, perseguidos, vilipendiados, atenazados, acosados, y relegados que nos ha salido en España es absolutamente impresionante. Y de ahí viene la mayoría de problemas, que ahora se agudizarán enormemente con la no crisis, porque las inteligencias que se necesitan para superarla, no son precisamente las que se encuentran en los lugares que corresponde. Esa desviación arancelaria de la política sobre la sociedad, nos conducirá directamente al fracaso económico, social, y político.

El concepto de igualdad que maneja esta gente es inverso, como tantas otras cosas. Un mundo al revés, como el camboyano del kemmer rojo, en el que cualquiera que destacara por sus propios méritos era inmediato sospechoso de tiranía, y habría que reeducarlo.
Nadie que no fuera del partido podría sobresalir, controlando el proceso natural de que los mejores ocuparan los mejores lugares de la sociedad, se evitaría que el partido perdiera poder. También ocurrió en la Unión Soviética, y ocurre en China y en Cuba.

El victimismo como valor es la causa de la mayoría de los males de los españoles, y es el motor de la política y de la vida, desde un afán justicialista que sencillamente es una excusa para que los que han engañado al destino puedan seguir viviendo como reyes, mientras que los ciudadanos nos vamos empobreciendo un poco más cada día.

El modelo ha sido especialmente adoptado por los nacionalistas, que comenzando su andadura en la opresión a la que habían sido sometidos por el franquismo, han logrado construir un mundo a la medida de sus intereses, contra los de la inmensa mayoría. Y cuando digo nacionalistas, me refiero a los de corbata y amenaza, como PNV, CIU, EA, Nabai, BNGa, tanto como a los de piercing y violencia, como ETA, ERC, IU, o PCTV. Todos son lo mismo, para lo mismo. Se quejan y se quejan, para no pagar como los demás al Estado, esa es la principal diferencia entre ellos y nosotros, que a los nacionalistas les sale más barato vivir en este Estado, les pagamos por escupirnos a la cara y por odiarnos, lógico es que lo sigan haciendo.

Pero no es el único ámbito en el que se desarrolla el victimismo, uno de los preferidos por el elenco que ocupa La Moncloa es el género, no dejan de “victimizar” a las mujeres y a los homosexuales, porque ante todo resulta muy rentable. 650 millones de euros se ha llevado la “miembra” para hacer sociedad a la medida de los intereses del PSOE, fomentando el desarrollo sostenible del victimismo, creando puestos de trabajo a los que sólo se puede acceder desde el sectarismo. En el caso de la homosexualidad, otro tanto de lo mismo, hemos pasado de la vergüenza al orgullo, como si la desproporción fuera algo que tuviera que ver con la condición sexual de cada uno.

Otro de los lugares del victimismo es la dependencia, la exageración en este ámbito ha llegado a hacer dependientes a mucha gente que podrían no serlo, pero interesa tener dependientes agradecidos, porque son muchos votos, añadidos a los de sus familias. Desde los prejubilados que terminan deprimidos, hasta los mayores que obligan a dejar actividades en las que se encuentran cómodos, porque es injusto que alguien que disfruta con lo que hace le aparten de la actividad por decreto, sólo para ocupar sus puestos con gente de su cuerda, y me refiero a profesiones en las que la experiencia es importante, pero eso no cuenta para un Estado que aboga por tener más dependientes, porque creen que les beneficia electoralmente.

Ahora está el tema del cambio climático, la ecología de salón, o ecoteología, que funciona de una forma sectaria y no científica, procurando infundir miedo a la gente antes que responsabilidad, cuando en realidad los ciudadanos están mucho más atenazados por la subida de precios del crudo que por la capa de ozono, pero lo importante es que la gente mire a lo que le muestran con el dedo.

