¡Dejad a los Judíos en paz! (3)
El presidente Sarkozy propuso esta semana que todos los niños de 5º de primaria, a partir del próximo curso, « apadrinen » a un niño francés víctima de la Shoá (holocausto nazi) familiarizándose con su nombre y con su vida. Lo ha presentado, y no cabe dudar de su sinceridad, como una acción contra todos los racismos, todas las barbaries, y para que el Genocidio no pase al olvido, tratándose en este caso, especialmente, de los miles niños deportados desde Francia a los campos de exterminación por el gobierno colaboracionsita de Vichy.
Se trata probablemente de una declaración medio improvisada, que ha sorprendido hasta al ministro de educación, encargado de materializarla.
Grave error.
En caliente, las reacciones no se han hecho esperar, generalmente negativas. Por una parte, psicólogos y especialistas de la educación infantil creen que es arriesgado y quizás contraproducente enfrentar a niños de 10 años, hoy, con el drama de otros niños de su edad, introduciendo en ellos la imagen del sufrimiento y de la desolación de un fantasma convertido en su doble.
Historiadores, por su parte, vuelven a incidir en la crítica que ya hicieron a otra propuesta (también improvisada) de Sarkozy, hace unos meses, que consistía en homenajear la memoria de un joven resistente leyendo en clase la última carta que escribió a su madre antes de ser ejecutado por los nazis. Una vez más, lo que se pretende es acercarse a la Historia exclusivamente a través de los sentimientos, de la experiencia directa y puntual, sin mediación reflexiva, sin distanciamiento conceptual frente a lo ocurrido: arrojar a la cara de los niños sufrimiento y martirio en estado puro, solicitando su capacidad de indignación y de compasión.
Comparto las críticas. Estamos otra vez, como bien dice Pascal Brückner, inmersos en la tiranía de la penitencia. No sobra señalar, una vez más, que los descendientes de los nazis o de sus cómplices no son culpables, ni los descendientes de los judíos exterminados son víctimas. Endosar a los niños franceses de hoy la sombra alargada de quienes, a su edad, fueron arrastrados a los vagones y de allí a las cámaras de gas no añade nada, sino más pathos.
Si queremos honrar la memoria de las víctimas del nazismo, es inútil, absurdo y pueril pretender invertir el curso de la historia, conmemorando y conmemorando sin cesar. Eso no limpiará a Francia, como Nación, del pecado de la colaboración. Al nazismo se le venció con las armas en la mano. Lo que hay que hacer ahora es evitar que algo semejante se vuelva a producir y combatir a los hijos putativos de aquellos criminales.
El argumento esgrimido para defender este tipo de iniciativas, generalmente bienintencionadas, es que el conocimiento del pasado desactiva el antisemitismo. Es cierto sólo en parte, y se consigue lo contrario de lo que se pretende cuando se confunde Memoria y Historia. Lo que se debe enseñar en la escuela es Historia, no Memoria histórica (esto también vale para el resentido Rodriquez y para el amnésico Rajoy, ambos equivocados acerca de cómo abordar el pasado de España). Los niños de las escuelas francesas deben estudiar la Historia de su país, incluido el periodo indigno de la colaboración y de la responsabilidad de miles de franceses en la muerte de miles de niños inocentes. Pero eso no tiene nada que ver con cargar en la espalda de cada uno el cadáver revivido de una sombra del pasado, con nombre y apellido.
Si seguimos con la memoria sentimental, con la exhibición impúdica del sufrimiento y del llanto, impulsamos la competencia entre los sufrimientos y abrimos la veda a quienes, hoy, reivindican desde el victimismo político su derecho a llorar los muertos de la esclavitud, de la intifada y de lo que sea. En ambientes radicalizados y oscurantistas, el resultado es el del BNG equiparando, en nombre de los sentimientos, la Shoá y la política israelí en los territorios ocupados.
Es necesario, hoy más que nunca, recordar a Primo Levi, quien escribió, antes de suicidarse, que la obligación de los supervivientes, de los testigos, es "decir", "contar", y no conmemorar sin cesar.
