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jueves, 28 de febrero de 2008

La burguesía roja: a vueltas con el social-capitalismo

Respuesta a Sebas, comentarista de nuestro blog.

Solo un marxista doctrinario puede deslegitimar como usted lo hace, y ahí tenemos el primer problema sobre la cuestión, su sectarismo. ¿Qué le infunde la certeza de que sus conocimientos sobre el marxismo son los únicos que se pueden asumir?. A partir de aquí, hablaré con usted de ideología, no de política, es decir en términos "marxianos", para distinguirlo semánticamente del concepto "marxista", que se suele referir a la aplicación política de las teorías de Marx.

Le recomiendo las lecturas del catedrático de Estructura Social de la Universidad de San José de California, profesor Kerkoff, para que actualice sus conocimientos sobre el tema. Entre otras aportaciones, creo que le corresponde la de decir tras la caída del régimen soviético, que menos mal que Marx se había librado de sus interpretes políticos, ahora, al fin, ya se podría conocer la obra del pensador alemán.


Le confesaré que no soy simpatizante de Marx, aunque reconozco sus aportaciones enciclopédicas y la construcción honesta de sus teorías; en ideología de izquierdas siento simpatía por otras figuras como Pierre Joseph Proudhon (al que Marx tampoco soportaba, lo que se puede apreciar en la nota necrológica que le dedicó, que esta escrita en términos similares a los que usted me dedica) y que como usted recordará, Marx le dedicó prácticamente su obra Miseria de la Filosofía, como respuesta a la demoledora Filosofía de la Miseria que Proudhon le había dedicado previamente a Marx.

También considero muy importantes las aportaciones del Príncipe Piotr Kropotkin, que como usted sabrá era editor de los diarios franceses La Revolte, y el inglés Freedom. Su obra La Conquista del Pan es tal vez una de las mayores críticas al marxismo burocrático, precisamente lo que hizo fracasar la aplicación de las teorías en la praxis marxistas

Pues exponiendo mi posición de partida, y los referentes ideológicos en los que apoyaré mi crítica, ahora paso a responder a su diatriba sobre los conocimientos de su prójimo

El creador del concepto capitalismo, tal como hoy lo conocemos, fue Karl Marx, evidentemente, como algún contertulio ha recordado, no fue el descubridor del concepto de clase, aunque sí fue el que más utilizó este constructo ideológico para explicar sus hallazgos.

Dice usted que "social-capitalismo" es una antinomia. Pues acaba de denegar el status real a la socialdemocracia, porque precisamente, la socialdemocracia es una forma de "social-capitalismo". Si el marxismo pretende sustituir el capitalismo por un sistema económico diferente, y el socialismo pretende acabar con su dominio, la socialdemocracia acepta el capitalismo como único sistema viable y pretende su reforma democrática por medio de una regulación estatal, para compensar desde la esfera pública las atribuidas injusticias del mercado sobre los más débiles. Eso es un resumen de la socialdemocracia.

Uno de mis argumentos es que socialdemocracia se ha convertido en nuestro país en un envoltorio de la mercancía (una forma amable de implantación del sectarismo y la opresión) . Y esto no quiere decir que desdeñe las aportaciones de la socialdemocracia, sino los malos usos por parte de los políticos nefastos que la están utilizando fundamentalmente en su propio beneficio, Zapatero y su corte. Pero de esto hablaremos más adelante.

El marxismo pretende reemplazar el capitalismo como sistema económico, hasta alcanzar una dictadura del proletariado, el capitalismo (con la colaboración de los socialdemócratas) ha sido más hábil en su práctica y defensa, sencillamente ha acabado con el concepto cerrado de proletariado (o mejor dicho lo ha difuminado, coloreado, desclasificado); actualmente vivimos en una sociedad plural, que es precisamente el antídoto del marxismo.

Esta es la conclusión preliminar sobre la discusión que hemos establecido, no hay posibilidad de aplicación de las teoría marxistas ortodoxas, porque el proletariado se ha disuelto en la sociedad global. Sin proletariado, HAY QUE CREAR una NUEVA CLASE DE DESFAVORECIDOS

Sin embargo, los marxistas llevan varios años tratando de recobrar el discurso, en nuestro país asistimos a un fenómeno curioso, que es la CREACION DE MISERIA, como diría Proudhon, y le explico. Cuanto mejor viva la gente, menos posibilidades hay de que se vote a la izquierda, algo hay que hacer para CREAR ELECTORADO DE IZQUIERDAS.

Ahí surge LA TENSIÓN, que no es un lapsus, sino una estrategia política. Una sociedad crispada, enfrentada, siempre crea gente que se queja, oprimidos, desvalidos, desprotegidos, desfavorecidos. Cuanto peor para la gente, mejor para la izquierda y sus resultados políticos.

La izquierda, sobretodo la leninista -¿Democracia, para qué? - siempre se ha ocupado de rentabilizar los problemas en su beneficio. El cambio climático es un ejemplo, la política de género, la desnacionalización de España, el pacifismo, las múltiples dependencias, el imperio del Estado, el adoctrinamiento de la sociedad, todo tiene el único objetivo de CREAR ELECTORADO DE IZQUIERDAS, o en su defecto mantenerlo.

Se crea una doctrina moral - motivos para creer-, se establece como "políticamente correcta" y se excluye a todos los que no la comparten, mientras que se crea un aparato económico-político-mediático que fortalezca los principios establecidos. Incluyendo una asignatura, Educación par la Ciudadanía, para adoctrinar a nuestros hijos en la "nueva religión".