Pero en realidad, al Gobierno, a los políticos en general le importan muy poco las auténticas víctimas, los que están explotados en su trabajo, los inmigrantes que son utilizados como esclavos temporales, las víctimas del terrorismo, nuestros hijos víctimas de la inmersión lingüística y cultural, los viejos que están siendo abandonados por el Estado después de haber contribuído durante toda su vida a su sostenimiento, las mujeres que no cobran lo mismo que los hombres por hacer lo mismo, los homosexuales y las mujeres, en muchos casos inmigrantes, que tienen que dedicarse a la prostitución para seguir viviendo, los pareados que se quedan sin ayudas, los trabajadores de sectores económicos que están asfixiados por la crisis, incluso los que llenan las cárceles por actividades ilegales que directamente han causado daño a nuestra sociedad, mientras que todos los que lo causan de forma indirecta y ladina se pasean por sus despachos suntuosos. Y también esas "víctimas menores" que no pueden pagar la hipoteca, que no pueden irse de vacaciones, que no pueden cambiar de coche, o que las pasan putas para llegar a fin de mes, y cada día peor, porque no han logrado conseguir un trabajo estable en su vida, y con cualquier cambio de "clima económico" se van a la mierda.

Éstos no les importan, porque no les interesa a sus objetivos políticos que son exclusivamente propagandísticos, para obtener votos y conducirnos a la miseria, mientras permiten que las grandes empresas sigan haciendo negocios explotándonos como productores y también como consumidores.

Llaman socialismo a esta forma de hacer política, yo lo llamo privilegio, desigualdad, opresión, injusticia, y tiranía, o "hacer pomada" en lenguaje moderno. Están haciendo un cortocircuito cultural en nuestra sociedad para dejarnos a oscuras, porque con menos luz sólo se ven sombras cada vez más espectrales, pero luego le echarán la culpa del apagón cultural a la subida del petróleo y las grandes multinacionales. Por lo pronto, el mes que viene la electricidad sube un 5,6 % cuando todo ya nos ha subido un 5,1 %, pero la genialidad de Sebastián es insondable, para que no se note tanto, nos facturarán todos los meses en vez de cada dos, así veremos que los recibos son "menores". No me digan que no es magnífica, la inteligencia utilizada para engañar a los ciudadanos, portentosos, son portentosos en su ostentación.

Erasmo de Salinas

4 comentarios:

Anónimo dijo...

esta critica del victimismo demagogico es muy lograda.

esta sobre todo tan bienvenida viniendo de gente que se abstiene de llamar nazi a todo aquel que no este de acuerdo con ellos, que no ve genocidio en cada esquina, y que no dispone de algun "anonimo" haciendo de "kemmer" rojo.

los señores del blog nunca se presentaron desde su condicion de victimas. es mas, son personas correctas, y aunque fueran victimas, nunca usarian esta condicion para degradar al otro.

su critica es honrada, limpia y constructiva.

(where's the next wormhole? i must get back to my galaxy!)


berenger

Enrique Suárez dijo...

berenger,

usted ha tenido el privilegio de estudiar en una comunidad trilingüe, o en colegio "de pago", otros no, osea que si hacee el favor traduzca a nuestro idioma sus imprecaciones. Gracias.

Erasmo

Anónimo dijo...

uso el español y el ingles, como lo hace tambien usted en esta entrada suya.

por dios, hace pocos dias usaron ustedes hasta el bulgaro, y no lo tradujeron.


berenger

(pd: mi colegio fue monolingue y publico.)

Anónimo dijo...