Este debate es difícil de entender en España, pues aquí se vive precisamente lo contrario, hay déficit de Memoria y de Historia acerca de la Shoá. España se ha ahorrado el examen de conciencia que han experimentado otros países, como Francia o Alemania, y el mayor crimen cometido en la historia de la humanidad no ha dejado de ser percibido aquí como algo ajeno.
Pero los países que tienen conciencia de haber participado, como colectivo y como nación, al mayor atentado contra lo humano deben dejar de llorar y de lamentarse, y deben apartar la compasión lacrimosa por quienes murieron. Con mayor motivo deben evitar trasladar en nuevas generaciones desarmadas e inmaduras una culpabilidad difusa y absurdamente genética. Lo que se llevó a cabo en Austchwitz fue la conjunción del mal superlativo y de la banalidad. Para que no se reproduzca, sobra pathos y sobran lamentaciones. Se necesita estudiar el pasado haciendo uso de la razón, distanciarse del evento para entenderlo mejor, armarse de ética y de virtud para que no se reproduzca.
Educar, en suma, y no incitar al llanto adolescente.
(otros artículos sobre el tema de la Shoá: Nazinhos y miseria moral y ¡Dejad a los judíos en paz!)
Etiquetas: judíos, Francia, Sarkozy, nazismo, educación
Dante Pombo de Alvear
El presidente Sarkozy propuso esta semana que todos los niños de 5º de primaria, a partir del próximo curso, « apadrinen » a un niño francés víctima de la Shoá (holocausto nazi) familiarizándose con su nombre y con su vida. Lo ha presentado, y no cabe dudar de su sinceridad, como una acción contra todos los racismos, todas las barbaries, y para que el Genocidio no pase al olvido, tratándose en este caso, especialmente, de los miles niños deportados desde Francia a los campos de exterminación por el gobierno colaboracionsita de Vichy.
Se trata probablemente de una declaración medio improvisada, que ha sorprendido hasta al ministro de educación, encargado de materializarla.
Grave error.
En caliente, las reacciones no se han hecho esperar, generalmente negativas. Por una parte, psicólogos y especialistas de la educación infantil creen que es arriesgado y quizás contraproducente enfrentar a niños de 10 años, hoy, con el drama de otros niños de su edad, introduciendo en ellos la imagen del sufrimiento y de la desolación de un fantasma convertido en su doble.
Historiadores, por su parte, vuelven a incidir en la crítica que ya hicieron a otra propuesta (también improvisada) de Sarkozy, hace unos meses, que consistía en homenajear la memoria de un joven resistente leyendo en clase la última carta que escribió a su madre antes de ser ejecutado por los nazis. Una vez más, lo que se pretende es acercarse a la Historia exclusivamente a través de los sentimientos, de la experiencia directa y puntual, sin mediación reflexiva, sin distanciamiento conceptual frente a lo ocurrido: arrojar a la cara de los niños sufrimiento y martirio en estado puro, solicitando su capacidad de indignación y de compasión.
Comparto las críticas. Estamos otra vez, como bien dice Pascal Brückner, inmersos en la tiranía de la penitencia. No sobra señalar, una vez más, que los descendientes de los nazis o de sus cómplices no son culpables, ni los descendientes de los judíos exterminados son víctimas. Endosar a los niños franceses de hoy la sombra alargada de quienes, a su edad, fueron arrastrados a los vagones y de allí a las cámaras de gas no añade nada, sino más pathos.
Si queremos honrar la memoria de las víctimas del nazismo, es inútil, absurdo y pueril pretender invertir el curso de la historia, conmemorando y conmemorando sin cesar. Eso no limpiará a Francia, como Nación, del pecado de la colaboración. Al nazismo se le venció con las armas en la mano. Lo que hay que hacer ahora es evitar que algo semejante se vuelva a producir y combatir a los hijos putativos de aquellos criminales.
El argumento esgrimido para defender este tipo de iniciativas, generalmente bienintencionadas, es que el conocimiento del pasado desactiva el antisemitismo. Es cierto sólo en parte, y se consigue lo contrario de lo que se pretende cuando se confunde Memoria y Historia. Lo que se debe enseñar en la escuela es Historia, no Memoria histórica (esto también vale para el resentido Rodriquez y para el amnésico Rajoy, ambos equivocados acerca de cómo abordar el pasado de España). Los niños de las escuelas francesas deben estudiar la Historia de su país, incluido el periodo indigno de la colaboración y de la responsabilidad de miles de franceses en la muerte de miles de niños inocentes. Pero eso no tiene nada que ver con cargar en la espalda de cada uno el cadáver revivido de una sombra del pasado, con nombre y apellido.