Esto es lo que he tratado de denunciar en el concepto de social-capitalismo, solo hay que ver los intentos continuados de sustitución de los valores presentes en nuestra sociedad (tradicional, cristiana, familiar, hedonista), por la parafernalia moral de los socialistas españoles (modernidad, laicidad, desvinculada, normativa).

Es el canto del cisne y las izquierdas españolas, que nunca han sido marxistas, sino revanchistas, lo saben. Si pierden en estas elecciones será su final, por eso alguien como Rosa Díez pretende reinventar la izquierda, desplazándose hacia el liberalismo, aunque le cuesta demasiado llegar y eso que la estamos esperando, porque los liberales más progresistas también queremos que la izquierda permanezca como referente ideológico, pero la más racional, la menos zafia, la que realmente puede aportar algo al progreso de nuestra sociedad, no la que rentabiliza desde el capitalismo de Estado, desde el egoísmo de nuestros gobernantes, desde su sectarismo y su estupidez, el malestar de los ciudadanos en beneficio de los nuevos privilegiados, la "nueva burguesía roja" como han denunciado los polacos recientemente.

Esa "nueva burguesía roja" que hoy representa el Presidente Rodríguez Zapatero es lo que más daño está haciendo a nuestro país, necesita hacer daño para seguir sobreviviendo, como ocurrió en la Unión Soviética con la burocracia y la nomenklatura, hasta que les estalló en las narices.

Tiene razón Alfonso Guerra (desde su inconsciente) cuando dice que en España estamos viviendo un proceso similar a la descomposición de la Unión Soviética, pero se equivoca al referir el tema a los nacionalismos, es el aparato burocrático de privilegios inmerecidos el que está a punto de saltar por los aires, posiblemente ocurra en las próximas elecciones.

Anguita lo dijo en cierta ocasión, "el "progresismo" le ha hecho más daño a la idea de la izquierda que el propio capitalismo..., prefiero que mente a mi madre a que me llame progresista".

Erasmo de Salinas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡INAPELABLE!!

PD
Para los flecos hay tijeras

Anónimo dijo...

Desde que llegó al poder el actual Gobierno, tras la matanza del 11-M, su política ha consistido en un ataque permanente, directo e indirecto, a la Constitución, en alianza con el separatismo y, sobre todo, con el terrorismo. Obviamente, esa política deslegitima al Gobierno, lo convierte en golpista, lo coloca al margen de la ley y empuja al país por rumbos muy peligrosos. Esta evidente deriva puede provocar al menos tres reacciones: imitación de la ETA, abandono de la Constitución y defensa de la misma.

En España existe una opinión antidemocrática también en la derecha. Una opinión poco articulada, y por tanto débil, pero extendida, que ve en los desmanes del Gobierno un argumento contra las libertades. Su actividad se limita hoy por hoy a un cacareo indignado pero, desde luego, puede terminar optando por emular a los etarras. Dada su falta de confianza en la democracia, este sería su camino más coherente, y sólo el miedo y la desorganización le impiden seguirlo, por ahora.

El Gobierno, desde el momento en que ha reconocido el asesinato como una forma privilegiada de hacer política, premiada contra y por encima de la ley, con ruina del Estado de Derecho, pierde todo valor moral y político –aunque no policiaco– para oponerse a que otros grupos intenten el contragolpe, practiquen el terrorismo y reivindiquen el diálogo, las concesiones y las recompensas otorgadas a la ETA o al fundamentalismo islámico. El caso resulta particularmente sangrante en relación con las víctimas más directas, que han renunciado a la venganza confiando en la aplicación de la ley por el poder público, y contemplan atónitas cómo éste se compincha con los asesinos de sus deudos. Algo asombroso e increíble, pero real; basta abrir los ojos para verlo. Realidad absolutamente degradante, la vivimos día a día pensando que mientras no haya una violencia en sentido contrario todo va bien.

Otra actitud sería el abandono pasivo de la Constitución. Esta parece la línea actual del PP. Este partido ya no invoca la Constitución, de un modo u otro da por consumados e irreversibles los actos ilegales del Gobierno, y hasta colabora calladamente con ellos mediante sus propios estatutos autonómicos o ejerciendo una oposición tibia y turbia a la alianza del PSOE con el terrorismo y los separatismos, como si nada grave pasara. De hecho, la Constitución ya no rige y el PP ha dejado de defenderla, y no sólo por miedo a que le acusen de crispar. Esa actitud nos lleva de cabeza al bananismo latinoamericano, a la degradación de la democracia en demagogia, a la vulneración impune y sistemática de la ley por unos políticos delincuentes, a una descomposición social ya hoy visible en tantos síntomas. Algunos creen que mientras la violencia no se extienda vale la pena tragar con todo, olvidando que desde la transición nunca habíamos vivido sometidos a tal grado de violencia ilegítima, la violencia del chantaje. Con el actual Gobierno convertido en colaborador, el asesino apenas necesita disparar, le basta enseñar la pistola para indicar a la sociedad española "lo que le conviene" si no quiere "algo peor". Envilecimiento radicalmente inadmisible para cualquier ciudadano con un mínimo de conciencia cívica.

Por lo tanto, si no queremos enfangarnos más por estos caminos hasta que no haya vuelta atrás, debemos plantearnos seriamente la defensa de la Constitución, incluyendo la aplicación de la ley a los políticos delincuentes, en lugar de resignarnos a que estos pongan fuera de la ley nuestra democracia.


http://www.libertaddigital.com/
opiniones/opinion_37810.html

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