La tribu de los indios peperos
La tribu de los indios peperos
ANTONIO BURGOS
LOS mismos conquistadores que quedaron extasiados ante lo mangones que eran los indios cachimbas se cayeron de espaldas cuando vieron lo papafritas que eran los indígenas de la tribu de los indios peperos, llamados indios fachas por sus enemigos los cachimbas y los sociatas, que culparlos suelen de todas las desgracias de la Humanidad, desde el Diluvio Universal a la subida del euríbor. Los indios peperos han inquietado a muchos antropólogos, por cuanto les es imposible aseverar de dónde provienen estos aborígenes, si el pepero nace o se hace. Aunque algunos dijeron encontrar una camisa azul bajo su característico atuendo guerrero del polo con el cocodrilo Lacoste, las últimas investigaciones lo desmienten. No así ocurre con sus cabellos, por los que los primeros descubridores y navegantes los llamaron indios gomina, por la que en el pelo llevaban los muy pijos, al modo como aparecen, lagarto, lagarto, ciertos personajes de los años 30 del siglo XX, cual José Antonio Primo de Rivera, anda que no es facha ni ná el fijador, Borja Mari.
Los peperos son indios muy suyos, muy de la familia, de la enseñanza concertada, de los curas y de cosas de toda la vida: «Así como nosotros, Borja Mari». O eran, Provida mía. Porque los grandes jefes de la tribu, con tal de seguir en el machito, defienden ahora el aborto de barra libre y la eutanasia de garrafa, y pastelean, como antaño la tribu de los indios gallardones. Es conocida su falta de habilidad para defender las nobilísimas ideas liberales que representan y de las que parece se avergüenzan. Punto en el cual son especialmente desmañados los del Sur, tierras dominadas por los indios sociatas, sus eternos enemigos. Los peperos del Sur nunca vendieron una escoba ni aunque se las pusieran como a Fernando VII con Mienmano, Estepona, las facturas falsas y otras meridionales mangoletas de los indios sociatas, con las que otras comunidades indígenas se hubieran hinchado, exterminando a sus adversarios. Ellos, no, especialistas como son en fallar con la espada y perder las orejas; por lo que algunos geógrafos ilustres como el profesor March Ena, de la Emasesa University, los llaman en sus últimos estudios «los indios papafritas» («fried potatoes indians»).
Los hechiceros y grandes jefes de la tribu de los indios peperos se han reunido recientemente bajo la luna grande de Valencia para lograr la mundial: que siendo lo que éramos y sin dejar de serlo, ya no vamos a ser lo que somos, sino lo que queremos aparentar ser, y el que te entienda, hijo, que te vote, que Borja Mari y yo, no. Engañándose y engañando, han conseguido que ellos mismos se crean que para renovarse hay que echar hasta a la señora de la limpieza, menos al gran hechicero que los puso a todos, que ése está renovado por cojones, porque él lo dice, y punto pelota. Y, a su vez, al gran hechicero antiguo le han puesto dos velas negras la Bruja del Pedal y la Bruja Sorayita, porque ya no está y porque nosotros los de entonces ya no somos los mismos, pero seguimos cobrando del partido y seguimos teniendo coche oficial, despacho, secretaria, dietas y teléfono móvil por la cara, que es de lo que se trata. Punto en el cual, frente a las tesis del doctor March Ena, hay quienes sostienen que tan papafritas no son, cuando hay alguno que vive a costa de su tribu desde que tenía taparrabos corto, sin haber ganado unas elecciones en su puñetera vida.
Una cosa son los indios peperos de los territorios donde han vencido a los otros indígenas, y otra muy distinta los apalancados fuera del poder en territorio enemigo. Mientras que los primeros ponen sus bosques que da gloria verlos, sacados de brillo, como la selva valenciánica o el humedal madrileñí, los que viven del sueldo del partido en lugares domeñados por sus enemigos indios sociatas están encantados de haberse conocido, pensando más en su propia carrera dentro de la tribu que en llegar un día a partir el bacalao. Y porque, además, los partidarios fachetes de los indios peperos están en el fondo encantados con el acomodo económico que se han tenido que acabar buscando con los indios sociatas, que los inflan a subvenciones para sus empresitas y negociejos, y que colocan a sus niños en la Junta, por lo que decir suelen: «Yo ya no sé si soy de los nuestros, Borja Mari, porque después de Valencia los nuestros parecen ahora los de ellos».
(Próximamente en esta pantalla, grandioso estreno del film «Los indios sociatas».)

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