Si seguimos con la memoria sentimental, con la exhibición impúdica del sufrimiento y del llanto, impulsamos la competencia entre los sufrimientos y abrimos la veda a quienes, hoy, reivindican desde el victimismo político su derecho a llorar los muertos de la esclavitud, de la intifada y de lo que sea. En ambientes radicalizados y oscurantistas, el resultado es el del BNG equiparando, en nombre de los sentimientos, la Shoá y la política israelí en los territorios ocupados.
Es necesario, hoy más que nunca, recordar a Primo Levi, quien escribió, antes de suicidarse, que la obligación de los supervivientes, de los testigos, es "decir", "contar", y no conmemorar sin cesar.
Este debate es difícil de entender en España, pues aquí se vive precisamente lo contrario, hay déficit de Memoria y de Historia acerca de la Shoá. España se ha ahorrado el examen de conciencia que han experimentado otros países, como Francia o Alemania, y el mayor crimen cometido en la historia de la humanidad no ha dejado de ser percibido aquí como algo ajeno.
Pero los países que tienen conciencia de haber participado, como colectivo y como nación, al mayor atentado contra lo humano deben dejar de llorar y de lamentarse, y deben apartar la compasión lacrimosa por quienes murieron. Con mayor motivo deben evitar trasladar en nuevas generaciones desarmadas e inmaduras una culpabilidad difusa y absurdamente genética. Lo que se llevó a cabo en Austchwitz fue la conjunción del mal superlativo y de la banalidad. Para que no se reproduzca, sobra pathos y sobran lamentaciones. Se necesita estudiar el pasado haciendo uso de la razón, distanciarse del evento para entenderlo mejor, armarse de ética y de virtud para que no se reproduzca.
Educar, en suma, y no incitar al llanto adolescente.
(otros artículos sobre el tema de la Shoá: Nazinhos y miseria moral y ¡Dejad a los judíos en paz!)
Etiquetas: judíos, Francia, Sarkozy, nazismo, educación
Dante Pombo de Alvear
2 comentarios:
Pues Simone Veil acaba de reaccionar. Tiene palabras muy duras con esta iniciativa de Sarkozy: "inimaginable, dramático, injusto...no se le puede hacer eso a niños de 10 años. No se le puede pedir a un niño de ahora que se identifique con un niño muerto. Es una memoria demasiado pesada, hasta para nosotros" (Simone Veil fue deportada con 16 años, es presidenta del Memorial de la Shoá en Francia y apoyó a Sarko en la elección presidencial).
También dice: "A nosotros, los deportados que hemos sobrevivivido, nos ha costado mucho hablar de lo que vimos y vivimos, y todavía hoy tenemos mucho cuidadio con lo que les decimos a nuestros hijos y nuestros nietos. Los profesores saben y hablan muy bien de la Shoah en las escuelas, ¿qué necesidad tenemos de todo esto?"
http://www.lexpress.fr/info/quotidien/actu.asp?id=466002
jojojo, hay un manifiesto contra "la monarquía de Sarkozy" y por la "vigilancia republicana" circulando por la red, viene firmado por Villepin (ex primer ministro, de derechas), Bayrou, Royal (socialista), un ex jefe de gabinet de De Gaulle (tendrá 90 años), el alcalde de París...
Y el 82 por ciento de los franceses que no aprueban la conducta privada del presidente (los jóvenes, y especialmente LAS jóvenes, son los más severos).
Dicen que las elecciones municipales van a ser un desastre para la derecha, habrá voto de castigo. El primer ministro, superpopular en los sondeos, dicen que piensa dimitir después de las elecciones y mandar a Sarko a la mierda.
Por lo menos, allí la gente reacciona, no están lobotomizados como aquí. ¿os imagináis si en Francia el jefe de gobierno anduviera negociando en secreto con los terroristas y engañando a la gente? Le cortaban la cabeza y jugaban un partido con ella en la plaza de la Bastilla, jajaja...
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